Kenja no Deshi wo Nanoru Kenja (NL)

Volumen 7

Capitulo 14: Cyril

Mira saltó del tejado del edificio y aterrizó ligeramente sobre sus pies, luego se zambulló en la multitud de aventureros con total despreocupación.

Los aventureros que habían terminado su trabajo del día paseaban por la calle frente al edificio. Arriba, las brillantes farolas apagaban las estrellas. Aunque el edificio parecía moderno, la gente que entraba y salía de él parecía pertenecer a un mundo de fantasía. Aunque al principio resultaba extraño, pronto se convirtió en algo divertido de ver.

Mientras la multitud contemplaba boquiabierta a la chica caída del cielo, Mira se escabulló por la puerta.

El vestíbulo del primer piso era amplio, con muchos sofás, y se utilizaba como zona de recepción y sala de espera. Frente a la entrada había una gran escalera con ventanas y carteles de orientación a ambos lados.

La mayoría de los edificios de la Unión recordaban a oficinas públicas, y el estilo de este edificio no hacía sino amplificar esa impresión.

Mira sonrió a los aventureros que esperaban obedientemente en los sofás y charlaban entre ellos mientras se acercaba al directorio.

Oho. Es más grande por dentro.

Según el cartel, la segunda planta era la del Gremio de Guerreros, la tercera era la del Gremio de Magos, la cuarta era para la venta de mercancías y la quinta era una enfermería. Especialmente las plantas de ventas y enfermería eran mucho más grandes que las de la Unión del Gremio de Aventureros de Karanak.

Dada la cantidad de gente que hay aquí, supongo que es necesario, pensó Mira mientras inspeccionaba el vestíbulo una vez más. Mientras se dirigía a las escaleras, oyó a unos aventureros hablando de algo.

Al parecer, había aparecido un Escorpión Ojo Muerto en el valle del sudeste. El gremio estaba reuniendo un equipo de caza para enfrentarse a él.

Escorpión Ojo Muerto, ¿hrmm? Ese es el monstruo más fuerte por aquí. ¿Creo que solía aparecer una vez a la semana…? Pero ahora cualquiera lo sabe.

Mira recordó aquellos días. El Escorpión Ojo Muerto aparecía una vez a la semana y dejaba caer materiales valiosos. Era un enemigo bastante temible. O al menos eso recordaba; en este mundo, parecía lo bastante peligroso como para enviar grupos de caza.

Sin embargo, por lo que había oído mientras caminaba, habían encontrado algunos aventureros capaces de encargarse de ello. Mira decidió que su ayuda no sería necesaria y comenzó a subir las escaleras.

Se detuvo con el pie en el primer escalón. Gregor era un herrero. Incluso entre los aventureros, el Gremio de Guerreros quizás estaría mejor informado. Mira subió al segundo piso.

***

A pesar de su nombre, el Gremio de Guerreros era terriblemente diverso.

Mira esperaba que estuviese abarrotada de hombres fornidos con rostros cubiertos de barba que enarbolaban grandes hachas. Se sorprendió al echar un vistazo a la sala; de cuarenta o cincuenta aventureros de clase guerrera, sólo dos o tres respondían a sus expectativas.

Caballeros apuestos que podrían provocar los chillidos de las mujeres, espadachines taciturnos, blandiendo dagas con armaduras ligeras e incluso lanceras vestidas con trajes de chicas mágicas: era una multitud muy variada. Mira también había esperado encontrar un montón de gente de sangre caliente gritando y vociferando, pero era mucho más tranquilo aquí arriba que en el vestíbulo del primer piso. Y dado el diseño interior, parecía realmente una oficina gubernamental.

… De lo que Mira no se había dado cuenta era de que el lugar había

sido mucho más ruidoso hasta que ella había aparecido de repente.

Mira reconsideró su imagen mental de un “guerrero” mientras miraba a su alrededor, en busca de algún aventurero astuto. Algunos de ellos podrían conocer a Gregor o incluso haber recibido una espada de él. Mira cruzó miradas con aventureros aquí y allá. ¿Por qué le miraba tanta gente?

Hrmm. Supongo que es raro que un mago tenga negocios aquí. Una lástima, decidió Mira, pero no podía hacer nada al respecto. Estaba empezando a acostumbrarse a ser el centro de atención, así que siguió adelante en busca de algún espadachín entendido.

“¿Eh? Mira, ¿eres tú?” De repente, alguien se dirigió a ella por detrás. Mira reconoció la voz.

“¡Oh, eres tú!” Mira se giró y se encontró exactamente con la persona que esperaba ver: Emella, vice capitana de Carillón Escarlata. Era una aventurera de buen corazón que Mira había conocido en Karanak. Habían ido juntas a Nebrapolis en busca de Bramido del Alma, y no hacía mucho que se habían reunido en la Aldea de los Cazadores, cerca del Bosque de los Devotos.

