Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 11

Epilogo: ¿No había una forma mejor de hacerlo?

En un rincón de un café bastante tranquilo, dos chicas disfrutaban de una conversación secreta y susurrada.

Las dos Lazuline, profesora y alumna, no eran exigentes en cuanto a la discusión de los secretos. Entre todas las habilidades que poseían las chicas mágicas, las que más valoraban eran la intuición y el sexto sentido, y la profesora Lazuline había dicho que eran las que más había tenido en cuenta a la hora de seleccionar a su protegida, Lazuline. Sus sentidos y su intuición estaban entrenados a un nivel sobrenatural incluso para alguien tan extraordinario como una chica mágica, lo que les permitía darse cuenta de cualquier persona que pudiera escuchar, o de cosas como dispositivos de escucha, manteniendo su charla privada.

“Buenas, buenas, mucho tiempo sin vernos, profesora. Supongo que desde que me diste mis recuerdos en aquella tienda.”

“Sí, ha pasado bastante tiempo, ¿no? ¿Cómo está Deluge?”

Lazuline hizo una pausa. Sabía que su profesora se había dado cuenta de su vacilación, pero no dejó que se notara, sino que se encogió de hombros de forma tonta. “Parece que se está preocupando por muchas cosas.”

“A fin de cuentas está en esa edad.”

“Eso es algo muy mezquino cuando eres tú quien la llevó a ello.”

La profesora Lazuline apoyó los codos en la mesa, apoyando la barbilla en el dorso de sus manos cruzadas. Al ver ese gesto despreocupado, la Lazuline más joven sonrió, diciendo: “Realmente ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, eh.”

“Hay un problema.” Dijo la mayor. “¿Problemas? ¿Hubo alguno?”

“La probabilidad de que podamos controlarla. No queremos que se vuelva salvaje.”

“Ohh, te entiendo. Pero quiero que dé lo mejor de sí misma.” “¿Por qué?”

“… Hmm, no sé.”

No dijo que la razón era ‘porque la Bluebell que llevo dentro lo dice’. Lazuline odiaba ser sentimental y sombría. Su estilo era más alegre y divertido. Pero, bueno, pensó que no estaba mal decir que era porque Bluebell se lo había dicho.

Su profesora le había dicho que no ocurre nada bueno cuando se actúa por sentimentalismo. Por lo general, su profesora no se equivocaba, pero de todos modos algunas personas actuaban por sentimentalismo. Lazuline había informado de que había escuchado la petición de Pfle y extraído los recuerdos de Shadow Gale, pero no había llegado a informar de las charlas que había tenido con Deluge. Aunque fueran triviales y sin importancia, había cosas que quería mantener en secreto. No ganaba nada con decir: “Habiendo sido una princesa, ahora Deluge podría convertirse en una reina”, y que luego se rieran de ella.

La boca de su profesora se abrió en una sonrisa. “Cuando uno mismo no está seguro de algo, es mejor dejarlo claro.”

“¿Eso es cierto?”

“Así es. Porque vas a sufrir por ello.”

Su profesora generalmente no se equivocaba en las cosas. Tal vez ese tipo de cosas era lo que había matado a Pfle. Cuando pensó en la chica mágica en la silla de ruedas abrazando a la otra chica, incluso mientras la apuñalaban, los sentimientos amargos volvieron junto con el recuerdo. Recordó los ojos de Pfle. Eso no era bueno. Era difícil expresarlo adecuadamente con palabras, pero aun así, tampoco tenía ganas de intentar preguntarle directamente a su profesora sobre ello.

“Bueno, entonces, supongo que seguiré su ejemplo.” Dijo la joven Lazuline. “Cuento con que usted sea un modelo para mí, profesora.”

“Todavía eres joven, puedes ser más audaz.”

“Si soy más audaz que eso, me cortarán. Como Frederica.”

“No se podía evitar cortar a Frederica. Si trabajáramos con ella más que esto, también arrastraría nuestra reputación. Es prácticamente un milagro que hayamos cooperado hasta ahora. Si nos quedamos con ella para siempre, seremos tildadas como de la misma ‘calaña de Frederica’.”

Las dos chicas mágicas se miraron, y ambas sonrieron casi al mismo tiempo.

