Genjitsushugi Yuusha No Oukoku Saikenki

Volumen 17

Capítulo 4: Durante el Banquete Gaudí

Parte 2

También ese mismo día, Valois, capital del Reino de Euforia, estaba en medio de sus propias festividades. La reina Juana y el primer ministro Hakuya se casaban.

Hakuya se casaría con su familia como consorte real, por lo que su nombre sería Hakuya Euphoria a partir de ese día.

Justo cuando la ceremonia estaba a punto de comenzar, Jeanne, que llevaba el tradicional vestido de novia imperial, sonrió a Hakuya mientras éste se

encontraba a su lado.

“A ti también te queda bien el blanco”, comentó. “Aunque me cuesta calmarme.”

El Primer Ministro de la Túnica Negra normalmente vestía de negro, como era de esperar por su apodo. Pero obviamente no podía ir de negro a su propia boda, así que iba vestido con un esmoquin blanco puro.

Jeanne rodeó con su brazo a Hakuya mientras se asomaba torpemente, y luego apoyó la cabeza en su hombro.

“¿Cuántas veces he soñado con este día? Pensé que nunca sería más que un sueño.”

Hakuya puso suavemente su mano sobre la de Jeanne y dijo: “A mí me pasó lo mismo. He anhelado el día en que pudiera estar contigo así.”

“Ah, ja, ja… ¡Pero nunca pensé que sería una reina cuando sucediera!” “En eso también tengo que estar de acuerdo.”

Mientras los dos se reían de ello, Trill intervino, indignado por este despliegue de sacarina. “Um… ¿Podrían dejar esas cosas para más tarde? Ya saben, en su tiempo libre, cuando la ceremonia haya terminado.”

Eso hizo que los dos volvieran a sus cabales, y se separaron rápidamente.

Trill se aclaró la garganta con fuerza en un intento de seguir adelante, y luego se levantó las esquinas de la falda e hizo una reverencia. “Felicidades. Hermana mayor Jeanne, hermano mayor Hakuya.”

“Sí. Gracias, Trill.”

“Gracias, Lady Trill.”

Una vez que los dos le dieron las gracias, Trill levantó la vista y sonrió. “Hermano mayor, por favor, cuida de la hermana mayor por mí.”

“Sí. Por supuesto que lo haré.”

“Cuando se enfade, intenta calmarla, ¿de acuerdo?”

“Sí”, respondió él por reflejo. Después de un momento, murmuró: “¿Hm?” Trill se rió.

“A partir de ahora, cuando cause un problema y la hermana mayor me dé problemas por ello, vendré corriendo a pedirte protección. Protegerás a tu querida cuñadita, ¿verdad?”

“¡Trill!” gritó Jeanne, haciendo que Trill se escondiera rápidamente detrás de Hakuya.

“Mira, ahora te toca a ti, hermano mayor.”

“¡Espera, Trill! ¡No es justo que uses a Sir Hakuya como escudo!”

“Por Dios…” Hakuya gimió, atrapado entre dos de las hermanas Euphoria.

Había tenido muchas oportunidades de ver a Souma siendo atropellado por sus prometidas (ahora esposas) cuando estaba en el Reino de Friedonia. De haber sabido que él mismo se enfrentaría a esto, debería haber aprovechado su estancia en Friedonia para aprender cómo Souma manejaba las disputas familiares.

Hakuya lamentaba el hecho de no haberlo hecho ahora.

***

La historia vuelve ahora a Parnam en el Reino de Friedonia…

Mientras varios vasallos celebraban sus bodas en la ciudad, Souma, Yuriga y María celebraban su ceremonia en el castillo. La sala de audiencias había

sido decorada para la ocasión, y vasallos como Excel y Castor se alineaban a ambos lados de la alfombra roja que conducía desde la entrada hasta el trono.

Mientras la banda tocaba, María y Yuriga caminaban en silencio por aquella alfombra envuelta en vestidos de novia. El paso de María era elegante y

seguro, mientras que el de Yuriga era rígido y tenso. Era difícil culparla, dado que esto se estaba transmitiendo a todo el país.

