Koujo Denka (NL)

Volumen 7

Capitulo 2: No Conozco Los Detalles

Parte 4

“¡Sí, señor!”

Este fue probablemente su principal asalto. Nuestras maltrechas fuerzas no podrían capearlo sin Shima y sus curanderos, si es que pudiéramos evitarlo.

No, estamos más allá de preocuparnos por lo que es posible. Es hacer o morir ahora. Allen no se rindió y yo soy su amigo. Yo tampoco puedo permitirme perder el ánimo.

“Cuando termine esta batalla, cuéntame más sobre Allen”, le dije a Nathan al despedirme. “Idealmente con unos buenos tragos con Dag”.

***

Las oleadas de maná del exterior eran más feroces de lo que habían sido en días. No pude evitar murmurar al respecto mientras trabajaba, provocando miradas inquietas de Kaya y Koko, quienes nerviosamente gritaron mi nombre.

Estábamos sentados en la biblioteca en el segundo nivel del Gran Árbol, cortando ropa innecesaria en vendajes improvisados. Cerca, Ine y Chiho del clan de los zorros se encogieron, sus orejas y colas temblaban mientras se aferraban a Lotta, una niña mayor de uno de los orfanatos de la ciudad que admiraba a mi hermano. Hace unos momentos, habían estado leyendo un libro ilustrado llamado Los grifos pagan sus deudas. La madre de las dos niñas más jóvenes, Mizuho, no estaba a la vista. Ella y mi mamá asistían a un consejo de curanderos.

Me aventuré a salir de la biblioteca y encontré las enormes puertas delanteras del Gran Árbol abiertas. Un flujo constante de bajas graves transportadas en literas pasaba a través de ellas. ¿La batalla iba contra nosotros?

“¡Kaya, Koko, me voy! ¡Cuida a las chicas por mí!” Grité, quitándome la bata blanca antes de saber lo que estaba haciendo.

Unos días antes, mis amigos me habían detenido. Esta vez, sin embargo, bajaron la cabeza en silencio.

Me puse la boina de la Royal Academy sobre los ojos y me dirigí a la salida. Otras personas armadas también acudían en masa a las puertas; no debo haber sido el único listo para unirse a la lucha. Shima, del clan de las liebres, estaba de pie en la puerta, con la lanza mágica en la mano, y tenía un grupo de milicianos con ella.

“El enemigo ha lanzado una ofensiva general”, dijo sombríamente. “¡Vamos a salir a pelear! Me gustaría que hicieras guardia dentro del Gran Árbol mientras no estamos. Si sucede lo peor, huya con los niños”. Hizo una profunda reverencia y partió hacia el campo de batalla. Nunca la había visto lucir así antes.

Estaba pensando que necesitaba unirme a ella cuando alguien me abrazó por detrás.

“Mamá”, comencé.

“¡No, Karen!” gritó, apretándome fuerte—. “¡No! Por favor… Por favor, no te vayas”. Tenía los ojos llorosos y sentí una punzada ante este nuevo recordatorio de lo delgada que se había vuelto.

“Mamá, me hice más fuerte en la capital real.

¡Necesito proteger a todos!”

“Karen, si yo también te pierdo, yo… yo no sé qué haré”.

Un escalofrío de miedo me recorrió. Podía entender un poco cómo se sentía Nii-san.

Aun así, apreté las manos de nuestra mamá y dije: “Te prometo que volveré. ¡Después de todo, todavía tengo que ir a salvar a Nii-san!”

Mi mamá me miró con pena silenciosa. Lentamente me alejé de ella y vi a mi padre entre la multitud. Hizo una mueca pero me dio un ligero asentimiento. Me enderecé y me dirigí a la puerta.

“¡Karen!” gritó mi mamá. Pero no miré hacia atrás, no hubiera podido contener las lágrimas.

Después de dejar el Gran Árbol, tomé mi primera bocanada de aire exterior en mucho tiempo. Apestaba a sangre ya quemado.

“¿Está tan cerca la línea del frente?” murmuré.

Cuando Allen partió para rescatar a la gente de New Town, la guardia real y la milicia habían controlado la plaza al otro lado del Gran Puente. Pero ya no más: nuestras líneas habían retrocedido casi hasta el Gran Árbol.

Numerosos grifos verde mar revoloteaban por el cielo.

“Si Nii-san estuviera aquí, el que conocimos antes podría habernos ayudado,” murmuré, de repente recordé el libro ilustrado que las chicas habían estado leyendo. Fue una esperanza fugaz.

