Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 23

Capítulo 2: En El Castillo De Galarc

Parte 3

Esa noche, muchos visitantes se reunieron en la mansión donde vivían Satsuki y los demás.

La reunión tenía forma de bufé de pie. Muchos platos se alineaban en las mesas del comedor, y también había asientos para los que deseaban descansar de estar de pie.

“Hey, Masato. No perderé la próxima vez”.

“He-he. Adelante. Tampoco perderé contra Satsuki la próxima vez.” “Puedes repetirlo. Tch, pensar que perdería contra esa mujer…”

“Es sólo una cuestión de compatibilidad. Mi Arma Divina es un arma de asta, y llevo mucho tiempo practicando cómo usar la naginata”.

Hiroaki, Masato y Satsuki charlaban sobre la sesión de entrenamiento en la que habían participado. Como su conversación daba a entender, los resultados de los combates entre ellos fueron los siguientes: Satsuki ganó a Masato y Hiroaki, Masato ganó a Hiroaki y Hiroaki perdió contra Satsuki y Masato.

Al blandir sus Armas Divinas, hubo momentos en los que vacilaron al atacar debido a su inexperiencia, pero fueron capaces de medir las habilidades del otro. Gracias a eso, Hiroaki y Masato fueron capaces de formar una sana rivalidad. Mientras tanto…

“…”

A pesar de ser un compañero héroe, Takahisa no pudo unirse a la conversación debido a que no participó en el entrenamiento. Solo pudo mirar con incomodidad mientras se quedaba fuera.

“¿Qué tal si después de todo participas en el entrenamiento, señor Takahisa? Tendrías algo en común que discutir con ellos”, sugirió Lilianna amablemente.

“No, yo… Paso”. Takahisa sacudió la cabeza con una mirada amarga. No tenía intención de cambiar de opinión.

“Es suficiente de ti, Rei.”

“¡Oww! ¡Espera un momento, Hiroaki!” Rei parecía haberse burlado de Hiroaki por algo, y le estaban haciendo una llave en la cabeza como represalia. Golpeó frenéticamente el brazo de Hiroaki para que se rindiera.

“Ha-ha-ha. Qué graciosos son”. Masato rio divertido.

“¡Oh…! ¿Se pondrá bien?” preguntó Flora preocupada. Debía de ser una escena chocante para una princesa protegida como ella. Si los nobles se trataran así, podrían iniciar una guerra entre sus casas.

“No pasa nada, los chicos de su edad siempre son así. Es algo normal en nuestro mundo”, explicó Satsuki, recordando las travesuras de sus compañeros con un suspiro.

“¿En serio?”

“Sí. No había visto un espectáculo así desde que llegué a este mundo, así que me trae recuerdos de la Tierra”. Satsuki sonrió divertida.

“A mí también me sorprendió al principio, pero parece que en el mundo del señor Hiroaki los caballeros de la misma edad se comunican así entre ellos”, añadió Roanna, que había pasado mucho tiempo con Hiroaki y los demás.

Flora tarareó con curiosidad. “Ya veo…”

“No, no es lo mismo cuando lo explicas así… Simplemente están siendo infantiles…” corrigió Satsuki con mirada preocupada, sintiendo que se estaba creando un extraño malentendido.

“¡H-Hiroaki, no te olvides de Kouta! Todavía tienes que preguntarle por Mikaela, ¿recuerdas?”

Rei intentó redirigir la atención de Hiroaki hacia Kouta.

“Oh, eso es. Kouta, suelta los detalles. ¿Qué es eso de que eres un cobarde?”

“Que—¡Para! Realmente no hay nada entre nosotros.”

“Bueno, no esperaba que un perdedor como tú fuera capaz de hacer un movimiento de todos modos. Pero es probable que Mikaela haga algo. ¿Es eso cierto, Rei?”

Hiroaki tenía los sentidos aguzados para este tipo de temas vulgares y enseguida le dio a Rei su teoría.

“¡Exactamente!”

“¡En serio, no es nada!” Kouta protestó frenéticamente.

“No depende de ti decidir que no pasa nada. Depende de mí”. Hiroaki liberó finalmente a Rei y le señaló con el dedo índice.

“¿Qué clase de razonamiento es ese…?”

“Ha-ha. Yo también quiero saber más de Kouta”. “¡Masato! ¡No, tú también!”

Masato levantó la mano y expresó su ansioso interés, haciendo caer los hombros de Kouta.

“¡Sí! Ahora hay dos héroes preguntando. Cuéntanos, Rei”.

“¡Entendido!” Rei hizo un saludo jocoso y comenzó a relatar los recientes acontecimientos entre Kouta y Mikaela. Mirando como los chicos de Japón charlaban entre ellos estaba Christina.

“Ver una discusión tan acalorada me hace pensar que no hay mucha diferencia de madurez mental entre mundos”, dijo con una sonrisa. En efecto, excitarse con temas tan vulgares era igual en cualquier mundo.

“Tal vez”, aceptó Satsuki con una risita.

Naturalmente, la cena se dividió en un grupo de chicos de la Tierra y otro de chicas.

