Hazure Skill Kage Ga Usui (NL)

Pasamos otros dos días en la posada. Ese fue el tiempo que pasó hasta que pude volver a mover mis extremidades.

Según Iris, mientras yo estaba en cama, la Orden de Caballería había acudido a los almacenes para inspeccionarlos. Los artículos sospechosos habían sido confiscados.

—Me siento pesado.

Como había pasado tanto tiempo dormido, la desgana se apoderó de cada fibra de mi ser.

—No hay remedio para eso. Usaste nigromancia de rango de corte para traer a un vampiro de la muerte. Tal agotamiento es un resultado esperado.

—Dijiste que lo habías usado una vez. ¿Para quién era? — Pregunté.

—Oretenberg…

—¿Quién es ese? — Presioné.

—Era de mi pasado… cuando tenía una mascota, un gato… Funcionó bastante bien, pero estuve inconsciente durante varias horas. Me di cuenta entonces de que el retroceso dependía del objetivo del hechizo basado en el funcionamiento del círculo de invocación.

Entendí por qué Rila se había preocupado por el peligro cuando había traído a Dey. Había una gran diferencia entre un gato y un vampiro.

—No estoy seguro de si él lo hizo o lo trajo aquí, pero me pregunto qué era es e Se cond cosa que Luther intentaba esparcir. Tal vez alguien lo creó para él… — reflexioné en voz alta. A pesar de devanarme los sesos mientras estaba en la cama, no había sido capaz de dar una respuesta clara.

—Oh, sí… Es un tipo de analgésico que se usaba en el infierno una generación atrás. Aunque ahora no se usa mucho — respondió Rila.

—Así que no lo logró, entonces.

Según ella, no debería tener un efecto secundario. Sin embargo, la sustancia estaba destinada a los demonios. Tal vez el Second reaccionó de manera diferente con los cuerpos humanos. Incluso Rila no podía estar segura.

—¿Sus medicamentos para el dolor no son bebibles como las pociones de recuperación? — Pregunté.

—Estás muy bien informado. Lo son hoy en día. Podemos hacer analgésicos líquidos usando otra variedad de hierba. Ese polvo blanco es un curativo más tradicional. Pero era difícil de administrar en el campo de batalla, ya ves. Me imagino que una gran cantidad de ella ha quedado sin usar.

Luther debió descubrir los efectos adversos de la sustancia en los seres humanos, pero no había forma de saber cómo empezó todo… ya no.

—Era un tonto — escupió Rila con desdén.

Cuando tuviera tiempo, tendría que explicarle todo al Rey Randolph.

—Oh, ¿Maestro Roland? ¿Puedes moverte ahora? — preguntó Dey, haciendo una entrada repentina.

—Sí. No puedo luchar como de costumbre, pero no impedirá mi vida cotidiana.

—Hee-hee, creo que todavía eres más que poderoso, incluso debilitado como estás. Deberías estar bien.

Las reacciones de mi cuerpo eran más lentas de lo habitual. Si tuviera que compararlo con algo, sentía como si algo me envolviera.

—Bueno, ¿nos vamos, entonces? — Sugirió Dey.

—¿Hmm? ¿Dónde? — Pregunté.

—¿Dónde? — Dey repitió. —Lord Rileyla, ¿no se lo has dicho?

—Um… me faltó una buena oportunidad para…

—¿De verdad? Eres tan tímido con las cosas más extrañas.

Yo no le seguía, así que Dey me explicó las cosas diciendo: —Nos vamos a la playa. Todo el mundo por fin se ha puesto las pilas y ha elegido los trajes de baño, así que queríamos ir en cuanto pudieras volver a moverte…

Dey miró a Rila. Ella se movía tímidamente.

—Tengo reparos en llevar ese trozo de tela… ¿Por qué no puedo ir desnudo…?

No podía seguir esa línea de razonamiento.

—Piense que es un equipo para la ocasión, Lord Rileyla — aseguró Dey. —Es lo que se usa cuando se está bajo el agua. ¿Entendido?

—…Mm-hmm…Ya veo…

Evidentemente, l a s dos ya habían elegido algo para mí. Dey me entregó un par de bañadores.

¿Vamos a ir al océano, entonces? Supongo que es un momento tan bueno como cualquier otro.

