Eiyuu Ou (NL)

Volumen 5

Capítulo 1: Inglis, 15 Años: La Amenaza Hieral Maligna (1)

Parte 1

Whoosh… Whoosh…

Un viento helado aullaba, arrastrando la nieve. La nieve que cubría los árboles cercanos se tiñó de rojo debido al sol poniente. Aquí era donde Inglis y su grupo se despedirían de su país, Karelia. La frontera con su vecino del norte, Alcard, estaba justo delante. Ya hacía bastante frío, pero se volvería aún más gélido a medida que cayera la noche.

“Uf, hace mucho frío. Nunca he tenido tanto frío en mi vida”. Leone se estremeció mientras miraba a través de los árboles hacia una fortaleza en la montaña. Parecía ser un puesto de guardia del ejército de Alcard.

Cuando pasaran la frontera de Alcard, serían infiltrados. Su expedición se organizó como tal: una sola montura Flygear como base móvil, que transportaba varios Flygear, incluido el Flygear personal de Inglis y Rafinha, el [Star Princess] . También llevaba montañas de alimentos.

Eran, para dar una descripción sucinta, bastante llamativas.

Una montura Flygear surcando el cielo a la luz del día seguramente sería vista. En cambio, su plan era esperar por ahora y cruzar la frontera al amparo de la oscuridad.

“De hecho, es. El viento me está picando en las mejillas”, dijo Liselotte. Estaba bien preparada para el clima con ropa de piel e incluso orejeras, pero el frío desconocido se hundió hasta sus huesos.

“Es que evitamos los llanos y nos metimos por la montaña… La ruta por los llanos es un poco más cálida en esta época del año”, dice Pullum, claro natural de Alcard.

“No es que quisiéramos ir por este camino, pero parece que el ejército de Alcard se está reuniendo en los llanos”, dijo Rafinha. Gracias a eso, el grupo de estudiantes tuvo que atravesar la zona montañosa de la frontera.

Sin embargo, eso no facilitó este camino. Había una dispersión de fuertes, lo que les obligaba a ser cautelosos. El ejército de Alcard parecía estar todavía movilizándose y aún no había hecho ningún movimiento formal.

Si los vieran aquí y provocaran a Alcard, podría enviarse un mensaje a las fuerzas de las llanuras, lo que provocaría que aceleraran sus movimientos hacia la guerra. No habría forma de evitar un choque directo entre ambos países, ya que el ejército de Karelia también se estaba movilizando.

El ejército de Carelia era una fuerza combinada de la Guardia Real, bajo la autoridad directa del rey Carlias, y una serie de gravámenes feudales, incluidos, de la ciudad natal de Inglis y Rafinha, los caballeros de Ymir bajo el mando del duque Bilford. La misión de su grupo era, antes de que los dos ejércitos se enfrentaran y sufrieran bajas significativas, infiltrarse en Alcard y desencadenar un golpe, una revolución o un cambio de posición por parte de los líderes del país, obligando así al ejército de Alcard a retirarse.

Una conexión con esos líderes no sería un problema con Lahti. Había ocultado su identidad, pero era el príncipe de Alcard. No había nadie más adecuado para la tarea.

Esta había sido idea de Inglis, y si funcionaba, podría evitar una guerra. Podría salvar la vida de muchos caballeros y soldados, así como la de civiles inocentes que podrían verse atrapados en el conflicto. Sin embargo, según el análisis de Rafinha, Inglis estaba quizás más preocupada por la oportunidad de luchar contra la élite militar de Alcard, Highlanders, Prismers o cualquier otra cosa que se cruzara en su camino.

Leone no iba a presionar a Inglis sobre ese asunto, considerando que no podría detenerla de todos modos, y consideraba que la misión era significativa y un deber importante. No podía permitirse el lujo de estar preocupada solo porque tenía frío. “Tal vez debería hacer un poco de ejercicio. No quiero ponerme rígido si pasa algo. Levantó su Artefacto de gran espada oscura y estaba a punto de comenzar a balancearlo cuando Rafinha la llamó.

“Leone, Liselotte, coman esto si tienen frío. ¡Te calentará enseguida!” Ella mostró una sonrisa mientras señalaba una olla gigante. No pudieron evitar preguntarse a cuántas personas se suponía que podía alimentar una olla tan grande.

Inglis y Rafinha habían pedido especialmente una olla destinada a las cocinas de campo, diciendo que una más pequeña sería demasiado problema para rellenarla constantemente. En él se cocinaba a fuego lento un suculento guiso de marisco.

“Es bueno llenar tu estómago con algo caliente cuando tienes frío, ¿verdad?” Inglis dijo con una sonrisa amable.

Leona se quedó mirando. “Pero ya comimos”.

“¡Estoy absolutamente lleno!” dijo Liselotte.

La gente común no podría comer durante tanto tiempo como Inglis y Rafinha. Necesitaban un método diferente para calentarse ahora.

“¿En realidad? Entonces, ¿supongo que deberíamos terminarlo? Rafinha sugirió a Inglis.

“Estofado en un lugar como este lo hace aún más delicioso”, comentó Inglis.

“El entorno realmente resalta el sabor. De acuerdo, demasiado! ♪ ”

Lahti hizo una mueca mientras miraba. “Ja, ja, ja… Ya se acabó un montón de comida. ¿Durarán nuestros suministros?”

“Bueno, ¡siempre podemos comprar más en el camino!” Rafinha insistió.

“Aún contamos con la financiación militar de Su Majestad, y nos gustaría probar algunas de las especialidades locales mientras tengamos la oportunidad”, dijo Inglis.

“¡Exactamente! ¡Es por eso que revisamos con anticipación qué es sabroso en Alcard!”

