SSS Class Suicide Hunter

Volumen 1

Capítulo 32: Espada Roja (Parte 2)

 

 

Lo que ella proponía era razonable.

Yo aún era un cazador de clase E. El continente no habría caído si el Rey Demonio fuese una entidad que un clase E pudiera derrotar.

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Estaba en completa desventaja.

Sin embargo, morir no significaba ningún tipo de pérdida para mí.

“Planeo ganar”. Para mí, la muerte solo era un paso hacia la victoria. “Tengo un arma secreta. Confía en mí”.

“…”. La Bruja suspiró. “Está bien. Todos los cazadores tienen sus secretos. Espero que tu espada esté lo bastante afilada como para atravesar a ese monstruo jefe”.

Eso planeaba hacer.

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– Estás jugando a un juego divertido, Diosa.

Y, entonces…

– Tu último intento de resistir es patético. Luz. ¿Qué puede hacer la luz por aquellos que no creen tener un futuro? Tú misma te has vuelto patética.

… la voz del Rey Demonio partió el campo de batalla.

– Entonces muéstrame la luz también a mí.

Hubo un gran sonido.

La Bruja y yo no habíamos bajado la guardia. Estábamos vigilando los movimientos del Rey Demonio, así que podíamos identificar el origen del ruido.

Era una espada.

Leeeentamente…

… el Rey Demonio levantó su arma hasta apuntar al horizonte. El tiempo pareció ralentizarse. La espada del Rey Demonio parecía encontrarse en un espacio temporal distinto al nuestro. La sensación que daba era que estaba intentando cortar el propio tiempo.

Y, de hecho, su espada cortó el tiempo. Y cortó el cielo. La estela del corte era roja.

Apuntó con precisión a las murallas y las perforó.

Una tormenta se alzó.

La Bruja y yo cerramos inconscientemente los ojos. Mientras apretábamos los párpados, el polvo nos cubrió y pudimos escuchar gritos. Eran los alaridos de los soldados. También escuché algo que se rompía.

Y, un momento más tarde…

“Arf, cof…”

… cuando el polvo se asentó, miramos hacia el origen de los gritos. El polvo dolió cuando entró en nuestros ojos, pero el impacto era más grande que el dolor.

La Bruja tragó saliva.

“… ¿De verdad está debilitado?”.

Los muros del imperio se habían roto.

El Rey Demonio gimió.

– Pobres criaturas.

Lluvia roja cayó del polvoriento cielo.





Las risas resonaron desde donde se alzaba el Rey Demonio.

– ¿De verdad todavía es este vuestro imperio?

No fueron solo las murallas demolidas. La estela roja de la espada aplastó calles y edificios. Incluso el palacio estaba en su trayectoria.

*¡Boom!*

 

[Un guerrero ha muerto]

 

Una voz sonó, próxima a mí.

 

[No era el siervo del Rey Demonio]

 

Una voz que anunciaba muerte.

“…”.

La Bruja y yo nos miramos.

“… Allí estaba la recepción”, habló ella primero. “El Inquisidor Herético, el Santo de la Espada y Viper no están en la recepción, ya que están trayendo a los soldados. La Paladín está buscando al emperador siguiendo tus órdenes. Por lo tanto, la persona que queda es…”

La Condesa. Ella no era la traidora.

“Muriendo la primera…”, murmuró calladamente la Bruja. “Qué grosera”.

Eso fue todo. No dijo nada más y simplemente sacudió la cabeza.

Me pregunté si era su forma de decirle adiós.

“Maestra de Dragón Negro, si la Condesa realmente ha fallecido, entonces nuestro nexo con el mundo exterior…”

“Ahora mismo”, me interrumpió ella en voz baja, “concentrémonos en lo que tenemos delante”.

La segunda cazadora más fuerte de la Torre observaba a su presa en el horizonte.

“Ni siquiera el Rey Demonio sería capaz de soltar ataques como ese uno detrás de otro. Kim Gong-Ja, ayúdame a proteger la muralla quebrada”.

Los puntos rojos del mapa cambiaron.

El ejército demoníaco había estado aproximándose como una ola, pero su formación había cambiado a una puntiaguda.

¿Estaban intentando cansarnos?

“Sí, señora”. Los puntos se dirigían a los muros de la ciudad. Concretamente, al lugar que había destruido la estela roja. “Yo estaba pensando lo mismo”.

Ella asintió y me cogió de la mano.

“Teletransporte”.

Nos movimos hasta la destrozada muralla de la ciudad.

-¡Krrrrk!

-¡Kiek, ke! ¡Kekeke!

-¡Gwoooo!