Avancé lentamente a través de la multitud de personas que transportaban a los heridos al Gran Árbol y otros que lo abandonaban para unirse a la batalla. Sin embargo, a medida que me acercaba al frente, comencé a tener una imagen más clara de la situación. Ambas vanguardias estaban enfrascadas en un intenso tiroteo mágico. Una unidad enemiga en particular estaba disparando hechizos elementales de rayos a gran velocidad. Sus miembros sostenían lo que parecían palos de formas extrañas. ¿Eran esas pistolas de hechizos lalannoyanas?

Vi a la señorita Valery Lockheart y Shizuku del clan de las cabras, la pareja que me había impedido dejar el Gran Árbol unos días antes, lanzando hechizos curativos por todo lo que valían.

En la línea del frente, los campeones estaban enfrascados en un combate. Dos comandantes estaban del lado enemigo: el anciano gran caballero Haig Hayden, empuñando una lanza de un solo filo, y un hechicero canoso con un sombrero y una lanza mágica. También vi al comandante supremo de los rebeldes, Grant Algren, sentado a horcajadas sobre su caballo en la retaguardia de la línea enemiga. De nuestro lado estaban Richard-sama; Toma del clan bearlet, que había tomado el mando de la milicia tras la herida de Rolo; Sui del clan fox, líder de la milicia New Town; y Shima, que acababa de unirse a la refriega.

Me apresuré a la formación de la guardia real, que estaba empezando a ceder. Valery estaba gritando algo sobre “Earls Haig Hayden y Zaur Zani”. También reconocí el último nombre: ¡un enemigo poderoso!

Hayden barrió su lanza hacia un lado, desatando cinco lanzamientos rápidos del hechizo avanzado Imperial Storm Tornado. Luego, el viejo Zani levantó su lanza de hechizos en alto, lanzando tres veces el hechizo avanzado Imperial Thunder Lance. Sus explosiones golpearon los tornados… y se fusionaron en cinco tormentas eléctricas furiosas.

¡¿Ocho hechizos avanzados en un solo ataque?!

Los viejos soldados gritaron: “¡Mira lo que haces con esto!” y “¡Bloquéalo si puedes!” mientras lanzaban sus hechizos. ¡Si Richard-sama y los líderes de la milicia esquivaran, la magia de los condes destruiría nuestras líneas!

“¡Yo empezaré!” Toma gritó, adelantándose al grupo y levantando su gran escudo para bloquear la primera tormenta.

“¡No luches solo, Toma!” Shima llamó desde detrás de él. “Recuerda: ¡Estoy contigo!”

Sus poderosas defensas mágicas amortiguaron la fuerza de los hechizos, lo que permitió que el escudo de Toma resistiera una explosión y luego otra. Pero ese era su límite. Antes de que azotara la tercera tormenta, Toma se derrumbó, gimiendo, con su escudo hecho añicos.

Sui se lanzó hacia adelante para cubrirlo. Concentrando todo su maná en una mano, el hombre del clan zorro rugió y lanzó un puñetazo directo a la tercera tormenta… ¡y luego a través de ella!

Pero Sui también cayó hacia adelante. Shima lanzó hechizos curativos sobre él y Toma, manteniendo su barrera todo el tiempo, pero su maná estaba disminuyendo rápidamente. Y todavía quedaban dos tormentas eléctricas.

“Gracias a todos”, gritó Richard-sama. “¡Me encargaré desde aquí!” Cargó hacia adelante, sosteniendo su espada en alto. Con dos lanzamientos del hechizo avanzado Scorching Sphere, interceptó la cuarta y quinta tormenta. Por fin, el camino hacia los viejos condes quedó despejado para un…

“Muere”, Grant Algren chilló desde la retaguardia de la línea rebelde. Un barrido hacia abajo de su alabarda encantada lanzó dos lanzamientos del hechizo avanzado Imperial Lightning Dance a los caídos Toma y Sui.

De todos los momentos para entrometerse.

La guardia real y la milicia estaban demasiado ocupadas Lydiando con las tropas enemigas para responder. ¡Incluso yo estaba demasiado lejos! No llegaría a tiempo.

Shima gritó. Entonces, vi a Richard-sama desviar su carga hacia otro rumbo. Con un rugido feroz, salió en defensa de Toma y Sui, enfrentándose a la magia del rayo enemigo con dos rápidos golpes de su espada.

Sí, los bloqueó perfectamente…

El caballero al frente de los guardias de Algren y la hechicera que lideraba las tropas de Earl Zani hicieron girar sus unidades para apuntar a Richard- sama.

“¡Todos juntos ahora!” “¡Fuego!”

