Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Volumen 4

Capitulo 13: Creía Que Empezaba A Hacer Calor… ¡Espera, No Es El Momento Para Eso!

La Sede del Rey Divino era la tierra sagrada en torno a la cual se asentaba la Iglesia del Eje, que funcionaba como cuartel general de la Iglesia. Situada en la capital del Reino de Manii, llevaba las riendas de la mayor y más influyente secta religiosa del mundo.

En el pasado, el Rey Divino había vivido allí. Después de que se sacrificara para sellar al Dios Oscuro Albagarma, pasó a ser venerada como símbolo de la Iglesia, y en los mil años que siguieron, la institución siguió expandiéndose.

Como su nombre indica, el icono de la Iglesia del Eje era el poste que se creía que atravesaba el planeta. Todos los edificios cilíndricos de la Iglesia del Eje fueron modelados a partir de él. En la actualidad, la Sede del Rey Divino estaba compuesta por numerosas estructuras cilíndricas de este tipo en un complejo patrón interconectado de blanco y negro. Su magnificencia era suficiente para abrumar e inspirar reverencia a cualquiera que la mirara.

En el nivel más alto de la Sede del Rey Divino se encontraba la oficina del Arzobispo. En ausencia del Rey Divino, la iglesia era dirigida por un consejo de diez Arzobispos. Normalmente, cada uno de ellos residía en el territorio del que era responsable, pero siempre había uno presente en la propia Sede del Rey Divino, y el individuo destinado allí se iba rotando regularmente.

El actual arzobispo que presidía la capital era un hombre llamado Holaris. Estaba en la ventana de su despacho, mirando al exterior. Al estar en el segundo edificio más grande de la capital, tenía una vista libre del paisaje urbano. Parecía haber habido algún tipo de incidente abajo, ya que una gran parte de las calles y edificios habían sido destruidos, pero Holaris estaba más allá de preocuparse por esas cosas menores. Después de todo, acababa de enterarse de que el futuro de la humanidad había llegado a su fin. Podía sentir en sus propias carnes que el Dios Oscuro Mana había resucitado.

La mayor parte de la humanidad no sabía que los monstruos del Inframundo habían llegado hace tiempo al mundo exterior. Si esos seres hubieran querido realmente destruir el reino, habría sido fácil. Pero el papel de Holaris había sido entretener a Mana donde estaba, encerrada muy abajo. Por esa razón, se había infiltrado en la mayor organización religiosa del planeta, tratando de obtener el derecho a gestionar la entrada en la guarida de su ama bajo la ciudad.

Ella no podía salir por su cuenta, así que cualquier cambio en su estatus debía ser introducido desde el exterior. Sin embargo, que la gente se precipitara en el Inframundo de forma desorganizada no sería divertido, así que se necesitaban reglas. Para ello, había permitido que personas conocidas como Exploradores se embarcaran en “aventuras” hacia el mundo de abajo, presentándolos como una ofrenda a ella.

Pero incluso eso llegaría ahora a su fin. Con el regreso de Mana, los Exploradores ya no eran relevantes, y no tenía sentido que siguiera desempeñando su papel de Arzobispo.

¿Qué haría Mana cuando llegara a la superficie? Como no era más que un sirviente suyo, Holaris no tenía ni idea de lo que planeaba. Pero seguiría fielmente cualquier orden que recibiera.

Esperó pacientemente su aparición.

◇ ◇ ◇

“Umm… he liberado el sello, pero… ¿ha cambiado algo realmente?”.

Habiendo recibido autoridad sobre todo el Inframundo, Hanakawa había destruido la barrera que atrapaba a Mana allí. Pero aunque la esfera de luz apagada que rodeaba la cama frente a él había desaparecido, Mana ya había podido ir y venir a su antojo. No parecía que sus acciones hubieran logrado mucho.

“Mi hermano me dio instrucciones estrictas de no salir. La barrera era un símbolo de eso. Pero ahora que la cerradura está abierta, significa que mi hermano me permite salir”.

“No entiendo tu lógica…”

El hermano del que hablaba, el Dios Oscuro Albagarma, hacía tiempo que había muerto. A Hanakawa no le parecía que tuviera sentido mantener una promesa que le había hecho, pero parecía que no podía estar satisfecha hasta que el sello fuera formalmente liberado. Había estado dispuesta a cumplir su promesa por toda la eternidad, pero ahora que alguien que tenía la llave de Albagarma la había utilizado en su nombre, esa promesa ya no tenía sentido.

Le pareció extraño, pero Hanakawa decidió dejar de darle vueltas, ya que no era más que la lógica que había construido dentro de su propia cabeza.

“B-Bueno, ahora que he liberado el sello, perdonarás al Maestro Lute, ¿no es así? ¿Te importaría que nos fuéramos, entonces?”

“Sí, por favor. Mirar a una persona tan fea y gorda es bastante desagradable, así que te recomiendo que te vayas antes de que cambie de opinión.”

