Infinite Dendrogram (NL)

Volumen 15: Game Over

Capítulo 26: Supernova

Parte 1

Fuego

Mientras luchaba contra Canglong, Ignis Idea… o mejor dicho, Feuer Lazburn, tuvo la certeza de que no podría ganar.

Sus largos años de entrenamiento y lucha como Piromante de Lazburn y su asombrosa derrota a manos del Arch Sage le habían dado suficiente experiencia para saber que casi con toda seguridad moriría aquí.

Era obvio. Su fuego no podía herir a Canglong —el Draconic Emperor— se regeneraría instantáneamente incluso si la mayor parte de su cuerpo volaba por los aires.

De hecho, no parecía descabellado que pudiera volver aunque quedara reducido a un trozo de carne de dragón.

Canglong, por su parte, tenía fuerza más que suficiente para acabar con Feuer.

… Bueno, ¿cuánto duraré? Medio rendido, ganaba tiempo disparando hechizos a la gente de alrededor.

Sin embargo, esto no podía continuar para siempre. Los altarianos que aún podían caminar ayudaban lentamente a los inmovilizados a abandonar la zona.

Una vez que todos los que Canglong tenía que proteger se hubieran ido, sería capaz de matar a Feuer con poco esfuerzo.

¿Cómo hemos llegado a esto…? Se preguntó.

¿Por qué estaba en un lugar así, luchando contra semejante enemigo?

Aún no había encontrado al Arch Sage, de quien estaba seguro que se encontraba en este castillo, pero ahora se enfrentaba a un enemigo que probablemente era incluso peor que él.

Y ahora, moriría sin siquiera haber encontrado a su objetivo.

Esta era una batalla que no podía ganar, ni podía retirarse de ella. La pieza de Idea implantada en su cuerpo no le permitiría huir. Era parte del contrato que le había dado su cuerpo deformado y sus vastas reservas de magia.

No habría huido aunque hubiera podido: retroceder con semejantes cantidades obscenas de magia a su disposición habría sido una derrota en sí misma, la prueba definitiva de que no podía ganar ni siquiera después de superar sus limitaciones.

Para alguien que quería demostrar que la magia de Lazburn era la más fuerte, retirarse no era una opción.

¿Con qué propósito…? Feuer Lazburn echó una mirada retrospectiva a su vida, o tal vez la tuvo ante sus ojos como muchas otras personas que habían estado a punto de morir.

Los muchos días de entrenamiento, la muerte de su padre, la lucha contra el Arch Sage, la dura derrota por su mano, los días que siguieron, el contrato con La Crima… todo se le pasó en un breve instante que le pareció una eternidad…

“¿Hm…?”

… pero se detuvo cuando llegó al asunto de la meta de su vida.

En el fondo, este objetivo era simple: demostrar que él era el más fuerte. En concreto, quería demostrar al mundo que no había magia más poderosa que la del fuego, y probar que los Lazburn, que dedicaban su mente y su cuerpo exclusivamente a la magia del fuego, eran los hechiceros más poderosos de todos.

Para ello, él y su padre se habían propuesto derrotar al Magical Apex, el Arch Sage.

Sin embargo, su padre expiró antes de que pudiera siquiera desafiarle, mientras que el propio Feuer había sido derrotado sin esfuerzo.

Desde entonces, había renacido y había vuelto a intentar buscar al Arch Sage para demostrar que era el más fuerte.

En efecto, la derrota del Arch Sage no era más que un medio para alcanzar un fin, no el fin en sí.

Feuer no tuvo que derrotarlo. “Je, je… ¡ja, ja, ja, ja, ja!”

“¿Hm?” La repentina risa de Feuer hizo que Canglong y los altarianos que seguían en el refugio le miraran con confusión en los ojos.

La risa no era señal de que el hombre hubiera perdido la cabeza.

Sólo se reía de sí mismo por haber tardado tanto en darse cuenta de su error.

“He vivido toda mi vida con el único propósito de convertirme en el más fuerte y demostrarlo.” En efecto, había estado equivocado, equivocado… simplemente equivocado.

Quizá Feuer era así porque su padre se equivocó antes que él. Puede que sus últimas palabras tuvieran más peso con Feuer del que merecían.

El objetivo final de los Lazburn no era derrotar al Arch Sage.

Derribar el Magical Apex no era más que un medio para demostrar su propia fuerza.

Los Lazburn sólo querían reclamar el título de Arch Sage como prueba de su poder absoluto.

Eso significaba que podía lograr su objetivo de demostrar su poder utilizando otros medios.

Esta comprensión le despejó la mente, a pesar de que su muerte se acercaba rápidamente.

“… ¿Qué estás planeando?” Preguntó Canglong, confundido por el cambio de actitud de Feuer.

