Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 10

Capítulo 4: El Planeta, El Recipiente Y El Oratorio Del Alma

Parte 3

El palacio Nebulis, bajo tierra.

Hasta hace unos minutos, esto había sido un lago subterráneo. El manantial que una vez se desbordaba se había secado y convirtió el lugar en nada más que una cueva subterránea de roca áspera expuesta.

Y en ese espacio…

―¡Vamos, Fundadora! ―Alice gritaba tan fuerte que se le secó la garganta.

No podía ver a la Fundadora por ninguna parte, pero sabía que su voz tenía que llegar al exterior. Sus alrededores estaban oscurecidos por una barrera que parecía una cortina negra.

―¡Sé que está ahí! Déjeme salir. Déjeme salir de esta barrera asquerosa.

Cuatro espirales negras se elevaban desde el suelo. La luz negra emitida por las puntas de esas estructuras se había extendido a su alrededor como una cortina, aislándola del entorno en el que se encontraba.

Fue capturada por completo.

…¡¿Llamó a esto la Barrera de la Lectura?!

…No puedo creer que absorba energía astral. ¡Esto es una crisis!

En cuanto a las torres que formaban la barrera, aparentemente absorbían todo el poder astral, sin importar lo fuerte que fuera. Era la peor pesadilla de un mago, en cuanto a prisiones se refiere.

…Y me siento extrañamente mareada.

…Quedarme aquí me está poniendo en peligro. Está afectando a mis sentidos.

Necesitaba salir de allí lo antes posible.

―Ice Calamity- ―Alice levantó su mano derecha, apuntando hacia la cortina de luz―. ¡Ice Calamity-Ventisca de Mil Espinas!

Cientos de cuchillas de hielo aparecieron, desde el suelo que ella pisaba y desde el aire. Las dagas que Alice había creado a través de su poder astral dirigieron sus puntas hacia la barrera negra.

―¡Perfora!

A su orden, todas las cuchillas apuntaron a la cortina y se dispararon. Eran como una ametralladora. Los fragmentos de hielo perforaron la barrera como una densa lluvia de balas.

Cada uno de ellos se desvaneció instantáneamente.

―¿Pero…? ―gritó.

No pudo evitar sentirse alarmada después de saber que se trataba de una prisión que podía sellar el poder astral. ¿Podría ella misma quedarse sin poder tan fácilmente? Sus poderes astrales desaparecieron en cuanto tocaron la barrera, como la nieve que se derrite al sol.

Esta prisión era, sin duda, la peor pesadilla de un mago astral.

―…¿Realmente no puedo hacer nada? ―murmuró inconscientemente.

Sus palabras resonaron en el espacio aislado.

―¡Esto no es una broma!

Se reprendió a sí misma por haber estado a punto de perder el ánimo y caer de rodillas mientras fijaba su postura para permanecer a su máxima estatura.

Para que Alice tenga una crisis mental…

Ese era quizás el objetivo de la Fundadora, al menos.

…Es cierto, Alice. Ya lo sabías. Te preparaste para esto.

…¡Estás tratando con la Venerable Fundadora!

Ella sabía que nunca sería capaz de alcanzar el nivel de la antigua maga, incluso si utilizaba todas sus habilidades. Se trataba de la Gran Bruja. Y si Iska no hubiera estado a su lado en ese momento, cuando estaban cerca de la ciudad neutral Ain…

…Si él…

……no hubiera estado allí, no habría ganado…

.    ¿Entonces qué pasa ahora?

.     Si él no está aquí, está bien si pierdo, ¿es eso?

Pero era lo contrario.

Tenía que enfrentarse a la Fundadora ella sola porque él no está aquí. Si realmente se había preparado para eso, no podía negarse ahora.

―…Y qué si tienes cien años. ¿Y qué si eres la maga astral más fuerte?

¡Porque no lo eres! Sólo eres una mocosa descarada. Apretó los puños.

Apretó los dientes traseros y golpeó la barrera ante sus ojos.

―¡Será mejor que no me subestimes!

En la caverna subterránea, la Fundadora Nebulis miraba distraídamente la barrera negra.

―…Al final, todo lo que hice fue imitar a los Astrales. Está lejos de ser perfecta.

La barrera tenía un defecto. Aunque podía ser invencible contra los magos astrales, había una debilidad fatal. Sin embargo, no era particularmente relevante para la princesa que estaba actualmente encarcelada dentro de la jaula.

Si era aplicable a alguien, ese sería el espadachín imperial que estuvo con Alice en la ciudad neutral de Ain.

