Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Con la muerte de Holaris, el Rey Divino se liberó de su maldición. Sin embargo, eso no significaba que pudiera moverse de inmediato. Le llevó un tiempo considerable levantarse de su asiento. Con pasos inseguros, la líder liberada salió de la iglesia podrida. Desde allí, tenía una vista sin obstáculos de la capital.

Ya sabía lo que iba a ver. Aunque no podía moverse, había sido plenamente consciente de lo que ocurría en la ciudad durante todo su encarcelamiento.

Ante ella había una escena de devastación sin precedentes. Las murallas construidas para proteger la capital estaban enterradas bajo algo parecido a la carne podrida. Incluso la idea de restaurar la ciudad en este momento parecía absurda. Ya no era un lugar donde los humanos pudieran vivir.

Aún así, teniendo en cuenta el estado actual de las cosas, el Dios Oscuro Mana había sido detenida. Para el Reino de Manii, el daño era impensable, pero parecía que al menos no se extendería más allá.

“¡¿Qué demonios está pasando aquí?! ¿Cómo han matado a semejante criatura?”

Incluso si hubiera estado en perfectas condiciones, habría sido impotente para detener lo que había sucedido. Habría sido una situación de pura desesperación, sin el más mínimo atisbo de esperanza. Pero a pesar de que Mana era un ser divino, que superaba con creces la comprensión humana, alguien la había matado. Eso era sin duda motivo de celebración. El mundo se enfrentaba probablemente a la destrucción total, pero alguien había conseguido ponerle fin. Eso no merecía más que elogios.

¿Pero cómo podía dejar libre a un ser capaz de tales acciones? Ese joven de otro mundo… no era extraño que sus valores fueran totalmente diferentes a los de este mundo. ¿Podría estar segura de que no se volvería contra la gente de aquí en algún momento? ¿Podía decir que no tomaría represalias contra el mundo de ella en respuesta a algún desprecio trivial?

“No podemos dejar libre a un monstruo como ese…”

Después de ver que Yogiri había derrotado al Albagarma, no se había sentido así. Ese Dios Oscuro había sido debilitado tanto como era físicamente posible antes de su encarcelamiento. Con un pequeño empujón, no era impensable que hubiera sido derrotado. Pero Mana era diferente. Ella estaba en un nivel más alto que Albagarma para empezar, y estaba en perfecta forma. Ella no era un ser que pudiera ser desafiado por la humanidad. No había nada que pudieran hacer en su caso más que suplicar la intervención de otro dios.

Y sin embargo, aquel joven había acabado con ella sin esfuerzo, lo que significaba que Yogiri Takatou era un ser que inspiraba un nivel de desesperación incomparable al de los dioses oscuros.

El Rey Divino meditó sobre las implicaciones de esta nueva amenaza.

◇ ◇ ◇

Al ver que parte del Dios Oscuro salía del Inframundo, el ser alado que visitaba la capital se había elevado en el aire. Al mismo tiempo, se dio cuenta de que aquello que inundaba la región de carne cruda no era el dios que buscaban. Ciertamente había algo parecido a un dios presente, pero era una forma de vida muy diferente a la que ellos mismos seguían.

Así que la investigación llegó a su fin. El ser alado no podía hacer otra cosa que esperar a que apareciera otro dios. Sin embargo, aún quedaba un punto de preocupación: el monstruo negro cubierto de cuchillas. Su presencia era un problema, así que tendrían que encontrar una forma de enfrentarse a él. Para que apareciera al mismo tiempo, debía estar buscando dioses como ellos. Aunque el alado no conocía su objetivo, decidió que sería peligroso dejar al monstruo de las cuchillas a sus anchas.

Mientras buscaba en la capital, no encontró rastro de la criatura, que probablemente había reconocido que este dios de carne tampoco era lo que buscaba y huyó inmediatamente. El ser alado no podía imaginar que una criatura así fuera consumida tan fácilmente por la avalancha de carne.

De repente, el mar de carne que irradiaba su aura divina dejó de moverse. La razón no estaba clara, pero apenas importaba. El ser alado decidió volver a casa, más allá del cielo, lejos de la tierra que los humanos llamaban la capital.

Mientras lo hacía, algo llamó su atención. A poca distancia de la ciudad, vio a un humano alado desplomado en el suelo. Sólo la pareja del ser debía estar allí. Preocupado, voló y aterrizó cerca de él. Aunque el cuerpo caído estaba cubierto de quemaduras, seguía vivo, aunque a duras penas. Si se le dejaba solo, seguramente moriría, concluyó la criatura alada. No había ninguna chispa de divinidad en él, y no parecía más que un humano. Aun así, tenía alas. Y no eran sólo un adorno, sino que parecían naturales.

Sin saber qué hacer, decidió llevar al humano consigo. Si resultaba innecesario, podrían deshacerse de él más tarde. La decisión final la tomarían los superiores del ser alado.

-FIN DEL VOLUMEN 4-