Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 11

Capítulo 5: Un Regalo Nostálgico

Parte 1

◇   Pfle

Cuando Pfle se acercó con la mano levantada y un “Hey”, la maga de las gafas —Mana— juntó las cejas con una expresión de exasperación, bajando los hombros mientras suspiraba.

“Si vas a desaparecer, por favor, dilo.” Dijo Mana. “Eres consciente de lo mal que se han puesto las cosas, ¿no?”

“Soy, aunque no lo crea, la jefa de un departamento. Tengo muchas instrucciones que dar a mi personal. Y además, usted también parecía estar ocupada. No pude evitar tener reservas. Me preguntaba si era mejor hablar con usted. Eso es todo. No tengo intención de convertirlo en un asunto de tu responsabilidad, así que no tienes que preocuparte.”

“La responsabilidad no tiene nada que ver con esto. Todavía no he planteado tu problema a los superiores. Para el Departamento de Inspección, eres un invitado. Y además, estoy aquí por las demandas irrazonables de la Facción Osk. Esto es totalmente a mi discreción. Por eso no he traído a ningún subordinado.”

“¿Por qué?”

“Si presentara este asunto donde debería presentarlo, seguro que perderían un día entero sólo en la reunión. No me extrañaría que todo esto se acabara en menos de veinticuatro horas. Entonces es mejor tener cierta agilidad y reducir el personal al mínimo. Tal y como están las cosas…” Cambiando su mirada de detrás de sus gafas, miró a Uluru, que estaba a su lado. “Ya me han cargado con más problemas.”

“¿Acabas de llamar a Uluru un problema?”

Mana ignoró por completo a Uluru, que hinchaba las mejillas en un mohín a su lado. Cuando Pfle se había escabullido de ellas antes, se habían gritado la una a la otra, y parecía que nunca habían arreglado las cosas.

“¡Quiero que salves a Snow White, pon!” Un holograma surgió del teléfono mágico que Uluru sacó de su bolsillo.

“Vaya.” Dijo Pfle sorprendida. “He oído tu voz en el vehículo. No esperaba que estuvieras aquí.”

“Ha pasado mucho tiempo, pon, Pfle.” “Efectivamente… Ha pasado bastante tiempo, Fal.”

Parecía que Fal estaba totalmente desinteresado en intercambiar bromas con Pfle. Sin mencionar la presencia de Pfle, Fal continuó: “Sobre Snow White, pon. Fal puede sentir los signos vitales de Snow White, pon. Puedes pensar que Fal puede hacerse una idea de cómo está ella en este momento, pon.”

Pfle había oído que Fal era un hada cibernética que había sido modificada por la magia de Keek. Cuando interactuaban a diario en el juego, no se había dado cuenta de ello, pero Fal debía tener funciones que la mayoría no tendría.

“¿Es tu amo la Cazadora de Chicas Mágicas, Snow White?” Preguntó Pfle.

“¿Ahí es donde vas a empezar esta discusión, pon? Lo es, pero no es de eso de lo que Fal quiere hablar ahora, pon.”

“Sí.” Uluru intervino desde un lado, inclinándose hacia delante para acercar su cara a Fal. “Uluru lo dijo antes, ¿verdad? Que cuando Uluru fue a buscar las cosas de Snow White como ella dijo, todas fueron detrás. El momento fue demasiado perfecto. Tuvo que ser Snow White quien les informó.”

“No hay razón para que Snow White te denuncie, pon.”

“Uluru lo sabe. Eso no es lo que Uluru está tratando de decir, ¿de acuerdo?”

Fal dio una voltereta en el aire, se detuvo y volvió a girar. Las escamas doradas y verdes se dispersaron, y Uluru tosió y apartó la cara. Aun sabiendo que era un holograma, reaccionó automáticamente.

“Los signos vitales de Snow White están tranquilos, pon. Ningún problema físico o mental en particular, que es lo único que alivia a Fal, pon.”

“Entonces, ¿cuál es el problema?” Preguntó Pfle.

“Fal no lo sabe, pon. Es raro que Snow White no sienta nada malo mentalmente, pon. De hecho, se siente feliz y se divierte, pon. Eso es imposible, pon. Deben haberle hecho algún hechizo, pon.”

“Ves, después de todo es como dijo Uluru.” Fal ignoró a Uluru.

