Ore wa Subete wo “Parry” Suru (NL)

Volumen 1

Capítulo 2: El Gremio De Aventureros

Había pasado más de una década desde la última vez que visité el Gremio de Aventureros. Aunque el interior era más o menos el mismo, ya no me parecía tan espacioso como cuando era niño, y el lugar en sí parecía más desgastado de lo que recordaba.

“¿Tiene algún asunto que tratar con nosotros hoy, señor?”

Mientras miraba distraídamente a mi alrededor, una joven pequeña -no, mejor dicho, una chica en la adolescencia- me llamó desde donde estaba sentada detrás del mostrador de la recepcionista. Parecía ser la única que estaba allí; el hombre que me había recibido hacía tanto tiempo no aparecía por ninguna parte.

“Sí, me gustaría registrarme como aventurero”, respondí.

La muchacha sacó inmediatamente una hoja de papel. “Entonces, por favor, rellene esto con su nombre y las habilidades que posee. Si no sabe escribir, no dude en decirlo. Estaremos encantados de hacerlo por usted”.

Por suerte, mis padres se habían asegurado de que supiera leer y escribir. Acepté la hoja y vi que mi nombre y mis aptitudes eran realmente lo único que tenía que escribir, así que me puse manos a la obra.

<Formulario de inscripción para aventureros>
Nombre: Noor

<Habilidades declaradas>
Rama de espadachín: [Parada]
Rama Guerrero: [Mejora Física]
Rama Cazador: [Lanzamiento de Piedra]
Rama Ladrón: [Paso de pluma]
Rama Mago: [Llama diminuta]
Rama Clérigo: [Curación Baja]

Anoté una a una mis habilidades rudimentarias para cada rama, terminando con seis en total. Era todo lo que tenía.

“¿Esto está bien?” le pregunté a la chica.

“Sí, gracias. Por favor, espérame un momento mientras reviso… ¿Eh?”.

Aparentemente confundida mientras seguía examinando mi formulario, la chica cogió un voluminoso manual que estaba encima del mostrador de la recepcionista, titulado Diccionario de habilidades. Después de examinar un rato su contenido, se volvió hacia mí vacilante.

“¿Está seguro de que lo ha rellenado correctamente?” Ella preguntó. “Si se ha olvidado de añadir algo…”.

“Eso es todo”.

Se detuvo un momento y dijo: “¿Qué?”. Mi honesta respuesta hizo que su rostro pasara de la confusión al nerviosismo, mientras cogía un librito que tenía cerca y se apresuraba a hojearlo. Por lo que parecía, estaba estudiando un manual de entrenamiento para recepcionistas.

“Disculpe mi descortesía”, dijo. “Entonces… ¿conoce las escuelas de formación que tenemos aquí, en la capital real? Cualquiera es bienvenido. Puedes recibir formación en las seis ramas de clases básicas de instructores de primera clase y desarrollar nuevas habilidades para…”

“Sí, las conozco. He entrenado en cada una de ellas, y esas son las habilidades que tengo.”

“¡¿Eh…?!”, exclamó suavemente, pero su sorpresa sólo duró un breve instante. “Perdóneme. Espere un momento, por favor”.

Volvió a hojear su libreta. Después de hojearlo varias veces en busca de lo que buscaba, me miró disculpándose.

“U-Um, entonces, siento decirle esto, pero…”

“¿No puedo registrarme como aventurero?”. le pregunté. Ya me lo esperaba.

“Me… temo que no. No cumple los requisitos mínimos establecidos por el Gremio. Lo siento mucho…”

“No, no pasa nada. No hace falta que te disculpes”.

Ya sabía que mis habilidades no eran suficientes para registrarme como aventurero. La chica parecía aliviada, pero eso cambió rápidamente cuando escuchó mis siguientes palabras.

“Pero me gustaría inscribirme como aventurero. ¿Hay algo que puedas hacer para ayudarme?”.

La chica miró frenéticamente entre el manual de entrenamiento y yo, y sus manos empezaron a temblar. Ya había estado al borde de las lágrimas, pero ahora su rostro estaba enrojecido. ¿Tan mala había sido mi petición?

“Supongo que no, ¿eh?” le dije.

“Um, um, pero, um… Por favor, espere aquí un momento”.

Justo cuando empezaba a sentirme aún peor por ella, se levantó de un salto de su asiento y corrió hacia la parte trasera del Gremio.

“¡Je-jefeeeeeeee!”

“¿Qué pasa, Aria?”, se oyó una voz que no estaba a la vista. “¿Qué? ¿Por qué tienes la cara roja?”.

“Um, verá, hay un hombre que…”

Por lo que parecía, le estaba explicando mis circunstancias a ese tal ” Jefe “.

