Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 1: Los Reunidos

Parte 5

◇   Love Me Ren-Ren

El número de personas desafortunadas que no se dan cuenta de que lo son no tiene fin. Eso fue lo que le dijo el examinador de Rei. Mentalmente, Rei se había resistido a esa idea, pero no lo había expresado con palabras.

Rei Koimizu no se consideraba desafortunada. En el preescolar y luego en la escuela, al oír hablar de las familias de sus amigos o incluso al ver a sus madres —siempre parecían amables— cuando iba a jugar, nunca pensó que fueran mejores que su madre. Sólo pensaba que eran diferentes a su madre. Ni siquiera sentía que su madre fuera insustituible o más importante para ella que cualquier otra. Su madre era su madre, nada más y nada menos. El hecho de que su madre fuera su madre era, por sí solo, muy importante para Rei.

Alrededor de la época en que entró en el preescolar —no, incluso antes, cuando Rei acababa de nacer— debió de tener un padre, pero sólo lo recordaba vagamente. Creía recordar cosas como que tenía la espalda ancha o que se reía mucho, pero tal vez esas cosas fueran en realidad una impresión de él que le llegó más tarde, en la época en que lo conoció.

En otras palabras, no recordaba a su padre. En la memoria de Rei, sólo estaba su madre.

Llevaba un taburete hasta el fregadero y apoyaba el peso de su cuerpo en el cuchillo para cortar las verduras. Moviendo afanosamente sus deditos y sus uñas, aclaraba el arroz, y también limpiaba regularmente la olla de la arrocera. No lo consideraba una molestia ni un trabajo innecesario. Su madre volvía tarde por la noche y se iba a trabajar cuando Rei no estaba en casa. Rei veía a su madre sólo unas pocas veces al mes, pero cada vez que lo hacía, su madre miraba somnolienta al suelo. Rei pensó que en realidad debía tener sueño. Era imposible que no estuviera cansada.

Rei limpiaba el baño y barría el pasillo, ordenando las cosas lo mejor que podía. No hacía curry dulce: utilizaba el picante medio que prefería su madre, aunque la propia Rei toleraba un poco de picante. Ponía la lavadora todos los días para que no se acumulara la ropa sucia, y siempre utilizaba el agua caliente sobrante del baño para lavarla.

A Rei le parecía un estilo de vida que valía la pena, pero su madre no lo veía así. Se enteró de ello cuando recibió una llamada telefónica de su madre, diciendo: “No voy a volver más.” Las palabras la golpearon con fuerza.

Fue triste y doloroso. Por primera vez, Rei fue consciente de lo importante que era su madre para ella. Había dado por sentada la presencia de su madre, comiendo, durmiendo, viendo la televisión, contándole de vez en cuando chistes y sonriéndole, pero ahora se había ido.

Tenía una vaga idea de por qué su madre ya no volvía, y eso era lo que la entristecía. Su madre era diferente a Rei. Ella quería su propio tiempo. Había muchas cosas que quería hacer. También había alguien de quien se había enamorado. Debió pensar que si Rei no estaba allí, podría conseguir todas esas cosas que ella no podía conseguir. Rei no sabía si eso era cierto, pero desde que su madre le había dicho adiós, había dejado de venir a casa.

Rei estaba en la escuela primaria. Sabía que este tipo de cosas ocurrían en todo el mundo. Estaba muy, muy triste; las lágrimas no paraban de brotar, pero nunca se planteó buscar a su madre o intentar hacerla volver. No, tal vez lo había pensado, pero se mordió el labio y se detuvo. No quería retener a su madre. Si hacía algo así, la gente se enteraría de que su madre se había marchado, lo que sólo le traería problemas a la mujer.

Pero eso no ocurrió.

Rei fue explorada por cierta examinadora, y se convirtió en la chica mágica Love Me Ren-Ren. Sabía que podía ganarse la vida consiguiendo que alguien la contratara por dinero, y también se las arregló para encontrar a alguien que hiciera el papel de su tutor. Sus días se volvieron aún más increíblemente ocupados que antes, pero Rei continuó pagando el alquiler de su apartamento y yendo a la escuela, y tampoco eludió en la limpieza o la lavandería. Mantenía todo lo que su madre había dejado sin tocar, pero también cuidaba de todo para que sus cosas no se llenaran de polvo. Así, su madre podía volver en cualquier momento y ellas podían retomar inmediatamente su antigua vida.

La examinadora que ayudó a Ren-Ren con las cosas la señaló y dijo: “Eres una persona interesante. Busca algún lugar donde ese atractivo… tu carácter pueda ser aprovechado. Rezo para que ese sea el escenario que deseo.”

Love Me Ren-Ren convocaba al amor con su arco y flecha. Con su flecha, ella podría replegar firmemente los lazos que se desenredan.

Love Me Ren-Ren apreciaba las conexiones entre las personas. Rei había decidido que lo haría. Rei existía, Love Me Ren-Ren existía, porque su padre había amado a su madre, y su madre había amado a su padre. Si algo surgía gracias a Love Me Ren-Ren, tenía que ser algo maravilloso. Hizo que hubiera más sonrisas y que disminuyera el número de rostros llorosos. El amor y los vínculos eran lo más importante para ese fin.

