Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 4: Chicas Mágicas Con Ropa Normal

Parte 5

◇   Miss Marguerite

El problema estaba en vías de resolverse. Había suficientes “frutos grises” que se podían recoger de los “árboles grises” que crecían de forma silvestre en la isla, incluso con un gran número de personas comiéndolos. Todos los magos se revitalizaron, y las chicas mágicas pudieron volver a transformarse. Aunque no supieran qué había provocado las cosas, el mero hecho de conocer un método para manejarlo supuso una gran diferencia.

“Hey, ¿Miss Marguerite?” Dijo Touta.

“¿Qué es?”

“¿Por qué era yo el único que podía caminar y hablar normalmente?”

“Imagino que es que no se te trataba como a un mago.” “Aw, ¿en serio…?”

Aunque esto había producido una persona decepcionada, en lugar de deprimirse por ello, dicha persona decepcionada se alegró de la recuperación de los otros magos y parecía estar disfrutando de una charla con Yol que estaba bastante salpicada de terminología especializada. Al parecer, estaban hablando de un juego de cartas. Marguerite se sintió ligeramente culpable por haberle ordenado que dejara las cartas porque los juegos eran innecesarios, pero desde otro punto de vista, también se podía decir que eso provocaría que jugaran otro día. Sería perfecto para ayudar a Touta a hacer conexiones.

Aunque seguía siendo un problema que no pudieran utilizar la puerta, John Shepherdspie, que gestionaba la isla, les dijo: “Hay una batería externa. Si la ponen, quizá podrían hacerla funcionar.” Así que Maiya y Rareko sacaron el cubo negro de 15 centímetros y algunos cables y demás del almacén y se dirigieron a la puerta.

Agri, Nephilia y Love Me Ren-Ren se quedaron dentro para discutir algo. No se podía decir que esta reunión de la herencia se desarrollara según lo previsto en este momento, y probablemente se cancelaría. Tendrían que volver a intentarlo en una fecha posterior, y Marguerite supuso que habría que esperar hasta entonces. ¿Estaba el trío discutiendo un nuevo contrato para ese momento, o estaban hablando de otra cosa? En opinión de Marguerite, la maga llamada Agri era claramente sospechosa. Aunque no se acabaran de conocer, Marguerite no se fiaría de ella. Marguerite había pedido a Mana y a 7753 que se situaran en la gran sala del anexo. La única forma de salir del anexo era a través de la gran sala, así que había una buena razón para situarlas allí.

Cuando Navi vio la destrucción del edificio principal, se quedó en shock y gimió. ¿Por qué está tan deprimido si no es suyo? Se preguntó Marguerite, pero recordó que ese lugar podía ser de Navi. Tal vez se lo había propuesto. Ordenó a Clarissa que investigara la escena, pero parecía que las cosas no habían salido como él esperaba, y sus hombros se desplomaron.

Ragi, en cambio, se había vuelto más enérgico. O mejor dicho, era menos enérgico y estaba más enfurecido. Gritó a Shepherdspie por no haber gestionado bien la isla, mientras el corpulento hombre se encogía de vergüenza. Al fin y al cabo, todavía no habían averiguado la causa de esto. Mientras que en contraste con su jefe, que se disculpaba, una de las chicas mágicas que Shepherdspie había contratado, Dreamy✰Chelsea, discutía ferozmente. Se opuso tenazmente a Ragi con contraargumentos bastante incomprensibles —¿Culparías al propietario si se cayera un satélite y te golpeara la cabeza?— y con la disputa calentándose rápidamente, Pastel Mary intentó detenerla creando ovejas, pero debió de hacer demasiadas, ya que no pudo mantenerlas todas bajo control, y algunas se desbocaron, y aunque todos los demás lograron esquivarlas o evitarlas, Navi fue la única persona que quedó en cuclillas, tragado por el rebaño de ovejas.

