Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Envuelto en una pesada armadura, Shigehito Mitadera yacía entre los escombros. No se había movido desde que una de las subordinadas del Sabio lo pateó al interior del edificio. Sus heridas se habían curado, pero aún no tenía ganas de levantarse.

Habían sido aniquilados. No importaba Yoshifumi; ni siquiera habían sido capaces de derrotar a uno de sus lacayos. No tenía sentido volver a levantarse. No podía lograr nada. No había esperado encontrarse con el Sabio tan pronto, así que no había podido hacer los preparativos necesarios. Además, en el momento en que Ragna, al que habían traído específicamente para enfrentarse a los Sabios, había sido asesinado, sus planes se volvieron inútiles. Tal vez podría haber ideado un nuevo enfoque, pero no era fácil cambiar de mentalidad de esa manera.

Mientras yacía allí, con la mirada perdida en el espacio, comenzó a preguntarse por qué estaba vivo. Aquella mujer había venido a matarlos, así que no había razón para que le perdonara la vida. Su poder había sido abrumador, y matarlo habría sido fácil.

“¿Qué, me has salvado o algo así?”

No es que los tres hayan confiado el uno en el otro. Se habían utilizado mutuamente para sus propios fines. No había ninguna razón para que Rei lo hubiera salvado. Pero que ella lo hiciera era la única posibilidad que se le ocurría. Usando su habilidad de Encanto, ella había evitado que esa mujer acabara con él.

“Maldita sea… ¿qué crees que puedo hacer realmente?” En el momento en que se dio cuenta, no pudo evitar preguntarse. Rei estaba viva, al lado del Sabio. Si su habilidad de Encanto estaba funcionando, debería estar bien por un tiempo.

Shigehito sintió que una pequeña cantidad de su energía regresaba. Aunque ya no tenía ganas de hacer nada por sí mismo, pensó que al menos debía salvar a Rei. No era que fuera a hacerlo a cualquier precio, pero al menos le daba un curso de acción.

Entonces, ¿cómo podía ayudarla? La cantidad de equipo que había reunido era claramente insuficiente para enfrentarse a los Sabios o al imperio. ¿Qué podía hacer él solo?

Shigehito invocó su Libro de la Profecía. No tenía muchas ganas de usarlo en ese momento, pero estaba completamente indefenso sin él. Tumbado en el suelo, extendió una mano hacia el cielo. Sólo con su voluntad, podría convocar el libro hacia él.

Pero no apareció. Había hecho lo mismo de siempre, pero esta vez no había ocurrido nada.

“¿Qué…? ¡¿Por qué?! ¡Aparece! ¡Este es mi poder! ¡Mi único y patético poder que no puede hacer nada más que invocar un libro! Si ni siquiera tengo eso, ¡¿qué demonios puedo hacer?!”

Por supuesto, como alguien con el Don, era mucho más fuerte que cualquier persona ordinaria. Al derrotar a los monstruos, su nivel aumentaba, mejorando sus estadísticas. Pero cualquiera que tuviera el Don era capaz de hacer eso. De ninguna manera sería suficiente para derrotar al Sabio o a sus subordinados. No sería suficiente para salvar a Rei.

“¡Maldita sea! Lo único que sabes hacer es una escritura basura que puede interpretarse de mil maneras!”, le gritó al libro ausente. “¡No tienes derecho a ser tan engreído! ¡Aparece! ¡Ven aquí! Por favor!”

“No es una buena manera de decirlo. Aunque es cierto que puede ser un poco vago. Supongo que tendré que aceptarlo”.

Al oír una voz, Shigehito se volvió hacia el interlocutor. Una chica estaba de pie, mirándole desde el interior de un vestido tan grande que parecía estar enterrado bajo él tanto como llevarlo puesto.

“¿Quién eres tú?”

“¿Cómo que quién soy? Tú eres el que ha estado tan desesperado por llamarme, ¿verdad?”

A pesar de sus palabras condescendientes, Shigehito seguía perdido.

“¿Oh? Está claro que no lo entiendes. Yo soy ese Libro de la Profecía lleno de ‘basura que puede interpretarse de mil maneras’ del que hablabas hace un momento.”

“¿Qué?” ¿Por qué esta chica se llamaba a sí misma el Libro de la Profecía? ¿Y por qué se dirigía a él en primer lugar? Shigehito estaba increíblemente confundido.