Asintiendo, dije: —De acuerdo. Me cambiaré y me iré.

—Bueno, entonces, hasta luego — respondió Dey.

Después de lanzarme un beso, agarró a Rila, que aún parecía avergonzada, y ambas salieron de la habitación.

Desde mi ventana pude ver a la gente en la playa. Uno de ellos se fijó en mí y me saludó con la mano.

—¡Señor Rolaaand! — llamaron.

—¿Eres tú, Milia? — Respondí.

Llevaba un traje de baño con falda. Vi a Iris a su lado.

—No grites — regañó a Milia.

La Directora de Sucursal me miró. Llevaba un sombrero de paja, gafas de sol y un bikini azul marino. A diferencia del atuendo de Milia, el suyo parecía más adulto. Me habían dicho que todo el mundo tenía bañador, así que supuse que Dey y Rila también lo llevarían.

Dejando a un lado a Rila, ¿podría Dey llevar uno?

Después de todo, tenía el agujero en el pecho. Probablemente lo llenaría con algo, tal vez una manzana o algo parecido.

Me cambié rápidamente y me dirigí a la playa.

Cuando Milia me vio, corrió hacia ella.

—Señor Roland, me alegra ver que está mejor.

—Siento haberte preocupado — respondí.

—Bueno, yo personalmente pensé que estarías bien — dijo Iris desde debajo de una gran sombrilla.

—¡Usted también estaba ansios a , Directora de Sucursal! — dijo Milia.

—Es suficiente. Si te quedas ahí fuera, te vas a quemar con el sol.

—Creo que usted podría ser el únic a preocupad a por eso, Directora de Sucursal.

—Bien. Toma el sol. Te arrepentirás en una década.

—Creo que es normal que cualquiera se queme al ir a la playa…

Mientras ell a s discutían sobre cuestiones de piel y demás, yo empecé mis ejercicios preparatorios.

—…Um, Señor Roland, ¿qué está haciendo? — preguntó Milia.

—Oh sí, estaba pensando en nadar hasta esa isla — le dije.

Señalé hacia el océano.

—¿Cuál…? ¡¿Qué?! ¡Pero eso es tan pequeñ a ! ¡Está tan lejos! ¡¿Por qué harías eso?! Hemos venido hasta aquí para disfrutar del océano.

—Estoy nadando allí porque he venido al océano, por supuesto — expliqué, sin saber por qué Milia estaba en contra de la idea. —La natación hace uso de todo el cuerpo.

—Uh. Uh-huh…

—Es el ejercicio perfecto y muy adecuado para devolverme la forma después de estar fuera de servicio — le dije.

—Por favor, no seas tan práctico—. Milia suspiró, pareciendo haber caído en la cuenta. Entonces me señaló a mí. —…Cuando estás en la playa con chicas, disfrutas con ellas. Eso es normal . Ir a nadar a tope no es normal, ¿vale?.

—Entonces vamos a disfrutar — decidí.

—Sí , — respondió Milia mientras daba un pequeño salto. —Vamos a hacer un castillo de arena juntos. ¿De acuerdo?

—Si es una fortaleza lo que quieres, tendré que aportar algo — respondí.

—¡Está bien! Lo haremos juntos, ¡así podremos discutirlo sobre la marcha!

—Así que supondremos que el enemigo, el ejército del Señor Demonio, tiene diez mil efectivos, y nosotros quinientos. Construyamos un bastión que dure tres meses bajo esos supuestos. En ese caso, necesitaremos una estructura que sirva de base para la línea del frente que estamos dispuestos a perder.

—¡Piensa en algo más elegante, por favor! Estás matando la diversión.

—Sí — continué. —Creo que cualquier fortificación haría bien en prever que lo peor podría ocurrir. No todo termina pacíficamente. Deberíamos esperar algo de violencia.

—Quiero hacer un castillo tres segundos antes de que el príncipe y la princesa se enamoren — insistió Milia.

Iris se reía bajo la sombrilla.

—Muy bien. En ese caso, deja las defensas completamente en mis manos. El príncipe y la princesa no podrán enamorarse si no pueden defender su hogar, después de todo.