El rey Souma y la primera reina primaria Liscia estaban sentados en los tronos hacia los que se dirigían. Junto a ellos estaban el Primer Ministro en funciones Ichiha y la futura chambelán Tomoe, que acababan de anunciar su compromiso al público.

Al ver que Tomoe se reía de lo tensa que parecía, Yuriga frunció los labios, irritada. Ese enfado le dio el valor, falso o no, de hinchar el pecho con orgullo, y eso la ayudó a soltarse.

María y Yuriga se dirigieron hacia donde estaba Souma, y luego ambas se arrodillaron. Cuando lo hicieron, Souma y Liscia se levantaron de sus tronos.

Souma bajó los escalones para caminar delante de ellas. Liscia recibió primero las dos tiaras que las marcarían como reinas de manos de Tomoe, y luego se colocó junto a Souma. Entonces Souma habló.

“Madame María del Reino de Euphoria y Madame Yuriga Haan del Imperio del Gran Tigre de Haan, les doy la bienvenida como reinas de este país. A través de esta ceremonia, espero forjar una amistad eterna entre nuestras naciones.”

“”Sí””, respondieron María y Yuriga, inclinando la cabeza al unísono.

Souma tomó las tiaras de Liscia y las colocó en sus cabezas como prueba de su condición de reinas. Durante la primera boda con Liscia y las demás, se habían besado en este momento, pero esta vez se había omitido. Esto se debió a que se estaba enfatizando el significado diplomático de esta

ceremonia por encima de su carácter de boda. No se sabía cómo podría actuar el Imperio del Gran Tigre en el futuro, así que intentaba ser

considerado con la delicada posición en la que podría encontrarse Yuriga.

Una vez concluida la ceremonia, Souma y Maria se situaron uno al lado del otro en el balcón con la joya de la transmisión. Hicieron una exhibición que indicaba a la multitud reunida y a los que veían la transmisión que acababa de celebrarse una boda, y que ésta reforzaría la coordinación entre el Reino de Friedonia y el Reino de Euphoria. Una vez que vieran la apacible sonrisa en el rostro de María, los que la querían y respetaban en el Reino de Euphoria también se sentirían tranquilos.

“Ah, claro, tú también trabajaste como lorelei, ¿no es así, María?” preguntó Souma en voz baja mientras saludaba a la gente. María ladeó la cabeza, interrogante.

“Sí, lo hice. ¿Por qué lo preguntas?”

“Bueno… Yo también lo pensé cuando me casé con Juna, pero tus fans masculinos me van a odiar, ¿eh? Me los imagino haciendo cientos de muñecos de paja ahora mismo…”

“¿Por qué harían eso?”

“Se utilizan en una maldición de mi viejo mundo.”

“Oh, ese tipo de cosas”, dijo María con una risa alegre. “Supongo que lo que pasa, pasa. Intenta aceptarlo como lo que es.”

“Lo dices como si no fuera tu problema…”

“Bueno, eres tú quien me ha robado, el objeto de sus afectos.” Con eso, María le dio un beso a Souma en la mejilla.

El público que observaba desde abajo del balcón estalló en aplausos al ver a los recién casados mostrando claras muestras de afecto. La joya también lo había captado todo y lo había transmitido a las plazas de las fuentes de

ambos países.

Souma se quedó sin palabras por un momento. Con una sonrisa de oreja a oreja, dijo: “Creo que acabas de aumentar el número de muñecos de paja a la mitad.”

María se rió a carcajadas.

***

Mientras el Reino de Friedonia estaba de fiesta, Ciudad Zem, la capital del Estado Mercenario, estaba en llamas.