“No sé cómo las adquiriste, pero esas no pueden ser usadas por nadie excepto Crossweil”.

“¡¿Crossweil?! …Ese es el nombre de mi maestro”.

Crossweil Nes Lebeaxgate, el primer maestro de las espadas astrales-el nombre era simplemente un juego de palabras inventado.

Su verdadera identidad era la de Crossweil Gate Nebulis, su tonto y loco hermano menor.

La Fundadora comenzó a hablar para sí misma en voz baja. Dirigiendo sus palabras hacia su hermano, que había tomado un camino diferente hacía un siglo.

―Crossweil… ¿por qué regalaste tus espadas astrales a un completo desconocido? Son nuestra arma secreta para ayudar a restaurar el planeta. Tú fuiste quien me lo dijo.

Las dos espadas no eran realmente espadas. Eran recipientes con forma de sable, necesarios para restaurar todos los poderes astrales en el núcleo del planeta.

Entonces, ¿por qué las regaló? ¿Cuánto potencial había visto en ese chico imperial?

―Bueno… nada bueno saldrá de pensar en ello.

Era inútil discutirlo. Su hermano y el espadachín imperial no estaban aquí. Sólo estaba la princesa, flotando en la jaula de poder astral. Y ella nunca podría romper la prisión.

―Estoy segura de que no tienes más que pensamientos lúgubres en tu cabeza ―dijo mientras miraba fijamente la barrera negra.

La princesa intentaba desesperadamente pensar en una forma de escapar. Probablemente se preguntaba si había un límite para la energía que la barrera podía contener. O que pudiera soportar.

Y la respuesta a ambas cosas era un no rotundo.

No importaba cómo Alice la atacara, la barrera negra nunca se derrumbaría.

―¿Entiendes? Tus intentos son inútiles.

Además, estar en la prisión distorsionaría la concepción del tiempo de cualquier humano. Para la princesa, probablemente se sintió como si hubieran pasado decenas de horas. Ya debería haber ideado y fracasado muchos planes, dándose cuenta de que era inútil.

Era tiempo más que suficiente para doblegarla.

―Puedes mirar desde ahí, chica.

La fundadora se dio la vuelta. Miró hacia arriba, en dirección al Imperio.

―Voy a ir al Impe-

―Dije que nunca la dejaría.

Crack…

Detrás de la Fundadora Nebulis, se formó una gigantesca fisura en la cortina.

Oyó cómo se rompía. Cuando se dio cuenta de que algo iba mal, la Fundadora giró hacia atrás y fue testigo de cómo la barrera se rompía en pedazos como el cristal.

―…Imposible.

Tragó saliva. Creía que era irrompible. Al menos no podía romperse desde dentro. No debería haber ningún poder astral que un mago pudiera utilizar contra la barrera, ya que lo absorbería todo.

―Niña.

―…Uh…tsk… ¿Cómo estuvo eso? ¿Ya está asustada…?

La princesa ni siquiera tenía fuerzas para seguir de pie. Alice se arrastró lastimosamente por el suelo sobre sus rodillas, pero aun así, sonrió con valentía mientras miraba a la Fundadora Nebulis.

―…¿Quién dijo que… no puedo hacer nada sin poder astral?

―¿Cómo te escapaste?

La Fundadora entrecerró los ojos. Miró a Alice, que se agarró a la pared para levantarse.

―No puede ser…… ―Los ojos de la Fundadora se detuvieron en las manos

de Alice. Su piel estaba rota y ensangrentada―. ¿Así que la atravesaste?

―Sí. Le di un buen golpe con mis puños. No pude atravesarla con mi poder astral, así que tuve que usar mi propio cuerpo.

La mujer luchó con todas sus fuerzas.

Las cuatro agujas sostenían la jaula. Si alguna de ellas se dañaba, la barrera se destruiría. Como el poder astral de Alice se había vuelto ineficaz, no tuvo más remedio que derribarlas usando la fuerza física.

―No estoy segura de si eres una auténtica idiota o una auténtica genio.

…Uf.

Era la primera vez que la Fundadora Nebulis suspiraba.

―Si el poder astral no funciona contra eso, lo único que hay que hacer es destruirlo con las manos. Pero un poderoso mago astral no llegaría simplemente a esa conclusión. Ya que, después de todo, han confiado en el poder astral desde su nacimiento.

―Sí, es cierto… ―dijo Alice―. Me perdí en la oscuridad por un momento.

