Hazure Skill Kage Ga Usui (NL)

Una vez al mes, cerrábamos formalmente la sucursal. Ese día no teníamos funciones de recepción, lo que nos permitía hacer trabajo de oficina. Llegábamos antes del mediodía y nos quedábamos hasta bien entrada la noche. La noche anterior, algunos empleados salían a tomar algo.

—¡Argan, ven con nosotros esta noche, ¿quieres?!— Uno de mis compañeros de trabajo juntó las manos y suplicó. —Las chicas de esta fiesta van a ser increíbles. Habrá aventureros, ¡y hay una criada que trabaja en casa de un aristócrata! Tenerte cerca nos ayuda. Bueno, en realidad, si no estás, ni siquiera nos mirarán… Lo entiendes, ¿verdad? ¡Vamos, por favor!

Este compañero de trabajo era mi superior y me había ayudado algunas veces.

El grupo en total era de ocho, cuatro hombres y cuatro mujeres. No es que estuviéramos tratando de obtener información de ellos, así que no entendía por qué estábamos comiendo con Señoras que no conocíamos y que nunca habíamos visto antes. Por eso había rechazado las invitaciones anteriores.

—¡Incluso Hilda de la panadería va a venir!— suplicó mi colega.

—No estoy seguro de qué hacer con esa información…

—No tienes una chica, ¿verdad? ¡¿Cualquier tipo normal no saldría de copas para encontrar a su pareja?!

¿Normal… dice?

Mientras Shane me suplicaba con lágrimas en los ojos, finalmente cedí. —Está bien. Si es así, lo haré. Pero no he hecho esto muchas veces, así que no puedo garantizar que conozca la etiqueta adecuada.

—¡Está bien! ¡Completamente bien! ¡Gracias! Gracias.

Alborozado, mi colega me dio un fuerte apretón de manos. Al parecer, tenía muchas ganas de acercarse a esta chica Hilda, que era hija de un panadero.

Del gremio, sólo iríamos yo, el compañero que me había rogado, alguien que había empezado a trabajar más o menos al mismo tiempo que él, y Maurey.

◆

Cuando terminamos de trabajar, los cuatro éramos los únicos que quedábamos en la oficina.

—Muy bien… la entrada del gremio es el punto de encuentro. Deberían llegar pronto…— Shane, el tipo que me había suplicado antes, se estremecía mientras miraba por la ventana.

Shane, nuestro compañero Rein y Maurey formaron un grupo. Parecía que estaban teniendo algún tipo de reunión.

—Escuchen, cobardes, esto se trata de trabajo en equipo— dijo Shane.

—Ya lo sé. Tú vas por la panadera y yo por la criada. Oye, Maurey, ¿y tú?— Preguntó Rein.

—¿Yo? Me dejo llevar por la corriente. Si veo un bombón, probaré suerte. Ese es mi plan. Realmente no me importa si alguien va detrás de una de ellas o no.

—Acabo de decir que esto es sobre el trabajo en equipo, idiota.

—Será mejor que no eches las campanas al vuelo.

Shane y Rein no tardaron en expresar su desaprobación.

—Mira, si una chica se me insinúa, no voy a decir que no— replicó Maurey.

—Ninguno de ellas va a ligar contigo.

—En tus sueños.

—No… digas eso…

Miré por la ventana y vi a algunas mujeres esperando fuera.

Informé a Shane, Rein y Maurey, y luego salimos por la salida trasera y nos reunimos con las Señoras que nos esperaban delante.

Cada una tenía un rostro encantador. Llevaban atractivos trajes que dejaban al descubierto sus piernas y demás.

◆

Nos dirigimos a un pequeño restaurante en una calle lateral. Shane afirmó que visitaba este lugar todo el tiempo.

Me hicieron sentar al final. Mis compañeros más veteranos se sentaron frente a cada una de las mujeres a las que iban a buscar. Una mujer pequeña y tranquila se sentó frente a mí.

No se perdió tiempo en pedir la comida y la bebida, y el vino se entregó rápidamente. Tras un ligero brindis, empezamos a charlar. Tomé un sorbo de mi bebida y picoteé la comida.

—¿Qué tal si empezamos con las presentaciones?— Shane soltó, así que nos presentamos de uno en uno.

Parecía que la criada y Hilda eran amigas. Una aventurera que parecía ser una espadachina también conocía a Hilda.

Maurey llevaba un rato mirando los gigantescos pechos de la aventurera. No era un tipo increíblemente complicado. Era evidente para cualquiera con cerebro que estaba embobado.

Maurey, te mira como si fueras basura. Ya te has dado cuenta.

La última chica, la que estaba frente a mí, también era una aventurera, una maga. Era de voz suave y dócil.

Fui el último en presentarme.

—Soy Roland Argan. Soy un empleado nuevo. He aprendido mucho de mis compañeros en el gremio. Es un placer conocerte— Incliné ligeramente la cabeza.

Ansiosamente, la criada levantó la mano. —Um, así que Milia dijo que eres increíble en tu trabajo.

—¿Este es ese tipo? Yo también he oído hablar de ti. Milia dijo que eres tranquilo, pero que a la hora de la verdad, ¡siempre haces el trabajo!— Hilda continuó como si acabara de recordar.

Ya veo. Parece que todas conocen a Milia. Bueno, supongo que es un pueblo pequeño para mi.

—Sólo hago mi trabajo— respondí.

Las dos mujeres me miraron tan intensamente que prácticamente pude sentirlo. Sin embargo, también sentí los ojos irritados de mis compañeros de trabajo clavados en mí. Excepto Maurey. Él seguía embelesado con el pecho de aquella chica.

Me gustaría que lo dejara.

Evidentemente, Hilda y la criada aún tenían preguntas para mí. Shane se fijaba en la primera y Rein en la segunda, si no recordaba mal.

—Hilda, tú trabajas en esa panadería, ¿no? Shane siempre habla maravillas de sus productos, diciendo lo deliciosos que son. Ha traído algunos y los ha compartido con la gente de la oficina— dije.

Miré a Shane, que asintió ligeramente. Por debajo de la mesa, me hacía un gesto de aprobación. Él y Hilda iniciaron una conversación.

—Así es. Me encanta el pan de su tienda.

—¡Oh! Eres el tipo que siempre viene por la tarde, ¿verdad?

—¡Sí! Ese soy yo!

Parece que puede seguir adelante.

La siguiente fue la criada, que trabajaba para Lord Bardel.

—Su trabajo parece que será duro. Seguro que Lord Bardel es algo así como un acosador sexual— comenté bromeando.

Vamos, Maurey, me refiero a ti también, mirándola así. Deja de sorber tu bebida mientras la miras fijamente.

—La verdad es que sí. Estoy pensando en dejarlo pronto y encontrar trabajo en la capital real— respondió la criada.

—Rein, al principio trabajabas en la capital, ¿no?— pregunté, echando un vistazo al hombre, que me miraba como si contemplara a un dios.