Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 15

Capítulo 21: Indoblegable, Inflexible

Parte 2

◇   Miss Marguerite

Chelsea salió de su pose, levantando una palma para retener a Marguerite cuando intentó detenerla. Marguerite se detuvo por reflejo. Todo el cuerpo de Chelsea, decoración estelar incluida, brilló como una estrella en el cielo y, un latido después, se produjo una tremenda explosión.

La espalda de Marguerite rompió un árbol caído y su hombro rebotó contra una roca. Lanzada por los aires junto con la tierra, se giró en el aire para agarrar su sombrero mientras salía volando, enrollando su capa alrededor del tronco de un árbol para frenarse. Aterrizó con la punta del pie derecho en una rama y se bajó el ala del sombrero para protegerse la cara de la suciedad que caía mientras se giraba hacia la zona de la explosión.

Chelsea volaba por los aires de cabeza. Como una masa disparada por una catapulta, recorrió unas decenas de metros en una parábola limpia antes de desaparecer más allá de los árboles. Se había desmayado, moviéndose con la energía cinética y sin intentar luchar contra ella. Sonreía satisfecha.

Marguerite detuvo sus pies de intentar correr tras Chelsea y apuntó con los dedos hacia la explosión; al ver lo que había allí, descubrió por qué Chelsea se había quedado tan satisfecha. Ella había hecho su trabajo. Marguerite aún no había hecho el suyo. Empezaba ahora.

***

◇   Nephilia

Cuando Chelsea entró en contacto con la diosa, se produjo una explosión increíble.

Nephilia cayó al suelo con la chica debajo de ella. Ramas, tierra y piedras golpearon su espalda y, mientras volvía a gemir, levantó la cara para descubrir que ahora era Chelsea la que volaba en arco. Aunque su transformación no se había deshecho, no parecía consciente. Mientras maldecía interiormente: ¿Por qué siempre tengo que ser yo? Nephilia corrió para atrapar a Chelsea, rodando por el suelo aún más torpemente antes de frenar de alguna manera su impulso para detenerse boca arriba sobre su espalda.

Soportando el dolor, intentó levantarse, tosiendo, con el brazo derecho alrededor del tronco de un árbol. La sensación en la palma de la mano le hizo levantar la ceja derecha y, levantando la parte superior del cuerpo, se llevó la palma derecha a la cara. Sostenía un ala de pájaro sucia de barro. Nephilia frunció el ceño y miró el ala. Para empezar, debía de ser blanca, pero ahora estaba embadurnada del sucio color de la tierra.

Era un ala grande e imponente. Todas las aves que había visto en la isla eran pequeñas, y ninguna tenía alas como ésta. El corazón de Nephilia llevaba un rato revuelto, y ahora hizo un ruido particularmente fuerte. Se mordió el labio inferior, lo mojó con saliva, abrió la boca y dejó escapar un suspiro. Los latidos de su corazón no parecían querer calmarse.

Juntó las manos y las frotó con el ala entre ellas. “No… a mí… familia…”

La voz de Ren-Ren, sus palabras, salieron de la boca de Nephilia.

Frotar el ala de Ren-Ren había activado su magia.

Nephilia apretó con fuerza la mandíbula. Si hubiera estado en plena forma, podría haberse roto los dientes. Pero ahora no le quedaban fuerzas para ello.

***

◇   Miss Marguerite

La diosa estaba de pie en el centro de un cráter de nueve metros de ancho, con todos los árboles y la tierra arrasados. Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba y una sola gota de fluido rojo goteó de su boca, seguida de una segunda y una tercera gota, junto con burbujas rojas que salieron borboteando, desbordándose desde lo más profundo de su interior para salir chorreando de su garganta y bajar por su pecho.

Sólo quedaba la mitad de la hoja de su hacha, completamente partida en dos. Aunque lo que quedaba de la hoja negra se retorcía, sus movimientos eran lentos y el color negro se desvanecía poco a poco. La diosa se inclinó hacia delante y tosió, y la sangre brotó del engranaje clavado en su hombro.

Era un engranaje. Firme y robusto, cortó profundamente en el cuerpo de la diosa, que no había sido afectado por el pisotón de un elefante africano o las puñaladas de Marguerite, rompiendo su clavícula para ahora sobresalir de ella.

Era claramente un objeto mágico, pero eso no era todo: también tenía una presencia extraña. Incluso cuando se veía desde lejos, terminabas enfocándote en él, mientras que el área que lo rodeaba estaba borrosa.

Marguerite lo comprendió ahora. Chelsea había acelerado el hormigón en forma de estrella, golpeando a la diosa con el engranaje enterrado en su interior. Había creído que el engranaje atravesaría el ataque parecido al ala de Archfiend Pam, la fuerza física y la dureza de la diosa, todo para atravesarla, y lo había conseguido.