Apoyó una mano en la pared y se levantó. Sus hombros subieron y bajaron mientras decía con una sonrisa despectiva hacia sí misma:

―Pero entonces vi la luz. Me pregunté cuán duros podían ser los pilares negros que sostenían la barrera. Y después de seguir golpeándolos durante un rato, pensé que tal vez saldría algo de esa cosa.

Alice llegó a esa sospecha a la hora ochenta, según su reloj interno. Luego siguió golpeando los pilares durante otras diez horas.

Primero con el puño derecho, luego con el izquierdo. Luego con la pierna derecha, y después con la izquierda. Incluso había intentado golpear la cabeza contra hacia el final.

―Parece que puedo hacerlo si me lo propongo. Esas rocas negras eran mucho más frágiles de lo que pensaba.

―Eso es completamente cierto.

—….. ¿Qué?

Alice dudó de sus propios oídos.

La Fundadora estuvo de acuerdo con tanta facilidad que Alice se sintió sorprendida.

―Los pilares que destruiste son piedras llamadas cristales astrales que existen en el núcleo del planeta. Siempre han sido frágiles. Incluso cuando yo los invoco.

―¿No puede hablar en serio?

―Los únicos que conocen la técnica de procesamiento para fortalecer estos cristales son los Astrales, que viven en los límites del continente. Ya conocen la forma perfeccionada.

―¿Qué?

―¿Oh? ¿No te habías dado cuenta? ―La fundadora se apartó el flequillo nacarado. Miró hacia el techo de la caverna―. Las espadas astrales. Los cristales negros que rompiste normalmente se purifican al máximo para que puedan ser templados en su forma perfecta. Que es lo que es el acero negro de las espadas astrales.

―¡¿Las espadas astrales?!

La sorpresa hizo que un escalofrío recorriera todo el cuerpo de Alice.

No había necesitado que se lo dijeran, ni ir a confirmarlo. Sin duda, la espada astral negra era efectivamente una de las espadas que Iska tenía en su poder.

“No es mi poder. Son las habilidades de mis espadas astrales.

La espada astral blanca puede liberar lo que la negra intercepta”.

Recordó que él había dicho algo así cuando estaban en el bosque de Nelka. Las espadas astrales eran una hoja negra y otra blanca. Lo que la hoja negra cortaba, la blanca lo podía liberar.

…Así que eso es lo que son. Si la hoja blanca puede liberar el poder astral…

…¿la hoja negra debe estar almacenándolo?

La espada no estaba realmente cortando el poder astral.

Más bien, una almacenaba la energía astral mientras la otra simplemente la liberaba, así era como funcionaban realmente las armas.

La hoja negra absorbía la energía astral, por lo que el poder astral desaparecía temporalmente. Para un observador, parecería como si hubiera sido cortado.

―¿Lo sabe Iska?

―Ni idea ―respondió tajantemente la Fundadora―. Dudo que Crossweil se lo haya dicho. Estoy segura de que dijo que la espada puede cortar cualquier poder astral, y el chico le creyó.

―Muy probablemente…

Basándose en la forma de actuar de Iska, lo más probable es que fuera así. No tenía motivos para dudar ni para sospechar cuál era el verdadero funcionamiento de la espada negra.

―Aunque no podría importarme menos ―La chica de piel oscura le dio la espalda a Alice―. No cambiará nada.

―¡Eh! ¡Pare ahí!

―Creo que deberías preocuparte más por ti misma.

—….. ¿Huh?

―¿Qué esperas hacer? Ya estás pálida por la pérdida de sangre.

La visión de Alice se volvió borrosa. No podía sentir su mano apoyada en la pared. Cuando se dio cuenta, su delgado cuerpo ya estaba cayendo al suelo.

―…¿Qué.. ?

Necesitaba   levantarse.   Pero   no   podía  hacer  que   sus   brazos  o   piernas respondieran.

―Sin poder astral, no puedes hacer nada. Retiro lo que dije. No creí que fueras a salir de la jaula del poder astral.

La chica descalza se alejó. Su pelo nacarado se agitaba mientras se alejaba.

―Usaste toda tu mente y tu cuerpo para luchar contra mí. Te concedo eso.

―…Es…pe…re…ahí…mismo…

Mientras su visión se volvía más borrosa, miró frenéticamente a la Fundadora. Se acercó a la pequeña espalda de la chica. Alice apretó los dientes.

―…¡Si hace lo que quiera con este mundo…… no podré… enfrentarme a Iska de nuevo. !