Sekai Saikou no Ansatsusha (NL)

Volumen 7

Epilogo: Realmente Odiaba a mi Objetivo

Después de usar todos los hechizos de sondeo y análisis que tenía para escanear la zona y eliminar cualquier posibilidad de que Naoise sobreviviera, regresé a los dominios de Gephis. Epona había conseguido alejar a Mina de la ciudad de Geil, y seguían luchando en otro lugar. Caballeros mágicos empleados por la Casa Romalung marcharon hacia la ciudad, aniquilando a los monstruos. Oí que Dia y Tarte los acompañaban y luchaban con ellos. Sin duda, el hecho de que Naoise alejara a la mayoría de las tropas de Gephis convertidas en serpientes ayudó al triunfo de las fuerzas de Romalung. De lo contrario, el enemigo habría sido demasiado fuerte.

Visité el cuartel estratégico establecido por los caballeros para informar de los detalles del plan de Naoise y de que yo le había matado a él y a sus seguidores. Luego fui a la enfermería.

“Necesito tratar mi brazo izquierdo”.

El miembro palpitaba en agonía por las heridas que me infligí para atrapar a Naoise. La Recuperación Rápida sólo aceleraba el proceso de curación natural y no funcionaba con las heridas que no podían curarse por sí solas. La fractura del hombro izquierdo provocada por la espada de Naoise se curaría bien, pero las fuertes quemaduras y la fractura compuesta que dejó la explosión de la Piedra Fahr nunca mejorarían sin tratamiento.

En lugar de confiar en los médicos que tenía a mano, pretendía ocuparme yo mismo de las heridas. Ninguno de ellos podría superar mis conocimientos médicos Tuatha Dé.

Me preparé e invoqué el tesoro divino de mi brazo artificial. Primero, me quité los huesos rotos y produje metal con magia para reforzar y dar forma a los restantes. Después, me arranqué la piel quemada y muerta y me implanté tejido vivo extraído de otra parte del cuerpo. La magia y la Recuperación Rápida lo hicieron posible. Una vez completado el tratamiento básico, me envolví el brazo con cinta especial y creé una escayola de metal para mantener los huesos rotos en su sitio y protegerlos.

Recuperación Rápida se encargaría del resto, probablemente en tres días. Por desgracia, el brazo nunca volvería a ser como antes.

“¡Lugh! ¡Escuché que estabas gravemente herido!” “¡¿Está bien, mi señor?!”

Dia y Tarte entraron corriendo en la enfermería cubiertos de barro y polvo.

“No hay por qué preocuparse. Sólo era mi brazo izquierdo y ya lo he tratado”.

“Menos mal. Todo el mundo estaba asustado por tu lesión cuando llegamos. Me asustó”, dijo Dia.

Tarte frunció el ceño. “Sabía que debería haber ido contigo”.

Dia me abrazó y a Tarte se le saltaron las lágrimas. Verlas alivió un poco mi tensión.

“Yo también estaba preocupado por ustedes dos. Los caballeros de Gephis eran muy fuertes. Me alegro de que estén bien”, respondí.

“Olvídate de nosotras. Tú estás en mucha peor forma”.

“Sí. Por favor, deja los asuntos a los demás y descansa un poco”. Intenté levantarme, pero me empujaron de nuevo a la cama.

“…Déjame ir. Necesito irme después de una hora de descanso. Quiero prepararme”, protesté.

“¿Qué piensas hacer en tu estado?” preguntó Dia.

“Ayuda a Epona contra el demonio serpiente. Todavía están luchando”.

Cualquier batalla en la que participara Epona significaba una destrucción de la magnitud de un desastre natural. Ella y Mina luchaban lejos de la ciudad, pero los sonidos, la luz y el calor de la lucha eran perceptibles desde aquí. Ningún caballero podía ayudar, por muy élite que fuera. Mina parecía igualar a Epona en fuerza ahora que había consumido una Fruta de la Vida. No podía vencerla sola, pero podía inclinar la balanza apoyando a Epona.

“¡No seas absurdo! Confía en Epona y quédate aquí. Sólo serías una carga así”.

