SSS Class Suicide Hunter

Volumen 1

Capítulo 6.1: Cazando A Un Héroe III

“¡Kuk…uk…ugh!”

La gente siempre ha creído que la posibilidad de un despertar era más alta en situaciones entre la vida y la muerte. De hecho, ese tipo de mitos se habían extendido y habían perdurado desde el origen de la industria de los cazadores.

Pero quizás no era un mito. Tal vez era real. Incluso en mi propio caso, que había despertado una habilidad simplemente por acumular una cantidad de envidia excesiva.

Por tanto, seguí estando alerta y sacudí mi daga.

“¡Hik!”

No pensaba darle ni la mínima oportunidad a ese psicópata.

“¡Kuk!”

Él iba a morir.

“Uh…”

Pero lo que más me cabreaba, más que el hecho de que ese psicópata me quemara hasta la muerte sin despeinarse, era algo que había hecho que la rabia me quemara con más intensidad incluso que el dolor y la desesperación.

‘Él me dijo su nombre’.

Antes de volver al pasado, antes de cogerme la cabeza y pegarle fuego, el Emperador de las Llamas me dijo algo con una sonrisa en la cara.

“Pero sabes quién soy, y me viste matar a la Santa, así que tienes que morir. Mi nombre es Yoo Soo-Ha. Adiós”.

Esa fue la última cosa que me dijo ese puto loco. Eso era lo más raro, lo que no podía soportar. Era extremadamente desagradable.

‘Él me dijo su nombre’.

¿Por qué me dijo su nombre antes de matarme? ¿Creía que yo no sabría cuál era el nombre del Emperador de las Llamas?

‘Debió pensar que era guay’.

El Emperador de las Llamas.

Ese bastardo seguramente había pensado que la escena era chula. Como si fuera un duelo sagrado en el que los guerreros le decían su nombre al oponente. Seguramente mientras me mataba, el Emperador de las Llamas debía haber pensado algo similar a esto:

‘Mate a quien mate, lo hago con justicia, así que, al menos, no estoy imponiendo demasiado’.

Cómo se atrevía…

“Así…”

Cómo osaba un psicópata como tú.

“Pensar algo así”.

Un hombre que había matado a un testigo simplemente porque se tropezó con la escena. Una persona que fingía ser inocente, acercándose para inspeccionar el fuego que él mismo había creado. Una persona a la que ya no se le podía llamar humano. Era una bestia. Un demonio, peor incluso que las bestias. Un tipo que intentaba ser guay, como si eso lo hiciera más noble.

“¡No me jodas!”.

¡Puk!

Mi daga se clavó una vez más en el cuello de Yoo Soo-Ha.

“…”

No hubo ningún sonido. Ningún grito, ningún gemido.  El terreno de caza estaba bastante oculto, lejos de cualquier lugar en el que otras personas estarían activas.

Levanté la vista hacia el cielo, pero mis ojos no se enfocaban y mi cuerpo se balanceaba como una hierba bajo la brisa.

Estaba muerto.

“Jaja…”

Quizás era inapropiado decir ‘muerto’. Yoo Soo-Ha había sido más que un cazador ordinario, y no era que estuviera muerto sin más.

El hombre que se convertiría algún día en el Emperador de las Llamas. Una leyenda que había trepado hasta lo más alto de los rankings mundiales. El que se las arregló para despejar por sí mismo diez pisos de la Torre que nadie antes había sido capaz de alcanzar, incluso después de intentarlo durante años. Lo había asesinado.

“Uf…”

Suspiré.

“Ahora puedo recuperar un poco de cordura”.

Cuando giré la cabeza, escuché que algo llegaba, probablemente atraído por el olor de la sangre.

Una manada de lobos se agazapaba bajo los árboles.

Genial…

Esos no eran lobos ordinarios. Tenían grabados lo que parecían tatuajes, que se podían ver incluso a través de su denso pelaje. Eran Lobos de Pradera y, cuanto más complejos eran los patrones grabados en sus cuerpos, más fuertes eran.

Incluso si esos Lobos de Pradera tuvieran únicamente los patrones más simples en sus cuerpos, un cazador de clase F como yo no tenía ninguna posibilidad de pelear contra ellos.

“…”

Primero recuperé cuidadosamente la cartera que me había robado Yoo Soo-Ha y di un paso atrás.

“Chicos, queréis comeros a este tipo, ¿verdad?”

Señalé al cuerpo.

“Yo no lo necesito. Os lo podéis quedar”.

Di otro paso atrás.

‘Vamos’.

Los lobos se acercaron con cautela al cuerpo.

¡Crack!

Uno de los lobos le dio un bocado, y esa pareció ser la señal para el resto.

¡Crack! ¡Crack!

Pronto el cuerpo ni siquiera podía verse, completamente cubierto de lobos.

“Buen provecho”.

Me escapé a toda prisa.

‘¿Se ha terminado por fin?’.