“Vaya… la gente siempre me ha tratado mal, pero es la primera vez que me llaman ‘feo’ a la cara. Es un poco deprimente”. Aun así, Hanakawa no tenía tiempo para sentarse y sentirse deprimido por ello. No tenía ni idea de cuánto duraría la indulgencia de Mana. “Ahora bien, maestro Lute, partamos. Hemos liberado a Lady Mana, así que lo único que queda es dejarla enfurecer hasta que Takatou muera. No sé si eso será todo lo que ocurra, ¡pero sin duda su vida es como una vela en un viento fuerte! Así que, ¡cura!”

Hanakawa utilizó su magia curativa sobre Lute, que seguía acurrucado en el suelo. Pero los brazos que le faltaban no reaparecieron. Al inspeccionarlos más de cerca, vio que no había sangre ni ningún signo de lesión. Todo lo que pasaba por los codos de su compañero había desaparecido, como si ese fuera simplemente su nuevo estado normal.

“Vamos, haz lo que puedas. Quieres ver morir a Takatou, ¿verdad? ¡¿No vas a conseguir tu venganza ahora?!”

“C-Cierto. Así es. He venido hasta aquí para eso…” Lute se levantó inestablemente y comenzó a caminar junto a Hanakawa.

Primero, tenían que salir de esta oscura habitación. Hanakawa miró hacia atrás. Aunque Mana no les prestaba atención, no podían tomarse su tiempo. Pero, tal vez porque se estaba cuidando tanto de pasar desapercibido, la salida parecía especialmente lejana.

“¿Qué… se está haciendo un poco difícil caminar?” Sentía como si sus pies estuvieran empantanados. Aunque era difícil de distinguir en la oscuridad, parecía que se hundían en el suelo. “Eugh, esto es un poco asqueroso…”

La sensación bajo sus pies pronto se hizo más clara. La sensación pegajosa y gelatinosa era imposible de ignorar, pero no quería mirar hacia abajo.

“Ahora que su sello ha sido liberado, el cuerpo de Lady Mana se está expandiendo”.

“¡¿Qué?! Entonces, eso significa que el suelo…”

“Es sólo una suposición, pero probablemente se esté preparando para dar a luz a mi señor”.

“Realmente no quiero pensar en ello, pero eso significa que este lugar…”

“Está dentro de Lady Mana, sí”.

“Creí que empezaba a hacer calor… ¡espera, no es el momento para eso! Tenemos que darnos prisa!”

Pero aunque Hanakawa intentaba apresurarse, sus pies se hundían más en el suelo, haciendo casi imposible avanzar.

“A este ritmo, aunque la Dama Mana no tenga intención de hacernos daño, nos reconocerán como objetos extraños y nos eliminarán. Voy a echarte de aquí. Asegúrate de correr tan rápido como puedas”.

“¡¿Pero a dónde debo correr?!”

“Ahora tienes autoridad sobre todo el Inframundo, ¿recuerdas? Sabrás dónde están los atajos. Deberían estar conectados a todos los pisos, así que una vez que llegues al primer piso, salir será fácil.”

“Entonces deberíamos ir juntos…”

“Imposible. A este paso, sólo acabaremos muriendo juntos. ¿O qué? ¿Estás diciendo que tienes la fuerza para sacarme a mí también?”

“Quiero decir, pero aún así…”

“Nos vemos.”

Sin dedicar un momento más a las despedidas, Lute dio una patada a Hanakawa hacia delante. El candidato a Sabio salió volando directamente del palacio, aterrizando de bruces en el exterior y deslizándose por el suelo.

“¡Maestro Lute!”

Hanakawa se levantó inmediatamente y giró sobre sí mismo. El palacio blanco se había convertido en un bulto de color rojo y negro. Ahora parecía carne recién descuartizada o un órgano expuesto, la estructura ya no era capaz de soportar su propio peso. En poco tiempo se había derrumbado por completo sobre sí mismo.

Y la destrucción no se detuvo en el palacio. Aunque lentamente, la misma transformación se estaba extendiendo por todo el Inframundo. No pasaría mucho tiempo antes de que la ciudad y todos sus habitantes fueran engullidos.

A este ritmo, Hanakawa se encontraría inevitablemente consumido por ese creciente mar de carne. Con un grito estridente, huyó hacia la superficie.

◇ ◇ ◇

En el sexto nivel del Inframundo, en el comedor de la fortaleza de los candidatos a Sabio, Sion seguía explicando la situación.

“Por supuesto, ordenaros que os matéis entre vosotros ahora mismo sería injusto. Después de todo, hay algunos en este grupo que podrían matar a todos al instante. Así que vamos a fijar la hora de inicio en una hora a partir de ahora. No se les permitirá atacar a nadie durante esa hora. Cualquiera que rompa las reglas será automáticamente descalificado. Ah, y también desactivaré todas sus habilidades hasta entonces. Tenemos que mantener las cosas justas, ¿no?”.

