Hazure Skill Kage Ga Usui (NL)

—P rincesa, por favor, tenga cuidado.

Los sirvientes que se habían reunido frente a la puerta del castillo se inclinaron cortésmente al despedir a Maylee.

—¡ Hasta luego! —dijo entusiasmada, y sus protectores y sirvientes se despidieron de ella en respuesta.

—¿ Hmm? Leyte está saludando desde la ventana, Maylee —dijo Rila. En ese momento estaba en su forma de gato negro y se encontraba a los pies de Maylee. La princesa levantó la vista y vio a su madre junto a una ventana de los aposentos de la reina. Le devolvió el saludo y se dirigió a la ciudad.

—M e pregunto qué tipo de misión me harán hacer hoy.

—B ueno, eres un a simple novat a . Sin duda, no te permitirá emprender una verdadera aventura — respondió Rila, con bastante maldad, y luego se rió.

—M e ha informado de que vas a buscar un objeto perdido — afirmó Roje mientras hojeaba un cuaderno. Debe de haber tomado notas.

Las mejillas de Maylee se hincharon.

—P ero quiero usar muchos Golpes de Espalda.

—E s simplemente lo que llamamos trabajar para ascender. Ten paciencia.

—… Eso es poco convincente viniendo de usted, Lord Rileyla — bromeó Roje.

—¿ Dijiste algo?

—¡ Nada de nada! Nada ! — Roje dio un respingo, lo que hizo reír a Maylee.

◆

—H oy tengo una misión de objetos perdidos para ti. El objeto es muy valioso para el cliente, pero puedes tomarte tu tiempo con esto. Independientemente del resultado, por favor, informa de tus progresos por la tarde.

Tal y como había dicho Roje, Roland, de hecho, había preparado un sencillo trabajo de recuperación para Maylee.

—Q uiero hacer otra cosa — gimió en vano, ya que Roland no la escuchó.

Él acalló todas sus quejas con comentarios como —N o te adelantes, al rango F — Maylee se sintió a punto de estallar por toda la decepción contenida.

—N o existe una misión buena o mala. Eso es lo que significa trabajar como aventurero — comentó Roland.

Desde abajo, Rila añadió: —P or favor, no refunfuñes así. Si sigues así, acabarás alcanzando el rango E. Entonces podrás aceptar los trabajos que prefieras.

—H mph… ¡Lo haré, pero esta es la última ! — dijo Maylee, lo que le valió una amable sonrisa de Roland.

—P rincesa Alias, todavía necesitas cinco misiones más antes de poder subir de rango — le recordó.

—¡ Uf!

Maylee, que se pavoneaba mientras aceptaba su trabajo, se había convertido en un elemento básico del gremio. Otros aventureros observaron el espectáculo familiar con sonrisas divertidas.

—V amos, Lady Alias, déjenos ir — Eelu, un a de l a s guardias de la princesa, tiró de su mano.

—E l maestro Roland está ocupado con el trabajo. No puedes molestarle — advirtió Lyan.

Sin otra alternativa, Maylee abandonó el gremio, tomándose un momento para volverse y sacarle la lengua a Roland antes de desaparecer.

—M aylee, debes abstenerte de exhibiciones indecorosas — la amonestó Rila, pero la muchacha se limitó a girar la cara en señal de desprecio.

—E s culpa de Roland.

Rila sólo pudo sonreír con resignación.

—L ady Alias, aquí está la información que tenemos — Su mostró a Maylee las notas que había recogido cuando habían aceptado la misión . La clienta era una mujer de unos treinta años. Había perdido su adorno para el pelo, un recuerdo de su madre, en la calle Primera, la vía principal de la capital.

—…

Los dedos de Maylee recorrieron el broche familiar que llevaba. El regalo de su madre nunca se había separado de ella.

—D ebes esforzarte un poco en esto — Rila avivó el fuego que crecía dentro de Maylee, que asintió solemnemente.

—R ila, ¿puedes encontrarlo olfateando?

—N o soy un perro. Debes usar tu propio ingenio.

—H mph… Entonces, Roje y , ¿tienes magia de detección que pueda buscarlo?

—N o puedo usar esos hechizos.

—A ww … — Maylee se veía apagad a y pérdida. Incluso el escuadrón de chicas guapas no ofreció nada. Esto estaba demostrando ser un verdadero obstáculo.

Se quedó mirando los documentos de la misión durante un rato, y entonces se dio cuenta de algo. Había una página que describía las características del accesorio e incluso tenía un dibujo del mismo.

—R ojey, ¿me prestas tu cuaderno y algo para escribir?”

Roje le dio un bolígrafo y arrancó varias hojas del cuaderno como respuesta. Utilizando una caja de madera al lado del camino como mesa, Maylee copió el dibujo y escribió una breve descripción del mismo.

—U no…

Luego dibujó otro en una segunda hoja y una tercera. Aunque los bocetos eran toscos, había reproducido los rasgos del ornamento tal y como se describía.

Sus guardias no hicieron preguntas y se limitaron a observar a Maylee mientras trabajaba.

—¡ Hecho!

Maylee había creado cinco volantes. En realidad, quería más, pero esto tendría que ser suficiente por ahora. Sin tiempo que perder, se apresuró a ir a un restaurante.

—A h, Su Alteza. ¿Qué asuntos tiene hoy aquí?

—E sto es importante, así que lo estoy buscando.

Maylee le dio al dueño de la tienda uno de los folletos.

—E ntiendo. ¿Quieres que pregunte si algún cliente lo ha visto?

—S í, gracias.

A continuación, se marchó y distribuyó los carteles restantes entre los comerciantes con más contactos de la ciudad.

—O h-ho. Ya veo — comentó Rila, como si estuviera impresionada.

—B ueno, Roland dijo que podía tomarme mi tiempo — respondió Maylee.

—C onseguir que otros te ayuden… Qué astut a .

Maylee se sintió muy feliz cuando Rila la trató como a una adulta.

—E sto resolverá las cosas más rápido que si lo hago yo sol a .

—E res tan inteligente, Maylee… — dejó escapar Lyan.

Maylee hizo lo mismo durante dos días más. Cuando fue al restaurante a preguntar si tenían alguna información, el tendero tenía algo envuelto en un pañuelo.

—S u Alteza, ¿es esto quizás lo que buscaba?”

Cuando abrió el paño, en sus manos descansaba un adorno para el pelo exactamente igual al descrito en las notas.

—¡ Oh, eso es! ¿Dónde lo has encontrado?

—A lguien lo recogió. Creo que pensaba quedárselo, pero en cuanto supo que la princesa lo buscaba, lo trajo aquí a toda prisa.

—G racias.

—D e nada. Me alegro de que se haya encontrado.

Salieron del restaurante y contaron lo sucedido a los demás comerciantes antes de volver al gremio.

—¡ Roland! Lo he encontrado.

—H mm. Buen trabajo.

Maylee se deleitó en su triunfo, encendiendo las fosas nasales e hinchando el pecho.

Más tarde, informarían a la propietaria de que se había encontrado el artículo perdido para que pudiera confirmar que era suyo. Sin embargo, como era exactamente igual que el dibujo de la propietaria, Roland dijo que estaba seguro de que era el correcto.

—P arece que tienes una buena cabeza sobre los hombros — comentó Roland.

—¿ Eh?

—R ila me contó todo. Les pedí a todos que no intervinieran en tu misión . Una princesa siempre tiene gente a su lado. Si no piensas por ti misma, pronto te encontrarás dependiendo de otros.