“¡Sabía que eras tú, Mira! Es fácil reconocerte por detrás.” Emella se acercó alegremente.

“Y yo reconocí tu voz.” Mira le devolvió la sonrisa.

“¿Qué te trae al Gremio de Guerreros?” Preguntó Emella, apoyándose con frialdad contra una pared.

Naturalmente, los magos no podían recibir peticiones en el Gremio de Guerreros, así que normalmente ella no tendría nada que hacer aquí. Había algo más, y la evidente inspección de la sala por parte de Mira había despertado la curiosidad de Emella.

Emella era una espadachina y una amiga servicial. Fue un golpe de suerte. Mira le explicó rápidamente los motivos de su visita.

“Hrmm, buena pregunta. Verás…”

Contó que el herrero Gregor estaba lejos de la ciudad y que, aunque lo había buscado, su investigación había resultado infructuosa. Y cómo se había preguntado si alguien aquí podría conocer la ubicación de un herrero forjador de espadas.

“¿Tienes alguna pista?” Preguntó.

Una gran sonrisa se dibujó en el rostro de Emella. “Oh, tengo una pista. A decir verdad… ¡yo misma acabo de volver de ver a Gregor!”

“¿De verdad?”

Cuando Mira presionó para obtener más detalles, Emella reveló que era la misma guerrera que había solicitado la espada única en su especie. Gregor y ella habían acordado que él forjaría una espada elemental de fuego con los materiales demoníacos que Emella había recuperado en Nebrópolis.

Emella había pasado el día en el escondite de Gregor blandiendo su propia espada para ayudarle a captar sus peculiaridades, su centro de equilibrio y su estilo de esgrima. Sus espadas estaban perfectamente calculadas para maximizar el poder de su portador, así que esta era una parte importante de su proceso.

A Mira le había tocado la lotería.

Se inclinó con entusiasmo. “Entonces eso significaría que sabes dónde está Gregor. ¡¿Puedes decírmelo, por favor?!”

Emella recordó el discurso orgulloso de Mira sobre que nunca

usaría armas cuando se conocieron. Dudó. “Umm, sí sé dónde… pero

¿por qué un invocador busca a un herrero?”

“Hay algo que quiero enseñarle. No llevará mucho tiempo, lo prometo.” Mira se apresuró a asegurar a Emella que no se entrometería en la creación de su propia espada.

“¿En serio? Bueno, bien. Te enseñaré el camino… ¿pero podemos hacerlo mañana? Cuando me fui, Gregor dijo que haría los planos de un tirón. No quiero molestarlo ahora.”

Algo que quiere enseñarle. Emella tenía mucha curiosidad por saber qué podía ser… y, a decir verdad, no estaba dispuesta a rechazar una petición de Mira. También era más que gratificante que Mira se hubiera interesado por fin en su campo de especialización.

Ya era de noche de todos modos, así que sería grosero presionar a Emella para que la llevara ahora. “Sí, eso estará bien.”

“Entonces mañana. Uhh, entonces, ¿dónde deberíamos encontrarnos? ¿Te alojas en alguna posada?”

“Creo que se llamaba Exceso Epicúreo, o algo por el estilo. No es por estropear la sorpresa, pero su comedor es un verdadero espectáculo.”

“¡Es la misma posada en la que me hospedo!” Emella puso sus manos sobre los hombros de Mira. “Eh, espera aquí un segundo. Podemos volver juntas.”

Mira observó a su alrededor mientras esperaba, fascinada de nuevo por la miríada de aventureros del gremio.

***

“¡Gracias por esperar!”

Poco después, Emella terminó su papeleo y regresó. Las dos partieron juntas.

La posada estaba a tiro de piedra del edificio de la Unión de Gremios. Entre su privilegiada ubicación y su espectacular oferta gastronómica, estaba claro que era muy popular entre los aventureros.

“Me sorprende que nos hayamos encontrado en un lugar tan lejano.” Murmuró Mira con alegría. Emella y los demás tenían los pies en la tierra.

Incluso de noche, el distrito comercial era deslumbrantemente luminoso. Sus farolas y letreros iluminaban el cielo nocturno. Las primeras horas de la tarde rebosaban de aventureros que regresaban de su jornada de trabajo. Comparado con los comerciantes y compradores del día, estaba animado de un modo fresco y alborotado.

Los dos se movieron entre la multitud mientras avanzaban por la bulliciosa carretera nocturna.

“¡Quizá tú y yo estemos ligadas por el destino!” Emella respondió con la misma alegría. Sus palabras parecían dar a entender que esperaba que así fuera.

Las dos intercambiaron historias de lo que habían visto después de enfrentarse juntas a la distorsión en el bosque.

Mira describió su primer viaje en tren, con todo lujo de detalles sobre la comodidad de la primera clase. Emella la escuchó con envidia. Ella le contestó que sólo había viajado en turista unas cuantas veces y en primera una vez.