Al cabo de un rato, un hombre corpulento y de rostro adusto salió de la parte de atrás. Aunque su expresión era apacible, sus mejillas y brazos estaban marcados por varias cicatrices de tamaño considerable.

Parpadeé. Conocía a este hombre. Aunque ahora tenía más canas en el pelo, su rostro me produjo una oleada de nostalgia.

“Oye”, dijo, “no me gusta que te burles de nuestra novata…¿Mmm? ¿Quién es usted? No había visto tu cara por aquí antes”.

No parecía reconocerme. De hecho, probablemente pensó que yo era algún tipo de personaje sospechoso si la mirada aguda que me estaba dando era algo a tener en cuenta. Sin embargo, ver una cara conocida me había puesto de buen humor.

“Hola”, solté alegremente. “Cuánto tiempo sin vernos”.

“¿Hrrm? ¿Mucho tiempo sin qué? No sé quién te crees que eres, pero…”. Hizo una pausa, se llevó una mano a la barba e inclinó la cabeza hacia mí. “Espera. Dame un momento…”

Después de examinarme un rato, se le iluminó la cara al darse cuenta quien era yo. “Vaya por Dios. Sí que has crecido. Eres aquel chico de hace tiempo, ¿no? Noor, ¿verdad?”

“Ese soy yo”, respondí.

Para mi sorpresa, se había acordado de mí. Nada menos que por mi nombre.

La recepcionista, que había estado observando ansiosamente nuestro intercambio, miró entre nosotros, con una expresión de perplejidad en el rostro. “¿Este hombre es conocido suyo?”, preguntó al miembro del gremio.

“Sí. Algo así. Ya puedes dejármelo a mí, Aria. Ve a buscar otro trabajo que hacer”.

“¡D-De inmediato!”

Vimos cómo la chica se movía a otro mostrador y empezaba a ayudar a los otros visitantes, entonces el hombre se volvió hacia mí, su alegría en total desacuerdo con su comportamiento hace un momento. “Lo siento. Se supone que recordar caras forma parte de mi trabajo. Dicho esto, no te pareces en nada a como te recordaba. Diste un gran estirón, ¿eh?”.

“No te preocupes”, respondí, sonriendo. “Ha pasado más de una década. Para ser sincero, me asombra que siquiera recuerdes mi nombre”.

“¡Ja! Claro que me acuerdo. No podría olvidarlo aunque quisiera. Una temporada en una escuela de formación ya es bastante dura para un adulto, pero ¿llega un niño y se pega un trimestre entero en las seis, y encima sin aprender ni una sola habilidad? Fuiste el primero en conseguirlo, y serás el último también. Luego te levantaste y te desvaneciste en el aire. No supe nada de ti, así que supuse que habías estirado la pata. ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo?”. Hizo una pausa, rascándose la cabeza. “En realidad, no importa. Olvida que he preguntado. No pretendía entrometerme”.

Parecía curioso por saber qué había estado haciendo desde que dejé la capital. No tenía motivos para mantenerlo en secreto, así que le conté que había vuelto a mi casa en la montaña y que había seguido entrenándome en solitario.

“¿Qué? No me estarás diciendo en serio que te has pasado más de quince años entrenando solo para conseguir una habilidad, ¿verdad? Nunca he oído hablar de nadie tan estúpido como para…”. Se detuvo a mitad de la frase y pareció recapacitar. “En realidad, supongo que realmente harías algo así”.

Luego, algo vacilante, continuó: “Entonces… ¿qué habilidades adquiriste?”.

“No conseguí ninguna”, respondí con sinceridad.

Sí, al final, no había aprendido ninguna habilidad nueva. Mis instructores habían tenido razón al decirme que no tenía ningún talento.

“Bueno, es lógico. Los instructores de la escuela real no llegaron hasta donde están por ser guapos. La gente llama a esta ciudad la Tierra Santa de los Aventureros, y aun así, son lo mejor de lo mejor. No hay mucho en lo que se equivoquen. Siento decirlo, pero si dicen que no cumples, pues… ya está”.

“Sí. No lo hago. Me entrené bastante a mi manera, pero no sirvió de nada”.

Hay una cierta sensación que recorre el cuerpo de una persona cuando desarrolla una habilidad; yo lo había comprobado al desarrollar mis prácticas rudimentarias en las escuelas de entrenamiento. Pero después de abandonar la capital real, no lo había vuelto a sentir. En otras palabras, no había desarrollado ninguna habilidad nueva.

Aun así, considerándolo todo, estaba seguro de que había hecho un esfuerzo realmente grande…

“Bueno, no dejes que te afecte”, dijo el hombre del gremio. “No todo en la vida es un camino de rosas. Hay muchas cosas que puedes hacer aparte de ser aventurero. Pero, espera… eso ya lo sabes. Así que me pregunto, ¿por qué has venido aquí? No me digas que este formulario de inscripción es tuyo”.

