Dungeon Busters (NL)

Volumen 3

Prologo: Esperando Órdenes

Un hombre terriblemente demacrado y una joven de pelo azul caminaban juntos en la oscuridad. De repente, un gigante rojo se abalanzó sobre ellos. En cuanto el hombre pasó junto al gigante, parpadeando como un fantasma a su paso, el monstruo cayó al suelo, separándose limpiamente en dos mitades antes de convertirse en humo.

“Mifa, realmente nunca luchas, ¿verdad?”

“No, soy todo ladrido, nada de mordida.”

La chica respondió sin expresión alguna, antes de meterse en la boca el trozo de chocolate que sostenía.

“Al menos deberías protegerte, ¿de acuerdo?”

A pesar de lo que acababa de decir, el hombre siguió luchando mientras se aseguraba de que ella estaba fuera de peligro. El hombre, que era médico, había sido engañado por unos niños de los barrios bajos y había acabado en este laberinto subterráneo poco iluminado. Luchando contra los monstruos, había conseguido una fuerza sobrehumana, pero a costa de su estado mental, que también había sufrido algunos cambios. Como médico, debería haber valorado la vida más que nadie, y sin embargo, ahora era capaz de matar a la gente sin pestañear.

En esta mazmorra, los monstruos dejaban caer comida cuando eran derrotados, y él compartía esta recompensa con los niños de la barriada. Sólo en esos momentos era capaz de sentirse humano.

“Pronto llegaremos al último piso. Deberíamos empezar a hacer los preparativos.”

“Tú y los monstruos se hacen más fuertes tan rápido, Mifa. Me da bastante envidia.”

Aunque no tenía la sensación de haberse hecho más fuerte, se vio obligado a admitir que sí lo había hecho, debido a que ahora era capaz de derrotar a los monstruos de un solo golpe y ya no sufría heridas al cortarse.

Sin embargo, no se podía decir lo mismo de su estado mental. Ya había matado a varios seres humanos. En ese momento, su sentimiento de culpa se había disipado, e incluso había empezado a sentir que sus acciones estaban perfectamente justificadas. Alguien tenía que rectificar este mundo retorcido.

Si las cosas seguían avanzando en la misma dirección durante otros cincuenta o cien años y una fracción de países ricos seguía acaparando todos los recursos, cada vez más gente se encontraría en la más profunda pobreza, luchando por sobrevivir. Ya sea que alguien gane unos escasos mil dólares al año o hasta un millón de dólares al año, todas las personas necesitan la misma cantidad de alimentos y refugio para sobrevivir. Sin embargo, una parte de la población seguía siendo empujada a espacios pequeños e insalubres mientras unos pocos elegidos construían piscinas y canchas de baloncesto que ni siquiera utilizaban en sus patios y dormían en las innecesariamente grandes camas que decoraban sus enormes casas.

A pesar de que tanta riqueza y espacio podrían haber servido para abastecer a mucha gente, hicieron la vista gorda y fingieron que no podían ayudar.

¿Cómo podían permanecer imperturbables a pesar de saber que su forma de vivir sólo había sido posible gracias a la muerte de miles de personas?

En este mundo de locos, lo único que podía impulsar a cambiar a aquellos idiotas que se creían cuerdos era una locura aún mayor.

“Entonces sumergiré este mundo en la locura. Me convertiré en el Rey Demonio. Je, je… ¡Ja, ja, ja!”

El hombre sacó cartas de su bolsillo interior y las lanzó. Varias docenas de monstruos aparecieron simultáneamente frente a él, esperando órdenes.