Después de que Mira compartiera sus aventuras, Emella le contó a Mira lo que había hecho después de la Aldea de Cazadores. Ella y su grupo habían acompañado a la caravana de mercaderes hasta Ozstein, y luego habían seguido hacia el oeste. Habían llegado a Sentopoli hacía apenas unos días. Emella sonaba extasiada cuando mencionó que había conseguido que el líder del Carillón Escarlata, Cyril, usara sus conexiones para pedirle a Gregor que forjara una espada para ella. Emella era mucho más devota de las espadas de lo que nadie debería serlo, y hablar de ellas le producía cierto brillo en los ojos. En cuanto a obsesión, sólo tenía rival en Mira, tan extrañamente dedicada a la invocación como Emella a las espadas.

***

Pasearon, charlando alegremente, hasta que llegaron a la posada. Delante de la entrada había un enorme y luminoso letrero que rezaba EXCESO EPICÚREO en grandes letras. A Mira le pareció un rascacielos. Algo común en su lugar de origen, pero un estilo de construcción poco común en este mundo.

“¡Ah!”

Cuando llegaron a la puerta, por alguna razón, Emella adoptó por reflejo una postura de combate. Curiosa, Mira siguió su mirada. Vio a los compañeros de gremio de Emella, Flicker y Zef. Parecía que ellos también acababan de regresar.

“¡Ooh, hey!” Zef las vio e inmediatamente reconoció a Mira junto a su compañera de gremio. Sonrió inocentemente y saludó con la mano mientras se acercaba trotando.

“¡Es Miwaaa!” Con un extraño grito, Flicker empujó a Zef a un lado y cargó contra Mira, Mira prácticamente podía ver los corazones en sus ojos. Impulsada por la lujuria, cargó hacia Mira a una velocidad pasmosa. Ya no era una maga, era una bestia.

Flicker ya había atacado a Mira muchas veces, pero Emella se había ocupado de ella. Emella seguramente también haría algo esta vez… o eso pensaba Mira.

Emella se colocó en posición de alerta y lanzó un golpe con la mano en el momento justo. Sin embargo, antes de que llegara a la cabeza de Flicker, la maga enamorado esquivó minuciosamente el golpe directo.

Enfrentada a unos reflejos y a una toma de decisiones en fracciones de segundo tan hermosos —y al crudo deseo de Flicker por Mira—, Emella dudó antes de su siguiente ataque.

“¡Aaah, ese es el olor! ¡El almizcle de Mira!” Flicker pasó junto a Emella y abrazó a Mira, hundiendo la cara en el pecho de la invocadora y olfateando profundamente. Sus manos empezaron a recorrer a Mira, y ojos perplejos la observaban desde todas las direcciones.

Sometida a este trato, Mira gritó: “¡Date prisa y haz algo!”

La espadachina golpeó una vez más, esta vez con precisión en la cabeza de Flicker y esta se dejó caer.

***

Trasladaron su reunión al vestíbulo, donde Emella arrojó a Flicker sobre un sofá y apartó la mirada, avergonzada.

“Umm… Perdón por eso.” Según Emella, esta era la primera vez que Flicker estaba tan… obsesionada con alguien. Sus sentimientos por Mira eran cada día más fuertes.

Con una sonrisa irónica, Emella supuso que el poder de su amor le había dado la capacidad de evadir el primer ataque. Mientras hablaba, limpió la baba de Flicker del pecho de Mira.

“Bueno… está bien…” Mira observó a Flicker levantarse como un zombi y suspiró. Si no fuera por su obsesión, sería una persona encantadora.

“Aun así, ha pasado mucho tiempo.” Reflexionó Zef, cambiando de tema. “¡Tremenda coincidencia encontrarte en el borde del continente!”

Distraída por la actitud despreocupada de Zef, Mira ignoró la mirada de Flicker y respondió: “En efecto. Me alegro de que todos estén… ¿tan animados?”

Tras el primer pequeño desastre, los cuatro compartieron un feliz reencuentro. Flicker se mostró inusualmente obediente, quizá porque por fin había recibido una dosis de vitamina Mira. Pero eso no apagó la llama que aún ardía en sus ojos mientras miraba a la pequeña invocadora.

“Ya que estamos todos, ¿qué tal si vienes a comer con nosotros, Mira? El capitán también está aquí.” Ofreció Zef.

Quizás era natural que los encuentros poco frecuentes desembocaran en comidas juntos, pero la mirada desesperada de Flicker parecía demasiado impura. Aun así, encontrarse con amigos en tierras lejanas y disfrutar de su compañía era una de las muchas ventajas de las aventuras.

“Por supuesto. No se tienen oportunidades como está a menudo.” Aceptó Mira con alegría. Además, quería hablar de algo con Cyril.