Así que Ren-Ren empezó a aceptar trabajos que implicaban vínculos entre personas: Restauró familias que se estaban desmoronando por culpa de los amoríos, renovó las relaciones entre hermanos que se habían peleado por una herencia y reconcilió a parejas que querían reconciliarse pero no se atrevían a dar el primer paso. De vez en cuando, incluso desechaba su propia posición o beneficio en la búsqueda, y su reputación de seriedad se extendió hasta ser bien conocida. Ahora era lo que su examinadora había llamado una ‘afortunada independiente’, y el trabajo le llegaba aunque no se anunciara.

***

Era raro que un cliente llevara a Ren-Ren a su casa. Los que contrataban a Ren-Ren, independientemente de su nivel de riqueza o estatus, querían mantener su privacidad. En ese sentido, este cliente podría incluso describirse como bastante abierto, pero Ren-Ren no era lo suficientemente infantil como para alegrarse por ello.

Un mago iba a algún lugar a heredar riquezas y requería la compañía de una chica mágica para ello. Sólo era eso, pero a Ren-Ren le estaban enseñando su casa, y la situación económica que podía deducir de esa vivienda no era muy buena. Esos hechos armaron una historia convincente en su cabeza.

La casa había sido construida hacía más de treinta años. Todo el edificio se inclinaba lo suficiente como para que ella apenas lo percibiera como chica mágica, aunque no lo hubiera notado como humana. El papel pintado estaba descolorido. Probablemente había sido un amarillo más oscuro al principio y ahora era un crema más pálido. Algo parecido al hollín negro se había acumulado en el fondo del fluorescente redondo que colgaba del techo. Se parecía al apartamento en el que había vivido Rei hasta que fue demolido.

Pero el hecho de que se pareciera al hogar familiar en el que había vivido durante tantos años no significaba que fuera cómodo de la misma manera. El suelo de la cocina estaba ligeramente pegajoso y las patas de la mesa del comedor eran demasiado altas.

La chica mágica sentada al otro lado de la mesa dejó la taza de té que tenía en las manos sobre la mesa —no había platillo— mientras murmuraba algo. Su dicción era tan poco clara que Ren-Ren no estaba segura de si era japonés o un hechizo. En cualquier caso, era tan silenciosa e indistinta que Ren-Ren fue completamente incapaz de captar lo que decía.

“Um… ¿has dicho algo?” Preguntó Ren-Ren.

Con los ojos todavía bajos, la chica mágica murmuró algo más. Ren-Ren seguía sin poder descifrar lo que decía. Su traje era mayoritariamente negro, y tenía un aire melancólico, con ojos apagados y una expresión vacía que parecía rechazar una mayor intromisión.

Ren-Ren llevaba muchos años trabajando como autónoma, pero su trabajo solía ser de un tipo determinado. Sólo aceptaba trabajos relacionados con los vínculos humanos y las relaciones sociales, y como le iba bien, ahora sólo recibía ese tipo de trabajo. Este trabajo tampoco era del tipo que necesitaba ser manejado por más de una chica mágica. Así que sólo había tenido más oportunidades de trabajar en solitario, y hacía mucho tiempo que no se relacionaba con otra chica mágica. No estaba segura de poder trabajar bien con otras.

Ren-Ren le devolvió la sonrisa torpemente, y la chica mágica conocida como Nephilia hizo ksh-sh-sh a través de sus dientes—esa era probablemente su risa.

“L-L-Love… Me… Ren-Ren… eh…” Aunque salió en tartamudeos vacilantes, no era como si Ren-Ren no pudiera apenas distinguirlo.

“Ren-Ren está bien, Nephilia.” Le dijo Ren-Ren.

“Nephi…”

La chica mágica llamada Nephilia parecía un shinigami que portaba una guadaña gigante muy aterradora. Ren-Ren sabía que las guadañas eran originalmente herramientas de los granjeros, pero esta gran arma con el inconfundible brillo del metal seguía siendo muy impactante para ella. Sin embargo, la actitud de Nephilia no destacaba por eso, sino que tenía un aire sombrío que distaba mucho de la violencia.

“Por cierto, ambas.”

Las dos chicas mágicas apartaron sus miradas, Nephilia mirando a la derecha y Ren-Ren a la izquierda para mirar hacia la voz.

“Si van a hablar, inclúyanme.” Dijo una mujer de unos veinte años. Su cabello castaño descansaba sobre sus hombros. No llevaba mucho maquillaje en general, sólo su lápiz de labios en rojo oscuro. Como estaba encorvada, Ren-Ren no podía ver por debajo de su pecho, pero aun así, se notaba que estaría doblando bastante las rodillas para doblar las piernas en su silla. El tirante izquierdo de su camisola estaba sobre la clavícula, mientras que el derecho se desprendía del hombro, y Ren- Ren sintió que esta asimetría casi simbolizaba su carácter.

Nephilia asintió en silencio, con el rostro inexpresivo, la cabeza colgando mientras miraba a la mujer. “Ma… mala… para hablar…”

“Ahhh, eres mala para hablar. Eso no tiene remedio.” Respondió la mujer.