Marguerite no sabía qué era aquel engranaje. Pero su cuerpo se movió antes que su cerebro, y corrió, saltando de una rama al suelo, blandiendo su estoque para cortar y usar el árbol caído donde aterrizó para enderezarlo, apoyando una pierna en él y usando su magia para doblarlo y usarlo como plataforma de lanzamiento. Con la fuerza combinada de su pierna y su magia, saltó hacia la diosa.

La diosa escupió sangre y se giró, blandiendo lo que quedaba de su hacha contra Marguerite.

Era lenta. Se balanceaba más despacio que nunca. Aunque un golpe la mataría, Marguerite podía lidiar con esto bastante bien. Se puso de lado para evitar el golpe, se agachó para eludir el segundo ataque y, con un pequeño brinco, logró asestar el golpe con el mango del hacha. Con la tierra cayendo a su alrededor como una lluvia torrencial, miró fijamente al enemigo.

El enemigo no estaba fingiendo. Definitivamente se había debilitado. Estaba en las últimas.

La diosa extendió la mano hacia el engranaje que la empalaba tan dolorosamente, y Marguerite igualó ese movimiento para empujar hacia dentro. Marguerite esquivó el golpe saltando hacia la derecha y esquivando hacia la izquierda, cortando árboles caídos a su paso. Mientras se movía, la punta de su pie rozó un árbol caído que había sido rebanado, y ella activó su magia. El árbol caído, que había sido cortado para ser recto, se dobló noventa grados para golpear directamente en la nuca de la diosa, y luego se esparció en astillas.

Estaba lejos de ser una herida mortal, pero tal y como estaba ahora la diosa, el impacto fue suficiente para hacerle perder el equilibrio. Marguerite pisó la rodilla de la diosa con el pie derecho, aprovechando para iniciar una carrera hacia el hombro y, al final, pisar con fuerza el engranaje que le empalaba la clavícula.

Palpó la carne a través de la planta del pie. Seguía siendo dura y fuerte. Su carne mantenía el engranaje en su sitio, impidiendo que se introdujera más. Aunque debería doler, no se notaba en la expresión de la diosa—una vaga sonrisa que chocaba con la situación.

De rebote, Marguerite saltó y se agarró a una rama. La diosa se tambaleó, incapaz siquiera de contraatacar, y aterrizó de espaldas en la espesura. Se oyó el crujido de las hojas mientras seguía moviéndose por la espesura sin levantarse.

Marguerite no podía dejarla escapar. No tendrían una oportunidad mejor que ésta. Era el momento de atacar y seguir atacando. Marguerite fue de rama en rama, tratando de captar lo que la diosa estaba haciendo desde arriba. No iba a atacar por descuido, ni suponiendo que tenía las de ganar. Por muy debilitado que estuviera el enemigo, no podía bajar la guardia con éste.

Leyó sus movimientos a partir de diversos factores: el vaivén de la hierba, los destellos de la toga blanca o el cabello dorado que asomaba por encima de la espesura. Mientras se movía, la diosa metió la mano en la ropa, sacó algo y se lo llevó a la boca. ¿Era fruta gris, u otra cosa equivalente? Ella ni siquiera miraba a Marguerite. Debía de estar haciendo todo lo posible para intentar confundirla, ya que cambiaba con frecuencia de expresión y hacia donde veía.

Marguerite estaba a punto de dar un mordisco a la fruta gris y se detuvo: volvió a guardársela en el bolsillo y se deslizó hacia abajo desde el árbol en el que estaba. Al aterrizar, dio un fuerte pisotón en el suelo con el pie derecho, y uno de los guijarros que rebotaron por el impacto lo colocó encima de su pie y le dio una patada a la diosa. Mientras se arrastraba, la diosa se giró hacia atrás, blandiendo su hacha en una posición incómoda para aplastar el guijarro. Con los trozos de roca esparcidos por el suelo, Marguerite intervino antes de que el hacha pudiera girarse hacia el otro lado. Empujó primero, y cuando la diosa trató de responder al ataque con su puño izquierdo, Marguerite agitó su capa y dio un paso atrás para esquivar.

Con ese paso atrás, dobló las piernas para pisar aún más fuerte. Controló los movimientos de su hacha poniendo a la diosa en guardia ante las estocadas y, acercándose de nuevo, una vez estuvo lo bastante cerca como para sentir su aliento, levantó la pierna derecha.