Clantail transformó la parte inferior de su cuerpo en una cabra para arrear a las ovejas, y aunque Ragi seguía enfadado, le mostraron la “sala de gestión” para investigar la causa del incidente. Shepherdspie se disculpó con él mientras le guiaba, mientras Navi —que estaba siendo golpeado una y otra vez— tenía a Clarissa cuidando de él. Cuando Tepsekemei bajó volando, Chelsea la señaló y gritó al respecto, y Mary trató de detenerla y se cayó, cayendo de cabeza en el barro. Touta y Yol se rieron mientras iban a ayudar a Mary.

Marguerite era la única persona apartada de los demás, observando. Había mucho revuelo, pero era el revuelo de la paz. Las cosas se dirigían a la resolución, y todos suspiraban aliviados. Estaban tranquilos porque no se dirigían al desastre. Todo debería ir bien. No había problemas.

Marguerite se llevó una mano al sombrero y bajó el ala. Siempre era la única persona que se preocupaba incluso cuando las cosas iban bien; era necesario que se preocupara. Tenía más sentido que todo el mundo sonriera con optimismo. Pero no podía negar que esta disposición la hacía sufrir.

Marguerite apartó la mirada de la escena que tenía delante y miró hacia atrás. Era el bosque. Las capas de árboles le impedían ver a través de él. Marguerite centró su oído en el bosque. Algo venía hacia aquí. Era rápido. Demasiado rápido para una criatura ordinaria. Puso una mano en su espada. Aunque estuviera enfundada, podría sacarla sin demora.

Podía oír claramente los pasos. Quien sea que fuese jadeaba con fuerza. Pudo ver a quien se aproximaba. Esa túnica estilo mago—era Rareko. Su expresión se torció mientras corría. Sus ojos se encontraron con los de Marguerite y le dirigió una mirada suplicante. Evitando árboles y raíces, Marguerite trotó hacia el bosque para enfrentarse a Rareko.

“Está mal… está mal… muy mal.” Dijo Rareko. “La puerta… la puerta está rota.”

Marguerite frunció el ceño a su pesar, aumentando sus sentimientos de amargura. “¿La batería no funcionó?”

“No, no me refiero a eso.”

“¿Hubo un accidente? ¿O estaba demasiado vieja y desgastada?” “Realmente no es nada de eso. Fue como si la puerta estuviera

totalmente cortada en dos.”

Decía que se había roto de una manera que sólo podía ser por destrucción deliberada. Marguerite juntó conscientemente las cejas. Puso su expresión en blanco, bajó el tono de voz y preguntó: “¿Dónde está Maiya?”

“Se ha ido a la puerta norte para asegurarla. Me dijo que volviera aquí y que te informara…”

No es una mala decisión. O eso le pareció a Marguerite. Entonces,

¿qué debía hacer? No había tenido suficiente tiempo para considerar el asunto en profundidad. “No le digas a nadie que la puerta ha sido rota.”

“¿Eh? Oh, claro.”

“Y vigila para ver si alguien hace algo extraño.” “Sí, claro. Entendido…”

Marguerite salió corriendo sin escuchar el final.

Mana le había susurrado al oído: “Hice que 7753 investigara para ver si alguien sabía la causa de esta situación.” Marguerite se había quedado impresionada, pensando que Mana había hecho un buen trabajo a pesar de estar incapacitada… pero luego Mana dijo que había estado pensando demasiado. En otras palabras, el resultado de su investigación era que nadie sabía nada. Ninguno de ellos había causado esto deliberadamente. Entonces, ¿alguien estaba tratando de aprovechar esta situación para hacer algo? El trío de Agri estaba en sus habitaciones. Mana y 7753 estaban en el gran salón, Shepherdspie y Ragi estaban en la sala de dirección, y Maiya y Rareko se habían dirigido a la puerta. Todos los demás magos y chicas mágicas habían estado bajo la mirada de Marguerite.

Los magos a veces tenían demonios a su servicio. Serían capaces de destruir una puerta sin salir del edificio principal. Y las chicas mágicas tenían magia. Podían usarla para destruir algo lejano. Todos ellos estaban igualmente sin coartada.

