Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 5: De Problema En Problema

Parte 5

◇   Touta Magaoka

De alguna manera, no parecía real en absoluto. Maiya había estado totalmente bien hace un rato, y ahora decían que la habían matado. Decían que las puertas habían sido destruidas, y que no podían volver. Touta estaba asustado, por supuesto, pero era como si nada fuera real. Consolar a otra persona le había servido de distracción, pero ahora su mente daba vueltas. Cosas como un asesinato y la rotura de las puertas para impedirles salir estaban sucediendo en la vida real, aunque esta era una isla sureña brillante, soleada y cálida donde parecía que cosas así nunca sucederían.

La cabeza y el corazón le daban vueltas, pero su sensación de asombro era suficiente para hacer volar todo eso. Había oído que la magia de las chicas mágicas era asombrosa, pero verlas hacerlo de verdad le sorprendió y le hizo pensar: ¡he visto algo así en el anime! La chica mágica llamada 7753 sacó un par de gafas mágicas y afirmó que no se le podía ocultar nada cuando miraba a través de ellas.

Algunos de los adultos parecían no querer hacerlo, mientras que otros se mostraban más enfadados. 7753 parecía incómoda y nerviosa, y simplemente lo estaba pasando mal.

Ver a 7753, que tanto le había asombrado, inclinándose lastimosamente ante todos le hizo recordar. Esta no era una situación para sentirse asombrado. Yol seguía llorando. Decía que Maiya siempre había estado con ella y que siempre la regañaba, pero si siempre habían estado juntas, eso era como una familia. Para Touta, eso sería como su tía abuela. Si se enteraba de que había muerto, por supuesto que lloraría. No había conocido a Maiya muy bien, ya que acababan de conocerse, pero ver a Yol triste hizo que Touta también se entristeciera. Aunque sólo había estado erguida y hablando de que “conocer el meta es parte de la estrategia”, ahora su espalda estaba encorvada.

Por eso Touta se quedó a su lado. Marguerite le había dicho que la animara, pero él lo entendió sin que se lo dijeran.

Cuando miró a Yol, pensó: quiero consolarla, pero no sé qué decir, o quiero protegerla, pero no sé qué puedo hacer, y no lo sabía, pero de todos modos le frotó la espalda. Pero pensó que sería mejor si lograba algo más.

7753 se disculpó, y otras personas se enfadaron, pero al final, las cosas acabaron con todos decidiendo trabajar juntos en lugar de que hubiera alguien que diera miedo. Si se tratara de un manga de detectives, habría sido más bien como: “¡Hay un culpable entre nosotros!”, pero las gafas de 7753 impidieron que eso sucediera. Podrían unirse como grupo para luchar. Las chicas mágicas son increíbles, pensó Touta.

Los adultos discutían, diciendo: “Hagamos esto” o “Hagamos aquello”. Habían decidido que primero harían que Nephilia usara su magia para escuchar la voz del difunto. Marguerite parecía seria mientras le decía: “Si pasa algo, depende de un adulto. Pero si es inútil, toma la mano de Yol y corre.” Y Touta asintió con una mirada igualmente seria. Le dijo una cosa más que sonaba muy difícil: “Sé descarado como Death Prayer… como tú tía. Eres pariente de sangre, así que no debería ser imposible para ti.” Pero Touta asintió de todos modos. Marguerite permaneció con cara de piedra mientras Touta miraba hacia atrás una sola vez, y cuando volvió a mirar al frente, ella ya se había ido junto con las otras chicas mágicas.

Touta hizo una pausa, dejando que esas palabras calaran. Luego dijo: “Voy a ir allí un segundo.” Y dejó a Yol y a Rareko. Se acercó a 7753, que estaba detrás de Mana. “¿Puedo hablar contigo un momento?”

“¿Perdón?” 7753 se levantó las gafas por encima de su gorra escolar. No estaba constantemente mirando todo a través de sus gafas.

“¿Te importaría… revisarme?”

“Ya lo hice. No pasa nada. No tienes que preocuparte.” “No, me refiero a si tengo un potencial para la magia.”

Las cejas de 7753 se pusieron en V invertida, tirando firmemente hacia abajo. Estaba claro que se sentía incómoda. Dirigió una mirada a Mana, que estaba hablando con los otros adultos. El aspecto de Mana parecía el de un niño, pero cuando hablaba tenía el aire de un adulto. Quizá fuera porque era una maga.

“Bien, entonces, echemos un vistazo.” 7753 bajó las gafas para mirar a Touta.

Touta se puso en posición de firmes y le devolvió la mirada, con los dedos rectos como tablas a los lados.

“Um… parece que aun no.” Le dijo 7753.

Se sintió decepcionado al escuchar eso. Estaba tan abatido que no podía considerar que “aun no” significaba que podría crecer en el futuro.

“¿Y el potencial para convertirme en una chica mágica?” Preguntó.

“¿Perdón?”

“He oído que el potencial para convertirse en un mago y el potencial para convertirse en una chica mágica son un poco diferentes, y, um, me dijeron que incluso los chicos podrían ocasionalmente convertirse en chicas mágicas.”