“Enhorabuena. Has despertado. Gracias a eso, he conseguido trascender mi forma de revista endeble para renacer en esta forma.”

“¿Qué estás diciendo?”

“Para escapar del peligro extremo que hay cerca, tus verdaderas habilidades se han desatado. Estoy seguro de que tienes todo tipo de dudas, pero no tenemos tiempo para eso ahora. Por favor, ponte en marcha. Necesitas al menos ir más allá de esas paredes”.

“¡¿De qué demonios estás hablando?! Esto no tiene ningún sentido!”

“En serio, déjalo. Bien, entonces, te moveré yo misma”.

La chica le agarró donde estaba tumbado y empezó a tirar. Era mucho más fuerte de lo que parecía, arrastrando fácilmente al adolescente fuertemente blindado detrás de ella.

“Oh, cómo me gustaría poder decir algo como: ‘No podría importarme menos alguien como tú’. Sin embargo, tú y yo somos una misma cosa. Si tú mueres, yo también”.

“¿Qué quieres decir?”

“Aunque te lo explique, no lo entenderás ahora, ¿verdad? No te haré caminar por tu cuenta, pero al menos deja de resistirte para que pueda sacarte de aquí”.

Shigehito dejó de pensar. Ya no le importaba. Haciendo lo que le decían, se relajó y dejó que la chica lo arrastrara por el suelo. Dada la velocidad a la que lo arrastraba, debía de estar utilizando algún tipo de técnica especial. Ella se apresuró tanto como pudo, arrastrándolo detrás de ella. Naturalmente, todos los que pasaron se volvieron para mirar, pero a ella no pareció importarle. Cuando se acercó a su destino, lo lanzó hacia delante. Dando una voltereta en el aire, voló por encima del muro.

“¿Qué demonios estás haciendo?” Se giró para quejarse, pero se detuvo en seco. No había nada detrás de ellos. El distrito de la ciudad que acababa de atravesar había desaparecido por completo. “¿Qué…?”

Shigehito se quedó helado al ver aquello. Las calles, la gente que caminaba por ellas, los monstruos desbocados… Todos habían desaparecido como si nunca hubieran sido reales en primer lugar. Y la chica que le había salvado también había desaparecido. Lo había lanzado por encima del muro, pero ella misma no había logrado salir. Debía saber que eso pasaría. Por eso tenía tanta prisa, por eso lo había arrastrado hasta allí.

“¿Por qué… ¿Por qué salvarías a alguien como yo?”

“Como ya dije, nací de tu poder. Mientras estés vivo, estaré bien”.

Mientras Shigehito se hundía en el odio a sí mismo, se volvió hacia la fuente de la voz. La chica que debería haber sido borrada de la existencia estaba de pie junto a él, ilesa.

“¡¿Qué ha pasado?!”

“Me gustaría decir ‘no me hagas repetirlo’, pero es obvio que tienes una gran falta de inteligencia. De momento no estamos en peligro… ¿Por qué no salimos de aquí para que puedas calmarte? Entonces te explicaré las cosas”.

Una parte importante de la ciudad acababa de desaparecer. Era comprensible que el lugar se sumiera en el caos, por lo que las sospechas podrían recaer sobre él si se quedaba demasiado tiempo.

La chica dejó atrás a Shigehito, alejándose por su cuenta. A pesar de su confusión, decidió hacer lo que ella decía por el momento. Se deshizo de su equipo y la siguió.

Después de atravesar varios distritos, llegaron a una parte de la ciudad en la que la desaparición del bloque suroeste no había tenido mucho impacto, y la chica entró en una cafetería. Shigehito la siguió, uniéndose a ella en una mesa.

“Vamos a dejar las cosas claras. Que no entiendas la situación no significa que puedas hacer un berrinche así. Es molesto y embarazoso. ¿Puedes tener una conversación tranquila ahora?”

“De acuerdo…” Como ella dijo, no llegarían a ninguna parte si él seguía atascado en cada pequeño detalle. Decidió hacer lo posible por escuchar lo que ella tenía que decir.

