SSS Class Suicide Hunter

Volumen 1

Capítulo 20: El Lujo De Una Taza De Café (Parte 2)

“Hmm. Tienes agallas”, dijo la Condesa levantando ligeramente la comisura de sus labios. “Y no pareces demasiado sorprendido porque un gato se haya transformado en humano… no eres como los jóvenes de hoy en día. Ah, eso es un cumplido”.

“Gracias. Es verdad que tengo agallas. Incluso veo fantasmas y cosas así”.

“Jajajajajaja. Estás tan relajado que incluso te permites gastar bromas. Sorprendente”.

La Condesa empezó a agitar su abanico y rio… aunque yo no lo había dicho como chiste.

“Uh…”

“Umm…”

Los cazadores se miraron unos a otros. Solo la Condesa se reía. Los jefes de equipo que habían estado gritando ofertas se quedaron callados como tumbas tras la llegada de la Condesa.

“Eh… perdone, señora, pero…”, dijo con cuidado el cazador alto y rubio..

“Te perdono”.

“¿50.000 de oro y la posición de vicelíder no es… demasiado? P-Por supuesto, superar el piso 10 es alucinante, pero… las habilidades de Kim Gong-Ja… son… desconocidas…”.

Conforme iba hablando, tartamudeaba cada vez más. Era como si se le estuviera olvidando cómo hablar. La Condesa se cubría la boca con el abanico y le miraba. Su sonrisa alcanzó sus ojos por encima del abanico.

“…”

“¿Has terminado de pedir perdón?”.

“… Sí”.

“Entonces, antes de que pidas perdón de nuevo, traed a vuestros jefes. Lo siento, pero vosotros, chicos, no vais a entender lo que va a pasar aquí. Ah, y no me importa si podéis pujar más alto que 50.000 de oro. Simplemente sentaos ahí como buenos niños”.

Estaba diciéndoles educadamente que se largaran de allí.

Y, como les habían dicho que se largaran, no había mucho más que pudieran hacer. Se marcharon de uno en uno.

Y diez minutos después, como si le hubieran pasado el testigo a alguien más, nuevos cazadores entraron en el café.

“¡Puto Sangryun!”. Ese era el rango 5, Viper, maestro del gremio Chen Mu-mun.

“Mmm… Voy un paso por detrás. Lo reconozco, es error nuestro”. Ese, el rango 4 y maestro del gremio del Templo de los Diez Mil, el Inquisidor Herético.

“Error no es la palabra adecuada. Nuestro trabajo no es darle la bienvenida a un nuevo héroe, sino hacer que los cazadores dejen de estar confusos. Eso ha sido pasarse”. Rango 8, vicelíder del gremio Milicia Civil, la Paladín.

“…” Incluso estaba la rango 2, maestra del gremio Dragón Negro, la Bruja Negra.

‘Wow’, exclamé para mí mismo. ‘Se han reunido todos’.

Estaba orgulloso de mí mismo. Eran los cazadores de más alto rango, que solo había visto en vídeos de internet y cosas así. Todos se sentaron frente a mí. Eso me hizo darme cuenta de lo mucho que valía mi cuerpo en ese momento.

“Bienvenidos”, dijo la Condesa levantando la barbilla y riéndose. “No recuerdo la última vez que nos reunimos así. Parece que fue ayer cuando superamos el piso 2 juntos. Ahora todos nos hemos hecho viejos”.

“Ssangryun, cierra el pico antes de que te hierva y haga sopa contigo”, gruñó Viper. (NTI: En coreano, añadirle una “s” a ‘Sangryun’ hace que la palabra suene como ‘perra’).

El jefe del gremio Chen Mu-mun, el cazador con un solo ojo. La persona conocida por haber sido quien superó con éxito el piso 2 tenía un parche sobre uno de sus ojos. Decían que era una cicatriz recibida después de retar al Santo de la Espada.

“Me lo contaron mientras venía hacia aquí. ¿50.000 de oro? ¿Vicelíder del gremio? ¿Tu CI se ha reducido al nivel de un animal después de estar tanto tiempo cosplayeada como uno? Puedo entender los 50.000 de oro, ya que esa es la especialidad de Ssangryun, tirarle monedas a todo, pero… ¿vicelíder? Vicelíder los coj…”

“¡Vamos! ¡Pidamos café!”, le interrumpió con voz brillante el Inquisidor Herético. “Es grosero entrar en una cafetería y no llegar ni siquiera a pedir nada. La gente que lidera los gremios más grandes no debería ser así. Yo voy a pedirme un mocha. ¿Y vosotros?”.

