Hazure Skill Kage Ga Usui (NL)

Volumen 2

Capítulo 2: Invitado A Beber

Parte 2

Ellos también se pusieron a charlar.

—¿De verdad?

—Sí. Estuve en el Gremio de Aventureros de la capital. Está tan ocupado como cabría esperar allí – un gran lugar, realmente.

—Nunca he vivido en otra ciudad y…

Eso debería ocuparse de esos dos.

Ser el centro de la conversación no me gustaba, sobre todo porque a mis compañeros les gustaban Hilda y su amiga la criada. Activé Discreción, contentándome con sentarme en mi rincón y disfrutar de una copa.

Al cabo de un rato, el efecto de mi habilidad desapareció. Sin embargo, para entonces, la conversación entre los cuatro estaba en pleno apogeo. Ninguno de ellos necesitaba mi ayuda.

Mis ojos se encontraron con los de la espadachina, que estaba vaciando su copa.

—¿Estás bebiendo?— preguntó.

—Sí que conseguí algo. Parece que te gusta el vino— respondí.

—Yo sí. Nunca se sabe lo que puede pasar cuando se es un aventurero. Soy de la opinión de que cuando tienes la oportunidad de beber, sigues dándoles caña— explicó la espadachina.

—Parece un trabajo duro. Lo entiendo— respondí.

Maurey, apestando a alcohol, intervino: —Eh, novato, más vale que no intentes poner tus sucias manos en mis tetas.

No son tuyas. Y te mira como si fueras basura otra vez.

—Sólo déjame entrar en un pequeño apretón.

Pinché a Maurey en el costado, asegurándome de que nadie lo notara. Se desmayó.

—Parece que tuvo un poco más de lo que podía manejar— observó la espadachina, aliviada. Compartimos una risa.

Mis otros compañeros dejaron a Maurey en paz, contentos de concentrarse en las damas que admiraban. Mientras tanto, yo hablaba con la espadachina y la tímida maga.

—¡He oído hablar de ti! Todo el mundo dice que eres una especie de súper empleado del gremio. Dicen que si Argan te da una misión, nadie sale herido— dijo la espadachina, elogiándome.

—Eso es una exageración— refuté con modestia.

—Yo… he oído lo mismo…— añadió la maga, hablando por fin un poco.

Me preguntaba qué conexión tenía con los otros. Resulta que había trabajado con la espadachina en algunos trabajos anteriores.

—Los aventureros que conozco… todos dicen… que eres el mejor del gremio…

—Simplemente conduzco a las personas hasta donde pueden desarrollar todo su potencial. Ellos hacen el trabajo duro. Son sus habilidades las que merecen el crédito.

—¿Qué escondes bajo esa fachada de bonachón?— insistió la espadachina.

—Sigue mi ritmo. Eso podría lubricar las cosas lo suficiente como para hacerme hablar.

—Ha-ha. Suena interesante. Me apunto— Con una sonrisa intrépida, la espadachina dio un trago a su vino. —Estaré encantada de beber contigo.

Sonreí -deliberadamente- y también vacié mi taza.

Shane y Rein pasaron el resto de la noche riendo con Hilda y la criada. Antes de darnos cuenta, el restaurante estaba cerrando y teníamos que irnos.

—¡Argan! ¡Pagaremos por ti hoy! De verdad, ¡muchas gracias!

—¡Estoy tan agradecida de que hayas venido! Gracias.

Agradecidos por mi ayuda, mis dos compañeros de trabajo pagaron generosamente la factura.

—Bueno, nosotros también nos vamos ahora— dijo una de las mujeres.

—¡Roland, volvamos a comer juntos alguna vez!

Hilda y la criada evitaron las invitaciones de Shane y Rein para ir a un segundo lugar y se marcharon rápidamente. A pesar de ello, los hombres se creyeron triunfantes y se dirigieron juntos a casa con los brazos alrededor de los hombros del otro.

—Ughhh… Rowand, te pasaste de listo conmigo…

Llevé a la inarticulada espadachina a mi espalda mientras acompañaba a la maga hasta donde se encontraba.

Cuando le di las buenas noches y empecé a marcharme, me llamó: —Uh…um…

—¿Sí?

—…Eres un empleado popular del gremio, y aún no he solicitado tu ayuda, pero…la…la próxima vez…cuando tenga una misión…¿podría preguntar…por ti?

—Claro. Si te parece bien que alguien como yo te ayude.

—¡Uh! ¡S-sí…! B-buenas… noches…

Estaba seguro de que la maga de voz suave no había bebido nada, pero tenía la cara roja. Me saludó hasta que se perdió de vista.

En cuanto a la espadachina… ¿creo que se llamaba Diana?

—Diana, ¿dónde está tu posada? ¿O tienes una casa?

—Por ahí.

Siguiendo sus indicaciones, llegamos a un molino abandonado junto al río. Se bajó de mi espalda, me metió dentro y cerró la puerta. Podía oír el silencioso chirrido de la rueda hidráulica girando.

—¿Es aquí donde vives?— Pregunté.

—No. Nadie viene aquí, lo que lo hace muy útil. Me enteré por otro aventurero…

Así que eso es lo que estaba haciendo.

Le rodeé el cuello con la mano y la besé.

—Te lo dije. Cuando eres un aventurero, no tienes ni idea de cuándo puede pasar algo. Por eso… vivo sin remordimientos.

La luz de la luna que se filtraba por las grietas de la estructura dejaba ver sus pálidos muslos. Con una mano, se desabrochó el cinturón que sujetaba su espada a la cadera. La espada se deslizó hacia abajo y cayó al suelo.

—Cuando me enteré de que venías, decidí esforzarme un poco más…— admitió la espadachina.

—Qué honor.

—¿Te gustaría ver dónde pongo ese esfuerzo?

◆ Maurey ◆

—Señor, Señor, por favor, despierte.

Maurey, boca abajo sobre la mesa, se despertó cuando un trabajador del restaurante le sacudió.

—¿Eh… por qué estaba dormido…?

—Todos los demás miembros de su grupo se dirigieron a casa. Y nosotros también estamos cerrados.

—¿Eh? Oh, claro…

Eso fue extraño. Estaba seguro de que le había tocado el pecho, pero tal vez había sido un sueño.