7753 bajó sus gafas, y luego las volvió a subir más rápido que antes.

“Parece que básicamente no.” “… ¿Has mirado bien?”

“Lo hice… Oh, ¿estás inseguro porque fui muy rápida? Es que si alguien tiene el potencial de ser una chica mágica es algo que compruebo mucho, así que puedo saberlo muy rápido.”

Touta estaba decepcionado. Haciendo una reverencia con un “Gracias”, para cuando regresó junto a Yol y Rareko, Yol había dejado de llorar. Pero cuando vio su cara triste y sus ojos se encontraron, pensó: Ahhh, tal vez he terminado estropeado las cosas. Ella tenía ese tipo de mirada. Touta se arrepintió de haberla dejado atrás. “Lo siento.”

“Está bien.” Dijo Yol. “¿Qué has preguntado?”

“Um…” Era difícil admitir que era para ver si tenía el potencial para ser un mago. Yol y los demás daban por sentado que eran magos, pero Touta tenía sus esperanzas desvanecidas; como mínimo, no podía mencionarlo sin vergüenza.

“Me preguntaba si tal vez tengo el potencial de ser una chica mágica.” Le dijo finalmente.

“¿Una chica mágica? ¿Por qué?”

“Si pudiera convertirme en una chica mágica…” Era demasiado embarazoso decir algo tan arrogante como: Entonces podría protegerte. Él nunca podría decir eso. No podía ofrecer otras razones como que entonces sería capaz de consolarla o que sería capaz de animarla. No podía decir nada de eso. Marguerite le había dicho que fuera descarado como su tía, pero probablemente esto no era lo que quería decir.

“… pensé que sería seguro y conveniente.” Dijo Touta.

“Es difícil convertirse en una chica mágica, ya sabes.

Especialmente para los chicos.”

“Sí. Pero he oído que a veces pasa.”

“Yo tampoco pude convertirme en una chica mágica.” “¿Tú tampoco?”

“Si lo pides, puedes conseguir que te hagan una prueba. Hay mucha gente que te hará una prueba tanto si eres un adulto como un niño. Me dieron un medicamento y lo tomé, pero no pasó nada…”

Cuando hablaba del pasado, Yol parecía un poco más alegre que cuando había estado llorando sin parar. Cuando Touta levantó la mirada, vio que ahora era Rareko la que tenía lágrimas en los ojos.

***

◇   Rareko

Maiya estaba muerta. Eso significaba un cambio radical en la vida de Rareko. No en una buena dirección, por supuesto. Eso nunca sucedería. Su vida iba a cambiar en una dirección abrumadoramente mala. Si se quedaba llorando como Yol, nadie iba a consolarla, y aunque hubiera alguien, las lágrimas no arreglarían nada. Ahora mismo, tenía que actuar, con la vista puesta en después de la muerte de Maiya.

Pero lo que lo hacía difícil era que sería una mala idea hacer algo demasiado descarado. Si no estaba de pie al lado de Yol mirando con tristeza o algo así, la gente pensaría que era una ingrata que ni siquiera lloraba la muerte de su maestra. Tal vez Rareko era realmente una ingrata, pero eso era culpa de Maiya. Por la forma en que había hecho las cosas, Rareko nunca consideraría su deuda como verdadera. Pero aunque Rareko insistiera en ello, nadie iba a escucharla.

Lo mejor era fingir que lloraba la muerte de su benefactor. No ganaba nada con ser considerada una ingrata. La apariencia de llorar la muerte de Maiya no la perjudicaría.

Rareko seguía pensando para sí misma. Lo que tenía que hacer ahora era pensar. Dejando que la estúpida y aburrida charla de Yol y Touta le entrara por un oído y le saliera por el otro, se sumergió en una cuidadosa deliberación.

Maiya había sido la maestra de Rareko y su madrina. A pesar de ser una chica mágica, Maiya se había comportado como una maga, y tampoco había sido criticada por ello. Había sido la más veterana en el servicio de la casa de Yol, y había sido tratada como un miembro más de la familia.

Era la alta posición de Maiya en la familia lo que le había permitido su egoísmo. Si una sirvienta normal trajera a una sucia mocosa de quién sabe dónde y dijera: “A partir de hoy, la haré mi aprendiz”, sería despedida en el acto.

A Rareko se le había permitido vivir en esa casa porque era la aprendiz de Maiya. Sin Maiya, ya no podía vivir allí como antes. Probablemente la echarían. Maiya la había acogido tan joven que apenas recordaba nada de lo que había vivido antes, y sólo vivía para el entrenamiento, las tareas de la casa y los recados. Aunque ahora se fuera a otro lugar, no sabía qué podría hacer.

Rareko era una huérfana sin una sola persona en la que confiar: ni padres, ni hijos, ni hermanos, ni parientes, ni un amante. No había ningún hogar al que pudiera volver. Sabía mejor que nadie que no era lo suficientemente fuerte como para poder ganarse la vida como chica mágica. Nunca sería tan buena como Maiya en el combate con bastón. Su magia tenía una utilidad decente, pero le habían prohibido usarla libremente, y tampoco había tenido la oportunidad de plantearse cómo hacerla útil. Incluso si ahora intentara ganarse la vida con su magia, no tenía ni idea de lo factible que era.