Los monstruos estaban justo ante nosotros. Las flechas volaron. Las disparaban los soldados que seguían en lo alto de los muros. Sin embargo, no eran suficiente para detener la oleada roja. Trasgos, orcos, esqueletos y otros monstruos corrían hacia nosotros.

Solo quedaban unos dos minutos antes de que la primera ola llegara.

-Zombie -escuché la voz de Bae Hu-Ryeong-, un solo minuto es suficiente. No, basta con 30 segundos.

Decenas, cientos de monstruos volaban a través de las nubes. Y decenas de veces esa cifra hacían retumbar el suelo al correr en nuestra dirección.

-Sopórtalo por ti mismo.

No había ningún aliado que me detuviera.

-Para ganar esta batalla, debes convertirte en la esperanza de esa gente.

Por tanto, estaba en la vanguardia. Solo.

-Sopórtalo por ti mismo. Aunque solo sean 30 segundos. Es importante que muestres que puedes detener a estos monstruos sin ayuda. No llamas héroe a un humano que ha sobrevivido 30 años. Llamas héroe al humano que consigue 30 segundos cuando todo el mundo los necesita.

Dejé caer mi mochila al suelo.

-Sé un héroe.

Bae Hu-Ryeong sacó una botella de cristal.

Era lo que la futura Señora del Castillo de la Alquimia me había hecho.

Era el frasco que contenía el elixir.

-Te ayudaré.

Un trago. Dos tragos. Tres tragos. El elixir desapareció en mi boca.

– Prometí que te enseñaría esgrima antes de llegar al piso 20, ¿verdad? Es un poco pronto, pero te voy a dar algunas lecciones.

*Thump*

Mi corazón aceleró su latir.

-Da un paso atrás.

Mi corazón aceleró su latir.

-Mira hacia delante.

Lo hice.

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-Hay dos trasgos frente a ti. No pueden verte bien por culpa de la polvareda. Blande tu espada ante ellos.

Mi corazón aceleró todavía más su latir.

Cada segundo parecía más lento que el anterior.

-La Espada Sagrada brilla, pero eso también puede quitarle visión a tus enemigos. Róbales los ojos con tu espada y consigue tiempo de tus oponentes.

Y, por tanto, un segundo para mí era más rápido que el latido de mi corazón.

-Ya están aquí.

Mi espada sería un segundo más rápida que yo.

-Vamos, compañero.

Bae Hu-Ryeong se puso de pie a mi lado.

-Es hora de ser un héroe.

Balanceé la espada. La sangre salpicó por todas partes.

-¡Kiiiiii!

El trasgo gritó. En mi segundo, el grito jamás terminaba.

-Uno menos.

La sangre llenó el aire. Era del mismo color que la lluvia. Apreté aún más el agarre de mi espada y volví a atacar.

-¡Keeeeeea!

Dos.

Antes de que el primer trasgo cayera, ya había cortado al segundo. Fue en un instante. La sangre flotó a diestro y siniestro. Los monstruos chillaron sin ser capaces siquiera de ver mi espada.

Maté a otro, y después a otro más.

-¡Aaaaaeeeee!

-¡Aaaaaaaeeeeee!

-¡Kiiiiiii!

Antes de que un monstruo pudiera terminar su grito, otro gritaba.

Los alaridos a mi alrededor jamás terminaban.

Mi espada era una orquesta, y yo la dirigía con mi afilada batuta.

-Ha pasado un segundo -dijo Bae Hu-Ryeong-. No cortes el movimiento de tu espada cuando la blandas, Gong-Ja. No dividas cada ataque, conéctalos.

Blandí la espada.

-Corta desde arriba hacia abajo. Piensa. No es distinto a la música. Cuando un tono baja, puedes subirlo de nuevo.

Los gritos resonaron.

-¡Conéctalos! Si tu espada está abajo, llévala arriba de nuevo. Así es como tu espada puede seguir conectando.

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Pasó otro segundo.

-¡La esgrima es una lucha contra el tiempo! Si solo la puedes balancear una vez, se acabó. Pero una persona más habilidosa puede controlar cinco segundos.

Los enemigos dejaron salir su sangre, y yo dejé salir mi aliento.

-¡No pierdas tiempo!

Antes de que la sangre cayera y de que mi aliento se apagara.

-¡No desperdicies nada! No se ha terminado solo porque hayas cortado a tu enemigo. ¡Debes saber dónde cortar a continuación! No pierdas ni un segundo. Vívelo.

Una hoja se balanceó entre mi aliento y la sangre de mi enemigo.

-Un espadachín vive por su espada.

Ataqué con la espada.