“Ah, yo quiero un americano caliente”.

“Un cafe latte helado suena bien”.

“… hazelnut latte. Caliente. Con topping extra. Grande”.

Los maestros de gremio hablaron de uno en uno como si hubieran estado esperándolo. El único que parecía estar sorprendido era Viper.

“¿Qué? ¿Café? Hey. El mundo está patas arriba porque alguien ha superado el piso 10… ¿y vosotros os ponéis a beber café? Estos retrasados son adictos a la cafeína o…”

“Chun Mu-mun va a querer un espresso. Vale, entendido”.

“Este jodido religioso…”

“¡Señor dueño de la tienda! ¡Por favor, querríamos pedir!”.

El Inquisidor Herético ignoró a Viper y gritó. *Flinch*. La barista, que se acurrucaba en un rincón, se echó a temblar. Su rostro estaba completamente pálido al pensar que iba a hacerles café a los cazadores de rango más alto.

“¿Q-Querrían… pedir…?”

“¡Sí!”, gritó el Inquisidor Herético.

El maestro del gremio del Templo de los Diez Mil. El cazador rubio. El joven, que estaba a cargo de asegurarse de que las luchas religiosas nunca sucedieran en aquel lugar en el que gente de toda la Torre se reunía, era famoso por hablar formalmente con todo el mundo.

Había escuchado que incluso hablaba educadamente con los terroristas a los que interrogaba.

“Un café mocha helado en vaso, un americano caliente grande, un cafe latte con hielo en vaso largo, un hazelnut latte caliente en taza grande con topping extra y un espresso. ¡Eso es lo que queremos!”.

“¡Sí! Eh… ¡sí!”.

“Ah, es verdad…”, el Inquisidor Herético giró sus ojos. “… ¿qué va a querer el cazador don Kim Gong-Ja?”.

Todo tipo de miradas aterrizaron sobre mí. La mesa se quedó inmediatamente en silencio. Una mirada divertida. Una brillante. Una violenta. Una fría. Una indiferente. Cinco caras y diez ojos me contemplaban en silencio.

Como si estuvieran probando cómo reaccionaba.

-No te asustes -entonces Bae Hu-Ryeong, que había estado callado todo ese tiempo, habló-. No son la gran cosa. ¡Simplemente piensa que no son la gran cosa! Incluso te ha matado el viejo Marcus. Ninguno de ellos es mejor que el viejo.

‘Lo sé’.

Lo sabía bien.

‘Solo es un juego mental’.

Y era un juego mental retorcido y tramposo.

Me encogí de hombros.

“Señor dueño de la tienda, ¿tiene un menú?”.

“¿Perdón?”.

“A lo mejor es porque me tomé un macchiato hace un rato, pero no me apetece café ahora mismo. Querría ver el menú para decidirme… mmm. No, no importa. Por favor, un chocolate caliente, si tiene”.

“E-Está bien”.

Compostura.

En ese momento, debía mostrar una actitud compuesta.

‘Esta gente no ha llegado casualmente a la vez’.

Tanto antes, cuando todos los jefes de Recursos Humanos vinieron, como ahora, todos los cazadores habían llegado al mismo tiempo.

¿Había sido una coincidencia?

‘¡Jamás!’.

Había estrategia más allá de la coincidencia.

Estaban actuando.

‘Es una estrategia para hacerme perder la compostura’.

Era una estrategia de clase alta, similar a la manera en la que los gangsters se reunían para amenazar a alguien.

‘Bueno, aunque son un poco más aterradores que los simples cazadores…’

El ambiente era tenso y gélido.

‘No es nada comparado con ser quemado vivo’.

En otras palabras, solo era un poco de frío.

Antes de que el Emperador de las Llamas me matara, habría temblado de miedo al ver a esa gente… pero ya no. No estaba asustado ni lo más mínimo.

La razón era ridículamente simple.

‘Mátame si puedes’.

Aunque me mataran, ¡seguiría estando bien!

Bae Hu-Ryeong asintió con la cabeza.

