Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 23

Capítulo 4: Bautizo

Parte 2

Bueno… todavía no.

Regresamos a la fortaleza flotante a través de magia de teletransportación. Justo cuando sentimos que finalmente podíamos relajarnos y regresar a casa, Perugius nos ordenó que fuéramos hacia la sala del trono una última vez.

Roxy no lo tuvo permitido debido a ser un demonio, así que ella se fue a casa antes. Consideré también enviar a casa a Sylphie, pero ella aparentemente tenía otras ideas, así que se quedó conmigo. Eris se posicionó detrás de mí con sus brazos cruzados. Ella estaría ahí sin importar lo que pase.

Estábamos de pie frente a los doce espíritus y Perugius.

“Creo que nos hemos desviado lo suficiente. Es hora de hablar del asunto real,” anunció Perugius mientras se sentaba imperiosamente en el trono de la fortaleza flotante.

¿Asunto real? ¿Había un asunto real que atender?

Ah, ya veo. Perugius debe haber tenido otros asuntos además de solo mi hijo. Supongo que quería algo más.

“Rudeus Greyrat.”

Él miró abajo hacia mí con una mirada severa, muy diferente a la que me había mostrado antes. ¿De qué se trataba? ¿Qué hice?

“Escuché que has formado una alianza con Atofe.”

Ah, eso… Sí, Perugius no estaba en buenos términos con Atofe. Tal vez debí haberlo puesto al tanto antes de hacer un trato con ella.

“Dejando de lado la futura batalla con Laplace, ¿por qué hablarías con una mujer como ella sin consultarme?”

“Bueno, verá, yo—”

“Pero es algo que dejaré pasar. Puedo soportar la indignación en vista de la determinación que mostraste antes. Ya es agua bajo el puente. Después de todo, yo siempre tuve la intención de luchar contra Laplace por mi cuenta.”

¿Entonces estábamos bien? “Hay un asunto más.”

Perugius señaló algo con un movimiento de su mentón, y una solitaria chica dio un paso al frente. Ella era una chica de alrededor de dieciséis años de edad usando una máscara blanca. Era una chica que, con el paso del tiempo, no envejecía. Ella ahora se veía más joven que Sylphie y yo.

Nanahoshi Shizuka. La chica dentro de los doce familiares dio un paso al frente y se quitó su máscara. Luego, con una expresión de sentimientos encontrados, dijo, “Completé el círculo mágico para regresar a casa.”

“Ya veo. Al fin, ¿eh?”

La respuesta vino de Orsted, quien parecía haberse materializado de la nada detrás de mí. Nanahoshi miró hacia Orsted mientras apretaba un puño frente a su pecho.

“Sí. Orsted… Después de todo este tiempo…Aunque podría no ser perfecto.” “Buen trabajo.”

Orsted habló de corazón. Solo fueron un par de cortas palabras, pero su brevedad enfatizaba que claramente venían de su corazón.

“Sí… ¡Sí!”

La voz de Nanahoshi se quebró. Su rostro se retorció para detener las lágrimas que estaban a punto de fluir; ella miró hacia arriba por un breve momento para contenerlas. Diablos, casi me hace llorar también.

El círculo de teletransportación hacia otro mundo. Lo que Nanahoshi había soñado todo este tiempo.

Regresar a casa era lo único por lo que se esforzaba. Ella extrañaba su hogar con toda su alma. Nanahoshi había ido de una idea a una teoría, a un fallo, y luego hacia otra idea. Una vez que ella finalmente tuvo una comprensión completa de la teoría, tuvo que hacer de esa tecnología una realidad, puliendo sus habilidades ingenieriles con experimento tras experimento.

Habían pasado casi cinco años desde que Nanahoshi comenzó a recibir clases bajo la tutela de Perugius. Ciertamente fue hace mucho tiempo. Y ahora, ella finalmente lo completó…

“Rudeus, siento molestarte cuando tienes tanto que hacer,” dijo Nanahoshi.

“Ah, no. De hecho, yo debería disculparme por hacerte esperar todo este tiempo…”

¿Entonces Nanahoshi fue quien me llamó aquí? ¿Y esperó todo este tiempo sin quejarse?

¿Incluso aunque acababa de terminar el trabajo de su vida? “No te preocupes. Además, um, felicidades. Por el bebé.” “Muchas gracias.”

“De hecho, estaba un poco sorprendida. Supongo que tenías un montón de cosas que considerar…”

Considerar, ¿eh…? No estaba seguro de ser del tipo que consideraba cosas. No muchas cosas de las que atravesaban mi mente podían ser calificadas como un pensamiento.

