Kami-sama no Inai Nichiyoubi (NL)

Volumen 2

Capítulo 2:『Bad Dragon』

Parte 9

“Te dije que deberías irte a casa”

En una cafetería en las afueras de la Mask Street.

El león se sentó furioso ante una mesa del segundo piso que daba a la calle, desaprobación emanaba de cada parte de su cuerpo.

“¡Más! ¡Solo un poco más! ¡Quiero ver eso!”

El zorro estaba apoyando su cuerpo sobre la balaustrada, mirando con emoción la procesión de Hyakki Yakou debajo.

Ya era de noche.

“Hablo en serio, vuelve a casa. Tienes hambre,

¿verdad? Ahora Obasan estará preocupada” “¡Está bien!”

No era como si hubiera algo que apoyara su afirmación. El león cansado, bajó la cabeza y se rindió.

La procesión de Hyakki Yakou en la calle era originalmente de una compañía que lo realizaba. Su trabajo era que, entre tanto músicos y animadores de la calle, comenzaban a botar fuego de sus bocas y a veces hacían trucos de magia. También repartieron folletos publicitarios, al igual que condenaba la tienda de ropa Bolivier. Parecía como si la publicidad fuera su trabajo principal y esto fuera sólo un aparte, pero Ai no tenía forma de confirmar esto.

Parecía como si les gustara ser animadores, especialmente si esa animación era fuerte. Tal vez el zorro parecía especialmente entusiasmado mientras los miraba desde el balcón del segundo piso, porque los miembros de la tropa ocasionalmente tiraban sus flores y soltaban las palomas en su dirección, y al final cuatro artistas incluso se apilaron en una pirámide humana para dirigirse a ella.

“¡Vamos, haz una compra inteligente! ¡La tienda de Máscaras Narle, a su servicio!

“B-Bien! ¡A mi servicio!”

El zorro tomó los volantes, y los artistas inmediatamente se dividieron, dejando el aire vacío, pero con el fervor de la calle.

Pero Ai seguía mirando, como si algo permaneciera allí que sólo ella podía ver. Y después de un rato, tomó el volante y lo dobló cuidadosamente sobre la mesa.

“No tienes que tratarlo así. No es un tesoro nacional ni nada, ¿sabes?”

“¡Yo Quiero!”

“Está bien, está bien, lo siento, me ocuparé de mi propio negocio, entonces”

El zorro no podía meter el volante en el bolsillo, así que sacó todo para clasificarlos. Estaban las paletas de sabor que había recibido del león, y junto con ellos algunos dulces de sabor amargo que no había tenido oportunidad de examinar y horquillas con pequeñas decoraciones adjuntas. Todo le había sido dado gratuitamente.

El león los miró por el rabillo del ojo y empezó a hablarle en un tono que transmitía un ferviente y exasperado deseo de suspirar.

“…Lo sabía. Lo he sabido desde cuando yo era sólo un niño pequeño, corriendo alrededor causando problemas para los demás. Alguien tendría la peor suerte… ”

“¿Dijiste algo?”

“Nada en absoluto”, respondió el león, antes de caer en un silencio y preguntándose por qué se había metido en una situación como ésta.

Regresando a su residencia después de salir de la Tienda de Té, el león de repente recordó que iba a comprar cepillos de camino a casa. Esto no era más que una tarea olvidada, y si hubiera sido cualquier otro día, habría salido en cualquier momento. Pero hoy se encontró buscando excusas. Se dijo a sí mismo que no importaba si lo compra al día siguiente, y se obligó a sentarse y continuar su trabajo.

Pero estaba inquieto.

Aunque el trabajo de sus manos era uno que exigía concentración, el león se encontró imaginando muy fácilmente a la pequeña zorro, perdida en los caminos de la Mask Street. Cuanto más reflexionaba sobre ello, más escenas aparecían en su mente, hasta los torturadores de cadáveres y las crónicas de secuestradores de niños rodeando a la pequeña zorro.

Fue la segunda vez que se deslizó dibujando líneas en la mejilla de una máscara. Lanzó una feroz franja roja a través de la máscara de su león y salió corriendo de la puerta. Parecía un verdadero león, sus ojos despejaban la oscuridad de las calle, formando arcos dorados en el aire palpitante.

La noche cayó profundamente, y la multitud se hizo más numerosa. Había otro puesto donde el león estaba de pie en el día, y su dueño informó que no había visto semejante zorro. Incesantemente, el león se alejó inmediatamente y comenzó a correr por el camino cuesta arriba, describiendo al zorro a aquellas personas que conocía, pidiéndoles que también cuidaran de ella. Acababa de prepararse para encontrarla incluso si eso significaba volcar todo el paisaje nocturno de Ortus, cuando ella se encontraba allí.

Ella estaba en la tienda de Máscaras de Gorius, uno de los más grandes y más famosos de la Mask Street. Su dueño era Gorius de mil caras, un hombre avanzado en su edad y apenas tan conocido como su almacén. Ella estaba sentada en su regazo, su mano corriendo por su cabeza y acariciando su cabello dorado.

El león se secó apresuradamente la máscara de su mal estado y con profusa disculpa, se acercó al zorro. A través de la inmensidad de la ciudad y sus calles innumerables, había logrado reunirse con ella de nuevo.

Era una reunión de alegría vana y hueca.

Pensando aquella era una oportunidad que nunca volvería a tener, el león había agradecido humildemente a Gorius por cuidarla. Entonces había tomado la oportunidad de preguntarle, si no le importaba, recordar su nombre.

Y la respuesta de Gorius había sido típica de su carácter.

“Un león no toma prestado la autoridad de un zorro”

Las palabras habían caído como un látigo. Golpeado, el león tropezó, tropezó, corrió hacia arriba y lejos y fuera de la vista. El zorro dijo entonces que rechazo la invitación para quedarse del anciano, por lo que antes de irse, se dio cuenta que un león había aparecido en su línea de visión.

El león no recordaba muy bien lo que había pasado después. Todo lo que sabía era que había dicho al zorro, una y otra vez, que regresara a casa.

Tal vez el zorro no notó el desánimo del león: se quedó emocionada a su lado, hablando, señalando, molestándolo hasta el último extremo.

El león apoyó su barbilla en una balaustrada y miró hacia el bullicio al que ya hace años estaba acostumbrado.

Había algo nuevo allí, algo desconocido que él nunca había visto antes.

“Es Hime-sama” “¿Huh?”

“Allí, el [Nuevo drama de la comedia] de los teatros Ginkan Gekijo. [Koroshiohake y Hime-sama de los Muertos]. Probablemente no tienen autorización gubernamental, con un título tan arriesgado como ese”

Había una joven sentada en un palanquín donde el león señalaba. Sus mejillas estaban pintadas de carmesí y su piel blanca como la nieve. Era evidente que había sido inventada para parecerse a una de las personas vivas, pero seguramente Hime-sama no usaría maquillaje tan pesado como este.

Tampoco estaría tan cerca de ser tan sociable.

“¡Parcela nueva! ¡Parcela a estrenar! ¡Una nueva historia para agregar a los mitos de Ortus! ¡Un nuevo drama de comedia-Trágica de los teatros de Ginkan Gekijo! ¡Hola damas y caballeros! ¡Soy Amietta! ¡He tenido la suerte de ser escogida para el liderazgo femenino de esta producción! ¡Por favor, sigan apoyándonos!”

La mujer entregó folletos del palanquín de una manera amistosa e íntima.

“Ni siquiera deberían estar haciendo esto. ¡Oye! ¡Tú!

¡Deja de bromear!”