“¿Le va bien a Ripple?” Preguntó la joven Lazuline. “Tiene buena salud.”

Tenía que referirse sólo a lo físico. La Lazuline más joven sacó el labio inferior, sonriendo de manera muy villana.

***

Mana se había preocupado y agonizado hasta el final sobre lo que debería haber hecho. En ese sentido, Mana había sido la más atascada en el limbo. Había gritado que las chicas mágicas eran estúpidas o idiotas o irreflexivas y le había gritado a Uluru, pero eran los idiotas irreflexivos y los estúpidos los que resultaban útiles en momentos como aquel. Era totalmente común preocuparse y agonizar y no sacar nada en claro, pero ella seguía parando los pies en un intento de pensar de todos modos, lo que le impedía seguir adelante.

Frente a la sala de investigación, las chicas mágicas que esperaban ser interrogadas estaban todas en una fila. Hacer que los sospechosos hicieran una fila para esperar era ridículo, pero eran muchos, y así, debido a la irresponsable valoración de que: “Bueno, está bien hacer esto con los inofensivos, ¿no?”, tal era el resultado al que habían llegado. Habían enviado a los miembros originales más leales de la antigua Facción Puk a otra parte, mientras que en el caso de los demás, los que insistían en que habían estado bajo el control de la magia de Puk Puck, tenían que determinar si eso era cierto.

Además de estas personas, de vez en cuando también pasaban cartas soldado. Interrogaban a la gente con el pretexto de cooperar en la investigación. Eran mucho más alegres que los adustos ex miembros de la Facción Puk, reían y charlaban entre ellos.

Al ver a las cartas soldado así, los antiguos miembros de la Facción Puk se alinearon frente a la sala de investigación y abuchearon. Cada vez que lo hacían, Mana les gritaba: “¡Cállense!”, y aunque eso básicamente los hizo callar, todos le lanzaron a Mana miradas miserables y resentidas. Ella admitió que pensaba: ¿No insistían en que estaban controladas por la Facción Puk? Entonces las cartas las salvaron, ¿no? Pero era inevitable que se sintieran resentidas al ver que las cartas actuaban descaradamente a gusto en su victoria.

Resentir y ser resentido. Era igual que el incidente en Ciudad B. Pfle, de quien Mana había pensado que podría sacar algo, ahora había desaparecido. Si iba a investigar, tendría que ser en otra dirección. Mana no estaba satisfecha. Sabía que esto no era algo de lo que debía estar satisfecha, pero aun así quería satisfacción.

Si Pfle se había ido, entonces Frederica era su siguiente mejor opción. Su corazonada le decía que si se acercaba a Frederica, la verdad podría salir a la luz. Pero tal vez esto era una ilusión. Y tenía que apoyar a Snow White y a Uluru tanto como pudiera; no, incluso más de lo que pudiera.

Pudo escuchar un llanto. Al mirar, vio que una carta soldado de corazón se sujetaba la espinilla y se lamentaba. Todas las demás cartas gritaban: “¡Ha sido ella!” Mientras señalaban con el dedo. La que señalaban era una antigua miembro de la Facción Puk, que miraba al techo con una expresión de ignorancia fingida mientras silbaba.

“¡Hey, tú! ¡No causes problemas! ¡Quédate quieta!”

***

Fal seguía sin aparecer. La restauración de las ruinas y los trabajos de reparación del aparato avanzaban a gran velocidad, y todo lo que no había estado originalmente en las ruinas había sido recogido para ser devuelto a sus dueños o destruido. Snow White había dicho a los trabajadores que le informaran de inmediato si se encontraba un teléfono mágico de uso administrativo, pero con todo lo que estaba ocurriendo, no había recibido respuesta. Si el teléfono estuviera en un estado tal que Fal pudiera ponerse en contacto con ella, lo habría hecho enseguida, así que o bien la alimentación principal estaba desconectada, o bien había alguna otra avería. Estaba preocupada por Fal, pero creía en él. Sabía lo capaz y tenaz que era, y también sabía lo indestructibles que eran los teléfonos mágicos de gestión.

Tampoco se había encontrado a Ripple. También había recurrido al Departamento de Inspección para que la ayudaran, y aunque no había querido, les había hecho tratar a Ripple básicamente como sospechosa o testigo material para que la buscaran. Mana había dicho que no podían llevar a cabo una búsqueda sin ese tipo de pretexto.