“Creo que deberías haberte centrado en otras cosas…”, respondió Lahti.

En medio de su conversación, un chico se acercó nervioso. Este no era Lahti, por supuesto, pero era Ian. Gracias a que Yua quería llevarlo a casa con ella, fue el único sobreviviente de sus innumerables duplicados involucrados en un intento de asesinato del Rey Carlias. El grupo lo había rescatado de las garras de Yua, su intento de secuestro casi tuvo éxito, y él los acompañaba en su misión.

Era el que más conocía la situación actual de Alcard. Había sido cómplice de perseguir al rey de Carelia, pero ahora estaba arrepentido. No mostró malicia hacia Lahti, quien en realidad era el príncipe de Alcard. Por lo tanto, todos, no solo Inglis, habían decidido que no era una amenaza.

Por otro lado, si terminara siendo un problema, Inglis naturalmente lo agradecería. Quería tantos oponentes duros como pudiera conseguir, siempre y cuando no le pusieran un dedo encima a Rafinha.

“Umm, Inglis, Rafinha. ¿Quieres más verduras? preguntó Ian.

“¡Claro, gracias, Ian!” respondió Inglis.

“Pescado también, por favor”, intervino Rafinha.

“Comprendido. Iré a buscarlos. Ian estaba trabajando duro para expiar sus crímenes. Para ser honesto, fue de gran ayuda tenerlo en las circunstancias actuales.

“¡Está bien, voy a encontrar el mejor lugar para comer! Tal vez esos acantilados”, dijo Rafinha.

“No te caigas. Voy a probar ese árbol”, respondió Inglis.

“¡Ay! Entonces, ¿nos inclinamos hacia lo más alto, lo más sabroso? ¡Entonces tal vez coma en un Flygear!”

“¡Esa es una mala idea! ¡Llamará la atención!” Leone insistió, nerviosa porque la pareja había perdido la noción de por qué necesitaban estar encubiertos en primer lugar.

Con mentes de una sola pista para la comida, Inglis y Rafinha continuaron comiendo hasta que el sol se puso por completo.

◆◇◆

Al día siguiente, Inglis y su grupo entraron en territorio alcardiano. Era cerca del amanecer cuando llegaron al pueblo de Tsira, cerca de la frontera. Dado que su plan era infiltrarse en secreto en las regiones centrales de Alcard, en teoría era mejor marchar al amparo de la oscuridad y ocultarse durante la luz del día. Sin embargo, debido a que los ejércitos de ambos países estaban cada vez más cerca del choque y por la situación en Alcard, era difícil saber si era mejor avanzar con prisa o con más cautela. Tomar tal decisión requería tanta información como fuera posible.

Por lo tanto, el grupo de Inglis ocultó su montura Flygear en el bosque en las afueras de Tsira y se dirigió a la ciudad para realizar un reconocimiento.

“¡Muy bien, vida en la ciudad! Creo que la comida picante aquí se supone que es buena”, anunció Rafinha.

“También es perfecto para entrar en calor”, dijo Inglis.

“Ahh, me muero de hambre. ¡Démonos prisa, Cris! ¡No puedo esperar para ver la ciudad!”

“Yo también, Rani. No puedo evitar imaginar toda la comida sabrosa”.

Cuando los dos abrieron el apetito, Leone interrumpió con un suspiro. “Ustedes dos, no estamos aquí para probar la cocina local. Necesitamos recopilar inteligencia…”

Inglis se rió entre dientes. Estás siendo demasiado directo, Leone.

“¿Eh?”

“La gente desconfiará de nosotros si parece que estamos buscando información”, comentó Rafinha.

“Pareceríamos más naturales como turistas que realmente estaban aquí para probar la cocina local. ¿Verdad, Rani? Inglis continuó.

“Sí, eso es lo que quiero decir. ¡No es que solo quiera comer aquí para no tener que cocinar, o que quiera dormir en una posada porque hace demasiado frío en una tienda de campaña!

“Caramba. Deberías tomar tu turno para cocinar. Se supone que todos debemos hacerlo, ¿verdad? le regañó Leona.

“Pero eres mucho mejor en eso…”, se quejó Rafinha.

Leone solía cocinar para sí misma en su ciudad natal en Ahlemin. Después de que su hermano, Leon, abandonara su posición como caballero sagrado y se uniera al Frente Sangre de Acero, los Olfa, que habían llegado a ser despreciados como una familia de traidores, habían perdido a sus sirvientes. Leone se había visto obligada a cuidar de sí misma y, por lo tanto, sus habilidades culinarias habían mejorado. Ella había sido la que preparó el estofado que al grupo le había encantado la noche anterior.

“Esa línea no funcionará conmigo. Es deber de un caballero comer bien y mantenerse en forma durante la marcha. Es por eso que necesitas aprender a cocinar”.

“Pero la academia de caballeros no tiene clases de cocina”, argumentó Rafinha.

“Yo tampoco soy la mejor cocinando, así que sería bueno comer en la ciudad”, intervino Liselotte.

Leona suspiró. “¿Incluso tú, Liselotte?”

“Mira, Liselotte lo entiende”, dijo Rafinha.

“Después de todo, sería realmente una pena si te enfermaras con dolor de estómago por mi cocina”.

“¡¿Eh?!” Leona jadeó. “¿Que se supone que significa eso?”

“Bueno, cuando le preparé la comida a mi padre, se enfermó…”

“E-Eso simplemente sucede a veces. Estoy seguro de que no fue la comida. El canciller Arcia tiene mala salud para empezar…”

“Pero ha sucedido más de una vez. Más de dos veces, incluso.

“Ya veo…”