Incluso a Roanna, que normalmente permanecía al lado de Hiroaki, le pareció insensible permanecer al lado de los chicos mientras se sinceraban. En su lugar, se quedó con Christina y Flora.

La única excepción era el mayor de los Gouki, que vigilaba a los más pequeños junto a Kayoko y Takahisa. Takahisa era del mismo mundo y tenía la misma edad, pero mantenía las distancias con ellos, lo que le hacía parecer extrañamente fuera de lugar.

Por proceso de eliminación, Takahisa estaba junto a Lilianna, lo que le acercaba al círculo de chicas. Sin embargo, eso no significaba que estuviera participando en su conversación.

“Dime, Lily. ¿Sabes en qué anda Miharu?” preguntó, preguntándose por qué Miharu no estaba allí con ellos.

“Ella está cocinando los platos para nosotros. Ella se unirá a nosotros más tarde con los demás”.

Efectivamente, Miharu estaba de servicio en la cocina. Por cierto, Latifa, Sara, Orphia, Alma y el grupo Yagumo, con la excepción de Gouki, Kayoko y Komomo, estaban todos ocupados preparando y sirviendo la comida. Por lo general, los residentes de esta mansión no contrataban personal para el castillo, así que solían hacer todo lo que podían por sí mismos.

“Ya veo… Tal vez debería ayudarles”.

Ya fuera porque se sentía impaciente después de visitar la mansión durante días seguidos sin ningún progreso hacia la reparación de su relación con Miharu, o porque era incapaz de mezclarse con los demás en la reunión, la mente de Takahisa estaba concentrada en otra parte. Intentó salir del comedor y dirigirse a la cocina, donde estaba Miharu. Ni siquiera miró a Lilianna que estaba a su lado.

“Por favor, no lo hagas. Está aquí como invitado, señor Takahisa”, le regañó Lilianna con suavidad.

“Pero no tiene sentido que yo esté aquí…” Takahisa respondió.

Si era así, ¿por qué acudía a la reunión? Esa era la primera pregunta que cualquiera se haría. Pero no había una respuesta productiva a esa pregunta. Además, incluso sin hacer esa pregunta, Lilianna sabía la respuesta.

Porque Miharu estaba aquí. Takahisa había elegido asistir a esta cena porque Miharu vivía en esta mansión. Incluso ahora, Takahisa sólo tenía a Miharu en su punto de mira. Lilianna lo entendía.

“Eso no es verdad. Tu asistencia de hoy tiene mucho sentido”.

“¿De verdad lo crees? No creo que a nadie le importara que yo no estuviera aquí…”

La mirada de Takahisa se detuvo en dirección a la cocina mientras esbozaba una sonrisa de autodesprecio. Luego volvió a mirar a los que estaban en el comedor.

“Hey Masato, chico con suerte. ¿Vives con todas estas chicas guapas todos los días?”

“Pero Rei, ¿tú no tienes una novia guapa?”

“Wow Rei, ¿de verdad envidias a un niño de primaria?”

La visión de Masato llevándose bien con Rei y Kouta se hizo visible. Era como si le estuvieran mostrando una existencia opuesta a la suya.

“Es como si no estuviera aquí. Como si nadie se acordara de mí. Nadie me mira. La única persona que me vio por mí misma fue Aki, pero incluso ella está con Miharu ahora mismo…”

Takahisa volvió a mirar anhelante en dirección a la cocina.

“Eso es definitivamente falso. Dices que no tiene sentido estar aquí y que nadie te mira, pero yo… El que realmente no mira es…”

Lilianna objetó a Takahisa en una rara muestra de emoción. Pero dejó de decir lo que estaba diciendo a medio camino.

Según las partes de su declaración que se pudieron escuchar, las palabras de Takahisa sobre que nadie le miraba y que a nadie le importaba si estaba aquí o no le habían afectado más de lo esperado.

Porque hasta hoy, Lilianna siempre había mirado a Takahisa… Sin embargo, el propio Takahisa sólo tenía ojos para Miharu.

Siempre te he mirado hasta ahora, señor Takahisa. Pero nunca me has mirado… Debería ser yo quien se preguntará si tenía algún sentido estar a tu lado.

Lilianna se quedó mirando la cara de Takahisa, deseando con todas sus fuerzas decir esas palabras en voz alta. Takahisa la miró.

“¿Qué pasa?”, preguntó confundido, sin tener ni idea de lo que ella quería decir.

Lilianna suspiró resignada y negó lentamente con la cabeza. “No, es que había alguien que te había estado vigilando hasta ahora. Aunque ahora no lo entiendas, por favor, no lo olvides”.

“¿Pasa algo?” Komomo preguntó de repente.

Había notado que el aire entre Takahisa y Lilianna era un poco raro, y les llamó preocupada. Lilianna se avergonzó de hacer que una chica mucho más joven que ella se preocupara por ella.

“Oh, qué vergüenza. Sólo me atraganté un poco con la comida. Ya estoy bien”. Lilianna borró al instante su expresión sombría y sonrió con gracia.