Kenja no Deshi wo Nanoru Kenja (NL)

Volumen 7

Capitulo 3: ¡Haré Lo Que Pueda!

Mientras la batalla se desplazaba hacia su inevitable conclusión, el esqueleto escupía aún más niebla negra de su cuerpo y se desbocaba salvajemente.

Mira puso algo de distancia entre ellos, y el Sabio Popot revoloteó fuera de su alcance mientras observaba en busca de una abertura. Pero Garm seguía enzarzado en una batalla con el enemigo.

Ahora que había perdido la espada, los movimientos del esqueleto eran sencillos y, por lo tanto, fáciles de rechazar para Garm. Cuando chilló y sacó un brazo, no atrapó más que aire. Pronto, el poderoso golpe de la garra de Garm había derribado al esqueleto al suelo.

Sus ojos vacíos contemplaron la espada sagrada caída en medio de la vegetación. El resplandor oscuro brilló durante un instante, pero fue suficiente para que el esqueleto se lanzara por la espada. Se sentía atraído por ella como un adicto.

Las lianas de Mandrágora envolvieron el arma antes de que su enemigo pudiera arrebatársela. Adentraron la espada en el follaje para ocultar el objeto del deseo del esqueleto. Sin embargo, el enemigo seguía buscando la espada sagrada, corriendo indefenso ante Garm.

La cola de Garm se envolvió en llamas, un rayo furioso de color carmesí que se dirigió hacia el esqueleto. El lobo se dio la vuelta, aprovechando el impulso para realizar un feroz ataque que lanzó ascuas por los aires. El esqueleto salió despedido gloriosamente, estrellándose contra la parte trasera de la capilla con fuerza suficiente para agrietar la pared y sacudir el edificio.

“¡Oho! ¡Eso sí que es un golpe fuerte!” Animó Mira con admiración, acariciando el hocico de Garm mientras el esqueleto se desplomaba. Garm ladró alegremente y movió su cola cubierta de fuego. “Ya, ya. Entiendo que estés contento. Por favor, cálmate.”

Mira apartó las brasas y volvió a centrar su atención en el esqueleto. La luz del fuego que iluminaba brillantemente la capilla se había disipado. La calma reinó en el edificio por un momento.

Se oyó un sonido seco y áspero. El esqueleto se levantó.

Incluso después de esa técnica definitiva que combinaba el poder explosivo del fuego y la fuerza bruta de Garm, seguía vivo. Pero ahora, cuando se movía, su cráneo sonaba. Había grietas por todo su torso; claramente había recibido graves daños.

Mira se giró y confirmó la ubicación de la espada sagrada cubierta de enredaderas, luego volvió a mirar hacia el esqueleto. Suspiró antes de dar un paso adelante.

“Pareces muy duro. Pero ahora que no tengo que preocuparme por la espada, no tiene sentido contenerme.”

Garm y el Sabio Popot retrocedieron todo lo que pudieron. El verde que los rodeaba se retorció, y docenas de lianas se extendieron desde abajo, envolviendo y reteniendo al esqueleto antes de que pudiera volver a cargar. Su enemigo gimió y luchó, desgarrando las lianas. Pero había sufrido demasiadas heridas; era una tarea imposible. Dejó una abertura fatal en su defensa.

Mira apuntó lentamente con el puño hacia el esqueleto. Los Arcanos Atados aparecieron y cambiaron a la Marca del Rosario. Esta era la preparación para una invocación avanzada… pero había algo ligeramente diferente en esta.

Brillo de los vastos mares, llamas primordiales que bañan el cielo. Latido eterno, respiración incesante.

Cuando mil cielos se imbuyan, ¡que vuelva a brillar el alba!

[Evocación Espiritual: Corazón de Querubín]

La Evocación Espiritual permitía a los humanos utilizar el enorme poder de un espíritu mayor, algo mucho más allá de las capacidades humanas, una sola vez por batalla. En respuesta al conjuro, el círculo de invocación se hizo más brillante y brilló con un fuego carmesí. El fuego se arremolinó como si estuviera vivo y se fusionó en una forma humana. Esta forma, creada por el maná de Mira, estaba hecha para ser habitada por el gran espíritu de fuego Demiurgo.

La figura hecha de fuego miró al frente, imitando los movimientos de Mira, y levantó su brazo carmesí hacia el esqueleto. Una bola de fuego incandescente envolvió al esqueleto como un sol en miniatura, ardiendo tanto que pasó del rojo al blanco. Al arder, sonó como una furiosa tormenta de viento y desprendió una luz áspera, pero el calor no tocó a nadie más en la habitación.

El efecto de [Evocación Espiritual: Corazón de Querubín] sólo envolvía en llamas un área determinada. Cuanto más pequeña era el área, más poderoso era el efecto. No se quemaría nada más. Mira especificó el tamaño mínimo y, por tanto, la potencia máxima.