Los mercenarios fueron acorralados en el coliseo — asalto por el pueblo llano, blandiendo aperos de labranza y cuchillos de cocina en lugar de armas adecuadas. Ni siquiera los mercenarios, que confiaban en sus habilidades, pudieron hacer frente a estos números. Está claro que también había algunos combatientes experimentados en la turba, por lo que fueron cayendo uno tras otro.

“¡Es hora de cambiar este país desde la base!”

“¡Muestra a los mercenarios opresores nuestra ira!” “¡El Emperador Fuuga Haan está con nosotros!”

Parecía que la fuerza hacía el bien en este país, pero la ira reprimida del pueblo estalló, haciendo que se levantara en rebelión. Sin embargo, estaba

claro que el Imperio del Gran Tigre de Haan — es decir, el asesor de Fuuga, Hashim — estaba maquinando en las sombras.

Todo comenzó con la retirada no autorizada de los mercenarios de Zemish durante la guerra con el Gran Imperio del Caos.

Hashim los denunció una vez finalizado el conflicto y colaboró con Moumei, que actuaba como Rey Mercenario, para perseguirlos por

deserción. Los mercenarios, que odiaban estar restringidos como norma general, se opusieron a esto y se refugiaron en ciudades clave para resistir a las fuerzas de Fuuga. Esta gente había vivido de la fuerza de sus armas todo este tiempo. Cuando los mercenarios se atrincheraron para resistir, no fue porque tuvieran la intención de proteger el país o la tierra. Si las cosas se torcían, probablemente pensaban que podrían huir, posiblemente incluso fuera del país para convertirse en aventureros en el peor de los casos.

Pero sus planes mal concebidos nunca funcionarían contra el frío y calculador Hashim, por supuesto. Había chispas para el conflicto.

Este país fue fundado por mercenarios. La fuerza lo era todo aquí, pero los débiles y los oprimidos existían, y tenían sus quejas con los mercenarios. El anterior rey de los mercenarios, Gimbal, había sido un monarca con talento, y había gestionado a sus mercenarios de forma que no se manifestara el resentimiento de la población. Tras su derrota ante Fuuga, Gimbal fue destituido del trono y se retiró. Fue entonces cuando Hashim comenzó a incitar al pueblo, que se encontraba en una posición débil.

“¡Los mercenarios se jactan de su fuerza y desprecian a los débiles, pero vean cómo huyen cuando la batalla se vuelve contra ellos! ¡Pueblo de Zem!

¡¿Cuánto tiempo han dejado que estos hombres los opriman?! ¡Con Fuuga Haan como su protector, deben aplastar el sistema de este país y dejar que nazca de nuevo!”

Este poderoso discurso agitó a la gente común. Hashim había convertido el problema del Imperio del Gran Tigre con los mercenarios zemish en un problema interno de Zem, lo que llevó a que los mercenarios y el pueblo se enfrentaran. Incluso después de que los mercenarios se atrincheraran en ciudades clave, los que los mantenían eran la población civil,

abrumadoramente mayoritaria. Los mercenarios zemish se vieron asaltados por el pueblo dentro de las ciudades que intentaban mantener.

El antiguo rey Gimbal, que decidió no ponerse del lado de los mercenarios que habían confiado en él, fue otro factor.

Los mercenarios le habían pedido que levantara la bandera de la rebelión contra el Imperio del Gran Tigre, pero él se negó, diciendo que estaba retirado. Siempre había gobernado con políticas que favorecían al pueblo, así que no tenía motivos para ponerse del lado de los mercenarios que sólo trabajaban por su propio interés.

Gimbal estaba ahora bajo la vigilancia de los agentes de Moumei y bajo

arresto domiciliario en su pequeña cabaña en las montañas, pero en esencia era un retiro pacífico. Ello se debía a que Moumei respetaba los logros de Gimbal, y dispuso que pudiera vivir sin inconvenientes.

Y ahora Ciudad Zem, el último bastión de los mercenarios, estaba a punto de ser liberada.

“¡Enfrenta nuestra ira de muchos años!” “¡Eek! ¡Aléjense! ¡Aléjenseeee!”