-Seh. Como dije, ¡ese talento es tu fuerza! Mírales como si les retaras a matarte si pueden. ¡Pon poder en tu mirada! ¡Haz lo mismo que esos perdedores, que ni siquiera pueden matarte pero actúan como tipos duros!

‘Uh, gracias por el apoyo. Pero no voy a dejar que te escapes’.

-¡Este jodido…! -Bae Hu-Ryeong se agarraba la cabeza, desesperado.

“Mmm”. Por otro lado, la expresión del Inquisidor Herético había cambiado. “Interesante. Parece que no habías hecho demasiado antes de superar el piso 10. Un cambio repentino… ¡supongo que no puedes saber lo que le va a pasar a nadie!”.

“Ah, pero sí que había hecho algo”, intervino la Condesa, cubriendo de nuevo su boca con el abanico y sonriendo con los ojos. “Ese jovencito ganó el primer premio en la lotería de mi gremio. Tiene suerte. Y agallas. Y, no sé cómo, pero, viendo que ha superado el piso 10, tiene habilidad. Suerte. Agallas. Habilidad. Si un joven tiene esas tres cosas, va a tener éxito”.

“Jaaa… ¡Por eso dije lo que dije antes!”, suspiró Viper desde el otro lado de la mesa. “¡Dejemos de perder el tiempo y simplemente intentemos reclutarlo! ¿Sería posible que la persona que destrozó el piso 10 fuera un novato sin idea de nada? Tsk. Hemos estado haciendo un papel y no ha funcionado para nada…”.

“Eso no es importante”. La maestra del gremio Dragón Negro, que había estado sentada en silencio, se levantó. “Solo porque nuestra reputación saliera algo dañada no significa que la perdiéramos por completo. Todos estamos ocupados. Dejemos de culpar a los demás”.

“Grr…”

“Cazador Kim Gong-Ja”, dijo la Bruja Negra, mirándome. “Preguntaré directamente. ¿En qué gremio planeas entrar?”. Una mirada firme. “Si tu intención es no apuntarte a ningún gremio, como el Santo de la Espada, agradecería que nos lo comunicaras de antemano. Tenemos que discutir cómo manejar a la prensa si eso pasa”.

“¿Y si planeo entrar?”.

“Empezará una subasta bastante intensa”, habló con calma la Bruja. “Hemos estado demasiado tiempo en el piso 9. Era bastante difícil. Pero, ya que has despejado el piso 10, vuelve a haber oportunidades de promocionar el valor de la Torre en el mundo exterior”.

“¿Oportunidades?”.

“Sí. Oportunidades. La oportunidad de traer gente de fuera que no sean simplemente refugiados que huyen de la guerra”.

La barista llegó con una bandeja y nos sirvió las bebidas. Nadie habló. La Bruja tomó un sorbo de su hazelnut latte.

“Y, sobre todo, los cazadores que vivían tranquilamente en el piso 1 tendrán una renovada sensación de aventura una vez el piso 10 quede abierto. ¿Qué tipo de mundo estará esperándoles allí? Incluso los más realistas se lo preguntarán”.

“La falta de comida también se resolverá”.

“…” La Bruja me miró como si no se esperara lo que yo acababa de decir. “… entiendes rápido. Eso es correcto. Es difícil gestionar el suministro de alimentos con solo 9 pisos”.

“He estado abriendo un camino con el mundo exterior 24/7”, dijo sonriendo la Condesa. “No soy tan fuerte como solía ser. Es un poco exigente a mi edad”.

“Necesitamos un nuevo producto”, siguió hablando la Bruja. “Tenemos que traer a los aventureros a las tierras más allá del piso 10. Y necesitamos encontrar cosas que solo se puedan conseguir más arriba que el piso 10”.

“Entonces necesitamos una manera de atraer con seguridad al mundo exterior. Algo del estilo de [¡El Amanecer de una Nueva Era!]. Y estás diciendo que ese soy yo, ¿verdad?”.

“… Correcto. Justo en el blanco”.

Esas eran cosas que ocurrirían en el futuro.

También eran la razón por la que los líderes de gremio no podían tocar al Emperador de las Llamas. Ser un héroe. Ser el icono de la nueva era. Era porque, para que la Torre siguiera creciendo, ¡debía haber nuevos héroes!.

‘Pero, aún así, Dragón Negro intentó asesinar al Emperador de las Llamas’.