Cuando la deslumbrante luz se desvaneció por fin, en la zona antes cubierta de exuberante vegetación sólo quedaba un círculo de marcas de quemaduras y el hedor de los huesos quemados. Ni siquiera la maldición devoradora de espíritus del esqueleto era rival para el poder del sol. Sólo quedaban cenizas negras esparcidas y una niebla negra que se disipaba después de que su enemigo fuera quemado con un calor tan abrumador.

Mira sonrió satisfecha. “Hah. Sola no habría podido manejar eso,

¿verdad?”

Ella y su invocación habían ganado. Garm rugió victorioso, y el Sabio Popot se posó en su hombro para mimarla y alabarla. Mandrágora se apoyó en el pecho de Mira con cariño.

“Efectivamente, todos han hecho un trabajo maravilloso.” Mira los felicitó y los despidió uno a uno. A cada uno le dijo: “Bien hecho.” Garm aulló orgulloso, el Sabio Popot desplegó las alas feliz y Mandrágora se retorció tímidamente al ser despedida.

Cuando el verdor que los rodeaba desapareció como una ilusión que se desvanece, Wasranvel y Anrutine descendieron. Se colocaron hombro con hombro frente a Mira y se inclinaron profundamente con la mayor de sus sonrisas.

“Muchas gracias por ayudarnos a recuperar a nuestra amiga.” “No podemos agradecértelo lo suficiente.”

“Las gracias no son necesarias.” Respondió Mira con una sonrisa. “Ahora vayan con su amiga.” Señaló con los ojos la espada sagrada que yacía en un rincón de la capilla. Ahora era el momento de la alegría.

“¡San! ¡San!” Anrutine acunó la espada cuidadosamente entre sus brazos.

Wasranvel puso una mano suavemente sobre la empuñadura y la llamó: “¡Sanctia! Te pondrás bien.”

El cambio comenzó gradualmente. Partículas de luz se elevaron, como si la espada respirara suavemente al despertar del sueño. Entonces, la espada sagrada empezó a temblar y las partículas de luz se volvieron deslumbrantemente brillantes. Al momento siguiente, una mujer se situó junto a la espada como si siempre hubiera estado allí.

“¡Ooh! ¡La niebla se despejó!” La mujer levantó ambas manos con entusiasmo.

“¡Sanctia!” Wasranvel le tomó la mano, embargado por la emoción.

“¡San!” Anrutine la abrazó con lágrimas de alivio en los ojos. Su amiga había vuelto.

“¡Cuánto tiempo!” Sanctia los abrazó a ambos con una gran sonrisa de sorpresa.

Qué reencuentro tan conmovedor. Mira observó al grupo de amigos embargada por la emoción. Bueno, al menos parece que son felices.

***

Después de que le contaran a Sanctia todo lo que había pasado, corrió hacia Mira y la apretó en el abrazo más fuerte. “¡Gracias por salvarme!”

Tal vez por haber habitado una espada sagrada, Sanctia llevaba una armadura parecida a la de las valquirias. Con la dura coraza apretada contra su cara, Mira respondió con un gemido: “Ah, urk… Me alegro de que estés a salvo.”

Tras soltar el abrazo, Sanctia retrocedió unos pasos y se inclinó respetuosamente. “Hola, soy Sanctia. Muchas gracias.”

Sus ropas blancas y azules y su armadura adornada con oro eran realmente como las de un paladín, y su cabello rubio ondulado encajaba bastante bien con su aspecto galante. Pero en términos de personalidad, Sanctia era burbujeante. Creaba un extraño contraste con su aspecto, que su inocente sonrisa hacía más extraño.

Era la primera vez que Mira se encontraba con el espíritu de una espada sagrada. Era extrañamente expresiva y humana para ser un espíritu de arma, nada que Mira hubiera esperado.

“Soy Mira. Esto no ha sido nada, de verdad.” Respondió y miró a Sanctia con un dedo puesto pensativamente en la barbilla.

Evidentemente contento, Wasranvel se acurrucó junto a Sanctia y dijo con una amplia sonrisa: “Nos encantaría darte las gracias de alguna manera. ¿Qué quieres de nosotros, Mira? Haremos todo lo que esté en nuestra mano.”

“Hrmm…” Mira murmuró para sí pensativa.

“¿Qué tal estos? Estos tesoros contienen mucho valor en su historia.” Anrutine salió del fondo de la capilla arrastrando un cofre grande y de aspecto pesado. Lo abrió delante de Mira y añadió: “Por favor, siéntete libre de tomarlos.”

Los objetos que había dentro parecían ciertamente lo que uno imaginaría como valiosos tesoros.

“Oh, vaya. Estos podrían valer fácilmente más de cien millones…”

El deslumbrante contenido dejó a Mira sin aliento. Pero, para bien o para mal, no era más que un tesoro. Los gustos de Mira se inclinaban más hacia lo mágico, implementos con poderes especiales u otro equipo que pudiera ayudar en una aventura. No había nada de eso en el cofre.