Después de un momento de silencio, los estudiantes estallan en una charla frenética.

“¡¿Qué quieres decir con que nos matemos entre nosotros?! Es imposible que hagamos eso”.

“¡Eso es! ¿Por qué tendríamos que hacer algo tan horrible?”

“Sí, ¡¿qué sentido tiene?!”

Una vez que sonó la primera queja, rápidamente le siguieron más. Como si se sintieran alentados por la disconformidad de los demás, los estudiantes continuaron expresando su descontento.

“Naturalmente, lo prepararé para que se vean obligados a cooperar. Veamos… ¿qué tal si separamos el evento en bloques de una hora? Después de la primera hora, mataré a todos los que aún no hayan matado a otro. ¿Qué te parece?”

“Entonces deberías morir.” Seiichi Fukai, el Dios de la Muerte, se levantó lentamente.

“Oh, eso también está bien”, respondió Sion. “Si alguno de vosotros consigue matarme, su calvario terminará inmediatamente. Eso no aumentará el número de Sabios, por supuesto, pero cualquiera que pudiera matarme valdría por lo menos dos Sabios de todos modos.”

“No vas a decir que nuestro Don no funcionará contigo, ¿verdad?”, gritó alguien más.

Era una burla obvia, pero necesaria. Sion tenía un control total sobre todos sus dones. Si anulaba sus habilidades, no tendrían forma de enfrentarse a ella. Así que necesitaban extraer algún tipo de promesa de ella, para provocarla a luchar en términos iguales con ellos.

“No lo haré, pero… sigo pensando que ninguno de vosotros tiene una oportunidad contra mí. Vuestras posibilidades serían mucho mejores si os matarais entre vosotros”.

“¡Muere!” Seiichi liberó su poder. Sion vaciló ligeramente, pero eso fue todo.

“¡No… no hizo nada! ¡Mentirosa!”

“Oh no, funcionó muy bien. Podría haberte matado incluso antes de que activaras tu poder, pero pensé en ver qué pasaba si dejaba que me golpearas. Tenía un poco de curiosidad por tu habilidad”.

“¡¿Qué demonios?! ¡¿Por qué no te afectó?!”

“Ya te dije que funcionó bien. Sí que he muerto hace un segundo. Pero todo lo que tenía que hacer era volver a la vida, ¿verdad?”

“¡Muere! ¡Muere, muere, muere, muere!” Seiichi usó su poder una y otra vez, pero Sion se acercó despreocupadamente a él, sin inmutarse. “¡¿Qué está pasando?! ¡¿Cómo es que sigues viva?!”

“Ah, creo que nunca te dije cuál es mi poder. Para abreviar, supongo que se puede decir que subo de nivel automáticamente por mi cuenta. Cada milisegundo, vuelvo a subir de nivel. Cuando eso ocurre, mi salud y mi magia se restauran y se eliminan todos los efectos de estado. Si estoy muerta, simplemente me devuelve a la vida”.

Seiichi no podía hacer otra cosa que seguir diciéndole que se muriera. No tenía nada más en su arsenal.

Sin inmutarse, Sion continuó caminando hacia él. “Supongo que ese es el límite de una habilidad de Muerte Instantánea”, observó, deteniéndose frente a él. “Ahora bien, ¿deberíais el resto de vosotros quedaros embobados? He bajado todas mis defensas mágicas. Si queréis matarme, es vuestra oportunidad. Por supuesto, si lo intentas, me defenderé. Así”.

Ella lanzó un puñetazo directo, demasiado rápido para que Seiichi lo esquivara. Con un chasquido seco, su cabeza salió disparada y voló por la habitación mientras el resto de su cuerpo caía al suelo. Con las habilidades de Sion, no había necesidad real de que se acercara tanto y lo atacara físicamente. Pero un chorro de sangre y materia cerebral era la mejor manera de crear una sensación de muerte y desesperación para los demás. Era una advertencia fácil de entender.

“Ahora, vamos a aclarar las reglas”, dijo con una sonrisa, como si matar a Seiichi no hubiera sido nada especial. “Una vez terminada esta explicación, tendréis una hora hasta que comience el juicio. Durante ese periodo, no estáis autorizados a atacaros entre vosotros. Mataré personalmente a cualquiera que rompa esta regla. El juicio tendrá lugar aquí mismo, en el sexto nivel del Inframundo, dentro de los muros que levantaré. Mataré a cualquiera que se salga de los límites. Una hora después de que comience la prueba, eliminaré a cualquiera que no haya matado a alguien todavía. Cada hora, la zona de combate se reducirá. Si estás fuera de la nueva zona cuando los límites cambien, morirás. El último superviviente será el ganador y no será asesinado. Con esto concluye la explicación”.

Los candidatos a Sabio huyeron inmediatamente del comedor.