“En… la herencia… la ley… la oficina…”

“Ya veo. Dices que no se te da bien hablar porque apenas has hecho nada aparte de tu trabajo especializado.”

Con los ojos levantados, Nephilia soltó la misma risita entre los dientes. Parecía estar de acuerdo.

Ren-Ren puso una expresión particularmente suave. “Sí, sí.” Asintió con la cabeza. “A mí me pasa lo mismo. Sólo he hecho trabajos relacionados con temas familiares. Así que no he trabajado mucho con otras chicas mágicas.”

Nephilia se llevó una mano a la frente y luego esbozó una sonrisa de dientes. “Estoy… algo… nerviosa…”

“Yo también estoy nerviosa. Ya que esto va a ser algo desagradable.” Dijo el cliente.

Nephilia levantó una ceja. “¿Oh…?”

“Bueno, quiero decir. Cuando la hija del ama recibe un mensaje de un moroso para irrumpir descaradamente en el evento sólo para conseguir una herencia, va a ser desagradable y un montón de problemas, ¿tengo razón?” Dada su apariencia, a simple vista parecía que hablaba de forma muy casual. Pero sus dedos en el mango de la taza de té estaban agarrados con fuerza, y los extremos de sus uñas se habían vuelto blancos.

Acentuando la ligereza en sus modales, Ren-Ren unió las palabras. “Nuestro negocio consiste en resolver problemas como ese, señorita Agrielreymwaed Quarky.”

“Agri está bien. Si no, es demasiado largo… En realidad, me impresiona que lo recuerdes todo.” Las dos se rieron juntas, y luego Nephy siguió con esa risita suya.

“A… Ag…” Tartamudeó Nephilia.

“Oh, Ag también está bien, pero estoy acostumbrada a que me llamen Agri, si no te importa.”

“Ri…”

“Ohhh, lo siento. Todavía estabas en medio de decirlo, eh.” Agri y Nephilia se rieron, y esta vez, Ren-Ren fue la que siguió.

Agri se levantó y dijo que iba al baño; Ren-Ren lanzó un pequeño suspiro. Nephilia sólo movió los ojos para mirar a Ren-Ren, que fingió no darse cuenta, sujetando su taza de té para humedecer el interior de su boca.

“¿Así que tu especialidad son las herencias y los bienes, Nephy?” Preguntó Ren-Ren.

“Odio… gente muerta… cuerpos…” “Eso a mí… tampoco me gusta mucho.” “Mala… en la lucha…”

“Dudo que haya peleas. Yo también me sentiría incómoda.” Con una sonrisa irónica, Ren-Ren se dirigió a sujetar su taza de té, pero ya estaba vacía.

Nephilia bajó la voz aún más, ahuecando su mano derecha alrededor de su boca mientras decía: “¿Piensas… en… la jefa…?”

El rostro de Ren-Ren se tensó en una expresión seria. “Me…

gustaría ayudar a Agri tanto como sea posible.” “¿Si… el dinero… funciona…?”

Ren-Ren dobló los dedos sobre la mesa. Se preguntó cuánto debía decir. Se dio cuenta de que si hablaba con sinceridad, al final se reirían de ella, pero iba a hacerlo de todos modos.

“Agri tiene un sentimiento negativo hacia su difunto padre.” Dijo con un asentimiento cómplice. “No sé mucho sobre las circunstancias de los magos, pero parece algo parecido a lo que llamaríamos la hija de un ama.”

“U-Uh.”

“Yo… quiero ayudar a que Agri llegue a querer a su padre, aunque sea un poco.”

Las cejas de Nephilia se juntaron, luego se sacudieron hacia arriba, y luego volvieron lentamente a su posición original. “Huh…”

“¿No es triste que una hija odie a su padre?”

Después de unos tres segundos de silencio, los hombros de Nephilia temblaron y su voz se apagó. No estaba llorando. Se agarraba el estómago y se reía como si fuera algo muy divertido.

Ren-Ren no se ofendió. Siempre se reían de ella cuando hablaba de este tipo de cosas. Sin embargo, no quería ser malinterpretada. “No estoy mintiendo, Nephy.”

“Y-Yo… no… miento…” Nephy dejó de reírse y se inclinó sobre la mesa, levantando la barbilla para fijar su mirada en Ren-Ren. Sus ojos no estaban vacíos y medio cerrados, sino debidamente abiertos.

Ren-Ren se sintió abrumada, pero no dejó que eso se reflejara en su rostro, volviendo a mirar a la otra chica. “¿Es eso… divertido?”

“N-No… lo sien…”

“No es algo por lo que haya que disculparse… Estoy acostumbrada a que se rían de mí.”

“Genialidad… Ego… Como una… chica… mágica…”

Ren-Ren no estaba segura de si eso era un cumplido, pero respondió con una expresión que podía tomarse como una sonrisa.

Nephilia deslizó una mano para ponerla sobre la de Ren-Ren. Su mano estaba fría. “Directa… desagradable… me gusta…” Sonrió.

Tal vez no estaba halagando a Ren-Ren después de todo.