“Soy el Libro de la Profecía. Si eso es demasiado para que lo comprendas, podemos decir simplemente que tu poder se ha transformado. Hasta ahora, tu habilidad era la de hacer un pequeño y endeble libro. Ahora ha evolucionado para hacer esta adorable y hermosa joven. ¿Entendido?” La idea de que un libro se transformara en una persona era increíblemente extraña, pero decidió aceptar su explicación. “Sin embargo, mi naturaleza como Libro de la Profecía no ha cambiado. Existo para expresar la voluntad del mundo”.

“¿Así que en lugar de ser capaz de crear un Libro de la Profecía, ahora estoy creando un profeta?”

“Supongo que esa descripción servirá. Sigo identificándome como un libro, pero no hay razón para forzar ese sentimiento en ti”.

“¿Sabías lo que le iba a pasar a la ciudad por la profecía?”

“Eso es correcto. Pero fue tu percepción inconsciente del extremo peligro inminente lo que te llevó a despertar en primer lugar.”

“Entonces, ahora que eres una persona, ¿qué es diferente?”

“Las profecías serán más fáciles de entender. Y siempre tendrás una linda chica acompañándote”.

“¡¿Eso es todo?!”

“Ser más fácil de entender es una gran cosa, ¿no? Si puedes interpretar mejor las profecías, podrás tener más cuidado con tu forma de actuar”.

“Sí, bueno, antes era definitivamente difícil de entender…”

“Las profecías requieren una habilidad particular para ser interpretadas. En el fondo son difíciles de comprender el verdadero significado. Pero a partir de ahora, seré capaz de realizar esa interpretación para ti y proporcionar una explicación exhaustiva de la misma.”

“Entonces, puedo pensar en ti como un aliado, ¿verdad?”

“Sí, aunque con cierta renuencia. Cualquier peligro para ti es un peligro para mí también”.

El Libro de la Profecía contenía cualquier cantidad de trampas. Aunque no contenía mentiras, no era exhaustivo, y dependiendo de cómo se interpretara, se podían sacar múltiples conclusiones contradictorias del texto. Sin embargo, con una profeta a mano, tendría una compañera con la que discutir las cosas y podría confirmar sus teorías con ella. Y si él estaba en peligro, ella también lo estaría, así que difícilmente malinterpretaría algo intencionadamente por despecho.

“Entonces, por favor, dime cómo salvar a Rei”.

“Así que esa es la ruta que vas a seguir. Sería mucho más fácil huir”.

“¿Qué lograría eso?”

“Huir por ahora y aumentar tu fuerza sería fácil. Incluso podrías ser capaz de derrotar al Sabio de esa manera. Pero no hay forma de saber cuánto durará Rei cerca de él”.

“¡Por favor, dime cómo salvarla lo más rápido posible!”

“Entendido. Consideremos cómo se puede lograr eso. En primer lugar, salgamos de aquí. No es que el Sabio esté vigilando toda la ciudad en todo momento, pero mientras estemos aquí, siempre existe la posibilidad de que nos encontremos con él de nuevo.”

Shigehito se estremeció. Nunca había pensado que el Sabio, el mismísimo emperador, se pasease por la ciudad como un vulgar matón. No era lo suficientemente optimista como para creer que no volverían a cruzarse con él por casualidad.

“Bien. Pero, ¿cómo vamos a luchar contra él?”

“En este momento, luchar contra él es más o menos imposible. Pero si nuestro único objetivo es salvar a Rei, podemos hacerlo sin un enfrentamiento”.

“Eso sigue pareciendo bastante difícil”. Recordó lo fuerte que había sido el subordinado del Sabio. Si Yoshifumi tenía varias personas como ella a su alrededor, rescatar a Rei no sería fácil.

“Sí, entrar por la puerta principal no funcionará. Así que haremos uso de Hanakawa”.

“¡¿Hanakawa?! ¡¿Todavía está vivo?!” Shigehito finalmente recordó que Hanakawa existía. Había estado con su grupo hasta el incidente en el bar.

“No importa la ruta que tomemos, él aparecerá tarde o temprano, así que parece estar vivo por ahora. Sin embargo, quién sabe lo que pasará después”. La chica que se hacía llamar el Libro de la Profecía se levantó.

“Por cierto, ¿cómo debo llamarte?” preguntó Shigehito mientras se disponía a seguirla. Dudaba en referirse a ella como libro ahora que había tomado forma humana.

“Buena pregunta. ¿Qué tal Navi?”

Y eso fue lo que terminaron haciendo.