“Lo es. A pesar de todo, sigo queriendo ser un aventurero. Sé que estoy pidiendo lo imposible, pero ¿no hay alguna manera de hacerlo realidad?”.

“Espera. ¿Hablas en serio?” Me miró un momento con el ceño fruncido antes de sacudir la cabeza, resignado. “Vale, vale. Pero me tomo mi trabajo en serio, así que te lo cuento desde el principio”.

Luego, frotándose el pelo de su canosa cabeza, el gremialista comenzó a explicarse.

“Lo primero es lo primero: la aventura es un trabajo para los que buscan algo de alto riesgo y alta recompensa, los que están seguros de sus propias habilidades y los que son simplemente raros y se divierten con el peligro. Inscríbete bajo tu propio riesgo. Te adentrarás en zonas habitadas por monstruos, explorarás escondites de criminales y, a veces, incluso irás de cazarecompensas. Cuando se trata de aventuras, un trabajo rentable es un trabajo peligroso. Dicho de otro modo, ser aventurero es compartir el pan con la muerte todos los días… pero supongo que eso ya lo sabes”.

“Sí”, respondí, asintiendo. “Me parece bien”. Ya era plenamente consciente de todo lo que estaba diciendo.

“Bueno, resumiendo, aventurarse es un trabajo en el que te empeñas en meter la nariz en el peligro. Como tal, en aras de proteger las vidas humanas, se estableció hace tiempo un conjunto de normas oficialmente reconocidas por todos los gremios. A estas normas las llamamos “rangos”, y se establecieron para que hubiera menos idiotas que se equivocaran al intentar hacer lo imposible y murieran en una zanja”.

Al decir esto, sacó y me enseñó una tabla oficial de rangos del escritorio de la recepcionista del gremio.

Rangos oficiales de aventurero

Rango S (Platino): Individuos reconocidos por la Asociación de Aventureros como de habilidad extraordinaria.

Rango A (Oro): Individuos reconocidos por instituciones designadas oficialmente como excepcionalmente capaces y con logros notables.

Rango B (Plata): Individuos reconocidos por instituciones designadas oficialmente como excepcionalmente capaces y de habilidad asombrosa.

Rango C (Bronce): Individuos reconocidos por la Asociación del Gremio de Aventureros como capaces y de excelente habilidad.

Rango D (Hierro): Individuos que poseen una excelente habilidad como aventureros.

Rango E (Novato): Individuos que tienen la habilidad mínima requerida para convertirse en aventurero.

“Como regla general, sólo hay cinco rangos de aventurero: De la A a la E”, dijo el miembro del gremio. “El rango S, o Platino, existe, pero es un honor reservado sólo para los más excepcionales. No le prestes atención. Normalmente, el rango de una persona comienza en E y asciende hasta A a medida que completa encargos con éxito y gana reconocimiento por sus habilidades… pero para que eso te ocurra a ti, primero tendrás que ser reconocido como alguien que ‘tiene la habilidad mínima requerida para convertirse en aventurero’. Sólo entonces podrás convertirte en un Principiante de rango E”.

Su explicación me resultaba familiar; recordaba vagamente habérsela oído decir de niño.

“El requisito oficial para empezar en el rango E es tener al menos una habilidad útil. A decir verdad, es un requisito bastante laxo” -hizo una pausa- “pero supongo que es un obstáculo bastante grande para ti. Aun así, dado que se exige en casi todos los gremios de todas las naciones, no sólo aquí en la capital real, tengo las manos atadas en cuanto a lo que puedo hacer por ti. Lo siento”.

Con cara de disculpa, se rascó la cabeza.

“Ya veo”, dije. “Supongo que entonces no puedo hacer nada”.

Quizá había llegado el momento de dejarlo y madurar. Sabía que las cosas acabarían así. Para ser honesto conmigo mismo, sólo había venido aquí para asegurarme de lo que me habían dicho de niño.

A pesar de todo, fue un duro golpe. Hasta ahora, siempre había vivido con la ilusión de convertirme en un aventurero. Saber que era imposible no hacía más fácil cambiar lo que sentía. Aun así, lo imposible se llamaba así por algo.

“Supongo que realmente tendré que rendirme…”. Suspiré, con los hombros caídos mientras mi mente se iba a otra parte.

El miembro del gremio me observó en silencio durante un rato antes de volver a hablar. “Bueno”, dijo, rascándose la barba, “si sólo quieres ser aventurero, quizá no te quedes completamente sin opciones”.

Levanté la cabeza por reflejo. “¿Hay alguna manera?”