“Voy a necesitar una cantidad enorme de poder mágico para el experimento final. Sé que tienes muchas cosas que hacer, pero, por favor, ¿podrías ayudarme?”

Nanahoshi bajó su cabeza hacia mí, así como así. Había una llama en sus ojos; ella sabía que este era el último paso, que el objetivo estaba a su alcance.

“Por supuesto.”

“Esto podría tomar uno o dos meses. ¿No hay problema con eso?” “Creo… que no.”

Un mes, ¿eh? Yo tenía razones para rehusarme, pero no el derecho de hacerlo. Quería pedir si podía esperar hasta derrotar a Geese, pero no era lo suficientemente imbécil como para decirlo en voz alta. Nanahoshi ya había esperado suficiente.

“Te lo agradezco mucho,” dijo Nanahoshi, bajando su cabeza una vez más.

Ella justo en ese momento miró de casualidad hacia Sylphie. La madre cuyo rostro todavía estaba nublado de inquietud. Nanahoshi se acercó a ella y susurró algo en su oído. Una descarga recorrió el cuerpo de Sylphie, después de la cual se dio la vuelta hacia Nanahoshi con una mirada atónita en su rostro. Nanahoshi asintió. Sylphie miró hacia mí y luego asintió en respuesta.

“Muy bien, vamos hacia el círculo de teletransportación.”

No tenía idea de lo que habían discutido, pero Nanahoshi declaró que era hora de moverse.

***

Sylphiette

Creo que terminé atrapada dentro de mi propia cabeza.

Me preocupé demasiado, me convencí de que tenía que resolverlo todo sola, y me abrumé hasta quedar de alguna forma paralizada… Pero si me hubiese detenido a pensarlo, me habría dado cuenta de que ya no estaba sola. Tenía una familia en la cual apoyarme. Rudy puede haber estado bromeando en ese momento, pero sí dijo algo sobre cuidarse entre todos como hermanos.

Yo nunca tuve hermanos, pero Sieg sí. Lucie se estaba esforzando al máximo para ser una hermana mayor confiable. Era difícil decir que confiaba en ella, ya que todavía era solo una niña, pero tenía la sensación de que ella crecería para convertirse en alguien en quien podría confiar. Aunque saber que tenía mi sangre en sus venas me hacía dudar un poco…

Ars y Lara también crecerían algún día. Sieg no estaría solo.

Yo tenía apoyo fuera de mi familia. Nanahoshi me dijo que, si alguna vez me preocupaba algo, podía ir a hablarlo con ella. No esperaba escuchar algo así de ella, así que me sorprendió un poco. Si iba con Ariel, o Luke, o Zanoba, o Cliff, ellos también escucharían mis preocupaciones.

Yo siempre creí que el cambio de color de mi cabello me dio una excusa cobarde para huir de ello, y una parte de mí pensaba que las personas como Ariel y Luke nunca se habrían hecho mis amigas si mi cabello hubiese permanecido verde, pero ahora, sabía que nada de eso era cierto, que de seguro se habrían convertido en mis amigos de todas formas. Tal como lo hizo Rudy hace todos esos años.

Bueno, sí, ellos podrían haber estado un poco más sorprendidos al principio. Tal vez habrían armado un alboroto sobre mi cabello, mi ascendencia demoniaca, sobre que de seguro era una Superd. Sentía que, a pesar de todo, nosotros de seguro habríamos llegado a la misma relación que teníamos ahora.

De seguro Sieg podría hacer esa misma clase de amigos. De la forma en que yo hice amigos cuando Rudy me enseñó cómo en mi infancia. Era por eso que debía dejar de sumergirme en esas preocupaciones. Yo misma le enseñaría esas cosas a Sieg.

Mientras ese pensamiento atravesaba mi mente, miré arriba para ver la espalda de Rudy mientras él caminaba frente a mí.

“…”

Por alguna razón, decidí agarrar el borde de su manga.

Rudy se dio la vuelta. Él tenía la misma mirada de siempre; una gentil, pero al mismo tiempo de disculpa y preocupada. Supongo que yo le provoqué eso.

“Rudy.”

Él se dio la vuelta cuando dije su nombre, y le señaló a los demás que se adelantaran usando sus ojos. Todos se fueron, y una vez que estuvimos solos, Rudy envolvió sus brazos alrededor de mis hombros y me abrazó. De una forma gentil y suave para no aplastar a Sieg, el cuerpo delgado, pero musculoso de Rudy envolvió al mío. Su armadura le daba una sensación un poco rígida, pero me reconfortó.