“Así es. Nadie puede curar un brazo roto tan rápido. Ni siquiera usted, mi señor. Y puedo decir que has agotado tu maná”.

Ambas estaban muy preocupadas y, sinceramente, también tenían razón.

“Por eso voy a descansar una hora. Es tiempo suficiente para que se cierre mi herida y para que recupere algo de energía.”

Mis huesos rotos necesitaron unos días para curarse, pero estaban a salvo en una escayola. Gracias al injerto de piel, la herida se cerraba y el dolor de las quemaduras disminuía a cada momento.

Dia suspiró. “No vamos a detenerte. Lo veo en tu cara”.

“Quiero saber si Naoise tenía razón, o si fue engañado… Y lo más importante, necesito hacer pagar a Mina”, declaré.

Matar a Naoise fue mi crimen, pero fue ella quien me obligó a ello. “De acuerdo. De acuerdo. Pero tienes que llevarnos contigo”.

“Nos hemos hecho más fuertes. No nos interpondremos en el camino”.

“¿Te das cuenta de para lo que te estás presentando voluntario? Esta es una batalla entre Epona y un demonio que ha dado un paso para convertirse en el Rey Demonio. Será peligroso, incluso para ustedes dos”.

“Créeme, tengo miedo. Pero me he decidido”. “Compensaremos la herida de tu brazo izquierdo”.

Por sus miradas me di cuenta de que estaban decididos, dijera lo que dijera. Probablemente me seguirían si intentaba dejarlos atrás. Y eso era mucho más peligroso que dejar que me siguieran.

Espera, tengo una solución mejor.

“…Dia, Tarte, ¿por qué parecen dispuestas a pelear conmigo?”

Me miraban con recelo, como si esperaran que les atacara. No tenía ninguna posibilidad de darles un golpe. Si lo intentaba, sin duda se llevarían lo mejor de mí, dada mi fatiga y el estado de mi brazo izquierdo.

“Porque te conocemos. Estás pensando en noquearnos y luego irte sin nosotros”.

“Lady Dia tiene razón. Puedes dejarnos inconscientes con un golpe en la barbilla. No seríamos capaces de estar de pie durante tres horas”.

“¿Verdad? Un estallido y el mundo entero da vueltas. Es aterrador”.

Vieron a través de mí. No debería haber usado ese truco con ellos antes. “Bien. Tú ganas. Vamos juntos”, concedí.

Dia sonrió. “Eso es lo que quería oír”. “Voy a por nuestro equipo”, anunció Tarte.

Dia se sentó en mi cama mientras Tarte salía corriendo de la enfermería. Tarte fue a buscar nuestras cosas sola para que Dia pudiera vigilarme. Era inútil intentar detenerlos, así que me acerqué a mi escritorio y cogí una bolsa llena de líquido nutritivo. La vacié y me comí el resto de mi comida en conserva. Cuando terminé, me tumbé, con la esperanza de dormir y recuperarme lo mejor posible.

Dia me dio una palmadita en la cabeza. “¿Por qué haces eso?”

“Porque pareces triste. Parece que pudieras llorar, Lugh”, dijo Dia.

“Maté a un amigo. Claro que estoy triste. No había otra opción, y pensé que había hecho las paces con mi decisión… Pero supongo que no”.

Maté a innumerables amigos en mi vida pasada. Siguiendo órdenes de mi organización, eliminé a cualquiera que nos traicionara. Fueron actos necesarios, y no sentí nada al cometerlos. Esas personas eran meras herramientas. La versión actual de mí nunca podría comportarse así.

“Es natural estar triste. Sé que fue duro para ti, Lugh”.

Dia volvió a acariciarme la cabeza. Sentí que mi pena disminuía, pero me sentí culpable por ello.

“Descansa. Me quedaré a tu lado”. “…Gracias. Es un verdadero consuelo”.

Cerré los ojos al calor del cuerpo de Dia. Obligaría a Mina a confesarlo todo. Luego la mataría. Tal era mi deber como noble asesino. Mi trabajo era eliminar todas las amenazas al reino, pero esta vez… realmente odiaba a mi objetivo.

-FIN DEL VOLUMEN 7-