Hazure Skill Kage Ga Usui (NL)

Volumen 2

Capítulo 9: El Odiado Se Hace Querer

Parte 2

Ah. Por eso me ha estado vigilando.

—Haz lo que quieras. Si te apetece tanto ser espectador a , ¿por qué no entras? Sin duda sería una mejor vista que desde aquí fuera.

—Ha-ha-ha. Pronto te arrepentirás de eso.

Pensé que sería mejor, ya que tener a una persona espeluznante rondando por ahí sólo iba a poner nerviosos a los demás empleados.

Todos los ojos se posaron en Roje y en mí cuando entramos.

—¿Ese tipo acaba de entrar con un elfo?

—No es sólo el héroe, incluso tiene tratos con los elfos…

No eran sólo los aventureros. Mis compañeros de trabajo se quedaron con la boca abierta mientras miraban.

Se podían encontrar elfos en áreas metropolitanas como la capital y en asentamientos rurales cerca de densos bosques. Sin embargo, era raro verlos en una ciudad normal.

—Desde aquí, puedes observarme a tu antojo— dije.

—Muy bien.

Volví a mi asiento.

Varias miradas se fijaron en mí, prácticamente exigiendo una explicación.

—Señorita Milia, parece que la persona sospechosa que vio antes era esa elfa. Ella me vigilará hoy en el trabajo— le expliqué.

—¿Eh? ¿Así que os conocéis?

—Sí, en cierto modo. Creo que podría sentir algo por mí.

—¡¿Eh?! ¿Qué?— La cara de Milia pasó de la sorpresa a la perplejidad. Como para confirmar mi afirmación, miró a Roje.

—¡Hoy es el día en que te desenmascararé por lo que realmente eres! Je-je-je…— murmuró Roje.

—¡No creo que lo haga! No estaría cacareando en voz baja después de mirarte si lo hiciera.

—Los elfos son muy peculiares— respondí.

—Sí, realmente lo son… espera, no, incluso si lo son, ¡no creo que eso sea lo que está pasando!

¿De verdad?

Cuando se trataba de la mayoría de las mujeres, normalmente sabía lo que pensaban, pero no tenía ni idea de lo que pasaba por la cabeza de Roje.

—Señor Roland, si a alguien le gustara, haría cosas como seguirle con la mirada sin darse cuenta.

Me ha estado observando toda la mañana…

Incluso ahora, Roje me miraba fijamente mientras yo trabajaba.

—O, cuando vuestras miradas se encuentren, la sobresaltará y se apartará sin pensar.

Como al compás de las palabras de Milia, me encontré con los ojos de Roje y la elfa se apresuró a mirar hacia otro lado.

—¿Por qué iban a mirar hacia otro lado? Pensé que me estaban siguiendo— pregunté.

—Cierto, pero una chica enamorada se avergonzaría de mirar fijamente a los ojos del hombre que ama— Milia se sonrojó mientras explicaba.

Desde su asiento, Roje levantó un papel. ¿Por qué me miras? Haz tu trabajo! estaba garabateado en él.

—Se podría decir que las chicas no son directas con sus sentimientos porque son sensibles— continuó Milia.

Roje, ¿es eso? ¿No s e atreves a ser sincer a con tus sentimientos? Me lo pregunté.

—Pero no puedes tratar a una chica como si fuera una tarea o abandonarla por eso.

Roje me miraba. Pero cuando encontraba su mirada, me decía que volviera al trabajo. Sin embargo, según Milia, no era eso lo que sentía. Al contrario, quería que le prestara atención.

Cada vez más, sentía que no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Había encontrado un tipo de mujer que no entendía. Cuando lo pensé, nunca había estado con una elfa.

—Supongo que los elfos son así…— comenté distraídamente.

—No, no importa si alguien es un elfo. Cualquier chica podría sentirse así… incluso yo… ja, ja…— Milia me miró mientras continuaba. —Creo que si una chica así te conociera, probablemente querría que fueras muy amable con ella— dijo con timidez, luego soltó una risita ahogada para sí misma.

—Sé amable… Ya veo…

Seguí con mi trabajo como de costumbre sin dejar de estar atento a lo que hacía Roje. Al poco tiempo, llegó la hora de mi descanso.

Cuando salí del gremio por la parte de atrás, Roje me bloqueó el paso.