Pateó el engranaje como un pisotón. Aunque no fue tanto como una fuente, la sangre salió disparada como de una pistola de agua para motear las caras de ambas. La diosa se puso en pie mientras pateaba, y Marguerite retrocedió de inmediato, alejándose de ella para hacerla patear por el aire.

Marguerite sintió un dolor agudo y se miró el pie derecho. Una hoja como un cuchillo de mantequilla le había atravesado el pie. Estaba enterrado profundamente en la tierra desde el mango hasta más o menos la mitad de la hoja, sobresaliendo del suelo con la parte de la hoja hacia arriba. Marguerite había puesto el pie encima de la hoja de aquella arma, que sobresalía unos treinta centímetros del suelo. Inmediatamente después del dolor, le surgieron preguntas.

Marguerite era capaz de hacer retroceder el pie en cuanto tocaba una hoja, aunque estuviera en medio de la batalla. Pero en realidad no lo había conseguido. La hoja estaba demasiado afilada. No era normal. Era extraño incluso para una espada de una chica mágica. Entonces,

¿qué era esto?

Se sintió confusa durante un breve instante. Sabía qué arma usaba el enemigo. Acababa de soltar el bastón de Maiya. Aparte de eso, sólo tenía su propia hacha, y Marguerite podría haber jurado que nunca había tenido esta arma. Eso significaba que había usado algo que yacía en la espesura. ¿Se había movido por la espesura para usar esto?

¿Cómo sabía que estaba aquí?

La más mínima abertura podía ser fatal en una batalla entre chicas mágicas, por no hablar de cuando te enfrentabas a una criatura más allá del sentido común como esta diosa, incluso si estaba gravemente herida. Podías morir tres o cuatro veces.

La diosa se levantó y blandió su hacha a la que le faltaba parte de la hoja. Marguerite la miró. Con los ojos fijos e inmóviles en la diosa, vio algo parecido a una vaga sombra que se acercaba sigilosamente por detrás.

Tenía la forma de una bailarina mecida por el viento; cuando Marguerite se dio cuenta de que era Tepsekemei, se había acercado a la diosa por detrás, desde su punto ciego. Expandiendo y contrayendo su cuerpo como el humo, deslizó la mano hacia la herida en la que se había clavado el engranaje, pero antes de que pudiera alcanzarla, la diosa blandió la hoja del hacha a la que le quedaba apenas la mitad. La hoja se convirtió en una llama y ardió en rojo, lamiendo todo el cuerpo de Tepsekemei, y la forma de la bailarina desapareció al instante.

Marguerite calmó su respiración y sus latidos, mirando al enemigo con ojos fríos mientras se colocaba en posición. La herida del pie acentuaba su presencia con calor y dolor, pero ella lo ignoraba. No debía pensar en la influencia negativa de la herida. Tampoco tenía tiempo para rezar por la seguridad de Tepsekemei.

***

◇   Nephilia

Nephilia miró hacia el centro de la explosión. Marguerite tenía la espada preparada, la diosa estaba blandiendo su hacha hacia arriba, y la chica mágica estilo bailarina se acercaba sigilosamente por detrás: era Tepsekemei. Nephilia sacó las tres secciones del bastón metálico extensible de Rareko y se lo lanzó a la diosa como una lanza arrojadiza.

No tuvo tiempo de mirar a ver qué pasaba. Nephilia se aplastó contra el suelo, escondiéndose en la hierba mientras sujetaba a Chelsea, luego se dirigió hacia donde había dejado a Clantail, y desde allí volvió escabulléndose hasta el lugar donde estaba el cuerpo de Clarissa, dejando a las dos detrás del árbol y tumbándose junto a ellas.

Frotar el ala de Ren-Ren había activado la magia de Nephilia. En otras palabras, Ren-Ren ya no estaba viva. Nephilia debería haber sido capaz de anticiparlo, ya que Clarissa había muerto, pero de igual modo su corazón latía con fuerza. Se apretó el pecho, inspirando y espirando entrecortadamente como una gallina cacareando mientras reprimía las ganas de vomitar.

Lo que ella necesitaba no era tristeza ni luto, ni siquiera ira o deseo de venganza.

Conscientemente igualó su respiración. Lo que Nephilia necesitaba ahora era calma. La calma conduciría a la frialdad. Ella haría todo lo que había que hacer.

Del cuerpo de Clarissa, arrancó una uña del meñique de la mano derecha. Podría utilizarla como material para su magia. Ahora no tenía tiempo de usar su magia, pero la necesitaría en el futuro. No quería dañar el cuerpo de una niña, aunque sólo fuera quitarle la uña del meñique. Pero incluso si esto no era lo que ella quería, no era el momento de dar la espalda. Aunque fuera cruel, haría todo lo que le quedara por hacer.