Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 6: Todo Divididos Por Todas Partes

Parte 4

◇   Love Me Ren-Ren

Entre los árboles había un riachuelo lo suficientemente estrecho como para que incluso un niño de cinco años pudiera pasar por encima. Ren- Ren voló río arriba. Siguió la corriente del serpenteante arroyo, subiendo por un acantilado y atravesó la caída hasta su nacimiento. Finalmente, llegó a una gran roca y, al confirmar que el agua que rezumaba a sus pies era la que formaba el arroyo, lanzó un profundo suspiro.

Había venido desde el centro de la isla y ahora estaba bastante cerca del borde oriental. La noche también se había vuelto más oscura. Podía oír el zumbido de los insectos en la espesura. Ese grito de las copas de los árboles tenía que ser un búho.

Ren-Ren tenía un armario en su corazón. Dividía a todos los humanos, magos y chicas mágicas que había conocido por tipo y los metía en los cajones de su gabinete para sacarlos cuando fuera necesario. No había dos chicas mágicas completamente idénticas, pero se parecían de alguna manera. Incluso con una chica mágica que nunca había conocido, respondería a ellas basándose en la información de sus cajones.

Pero a algunos no podía clasificarlos, como Tepsekemei, que carecía de la intención de comunicar sus pensamientos y sentimientos a los demás. Y la cosa que acababan de encontrar… sí, aunque Ren- Ren no la había visto directamente, se sentía como si hubieran tenido algún tipo de encuentro. El solo hecho de recordarlo la hizo temblar de adentro hacia afuera, y se sintió lo suficientemente enferma como para subirle la comida. Hubiera preferido no recordarlo. Nunca antes había habido nadie que pudiera hacerla sentir así, cuando ni siquiera lo había visto.

Ren-Ren había conocido a gente violenta. Había conocido a gente egoísta. Había conocido a gente que no amaba nada más que despreciar a los demás, y había conocido a aquellos que sentirían placer al ver a otra persona gimiendo de dolor.

Pero nunca había conocido a nadie así.

“Ren-Ren. Hey, Ren-Ren.” La voz de Agri interrumpió sus pensamientos.

“Ah, sí. ¿Qué es?”

“Estás apretando demasiado fuerte. Si me aprietas con tu fuerza, vas a romper mis bracitos.”

“Lo siento.”

“Uh-huh. O, como, puedes dejarme bajar ya. Gracias.”

“Ahhh, claro.” Ren-Ren soltó suavemente a Agri de su agarre. La sensación y el calor de los muslos que había estado apoyando en sus brazos desaparecieron. Agri apoyó la espalda en un árbol y subió a duras penas, y una vez que estuvo completamente de pie, giró los brazos y estiró la espalda como si estuviera haciendo calistenia matutina.

Ren-Ren respiró profundamente y miró a Nephilia. Nephilia también la miraba a ella.

“Esa… esa cosa de hace un momento…” Nephilia se interrumpió a sí misma con un movimiento de cabeza, el gesto y su expresión inusualmente seria mostrando una negativa a hablar.

Ren-Ren asintió un poco y se volvió hacia Agri. “Um, sobre lo de hace un momento.”

“¿Sí?”

“Eso fue, um, lo que Maiya…” “Creo que eso es lo que la atacó.” “Por supuesto…”

“¿Puedes vencerlo, Ren-Ren?”

Ren-Ren no había sido capaz de medirlo exactamente. E incluso si pudiera determinar su fuerza, dudaba que pudiera ganar contra ello. Aunque dijera que se rendía porque era mucho más fuerte, no sabía cuantificar la diferencia. Tal vez fuera diez veces más fuerte o cien veces más. Ren-Ren veía a las estudiantes regulares de la Escuela de Preparación Archfiend, así como a las graduadas y a su líder, todas como una categoría de “gente increíblemente fuerte”. Los únicos capaces de diferenciar a los más fuertes de los más débiles eran los de ese grupo.

“¿No es posible?” Preguntó Agri.

“Bueno… haré lo que pueda.” Respondió Ren-Ren.

“Sí, esa es una buena respuesta. ¿Y, Nephy? ¿Puedes hacerlo?” “… De ninguna manera.”

“Sí, esa también es una buena respuesta.” Agri sonrió de forma inadecuada para la situación. La mujer histérica que había estado arremetiendo contra la gente por cualquier cosa frente al edificio principal había desaparecido.

“Um.” Comenzó Ren-Ren.

“¿Qué?”

“Dejamos todas nuestras cosas…”

“Está bien; de todas formas no era gran cosa. Y de hecho, no hubiera querido que fueras a buscar mis cosas entonces.”

“Bien.”