Snow White había escuchado la voz del corazón de Ripple. Sabía que Ripple la estaba evitando, pero aun sabiendo eso, no se rendía. Si Ripple quería alejarse, entonces Snow White tenía que ser la que fuera a buscar.

“¿Debo contenerme un poco más?” Dijo Snow White. “¿Contenerte cómo?”

“Pensé que si no me contenía, tal vez no podrías seguir mi ritmo.”

“¡No hables como si las piernas de Uluru fueran lentas!” Uluru corrió detrás de ella, enfurecida.

Snow White saltó por encima de una roca y luego saltó del tronco de un árbol para cruzar un pequeño valle. Mientras reflexionaba sobre la estupidez de haberle preguntado eso directamente a Uluru, bajó su velocidad sutilmente, para que Uluru no se diera cuenta.

El tono de llamada sonó en el teléfono mágico normal que le habían prestado para reemplazar el de la dirección. El mensaje era de Mana. Decía que Dark Cutie había venido a preguntar por su ubicación. Snow White respondió que por favor no se la dijera.

“¿Qué? ¿De quién es el mensaje?” Preguntó Uluru.

Snow White abrió la boca, la cerró y exhaló un suspiro. “No es nada grave.”

“¡Ah! ¡Ahí lo tienes, no le dices nada a Uluru! Intentas dejar a Uluru fuera, ¿eh?” Uluru volvió a enfadarse y empezó a quejarse de esto y aquello. Tal vez el hecho de que Snow White fuera más despacio fue lo que le dio el aliento para mover la boca incluso mientras corría. Si va a ser así, tal vez no debería haber disminuido la velocidad, pensó Snow White con pesar.

Ripple iría tras Frederica. Snow White llegaría a Frederica antes que Ripple. Y entonces Snow White cazaría a Frederica. Nunca se había sentido orgullosa del título de Cazadora de Chicas Mágicas, pero justo cuando se trataba de Frederica, sentía que sí quería hacer honor a ese nombre.

“Hey, ¿a dónde vamos? Estás tomando una ruta muy rara.” Quejarse durante un rato debió hacer que Uluru se sintiera reconfortada, ya que ahora preguntaba a dónde iban. Snow White no pudo decirle: “Este es el tipo de cosas que deberías haber preguntado antes de salir.”

“Hay algunas personas que me ayudarán. Voy a ir a verlas.”

“¿Puedes contar con esas personas?” Las palabras de Uluru eran claras y directas. Se notaba al escuchar la voz de su boca y la de su corazón juntas.

Snow White sacudió un poco la cabeza. Dudaba de que sus propias palabras fueran claras y directas. Pero no iba a cambiar ahora. “No voy a contar con ellas para todo.”

“Por supuesto.”

Snow White se detuvo. A través de los árboles, pudo ver un camino pavimentado. Por fin habían superado la montaña. Usando el camino, podrían ir más rápido. “Vamos por ese camino.”

“Sí, sí. Hey, ¿no podríamos usar una puerta?”

“Me estoy tomando un descanso de mi trabajo para Inspección. No puedo usar las cosas del Departamento de Inspección.”

“Qué cosa más remilgada y apropiada para decir… ¿Hm?” “¿Qué es?”

“Siento que podría haber visto una figura de negro.”

Snow White pudo escuchar los pensamientos de la figura cercana. Sabía quién era la chica mágica que se escondía en las sombras, pero no era necesario tocar ese tema. Snow White no se consideraba una heroína, ni tampoco una villana.

Snow White sonrió con ironía. Era un pensamiento muy Pfle.

Bajando a toda prisa la montaña, se dirigió a la carretera. Parecía que Uluru también la seguía. El tono de llamada sonó en su teléfono mágico. Tuvo la sensación de que el tono de llamada del de gestión había sido más claro.

***

A perdió su vida protegiendo a B, y luego, a causa de la muerte de A, B acabó como un cascarón vacío. Entonces, ¿no significaba eso que la muerte de A había sido inútil? Cada vez que Deluge veía lo abatida que estaba Shadow Gale, se preguntaba: ¿No había una forma mejor de hacerlo?