Irónicamente, el lugar donde la interminable horda de plebeyos había

acorralado a los mercenarios era el coliseo que era el símbolo de esta misma ciudad. Aquí, en el lugar donde muchos habían ganado la aclamación y muchos más habían sido deshonrados como perdedores, los mercenarios

cayeron uno tras otro.

Naturalmente, Hashim no dejó esto enteramente en manos del pueblo, ya que habían sido infiltrados por las élites y mercenarios del Imperio del Gran Tigre que apoyaban a Fuuga para asegurarse de que los mercenarios fueran aniquilados.

En su estado de agitación, el pueblo fue brutal, destrozando a los mercenarios caídos, hasta el punto de que ya era difícil saber qué partes habían pertenecido a quién. Cuando el pueblo recobró el sentido común, los cuerpos fueron enterrados en un cementerio cercano al coliseo y se celebró un servicio conmemorativo, pero eso no fue un consuelo para los mercenarios.

Habiendo perdido a los mercenarios que eran fundamentales para su defensa nacional, el pueblo se dirigió a Fuuga Haan en busca de protección. Fuuga

aceptó su petición, anexionando el país y nombrando a Moumei como gobernador de la región de Zem.

Y así, el Estado Mercenario Zem desapareció del mapa.

Mientras tanto, en el Estado Papal Ortodoxo Lunarian se estaba produciendo otro alboroto…

Los partidarios de la línea dura — que habían estado ejecutando a los moderados en nombre de Lunarina por querer distanciarse de Fuuga — se habían fracturado en dos facciones.

Un bando era la facción del Papa, que quería que Fuuga se subordinara a su autoridad religiosa. El otro bando era la facción de los santos, centrada en

Anne. Ellos creían que, como rey santo, la voluntad de Fuuga era la voluntad de Dios, y que debían servirle mientras difundían la palabra.

Sin embargo, esta desavenencia se resolvió fácilmente. Esto se debió a que la facción del santo contaba con el respaldo militar del Imperio del Gran Tigre. Tan pronto como comenzó el conflicto, el papa fue puesto bajo la

custodia del Imperio del Gran Tigre.

En el capítulo 6 de El Príncipe , Maquiavelo dijo: “Si Moisés, Ciro, Teseo y Rómulo hubieran estado desarmados, no habrían podido imponer sus

convicciones por mucho tiempo.”

Maquiavelo también observó que, como Girolamo Savon¬arola — que incitó al pueblo a expulsar a los Medici de Florencia y la gobernó durante un tiempo — carecía de armas propias, no tenía forma de preservarse una vez que su popularidad se desvaneció, por lo que se perdió entre las llamas.

La facción del Papa corrió la misma suerte que Savonarola.

El antiguo papa fue encarcelado, y finalmente “murió por causas indeterminadas” a manos de Hashim. ¿Fue veneno, o fue arrojado a la muerte? Los restos de su facción corrieron la misma suerte que los moderados. Fueron marcados como herejes y quemados en la hoguera.

El pueblo del Estado Papal Ortodoxo observó en silencio cómo los herejes eran quemados en la plaza del pueblo. El pueblo era obediente a la iglesia, y eso no cambió cuando los altos mandos fueron reemplazados por miembros de la facción santa. Aunque los antiguos jerarcas que habían declarado herejes a sus nuevos lores estuvieran ahora atados a troncos mientras los quemaban vivos, el pueblo no dudaba de que se estaba haciendo lo correcto.

Anne observó en silencio el desarrollo de los acontecimientos desde lo alto.

Era como si quemara a los herejes en su memoria. Cuando las llamas se

extinguieron y los herejes ya no existían, toda la luz había desaparecido de sus ojos. La chica había matado su corazón en nombre de su deber como

santa.

Y así, aunque el Estado Papal Ortodoxo seguiría existiendo como país, sería gobernado directamente por el Reino del Gran Tigre. Durante el llamativo banquete, el mundo estaba cambiando rápidamente.