Pensé en la conversación que había oído en los suburbios.

– ¿Quién te ordenó matarme? Solo contéstame a eso. ¿Fue la Bruja de Dragón Negro?

En aquel momento, la Santa había asentido con la cabeza.

Si estaba diciendo la verdad, entonces la Bruja frente a mí había intentado envenenar al Emperador de las Llamas. No podía saber la razón detrás de eso, pero…

‘Nos llevaremos bien’.

¿Por qué?

‘¡Alguien que odiara al Emperador de las Llamas no puede ser una mala persona!’.

Al igual que ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’, sentí cierta camaradería con ella.

“Entiendo lo que dices. Quieres decir que el gremio que consiga cazarme con éxito será el nuevo símbolo del crecimiento de la Torre. Y todos los demás gremios probablemente tendrán que actuar como súbditos”.

“Sí”.

“Me sentiría mal si eso terminara pasando… así que hagamos esto”.

Los cazadores se concentraron en mis palabras.

Yo saqué la baraja de cartas que tenía.

“…¿Una baraja?”, preguntó la Bruja inclinando la cabeza. “¿Estás diciendo que deberíamos escoger jugando un juego? ¿El gremio al que entrarás?”.

“Sí”.

“…”.

“Entraré al gremio del ganador. No necesito una posición ni un pago por firmar. ¡Sin embargo!”, me detuve a mitad de frase, sonriendo. “Si gano, entraré simultáneamente a todos vuestros gremios”.

“…”.

“Ah, solo seré miembro de los gremios de cara al exterior. En realidad, me tendréis que tratar como si estuviera al mismo nivel que todos vosotros. Podéis vender mi imagen, así que es bueno para vosotros, y yo estaré al mismo nivel que los líderes de los mayores gremios, así que es bueno para mí. ¿Qué os parece?”.

En ese momento, los ojos de los maestros de gremio cambiaron.

“Jajajajajaja”, la Condesa estalló en carcajadas. “¿Un jovencito que apenas ha superado un único piso quiere que lo tratemos como a un igual?”.

“Sí. Si gano, sí”.

“Qué divertido. Me parece bien”. La Condesa dejó su café en la mesa y miró a su alrededor. “¿Qué opináis vosotros, chicos?”.

“Mientras nadie haga trampas, ¡también me apunto!”; el Inquisidor Herético fue el primer en estar de acuerdo.

“… pero no podemos usar nuestras habilidades. Si no, todos vosotros tendríais ventaja. Si cogemos a alguien usando una habilidad, esa persona queda automáticamente descalificada”, dijo Viper.

“Nuestro gremio es pobre, de todos modos, así que si pujamos por ti vamos a perder. Incluso perdiendo la partida, no perdería nada más, y, si gano, gano un montón. Suena bien”, estuvo de acuerdo la Paladín.

“…” Por último, la Bruja asintió con la cabeza. “Está bien. Acepto tu sugerencia”.

La apuesta estaba decidida.

Optamos por las reglas del poker. Eran sencillas. Aquellos cazadores de alto rango comprobaron con cuidado que las cartas no estuvieran trucadas.

‘Emperador de la Espada’.

Y, cuando las cartas se repartieron…

-¿Hm?

‘En realidad no quieres llamarme Don Gong-Ja, ¿verdad?”.

… llamé a Bae Hu-Ryeong, que seguía allí, desesperado.

‘Hagamos esto’.

-¿Hacer qué?

‘Solo tendrás que llamarme así hasta que termine esta partida’.

Los ojos de Bae Hu-Ryeong se abrieron violentamente.

-¿Uh? ¿De verdad puedo hacer eso?

‘Sí, por supuesto’. Sonreí. ‘A cambio, tienes que decirme las cartas que cada jugador tiene en la mano’.

-¡Sí! ¡Sí! ¡De acuerdo! -Bae Hu-Ryeong saltó de alegría- ¡Eso es jodidamente fácil! ¡Como era de esperar de Don Gong-Ja! ¡Fíjate en su generosidad! ¡No entiendo cómo puede alguien ser tan amable! ¿Quieres saber las cartas que tienen estos bastardos? Sip, no te preocupes. ¡Incluso te puedo decir si están haciendo trampas o no! ¡Señor!

Perfecto.

Hora de empezar.