-¿Crees que es fácil sobrevivir un segundo? ¿De verdad quieres marcharte?

Ataqué con la espada.

-La gente no está viva cuando gasta su tiempo. Gong-Ja, tú eres un espadachín, así que necesitas vivir por tu espada.

Ataqué con la espada de nuevo.

-¡Quémalo!

Un trasgo me arañó y la sangre goteó desde mi brazo. Ah. Me sentía mareado. Sin embargo, aunque dolorido, seguí atacando con mi espada y mirando hacia delante.

-¡Kiiiie!

-Krrr, kr…

-¡Kwoooooo!

Incontables monstruos.

Los monstruos caían desde la nube de polvo. Incontables enemigos, y un mal incalculable. Y todos ellos estaba intentando matarme.

-Llevas 10 segundos.

Todo eso habían sido 10 segundos. Solo habían sido 10 segundos.

-¡Quema más, Gong-Ja! No desperdicies tu vida. ¡Quémala!

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Apreté con fuerza mi espada.

-Es hora de mostrar quién eres.

Grité con fuerza. Mi grito resonó en las grietas de la muralla. Los soldados que estaban sobre ella se tambalearon. Los monstruos que venían de todas partes se detuvieron.

-Sí, joder. Eso es -dijo con una risita Bae Hu-Ryeong-. ¡Ahora ya no pareces un zombie, ¿eh?!

Corrí hacia delante.

-¿Gwo…?

Golpeé el pie del trasgo que se detuvo primero. Antes de que pudiera reaccionar, ya estaba muerto. Su cabeza salió volando con la boca abierta.

Agité mi espada.

-Krrrr, rrrr.

Lo siguiente era un orco mirándome asombrado. Antes de que tuviera la oportunidad de alzar su porra, mi espada cayó sobre él. La sangre brotó como si fuera una fuente.

Ataqué con la espada.

‘Solo un poco más’.

Esqueletos.

‘Solo un poco más’.

Y más trasgos.

‘Más’.

Incontables orcos.

‘¡Más! ¡Solo un poco más!’

Ante la inmensurable cantidad de monstruos…

‘¡Mirad!’

… yo seguí atacando con mi espada.

‘¡Miradme!’

Estaba vivo.

Estaba vivo mientras seguía balanceando mi espada.

-¡KOooOoo!


Un ogro apareció desde la roja nube de polvo.

Una vez. Dos veces. Cada vez que el monstruo se movía, el viento se movía a su alrededor.

Un trasgo entró en la nube de polvo del ogro. Un instante después, murió entre los ruidos que hacían sus huesos al ser aplastados.

Claro, eso era cierto. Ellos no tenían ninguna camaradería. Tampoco sentían lástima o amor unos por otros.

Por lo tanto, eran bestias.

Bestias repugnantes.

-¡ROooOoo!

La bestia gritó con fiereza y me enseñó los dientes.

‘Ven’.

Y, en ese lugar, había un cazador.

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Había un cazador persiguiendo a una bestia.

‘Te lo enseñaré’.

*¡Booom!*

El ogro dio un paso al frente y los muros de la ciudad empezaron a sacudirse.

*¡Booom!*

La asquerosa bestia dio otro paso. Cada vez que que caminaba hacia delante, el suelo se sacudía. La muralla de la ciudad se vino abajo. El ogro hizo temblar la tierra mientras se dirigía hacia mí.

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-Clava tus pies en el suelo.

Sin embargo…

-Y mira hacia delante.

… lo que tenía que hacer no había cambiado.

-Corta a tu enemigo con tu espada.

Corrí hacia el monstruo.

*¡Booom!*

La gigantesca bestia dio otro paso. Yo estaba esperando ese momento. Cuando levantó su porra para golpearme, giré la espada frente a él.

Luz blanca. La luz de la Espada Sagrada entró en los ojos del ogro.

-¡Gwoooooo!

El cuerpo del monstruo ya estaba tambaleándose. Le resultaría muy difícil cambiar su dirección.

‘¿Por qué?’.

Mientras atacaba al ogro, solo podía pensar en una cosa.

‘¿Por qué le diste una habilidad de clase EX a un bastardo como él?’.

En Yoo Soo-Ha. Y en la Torre que le había dado su… rara habilidad.


‘No hacía falta que fuera un santo. Bastaba con cualquiera un poco más normal. Si lo hubiera recibido alguien así, hubiese estado bien. Pero, ¿por qué a ese psicópata?’.

La porra del ogro brilló al pasar junto a mi nariz.

El golpe falló porque el monstruo estaba cegado por la luz.

Por suerte, eso creó un punto ciego.

‘Oh, ¿así que eso era todo?’.

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