Después de rebuscar en el contenido del cofre, Mira miró a Sanctia con la fascinación ardiendo en sus ojos. “Hrmm. Para ser sincera, me interesa más la espada que el tesoro.”

Sanctia ladeó la cabeza y balbuceó: “¿Eh? ¿Te refieres a mí?”

“Ya me lo imaginaba. De acuerdo. Te lo debemos todo, Mira, así que si eso es lo que quieres…” Dijo Wasranvel.

Anrutine parecía un poco triste, pero añadió: “Sí. Le salvó la vida a Sanctia, así que tenemos que devolvérsela.”

Abrazaron a Sanctia por ambos lados. Murmuraron a su amiga mientras los ojos se les llenaban de lágrimas.

“No le causes problemas a Mira. Tampoco hables con extraños. Y recuerda comer tus verduras.”

“Buena suerte, San. Asegúrate de escribirnos cartas de vez en cuando.”

Parecían padres rurales que veían partir a su hija hacia la gran ciudad. Mientras Anrutine seguía despidiéndose, Wasranvel se movió para recoger algo del pedestal del centro de la capilla.

¿Hrmm? Er, ¿qué está pasando aquí?

Esto fue completamente inesperado, y una sensación de leve temor la invadió mientras el espíritu del sigilo caminaba hacia ella.

“Cuida de Sanctia por nosotros.” Wasranvel le tendió la vaina que había tomado del pedestal. Tenía bonitos adornos del mismo color que la armadura de Sanctia. La vaina era para esa espada sagrada y para ninguna otra.

Mira la contempló, estupefacta. Aceptarla significaría convertirse en la dueña de Sanctia. Pero Mira no era una luchadora; una espada no le serviría de nada.

“Ah, er… Soy invocadora. No me sirven de mucho las espadas.” Dijo Mira, rechazando la oferta.

Wasranvel parecía completamente desconcertado.

“¿Oh? ¿Pero no dijiste que te interesaba?” ¿Se había equivocado en algo? Detrás de él, Anrutine y Sanctia ladeaban la cabeza confundidas mientras se abrazaban.

“¡Oh! Eso tendría sentido. Lo siento… Es culpa mía por no ser clara. Quería decir que me interesa Sanctia.” Mira volvió a observar a Sanctia. Una espada sagrada, latente en una capilla en las profundidades de un lago, con un espíritu arma en su interior. Todo esto eran primicias para Mira. Y como invocadora, el espíritu le interesaba especialmente.

“¿Sanctia… misma?” Dijo Wasranvel lentamente. Era hermosa. Pero Mira también era una mujer… De repente, Wasranvel imaginó lo que podría florecer entre las dos mujeres y oyó que se abría una puerta en su corazón.

“¿Qué? Pero… bien, ¡pero con cuidado!” Sanctia se sonrojó tímidamente, pero accedió, aparentemente no totalmente en contra. Parecía que su mente también había ido allí.

“Asumiré que aún estás medio dormida.” Respondió Mira con un suspiro cansado antes de explicarse. “Soy una invocadora, y tú eres un espíritu arma. Uno de una espada sagrada que no recuerdo haber visto nunca.”

Mira dio un paso adelante, se detuvo frente a Sanctia y la miró con un brillo en los ojos y una sonrisa socarrona en la cara.

“¿Estarías dispuesta a hacer un contrato? Invocar el espíritu del arma  de  una  espada  sagrada…  Suena  emocionante,  ¿verdad?

¡Adelante! ¡¿Qué es lo peor que podría pasar?!” Mira presionó para obtener una respuesta, apretando cada vez más fuerte como si estuviera poseída.

“Umm… nunca lo he hecho, así que no lo sé, supongo…”

“¡¿Entonces esta será tu primera vez?! ¡Qué maravilla!” Mira actuaba de forma errática, agarrando los hombros de Sanctia mientras la sonrisa obsesiva de la pequeña invocadora se volvía maníaca.

“¡¿Por qué ahora das tanto miedo?!” Vencida por la presión, Sanctia buscó ayuda en sus amigos. Pero Wasranvel y Anrutine se echaron atrás y sólo le ofrecieron apoyo verbal, con la esperanza de que eso fuera suficiente para devolverle el favor a Mira.

“Puedo sentirlo. Nuestro encuentro aquí fue cosa del destino. ¿Qué tal si vemos qué es posible? ¿Estás de acuerdo?” Viendo una oportunidad, Mira presionó más, esperando ser la primera de Sanctia. Quizá los espíritus de las espadas sagradas no pudieran firmar contratos. Pero quizá ella nunca lo había intentado.

Aunque no podía entender la obsesión de Mira, Sanctia podía ver su entusiasmo. Asintió con firme decisión: “Bien, está… bien. No sé si funcionará, ¡pero haré lo que pueda!”