“Esto es todo lo que necesitamos por el momento.” Agri tomó una fruta gris en la mano y abrió la boca de par en par. Cuando estaba a punto de morderla, se detuvo, moviendo sólo los ojos para mirar a Ren- Ren, y luego a Nephilia a su vez. Cerró la boca sin dar un mordisco, se limpió la fruta en la manga y se la dio a Ren-Ren, y luego sacó otra para lanzársela a Nephilia. “Ustedes deberían tenerlas.”

“No podría.” Dijo Ren-Ren.

“¿No lo dije antes? Estaba siendo algo sincera con todo eso. Si pasa algo y me derrumbo, sería un gran error que ustedes no pudieran transformarse.”

Ren-Ren miró a Nephilia y la vio masticar con gusto la suya. Ren- Ren se llevó la fruta a la boca y la mordió. No importaba cuántas veces las comiera, nunca se cansaba de ellas. Eran dulces. Y sabrosas.

“Así que este es el lugar, ¿verdad?” Agri confirmó.

“Sí, creo que sí.” Respondió Ren-Ren.

“Sin embargo, no parece que vaya a venir.”

“Bueno…” Una vez que Ren-Ren terminó de comer su fruta gris, Nephilia, que había estado contemplando el cielo con una mirada pacífica, se giró bruscamente de repente y se llevó el dedo índice a los labios. Obedeciendo a ese dedo, Ren-Ren puso la conversación en pausa y aguzó el oído. Oyó el sonido de las hojas contra las hojas. Luego, pasos. Se estaba acercando. No se trataba de una sola persona

—no, era una persona—, pero los otros sonidos debían ser de varios animales de cuatro patas. Los insectos dejaron de zumbar.

“Ya está aquí.” Anunció Ren-Ren, y entonces, sin tiempo siquiera para parpadear, la persona que esperaban había llegado.

“¡Me disculpo por tardar tanto! ¡Lo siento mucho!” Pastel Mary saltó hacia ellas casi como si se deslizara hacia una base, y Ren-Ren la atrapó en una postura como la de un artista marcial que recibe un placaje. Mary enterró su cara en el pecho de Ren-Ren. Al sentir el calor de su aliento, Ren-Ren trató automáticamente de despegarse de Mary, que se retorcía, firmemente sujeta a ella con una fuerza inesperada.

“Mary. Mary. Escucha.” Dijo Ren-Ren. “Déjate llevar por un momento.”

Mary murmuró algo incomprensible y hundió su cara en el pecho de Ren-Ren. Ren-Ren se dirigió a Nephilia en busca de ayuda. Aunque Nephilia estaba sonriendo todo el tiempo, ayudó, y con la fuerza de dos chicas mágicas, de alguna manera lograron separarlas.

“Mary, escucha.” Comenzó Ren-Ren. “¿Quieres escuchar lo que tengo que decir?”

“Ohhh, Ren-Ren. Lo siento. Es que estuvimos separadas tanto tiempo. Me sentía sola. Así que sólo…” Mary estaba avergonzada. Todavía quería apretarla, pero de todos modos dio un paso atrás. Pero entonces tropezó con una roca y empezó a caer, sólo para ser atrapada por el cuerpo de una oveja, hundiéndose en su lana.

El amor creado por la magia de Ren-Ren tenía una variedad infinita, dependiendo de la persona. La versión de Pastel Mary era, en comparación, más contenida. Ren-Ren decidió que eso se debía a su personalidad reservada y cautelosa.

“Mary.” Dijo Ren-Ren. “¿Por qué tomaste la fruta gris que todos recogieron?”

“Me dijiste que fuera a recoger fruta gris…” Respondió Mary.

“¿Fue malo?” “No…”

Mary tenía la cabeza inclinada en señal de disculpa mientras examinaba a Ren-Ren con los ojos levantados. Ren-Ren le había pedido que ‘recogiera la fruta gris cercana y viniera’. Sólo quería que Mary recogiera fruta gris del bosque cercano, pero Mary lo había entendido mal y lo había llevado más lejos, llegando al robo.

“Deberías haber sido más específica en tu petición.” Dijo Agri con un suspiro.

Ese había sido el error de Ren-Ren. Agri no lo sabía todo sobre la magia de Ren-Ren. Ren-Ren era la única en esta isla que sabía cómo acababa la gente cuando era atravesada por su flecha y se enamoraba de ella.

Así que Ren-Ren debería haber elegido sus palabras con más cuidado.

Agri había pensado que debían recoger fruta gris; Ren-Ren también había estado de acuerdo en que era la idea correcta. Sin embargo, Agri había dicho que debían mantenerlo en secreto ante los demás. “¿No deberíamos trabajar juntos con los demás ahora y evitar el conflicto?” había preguntado Ren-Ren. “Sólo Ren-Ren y Nephilia podrían no ser suficientes contra este asesino, y no sabemos dónde están.” Pero sus intentos de convencer a Agri sólo la habían acalorado aún más, y Agri había discutido con ella.