Estas puertas no podían ser destruidas tan libremente. Eran puertas mágicas, hechas para resistir a pesar de la continua exposición al viento y la lluvia. Si lo que decía Rareko era cierto, entonces alguien la había destruido deliberadamente. Marguerite saltó de la tierra y saltó entre los árboles. ¿Cómo era posible que el informe de Rareko fuera incorrecto en primer lugar? Marguerite decidió confiar en Maiya, y al darse cuenta de que también confiaba en Rareko, ya que Maiya tenía fe en ella, Marguerite resopló. Rareko había elegido un atizador como arma, y sabía cómo usarlo. La forma en que lo blandía, su juego de pies y su postura eran iguales a los de Maiya. Era justo suponer que Maiya había sido la que le había enseñado a usar el bastón. Que Maiya le enseñara sus propias habilidades significaba que reconocía a Rareko como una de las suyas, una subordinada. No enseñarías a luchar a alguien en quien no confías. Eso era básicamente decirle tus puntos débiles.

Marguerite saltó por encima de una gruesa raíz y saltó en diagonal desde una cara de piedra desnuda.

En primer lugar, no entendía bien lo que estaba pasando. Estaba de pie sobre algo terriblemente impreciso: sin saber si esto era tierra, hormigón, asfalto, o si tal vez estaba sobre hielo fino, estaba de pie aquí porque soportaría su peso por el momento. Estar en una situación en la que tenía que confiar en alguien “porque alguien digno de confianza cree en él” lo hacía aún peor.

La sal del mar le hizo cosquillas en la nariz y rápidamente se convirtió en un olor fuerte e inconfundible. El bosque llegó a su fin y Marguerite emergió en una zona rocosa. Vio inmediatamente la puerta y se mordió el labio con fuerza. La violencia y la brutalidad eran evidentes en sus restos retorcidos y destruidos, como si hubiera sido arrancada con agresividad. El panel táctil había sido aplastado, y la parte superior e inferior de la puerta estaban en trozos separados. Marguerite estaba alerta mientras sacaba su espada. No percibió a nadie.

Deslizando los pies por el suelo, se acercó a la puerta y observó que detrás de ella había un charco de líquido rojo. Era oscuro. Sabía qué era ese líquido. La pregunta era de quién era la sangre, pero eso también lo descubrió rápidamente. Había una mujer vestida con un traje que yacía boca abajo. Un palo yacía en una hendidura a pocos metros, y estaba mojado con agua de mar.

Su patrón de rayas rosa pasión y blanco era vívido a la vista, como una especie de caramelo. Era inconfundible. Era el bastón de acero mágico que usaba Maiya.

Marguerite tocó el cuerpo y le dio la vuelta. Su expresión estaba horriblemente contorsionada por la agonía. Era Maiya.

Si su bastón de acero estaba allí, entonces debía estar transformada. Había muerto mientras estaba transformada, dejado caer el bastón, y éste había caído.

Las olas se agitaron, chocaron contra las rocas y se dispersaron en forma de rocío. El agua del mar se mezcló con el gran charco de sangre.

Maiya había sido una verdadera maestra del bastón. Decían que al enfrentarse a ella, te embrujaba con los movimientos de su cuerpo, su juego de pies y la forma en que manejaba su bastón. Había luchado a la par contra las más activas de las graduadas de la Escuela de Preparación Archfiend que estaban en la cima de la escuela, y su nombre siempre había figurado cerca de los primeros puestos en sus eventos.

¿Quién era capaz de matar a Maiya? Esta no era una hazaña que un demonio u homúnculo pudiera lograr.

Y lo que es más…

Si se tomaba esta herida al pie de la letra, eso significaba que la habían matado de un tajo en la frente. Matar a Maiya con un ataque frontal directo sería bastante difícil, incluso para Marguerite.

Marguerite se disculpó con Maiya en su corazón, recogió el bastón y corrió hacia el edificio principal. Se podría decir que se disculpó por abandonar el cuerpo, y también se podría decir que se disculpó por llevarse el bastón, pero en última instancia, lo más acertado era decir que se disculpó porque quería hacerlo.