Innumerables lanzas y rayos llovieron sobre Richard- sama. Agitó obstinadamente su espada, protegiendo a los líderes caídos de la milicia. Detrás de él, Shima, sus caballeros, la milicia y los combatientes voluntarios lanzaron las defensas mágicas más poderosas que pudieron reunir. Sin embargo, la abrumadora cantidad de ataques enemigos desgastó sus barreras hasta que, por fin, un hechizo encontró su objetivo.

Inmediatamente levanté mis manos contra el destello cegador y la onda expansiva que siguió. Mis oídos captaron el sonido del metal rompiéndose. Entonces la luz se calmó y abrí los ojos, temiendo lo que vería.

Nuestras líneas no habían sufrido daños directos.

Sin embargo…

“Ahora lo has hecho”, se quejó Richard-sama. “Estoy aún más endeudado con Nathan que antes”. Aunque su piel y su armadura estaban manchadas completamente con su sangre, miró al gran caballero y a su compañero hechicero.

¿Qué quiere decir con que le debe a mi papá? Me preguntaba. Entonces, recordé el amuleto que llevaba.

El caballero pelirrojo movió su espada hacia un lado, sin prestar atención a sus heridas. Sus lanzas de fuego mantuvieron a raya a los viejos condes mientras gritaba: “¡Saquen a Toma y Sui de aquí!

¡En marcha!” “¡Sí, señor!”

Los caballeros y la milicia sacaron rápidamente al maltrecho par detrás de nuestras líneas. Los líderes caídos dejaron gruesos rastros carmesí detrás de ellos. Shima, Valery y Shizuku se apresuraron a curarlos, pero habían perdido demasiada sangre para continuar esta lucha.

Tanto las fuerzas aliadas como las enemigas interrumpieron su enfrentamiento y retrocedieron para reagruparse.

“Huguemont, ¿por qué interfieres?” el canoso gran caballero bramó. ¡Y tú, duque Grant! ¡Podemos manejarnos solos!”

“¡Sandra, no ensucies este honorable concurso!” repitió el viejo hechicero. “Duke Grant, espero una explicación de tu conducta más tarde”.

“P-Perdóname”, respondió el caballero sacudido. Mientras tanto, la hechicera protestó: “P-Pero maestro…”

“¡Olvídate de esas tonterías! ¡Reanuden el asalto!” Grant espetó, nervioso pero aún dando órdenes. Sus tropas, sin embargo, dudaron en obedecer.

Mientras tanto, la luz curativa parpadeó sobre Richard-sama. Sin embargo, no fue suficiente. El maná de nuestras fuerzas estaba casi agotado.

“Perdónanos”, dijo Hayden. “Aún así, no puedes derrotarnos a los dos, heridos y fatigados como estás”.

“Luchaste bien”, agregó Zani. “Rendirse. Los tomaremos como prisioneros de guerra, como tomamos a los que lucharon en New Town.

Richard-sama no respondió a la propuesta.

¿Prisioneros? ¿Eso incluye a Allen?

El caballero pelirrojo se limpió deliberadamente la sangre de las mejillas. Luego sacó su caja de cigarrillos, encendió uno y se lo llevó a la boca con práctica elegancia. Después de soplar una bocanada de humo… arrojó su cigarrillo al aire y lo incineró con un hechizo de fuego.

“¿Eso es todo lo que tienes que decir?”, exigió, clavando su espada en el Gran Puente. “La respuesta es no. ¡Absolutamente, positivamente no!” Plumas de fuego llenaron el aire, resonando con su rugido. Luego, en voz baja, Richard-sama Leinster se dirigió a los condes.

“Haig Hayden. Zaur Zani. Esa tonta pregunta no era digna de un gran caballero y hechicero de tu renombre. ¿Has olvidado las tradiciones más antiguas de nuestro reino?”

Pude sentir cómo subía la moral de sus caballeros cuando el vicecomandante gritó: “No importa cuán feroz sea la batalla, no importa cuán desesperada sea nuestra situación… ¡la guardia real nunca se rinde!”

El sonido de metal contra metal llenó el aire. Como uno solo, los caballeros cercanos golpearon sus corazas en acuerdo.

“¡Especialmente no después de que Allen me dejó para terminar esta pelea! ¡Él me lo confió!” Llamas de ira estallaron en los ojos de Richard-sama. “¡¿Cómo podría llamarme caballero, y mucho menos futuro duque, si abandoné una promesa a mi hermano de armas?!” Hizo una pausa y luego concluyó en un tono más tranquilo: “¿Tienen alguna otra pregunta?”