La conciencia de Deluge había sido nebulosa en ese momento, pero no se había desprendido por completo. Después de que Snow White la redujera, Deluge había sido salvada por Bluebell y por Dark Cutie, que había regresado tras derrotar a las Shufflin. Recordó hasta que la sacaron de las ruinas. Cuando se despertó en una cama después de haber sobrevivido a todo, tenía un mapa y una llave. El mapa mostraba la ubicación de una instalación que Pfle había gestionado, y la llave encajaba perfectamente en la cerradura de su entrada. Dentro había todo tipo de equipos, armas y armaduras, drogas, una montaña de documentos y papeles, y también una chica sentada en una silla. Deluge conocía a esa chica. Cuando había secuestrado a Shadow Gale, la había visto pasar a forma humana cuando se había desmayado. Esta era Shadow Gale antes de la transformación. Había perdido la mayoría de sus recuerdos.

Ahora tenía una expresión hueca mientras agarraba un mando, jugando a los videojuegos contra Armor Arlie. Había Alas Demoníacas volando alrededor de la zona, pero Shadow Gale no mostraba ninguna reacción particular ante ellas. Pero aunque su mente parecía vacía, sus dedos se movían. Al observarla, Deluge no pudo saber si se divertía o no, pero, sin embargo, las dos chicas no dejaron de jugar.

Deluge se sentó en una silla y apoyó un codo en la mesa, sosteniendo la barbilla con la muñeca. Ociosamente, observó a la pareja jugando. Se había convertido en una imagen familiar en las instalaciones.

Arlie, Brenda y Catherine estaban cuidando de Shadow Gale. Aunque no era que Brenda y Catherine la conocieran, la trataban bien. Los ojos de Deluge se dirigieron a las pantallas que mostraban las imágenes de las cámaras de seguridad que filmaban el exterior de las instalaciones. En las pantallas aparecían interminables filas de casas de vacaciones vacías. Había oído que cuando llegara la temporada habría más gente, pero conociendo sólo el presente, a Deluge le resultaba difícil imaginarlo.

Las cosas que Pfle le había dado habían ejercido una suave presión sobre ella. Hasta hace poco, el objetivo de Deluge había sido utilizar a Shadow Gale para mover a Pfle a su voluntad. Si utilizaba lo que le había dado Pfle, podría hacer que se movieran muchas más cosas, todo tipo de personas, y mucho más, lo cual era difícil de imaginar para Deluge, una simple chica mágica artificial.

Aceptó la taza que le trajo Catherine y se la llevó a los labios. El café que Catherine había preparado era amargo. Pero ahora no tenía ganas de añadirle azúcar o leche. Brenda echó cinco terrones de azúcar en la suya. Esa era otra cosa que Deluge no entendía. ¿No era demasiado dulce?

Pfle había sido una chica mágica egoísta hasta el amargo final. Ella habría sabido que Deluge agonizaría por esto. Y sabiendo eso, entregó despreocupadamente todas estas cosas horribles. O no, tal vez sólo había parecido despreocupada, pero en realidad no lo había sido. Ya que, después de todo, había sido el amargo final.

Quizás Pfle había tenido una premonición de su propia caída.

¿Había estado buscando a alguien a quien transmitir estas cosas? Por mucho que Deluge pensara en ello, nunca sabría la respuesta correcta, pero de todos modos seguía dándole vueltas a esos pensamientos.

¿Qué podía hacer? ¿Qué quería hacer? No hace mucho tiempo, no tenía ninguna respuesta a esas preguntas. Incluso ahora, no tenía ninguna respuesta clara, pero tenía incomparablemente más opciones y posibilidades. Sus sentimientos eran complicados, pero eso no debería ser algo malo.

Deluge abrió el cuaderno con el que había estado jugando. Dentro había una tarjeta de identificación de estudiante. El nombre de Nami Aoki estaba escrito allí, con una foto adjunta. Deluge cerró la página, y colocó la libreta entre sus dedos índice y corazón. Vio cómo la escarcha se arrastraba por su superficie, volviéndola blanca, y cuando la dejó caer sobre la palma de la mano y la apretó con fuerza, se convirtió en polvo.

Deluge dio un sorbo a su café. Realmente era irremediablemente amargo.

-FIN DEL VOLUMEN 11-