“Yo no diría que la hay… pero tampoco puedo decir que no la haya”.

“Dímelo. Por favor”.

Dejó escapar un pequeño suspiro, y luego dijo lentamente: “Como te he explicado antes, no cumples los requisitos para convertirte en el aventurero de rango más bajo, el rango E. Pero, estrictamente hablando, en realidad hay un rango inferior al E”.

“¿Más bajo que E?”

“No muchos lo conocen, ni siquiera entre los que nos ocupamos de estos asuntos. Es una posición irregular llamada rango F, también conocido como Principiante. Novato es considerado generalmente el más bajo, pero Principiante es aún más bajo. Es un rango especial que sólo existe aquí en la capital real. Ya que no tiene estipulaciones sobre la necesidad de ningún tipo de habilidades, puedes registrarte como principiante incluso como lo eres ahora. Aún así…”

“¡Yo… yo lo haré!”

Antes de darme cuenta, me había lanzado sobre el mostrador emocionado. Sabía que era infantil por mi parte, pero, aun así, no podía contenerme. Por pequeña que fuera, acababa de recibir una nueva esperanza.

“Cálmate y escúchame primero”, dijo el hombre del gremio. “La parte importante viene después”.

“De acuerdo”.

“En la práctica, el rango principiante bien podría no existir, y hay una razón para ello: con habilidades o sin ellas, cualquiera puede inscribirse en él, tú incluido. Pero viene con ciertas condiciones”.

“¿Condiciones?” pregunté. “¿Qué tipo de condiciones?”.

“Ese es el meollo del asunto. Se te prohíbe realizar encargos de caza de cualquier tipo, y los encargos de recolección fuera de los límites de la ciudad también están descartados. Esas son las condiciones. Después de todo, si no puedes protegerte, incluso la recolección de materiales se vuelve peligrosa. En cuanto a lo que puedes hacer, se te permite realizar diversos encargos dentro de la ciudad. Eso es todo. En otras palabras, limpiar alcantarillas, mover tierra en obras, buscar gatos perdidos… Ésos son los únicos trabajos que puedes hacer con el rango de principiante”.

“Diversos encargos dentro de la ciudad…”

“Así es”, confirmó. “Nada más. ¿Y qué clase de persona sería tan tonta como para inscribirse como aventurero sólo para hacer eso? Como el Gremio se encarga de mediar en el trabajo, nos llevamos una parte de la paga. Sería mucho mejor que encontraras un trabajo normal. El rango se estableció inicialmente hace mucho tiempo para obligar a los mendigos de la ciudad y similares a trabajar, pero desde que la economía se estabilizó, es un remanente olvidado que ya nadie utiliza. La ley que lo creó se estableció hace mucho tiempo; ni siquiera hay rastros de que se haya utilizado en los últimos cien años. Para serte sincero, no hay ningún beneficio en registrarse para alcanzar el rango de Novato. Así que por tu propio bien, encuentra un trabajo normal y…”

“Me parece bien”, dije. “Por favor, déjame registrarme”.

“¿Qué?” Se detuvo y me miró fijamente. “Espera, ¿no has oído ni una palabra de lo que acabo de decir?”.

“Sí, lo he oído. Nada de cazar, nada de recolectar materiales fuera de la ciudad, básicamente nada de encargos peligrosos de ningún tipo que me saquen de la ciudad, ¿vale? Me parece bien, así que por favor déjame registrarme”.

“En serio”, dijo tras una pausa, “¿no me has oído? Haría bien en respetar un poco más los consejos de los mayores… No, supongo que nunca fuiste de los que escuchan lo que otros tienen que decir después de haber decidido algo”.

El miembro del gremio soltó otro gran suspiro y volvió a rascarse la cabeza. “Bien. Te lo dije, así que ni modo. Te daré tu tarjeta de registro… pero escúchame. Avísame en cuanto te hartes, ¿vale? Un trabajo normal te iría mejor, no hay duda. Te presentaré a algunas personas cuando quieras. ¿Entendido?”

Una vez dicho esto, el miembro del gremio entró en una habitación del fondo y volvió con una pequeña caja cubierta de polvo. Luego sacó una tarjeta negra, la firmó y me la tendió.

“Si lo has entendido, toma esto”.

“¿Qué es?” Le pregunté.

“Tu tarjeta de registro de rango F. Te servirá como licencia de aventurero, más o menos. Tiene condiciones, claro, pero ya te las he dicho. No la enseñes demasiado, ¿vale? No es nada de lo que presumir”.

“¡No lo haré, gracias! ¡Te juro que te devolveré el favor!”.

Y así fue como, al obtener mi licencia de aventurero de rango F, di el primer paso hacia mi tan ansiado sueño.