—…Ugh…Vale, ahora has ido y has dicho algo que suena suave…

—El príncipe y la princesa están preparados para luchar cuando llegue el momento, por lo que la familia real no tiene una vía de escape subterránea. Si las tropas se enteraran de que existe una, afectaría a la moral. Diremos en esta premisa que tendrán que proteger el castillo hasta que lleguen los refuerzos o enfrentarse a la aniquilación total.

—¡Estás arruinando la diversión otra vez!

—Tienes razón. Sería mejor que los refuerzos llegaran cuanto antes para evitar la matanza.

Milia frunció el ceño. —¿Por qué parece que estás reviviendo algo de tu pasado? Sólo estamos haciendo un castillo de arena.

Había estado inmerso en la construcción de la base de primera línea cuando una ola se precipitó y destruyó casi la mitad de ella.

—Parece que hemos sufrido un asalto de ola literal. Pensándolo de otra manera, eso es básicamente una declaración de que tener una base aquí sería molesto. Heh, muy bien entonces…

—Realmente parece estar disfrutando, Señor Roland — comentó Milia.

Rápidamente cavé un agujero y estaba levantando un muro cuando Dey y Rila se acercaron.

—Oh, amo Roland, ¿está jugando en la arena?

El traje de baño de Dey era mucho más escaso que el de las otras mujeres.

—Dey, ¿qué pasa con tu agujero? — Pregunté, a lo que Dey se encogió de hombros.

Empujó sus amplios pechos y los obligó a crear un valle.

—Hee-hee. Cuando aprieto mis tetas, no puedes verlo, ¿ves?

—Supongo que es cierto — respondí.

—Lo escondo en mi espalda con mi pelo.

Incluso cuando no estaba juntando el pecho, ya era lo suficientemente grande como para ocultar bien la abertura.

Rila llevaba una camiseta por encima del bañador.

—Señorita Prima Donna, ¿no se va a quitar eso? — preguntó Milia.

—Hmm… simplemente no me siento en casa en esto…

—Pero tú sueles estar muy segura de ti misma — comentó Milia.

—Esto es mucho más embarazoso…

—El Señor Roland te está mirando.

—…Rila, lo que sea que estés ocultando me va a molestar.

—Ugh…

Mientras Rila se hacía la tímida, Dey se acercó sigilosamente por detrás de ella y le atrapó los brazos con un candado. Milia estiró las manos, con ganas de quitarse la camisa.

— Pa-Paren … me estoy avergonzado…

—Estás muy guapa así, señorita Prima Donna… Ahora, por favor, deja de forcejear . — Milia se rió siniestramente mientras le quitaba la camiseta. Rila llevaba un bikini rojo decorado aquí y allá con lazos.

—Uh.

—Señor Rileyla, le queda muy bien.

—¡Me alegro de haberte ayudado a elegirlo! ♪

Dey y Milia asintieron para sí mism a s.

Con el rostro escarlata, Rila se sentó acurrucada en la arena. Su piel era de un blanco puro, sus hombros parecían delicados y su ombligo parecía esbelto. Los cordones de sus caderas también estaban atados en cintas. Vislumbré su pálido cuello bajo el pelo atado. Hasta entonces sólo la había visto expuesta en la penumbra. Bajo el sol brillante, la piel de Rila parecía aún más pálida y hermosa.

—Qué bonit a — dije.

La cara de Rila se puso aún más roja.

—¡Idiota!

Me lanzó arena, le arrebató la camiseta a Milia y corrió por la playa, con los granos crujiendo bajo sus pies, hasta que se detuvo para esconderse detrás de Iris. Era como un gato callejero que aún no se había familiarizado con los humanos.

—Creo que sólo pasaré mi tiempo con otras personas que lleven trajes de baño — declaró Dey.

—Tienes la idea correcta — coincidió Milia. —Vamos a hacer exactamente eso.

L a s dos miraron a Rila, que hizo una mueca antes de aventurarse lentamente desde la seguridad de la sombrilla. Se acercó con cautela, como un gatito extraviado que aún no se atreve a salir después de haber sido atraído por la comida.

—No entiendo por qué debo llevar un atuendo tan vergonzoso… Si debo hacerlo, prefiero desnudarme aquí mismo, y…

—Rila — cortó Milia, —es mucho más vergonzoso estar desnudo.

Al final, Rila perdió ante su deseo de pasar tiempo con los demás, y se unió a nosotros, con piel expuesta y todo.