Para algunos, la Idea era ahora más temible que cuando disparaba hechizos de llamas en todas direcciones, así que Canglong no pudo evitar hacer esta simple pregunta.

En respuesta, Feuer dijo: “El Parting Sea entre Tenchi y Huang He, el gran desierto de Caldina… Las heridas grabadas en este mismo continente son prueba de la existencia de quienes las infligieron.”

Estas palabras apenas tenían sentido al principio, pero Canglong no tardó en darse cuenta de su significado.

La separación de Tenchi del continente a manos de las Incarnations, las zonas de exclusión creadas como resultado de las luchas entre uno de los predecesores de Canglong y el King of Kings, las áreas contaminadas dejadas por la guerra civil de Huang He… Tales cicatrices en la tierra estaban ahí porque aquellos capaces de crearlas realmente lo habían hecho.

Eran la prueba de que quienes ostentaban un inmenso poder habían cambiado la propia configuración del territorio.

Entonces, lo que Feuer Lazburn pretendía era…

“Usaré esta tierra como prueba… ¡Prueba de que el hechicero más fuerte de todos estuvo una vez aquí!”

… para demostrar que su magia era más fuerte usándola para cambiar la forma de este paisaje hasta hacerlo irreconocible.

Canglong se acercó con la intención de detenerlo, pero antes de que pudiera, el cuerpo deformado de Feuer empezó a liberar ondas de intenso calor en todas direcciones.

Tan calientes como para evaporar a la gente en un instante, estas ondas se precipitaron hacia los altarianos que aún no habían escapado.

“¡Kh…! Por favor, ¡corran…!” Dijo Canglong antes de extender su Dragon King Aura.

Esto lo dejaba inmóvil, pero era la única forma de evitar que los altarianos murieran en un instante. El aura actuó como un muro, protegiéndolos mientras salían corriendo del refugio.

“Todas las restricciones… abolidas. Transformación supercrítica… toda la magia en calor. Escalada de calor… activada.”

Mientras Canglong lo retenía, Feuer comenzó a elaborar su hechizo.

La magia desatada hasta ahora era sólo el principio. El verdadero hechizo llegaría pronto.

O, para ser más exactos, se crearía en breve.

Lo que estaba a punto de usar era un hechizo que estaba creando desde cero en ese mismo momento.

“Pérdida de intercambio… la causa es la estructura corporal… incinerando células para mejorar el flujo mágico.” Despreció el control en favor del puro poder. Conjurar este hechizo incluso comenzó a dañar su propio cuerpo.

Era un esfuerzo autodestructivo, y seguramente acabaría con él… pero a Feuer no le importaba.

Ya se había dado cuenta de que para alcanzar su verdadero objetivo, su vida era un pequeño precio a pagar.

¿Quería la gloria y la fama de demostrar que soy el Magical Apex?

¿Quería que la sociedad cantara mis alabanzas después de derrotar al Arch Sage? No. Ese no era el caso. Su único objetivo en la vida era demostrar que era el más fuerte; no buscaba vivir una vida en la que le reverenciaran por ello.

La batalla y sus propios sentimientos quedaban lejos; lo único que le importaba ahora era la culminación de su obsesión.

“Pregunta. Ignis, ¿qué estás…?” Zeta, dándose cuenta de que algo estaba pasando, trató de interrogarle, sólo para ser interrumpida.

“Silencio.” Dijo Ignis mientras se arrancaba el comunicador de la oreja, arrancándose parte de su propia carne en el proceso.

En este momento, no buscaba nada más que el hechizo que estaba elaborando. Su fijación por el Arch Sage e incluso el trato con La Crima habían perdido todo significado para él.

Una vez completado, el hechizo que estaba creando destruiría el castillo, abrasaría la capital y convertiría toda la zona en un páramo de ruinas fundidas.

“¡Jajajaja! ¡JAJAJAJAJAJAJA!” Lazburn no buscaba nada más en la vida que la potencia de fuego, así que su misma sangre se encendió con el mero pensamiento del poder mágico que pronto exhibiría. No pudo evitar reír.

Uno de sus cuatro brazos cayó al suelo. Los cerebros implantados en su cuerpo, que le proporcionaban sus reservas de poder mágico, estaban hirviendo. Ni siquiera el fragmento de idea pudo soportar el calor y murió.

Las células de su rostro empezaron a derretirse, su visión se tiñó de rojo, sus tímpanos reventaron; el colapso de su cuerpo, ya apenas estable, se acercaba rápidamente.

Nada de eso tiene importancia ahora. Todo lo que importa es que lance este hechizo final.

No le importaba lo que perdería. Su vida ya era efímera. Morir un poco antes no significaba nada.

Construiría este hechizo aunque diera todo lo que tenía que dar. “Este será el último hechizo de mi vida, e incinerará toda la capital.”

Este sería el nuevo ataque final de King of Blaze, nunca antes visto u oído.