La fruta gris que todos compartían no tenía ningún valor. Los frutos grises que Agri monopolizaba serían más valiosos con el tiempo. El tiempo seguiría pasando, y una vez que agotaran su suministro —si sólo tuvieran la fruta gris que Agri había mantenido oculta— podrían beneficiarse de ellas. Agri podría conseguir todo lo que había anhelado pero nunca había podido adquirir.

La mirada de Agri parecía arrastrada por el entusiasmo, pero las palabras que salían de su boca proyectaban un extraño escalofrío. Incluso cuando Ren-Ren había intentado convencer a Agri de que su propia vida podía estar en peligro, ella había respondido: “No creo que haya más muertes.” Su afirmación era infundada, pero parecía convincente por alguna razón, y las palabras se colaron en el corazón de Ren-Ren. Cuando Agri juntó ambas manos y dijo por favor, Ren- Ren no pudo hacer otra cosa que estar de acuerdo.

Tenían que ir a recoger fruta gris en secreto. Y para ello, Pastel Mary, que podía controlar muchas ovejas, era adecuada. Lo que Agri había propuesto iba contra la ley y la ética. Pero Ren-Ren acabó aceptando de todos modos. Sabiendo que Pastel Mary se vería obligada a adentrarse sola en el peligroso bosque, Ren-Ren había aceptado. Había dado la vuelta por detrás de donde Pastel Mary había estado trabajando en el edificio principal, había ensartado disimuladamente una flecha, había apuntado y la había soltado. Las flechas de Ren-Ren no herirían físicamente a sus objetivos, sino que los enamorarían incontroladamente. Ren-Ren había hecho su petición a Pastel Mary y luego había vigilado subrepticiamente la entrada para que Pastel Mary pudiera salir por la puerta trasera. Eso era todo lo que había hecho Ren- Ren.

Pero incluso esa pequeña acción había provocado un grave incidente. Ren-Ren no hizo su debida diligencia. No había considerado añadir condiciones detalladas a su petición a Pastel Mary. Por eso, cuando Pastel Mary había intentado recoger en secreto un montón de fruta gris, había empezado por llevarse la fruta gris almacenada en el edificio principal, porque eso era justo lo que se le había ordenado.

Agri había entrado en pánico. Ren-Ren también había entrado en pánico. Sin embargo, no sabía cómo se había sentido Nephilia al respecto.

Agri había jugado a ser la maga emocional que se desbordaba, lamentándose y causando conflictos, hablándoles de la magia de Nephilia y haciéndoles ir con Maiya, haciendo todo lo posible para aplazar las cosas, hasta que, cuando por fin se había descubierto la hazaña, había aparecido el “enemigo”. No parecía que el momento hubiera sido bueno, sino más bien que había sido demasiado bueno, pero Agri había dicho: “Bueno, supongo que así es.” Asintiendo con la cabeza como si tuviera algún sentido para ella.

Aunque las cosas no habían salido perfectamente como habían planeado, al final habían recogido algunos frutos. Las ovejas con bolsas y cajas a la espalda venían detrás de Mary. Era un buen número.

“Fue muy valioso que no conocieran tu magia, eh, Ren-Ren.” Dijo Agri. “Entonces valía la pena crear un ambiente que evitara que la gente sacara a relucir la idea de compartir nuestras habilidades.”

“Eso es cierto.” Aceptó Ren-Ren.

“Pero todavía no es suficiente.” Agri esbozó una pequeña sonrisa con la comisura de los labios.

Ren-Ren tragó. “¿No es suficiente…? ¿Vas a buscar más?”

“Ajá. Más es mejor. Pero tal vez deberíamos evitar usar las ovejas abiertamente. Ya que todos están dispersas por la isla, y podrían ser vistas. Sería un problema si alguien siguiera a las ovejas.”

“Eso es demasiado peligroso. Más que esto sería…”

“Estará bien. No es demasiado peligroso… probablemente. No espero que nuestro asesino quiera causar más problemas… al menos no me dio esa impresión después de ver el alboroto que causó.” Agri ladeó la cabeza.

Hablaba como si supiera algo. ¿Podría ser ella… la que mató a Maiya…? Pensó Ren-Ren, pero entonces recordó las gafas de 7753. Agri no podía ser la culpable.

“Um, ¿sabes… qué está pasando?” Le preguntó Ren-Ren.

“Oh, he estado pensando mucho en ello. Como, tal vez esto es lo que pasó.”