—¿Dónde crees que vas? Tienes tu comida casera de Lord Rileyla, ¿no? Heh-heh-heh… quizás no soportas el sabor, y estás a escondidas-

—Nunca he pensado que su cocina supiera mal.

—…Ya veo… Qué cosa tan terrible he dicho…

Por alguna razón, Roje parecía derrotad a .

—Iba a ofrecerte un poco a ti también. Querías el tuyo, ¿no?— Saqué de mi bolsa la caja de comida que había preparado Rila.

—¡¿Estás tratando de conquistarme…?! Maldita sea, eso es muy amable de tu parte… ja-ja-ja. Pero… Regalar algo que te hizo Lord Rileyla es inexcusable!

—Rila lo hizo para mí, así que igual voy a comer la mitad.

—Guh, has pensado en todo, ¿no?

Como no había un lugar para comer cómodamente, acabamos pidiendo prestada la sala de recepción para que Roje y yo pudiéramos dividir la comida que había hecho Rila.

Como era de esperar, Roje se desmayó después de dos bocados, así que al final me comí la mayor parte. Siempre insistía en comer la comida de Rila, pero perdía el conocimiento casi inmediatamente. Me pareció un poco grosero.

Bueno, supongo que cada persona tiene su propia manera de mostrar su devoción.

Después de la comida, Roje empezó a observarme desde fuera otra vez.

—¿Hay veces que una mujer quiere tanto la atención que se aleja de la persona que ama?— le pregunté a Milia.

—Si empujar no funciona, tirar puede ser otra táctica, sí. Es un enfoque sencillo…— respondió.

—Sin embargo, no creo que sea el caso aquí. En realidad, si no lo es, entonces estoy en problemas…

Mientras Roje me observaba desde la sombra de un árbol, tres hombres grandes se acercaron a ella por detrás.

Se cruzó de brazos y estaba discutiendo con ellos sobre algo. Me apresuré a acercarme.

—Los elfos sí que son bonitos.

—Y tiene la piel blanca como la nieve…

—Oye, ¿quieres venir con nosotros un rato?

Los tres hombres sonrieron lascivamente.

—No me toquen, idiotas cobardes. Os mataré.

Los rufianes se hacían más ruidosos cada segundo y parecían encantados. Por mucho que Roje se opusiera, a ellos les parecía un visto bueno.

Me di cuenta de que Roje estaba a punto de usar un hechizo, así que me interpuse entre ella y los hombres y susurré en voz baja: —… No uses la magia. Llamarás la atención. Ya han visto tu cara, y usas hechizos que son raros incluso entre los elfos, ¿verdad?.

—Pero…— protestó Roje.

Levanté la mano del hombre que había agarrado el brazo de Roje.

—¡Ay! Ouch, ouch-

—Conozco a esta persona. ¿Tienes algún negocio con ella?— Pregunté.

Inmediatamente, los ojos del hombre se abrieron de par en par y retrocedió.

—¿Argan, señor?

—Oye, estamos en problemas. Este tipo supuestamente tiene tres mil aventureros subordinados a su disposición!

—Tenemos que irnos…

¿Cuándo conseguí estos supuestos subordinados? ¿Y por qué tres mil de ellos…?

Los rufianes huyeron rápidamente.

—¡¿Tres mil…?! Eso es lo mismo que un regimiento entero…— Roje se había tomado todo aquello al pie de la letra.

—Ya te destacas tal y como estás. Y si descubren quién eres, seguro que se arma un revuelo.

Roje se había disfrazado previamente de elfo oscuro, así que las cosas podrían haber estado bien, sin embargo.

—Reconozco que me he precipitado. Además… me has salvado… Gracias…— Roje sacudió rápidamente la cabeza. Su cara estaba un poco sonrojada. —¡Pero habría podido arreglármelas aunque no lo hubieras hecho! Te has pasado de la raya. Sigo sin aprobarte— Me señaló con un dedo acusador.

—Está bien.

—¡Sólo eres algo guapo y competente en tu trabajo! ¡Además, vienes galantemente cuando las doncellas están en problemas! Y es increíble que tengas todo un regimiento… ¡Espera, ese no es el punto! Además, eso fue suficiente para que me gustaras más… ¡Espera, no, no lo fue! No creas que nada de eso me convenció de que eres una compañera adecuada para Lord Rileyla -escupió, y luego se alejó.

Evidentemente, tanto el amo como el sirviente tenían una estrategia de salida similar.