“Rudy… Lo siento mucho. Hice que te preocuparas demasiado. Vi su cabello verde, y eso me hizo recordar mi pasado. Pensé sobre aquello, sobre lo que provocaría. Pensé que, tal vez, este niño no tendría un lugar en este mundo…”

“No es tu culpa. Todos se preocupan por algo a veces. Y oye, yo también tengo la culpa por olvidar pensar en un nombre.”

“Sí… Pero, además, tú últimamente solo has estado viajando con Roxy y Eris, ¿cierto?

Sentí que tendría que proteger a los niños yo sola…” “¡Eso no es cierto en lo absoluto!”

La fuerza de su negación me sorprendió un poco, pero debí haberlo esperado. Rudy obviamente diría eso, ¿no?

“Sí. Lo sé. Lo sabía, pero lo olvidé. Lo siento.” “Er, no. No tienes que disculparte.”

“Tuve un momento de debilidad.”

Acaricié la cabeza de Sieg. Él había estado dormido ya por un tiempo. ¿Cuándo se había quedado dormido?

Este viaje me hizo pensar que Sieg no era tan frágil como creía. No en términos de su poder o su salud. Más bien, su espíritu era demasiado fuerte.

“Todo está bien ahora. Creo que verte durante el viaje me consoló. Me hizo recordar que tú nos protegerías con tu vida.”

Rudy sonrió. Había duda en su rostro, como si creyera que ningún aspecto suyo pudiera traer consuelo. Pero Rudy aceptó las cosas de forma natural. Cuando Sieg nació con el cabello verde, él no perdió la calma ni nada parecido. Incluso miró hacia Perugius-sama con valentía. Yo estaba segura de que él habría hecho lo mismo si cualquiera de los otros niños enfrentara esa misma clase de peligro.

“Bueno… Sylphiette.”

Rudy en ocasiones me llamaba por mi nombre completo. Él usualmente lo hacía por una de dos razones; ya sea quería pedir algo sucio, o disculparse.

“¿Qué sucede, Rudeus?”

“Sabes, estás en tu derecho si te enojas conmigo por olvidar el nombre del bebé. ¿Bien?”

“¿Eh? Pero yo en realidad no estaba enojada… Si tuviera que describirlo, estaba más bien decepcionada y desconcertada…”

Comencé a ponerme nerviosa mientras respondía. Bueno, cuando escuché que Rudy había olvidado pensar en un nombre, todo lo que pensé fue que mi hijo podría no ser amado por Rudy o cualquier otro en el mundo. Cuando le expliqué eso a Rudy, él se puso tan blanco como un papel. Fue un gran shock… Ah, pero es cierto. Tenía sentido. Estar decepcionada sin estar enojada debe haber sido incluso más doloroso para él.

“Ah… ya veo. Entiendo, estaré enojada la próxima vez. ¡No vuelvas a olvidarme a mí o a ninguno de nuestros hijos, Rudeus!”

“Sí, señora.”

Rudeus asintió. Él se veía un poco avergonzado.

Rudy se veía muy lindo en momentos como este. Él también se veía así cuando me quitó la ropa cuando creía que yo era un niño… ¡Ooh, recordar eso me hace sentir muy avergonzada! Ya sé que éramos niños en ese momento, y que nos habíamos visto desnudos muchas veces desde entonces, pero…

“Es hora de irnos. Tienes que ayudar a Nanahoshi, ¿cierto?” “Sí… Por cierto, ¿qué te dijo hace poco?”

No fue nada importante. Solo que ella me escucharía si yo necesitaba hablar. Las personas lo decían todo el tiempo.

“Es un secreto.”

Pero lo mantendría en secreto. Me sentía feliz de que Nanahoshi hubiese susurrado en mi oído, no en el de Rudy.

Sonreí. Cuando lo hice, Rudy sonrió de vuelta.

“Oye, Rudy,” dije, incapaz de contener mi alegría. “Estuve un poco ida durante este viaje, y por eso los preocupé a todos. Cuando todos los niños hayan crecido, y una vez que las cosas se hayan calmado un poco… Bueno, falta mucho tiempo para eso. Pero cuando eso ocurra, vamos todos en otro viaje juntos.”

“Sí,” respondió Rudy mientras asentía firmemente.

Nos quedamos juntos por un tiempo, solo mirándonos a los ojos. Yo cerré mis ojos por capricho, y Rudy aprovechó la oportunidad para darme un beso gentil. Cuando los volví a abrir, me sentía tan avergonzada, pero al mismo tiempo tan feliz, que mis labios se curvaron para formar una sonrisa involuntaria.

“Vamos.”

“Sí.”

Asentí, y me apresuré para alcanzar a los demás. Justo al lado de Rudy.