Maiya había sido estricta. Llevaba una expresión severa desde que se conocieron. En aquella época, Rareko podría haber muerto fácilmente en cualquier ocasión: la arrojaban por aquí y la trataban con crueldad, la arrojaban por allá y la hacían trabajar hasta los huesos, por lo que se podría pensar que Rareko habría visto claramente a Maiya como una salvadora, pero Rareko no se sentía en absoluto como si la hubieran salvado.

Maiya había controlado a Rareko con gritos, golpes y patadas. Sus prácticas educativas eran algo más que una generación demasiado antigua: estaban desfasadas dos o tres generaciones, y Maiya nunca dudó de esos métodos. Creía que era la mejor manera porque ella misma había sido criada así. No es que lo dijera en voz alta, pero Rareko tenía que asumir que así era.

Dado que Maiya recurría a la vara cuando se trataba de asuntos de limpieza o de trabajo en la cocina, no hacía falta decir que también era así en el caso de las artes marciales. Maiya siempre había tenido una vara, mientras que a Rareko le habían dado una vara a posteriori, por lo que estaban en dos líneas de salida completamente diferentes, pero a Maiya no le importaba, adoptando el enfoque espartano de: “Por supuesto que puedes hacerlo. Sólo eres una vaga.”

Si entrenas, te harás más fuerte. Pero no funciona así para todos. Rareko nunca superaría a Maiya con métodos de entrenamiento que fueran duros todo el tiempo: ni en cien años podría ganar Rareko. Todo el mundo lo entendía, incluso la propia Rareko, pero Maiya era la única persona que aún no lo entendía, y por eso Rareko había pasado todos los días en un entrenamiento interminable.

Reconoció que seguía viva, pero no habría sido sorprendente que muriera en cualquier momento. Rareko conocía una organización de chicas mágicas locas que entrenaban hasta casi morir, pero lo hacían porque les gustaba. No las obligaban a ello.

Rareko no era alguien de hace tres generaciones; vivía en el aquí y ahora. Los golpes y las patadas ya no estaban bien, y cada golpe aumentaba su resentimiento y su ira. Gracias a Maiya, había llegado a preocuparse por la opinión de los demás. Era culpa de Maiya que se hubiera convertido en una persona con dos caras. Era justo decir que había logrado sobrevivir de alguna manera haciendo que todo fuera culpa de Maiya.

Esta ira silenciosa que no se manifestaba en el exterior —que no se atrevía a expresar— sólo le había causado estrés, pero era bueno que su ira le impidiera estar triste por la muerte de Maiya. Gracias a eso, podía pensar con claridad.

Clasificó mentalmente sus prioridades. La primera era su propia vida. Tenía que estar viva, o todo lo demás no tenía sentido. La segunda era salir de la isla con vida. Eso era importante. Maiya no había sido una buena maestra ni alguien que debiera ser elogiada como persona, pero había sido inequívocamente fuerte. Y no sólo en comparación con Rareko: rara vez había perdido contra alguna chica mágica. Si Maiya había perdido, eso significaba que su oponente era excepcional. Rareko debería evitar luchar contra ese oponente a toda costa.

No es que ninguna de las chicas mágicas de aquí no pareciese fuerte. Miss Marguerite, en particular, era una vieja conocida de Maiya, y Rareko había oído que se habían cruzado varias veces en los eventos de la Escuela de Preparación Archfiend. Una chica mágica que acudiera a un evento de la Escuela de Preparación Archfiend no podía ser débil; en otras palabras, Marguerite era fuerte. Maiya ni siquiera reconocía los derechos humanos de las chicas mágicas débiles, pero había hablado con Marguerite con un respeto decente. Así que aunque no fuera tan fuerte como Maiya, tenía que estar a un nivel similar.

Aunque fuera imposible para Marguerite por sí sola, tal vez podría derrotar al enemigo si tuviera algún apoyo. Por supuesto, Rareko no pensaba ser ese apoyo. Se pondría en la piel de la pobre chica mágica que había sido aplastada por la muerte de Maiya y rezaría para que, con suerte, Marguerite acabara con el enemigo. Si alguien tan capaz como ella no podía ganar, entonces Rareko sólo tenía que ganar algo de tiempo hasta que llegara la ayuda.

Los que morían eran débiles, y los que sobrevivían eran fuertes.

Esta era la única cosa que Maiya le había enseñado que le gustaba.

Los ojos de Rareko miraron a los dos niños. Touta debió de decir algo, ya que los labios de Yol se torcieron un poco. Con la suposición básica de que saldría de la isla con vida, lo siguiente era pensar en su futuro rumbo después de la huida. Si lograba ganarse el favor de Yol, podría pedirle que continuara con su trabajo. Entonces, ¿qué debía hacer para ganarse la simpatía de Yol? No estaba acostumbrada a los halagos ni a la adulación, así que ¿debía olvidarse de eso y buscar otra forma de vivir?

Rareko volvió a sumergirse en el océano del pensamiento.