Enterré la ropa, llena de salpicaduras de la sangre de Yoo Soo-Ha, en un profundo agujero que había preparado antes de la pelea. Me lavé todo el cuerpo con el agua de varias botellas de plástico y me cambié de ropa con prendas que estaban en mi mochila.

‘¿De verdad se ha terminado?’.

Si mi ropa estaba demasiado limpia, podría levantar sospechas, por lo que rodé un par de veces por el suelo antes de regresar a Babilonia, la ciudad del primer piso de la Torre.

Conforme me acerqué a las puertas, un guardia me revisó de cerca por un momento antes de bostezar y girarse hacia otro lado.

‘Ah’.

Nadie se había dado cuenta.

‘Se acabó’.

Incluso después de meterme en un bar y pedirme una cerveza. Incluso cuando vacié el botellín y pedí otra. Nadie me hizo caso. Nadie sabía lo que había hecho.

Viejas noticias sonaron en la televisión del bar.

– Hoy, la estrategia que se suponía que garantizaba despejar el piso 10 ha fallado.
– Los cazadores de los rangos entre el 2 y el 7 pretenden afrontar y superar el piso 10 juntos…
– Las voces de protesta contra el cazador de rango 1 del mundo siguen ganando fuerza. El Santo de la Espada sigue rechazando trabajar con nadie más.

Sin importar cuánto tiempo esperara, jamás apareció una noticia de última hora que dijera ‘Un cazador desaparece en el segundo piso de la Torre’. Pero debería haberlo esperado.

Cazadores novatos como él perdían su vida a diario. En realidad, nadie se preocupaba por la desaparición de un novato solitario. Nadie se había preocupado por mí.

En otras palabras…

‘¡Se acabó!’.

“Hey”.

Alcé mi copa vacía.

“¡Sírveme otra ronda!”.

“La verdad es que estás bebiendo un montón. ¿La caza ha ido bien hoy?”

“Sí, ha sido buena. ¡Muy buena!”.

Incluso mientras decía eso, mi corazón seguía intranquilo.

Me llevó dos o tres horas calmar mi corazón a base de cerveza.

No fue hasta el atardecer que empecé a gradualmente aceptar la realidad.

‘¿Qué debo hacer ahora?’.

Había mucho que hacer.

‘Podría ganar la lotería. Conseguiría mucho dinero y nadie podría sospechar nada. Oye, ¡mi vida está a punto de mejorar!’

Abrí mi ventana de estado, que solo yo podía ver.

“Uf. Ya ni siquiera tengo hambre”.

Mi ventana de estado era la comida más deliciosa del mundo. Una habilidad de clase S+ y una de clase EX, de la que nunca había oído hablar. Comparándolas con comidas, era como tener caviar sobre un solomillo.

“Si hay alguien con habilidades mejores que estas, entonces están absolutamente rotos”.

Sin embargo, no podía detener la cálida sonrisa que se extendía por mi cara.

“Pero… no tengo ninguna habilidad de combate”.

Ah…

¿La mente humana era así? Lo que más me llamaba la atención era de lo que carecía.

“No importa lo fácil que sea ganar dinero, un cazador debe ser un cazador… incluso con todo el dinero del mundo, si no tengo poder eventualmente me lo robarán todo”.

La sociedad en la Torre era mucho más sangrienta que en el mundo exterior. Diciéndolo suavemente, los fuertes comían bien… y los débiles eran la carne. No importaba siquiera si querías escapar de la Torre y vivir lujosamente en el exterior.

‘Aquellos que han puesto un pie en la Torre jamás podrán marcharse’.

Esas eran las reglas. Ni siquiera un cazador con una habilidad de teletransporte de clase S era capaz de salir de la Torre. Era sencillamente imposible.

Solo un ser en toda Babilonia podía interactuar con el mundo exterior. El maestro del gremio Shanglian. La cazadora con el título de ‘Condesa’.

‘Incluso así, sólo puede enviar y recibir cosas desde el exterior. No puede irse directamente’.

Cualquiera podía entrar, pero nadie podía salir.

Eso significaba que los que entraban habían abandonado su riqueza, sus relaciones, su nacionalidad, su identidad… Tal vez… incluso su humanidad.

“Desde luego”.

Por supuesto, yo era una de esas personas.

“Comer o ser comido, esa era la ley en la Torre”.

Estaba un poco borracho después de tanto alcohol y no podía evitar ir murmurando. Tenía tantas ganas de tener éxito que me estaba volviendo loco. Había una razón por la que había idolatrado tanto al Emperador de las Llamas. ¿Había sido por su personalidad? ¿Tenía ese tipejo algo que merecía el nombre de ‘personalidad’?

No, la razón era mucho más sencilla. Tenía envidia de su éxito. Sus logros habían sido mareantes, dignos de asombro.

“Tengamos éxito, Kim Gong-Ja. ¿Vale? ¿Qué no puede hacer un hombre que ha muerto 4090 veces? Es hora de tener éxito”.

Y, entonces…

¡Ding!

La campana de la puerta principal del bar sonó.