“¿Dices que está siendo controlada por Puk Puck?” Dijo Pfle.

“Eso es lo que dice Fal, pon.” Contestó Fal, y esta vez fue Mana la que saltó a la palestra.

“Entonces… ¿por qué no lo dijiste antes?”

“No sería inteligente hablar de Snow White antes de tener un conocimiento básico de la situación, sin saber quién es amigo y quién es enemigo, pon. Las cosas que Fal puede hacer sin un amo son limitadas, pon. Decirle estas cosas a un enemigo por accidente dejaría a Fal sin poder hacer nada al respecto, pon.” Respondió la mascota.

Mana no criticó a Fal después de eso. Guardó silencio con una expresión de amargura en su rostro. Al igual que Fal, probablemente también le costaba juzgar quién era amigo y quién enemigo.

Pfle inclinó la cabeza hacia un lado y crujió el cuello. Tal vez porque el aire estaba seco, hizo un pop más satisfactorio que el habitual. “He oído que están celebrando una ceremonia para activar un antiguo dispositivo mágico… ¿Es algo para lo que la magia de Snow White sería útil? Bueno, bien podrían utilizarla de alguna manera que no podría imaginar, pero me parece que podrían darle un mejor uso de otras maneras.”

Mana asintió cabizbaja, y Pfle también asintió. “Jefe de Seguridad, tal vez.” Continuó Pfle. “Con un título como Cazadora de Chicas Mágicas, puede ser mejor tenerla en la ofensiva que en la defensa… En cualquier caso, será una enemiga temible.”

Mientras Puk Puck existiera, la lista de enemigos seguiría aumentando. Con el apodo de Cazadora de Chicas Mágicas, Snow White sería sin duda un fuerte oponente. Pfle se pasó la lengua por el labio superior para humedecerlo. Estaba casi seco hasta el punto de agrietarse.

“¿Una enemiga, pon? Si te encuentras con ella, ¿la matarás, pon?” Fal dio una voltereta en el aire, esparciendo suficientes escamas para cubrir toda su imagen. Finalmente, las escamas se desvanecieron y desaparecieron, y Pfle pudo ver la imagen vacilante de la mascota flotando.

Al mismo tiempo, Uluru se inclinó hacia delante, acercando su cara al hada cibernética. “El trabajo de Uluru con Snow White aún no ha terminado. Todavía tenemos trabajo que hacer, así que Uluru podría golpearla, pero Uluru no la matará. Probablemente.”

Mana suspiró. Parecía resignada. “Lo siento, pero no puedo ayudarte. Tampoco puedo hacer nada dentro de mi departamento. Si pasa algo con Snow White, es su responsabilidad.”

El comentario de Mana hizo que Uluru se ensañara con ella y le dijera: “¡Qué horror!” Mientras Mana se daba la vuelta y decía: “Así son las cosas.” Sería difícil para Mana intervenir en este asunto. No podía invertir esfuerzos en salvar a un solo empleado.

A no ser que estuvieran especialmente configuradas, las hadas cibernéticas no tendrían expresiones. Por eso, podía ser más difícil leer sus estados mentales que los de los humanos. Pero había elementos exclusivos de ellas, como la inflexión, el tono de voz, el movimiento de las alas, la estela que deja, etc. Fal era del tipo que resultaba bastante fácil de entender. ¿Eran estas diferencias debidas a la antigüedad del programa o de la unidad individual, o dependían del amo?

Fal estaba sinceramente preocupado por Snow White, pero no había ninguna razón para que Pfle hiciera concesiones en este sentido. Al igual que Fal estaba preocupado por Snow White, la prioridad número uno de Pfle era Mamori Totoyama.

“Tengo grandes esperanzas en sus esfuerzos.” Dijo Pfle. “Yo… sí, rezaré por la seguridad de Snow White.”

“Espera, pon. ¿Vas a rezar, pon?”

De repente, se encontró con que Fal, Uluru y Mana la miraban. “¿Qué quieren de mí? ¿Dicen que las oraciones solas no son suficientes?”

“Por favor, pon. Quiero que le digas a los de arriba que no maten a Snow White, pon.”

“Han estado al límite desde antes de que comenzara la matanza. Puedo actuar como co-conspiradora, pero funcionalmente, no soy más que un subordinado. No estoy en posición de ofrecer opiniones.”

Pfle ya había hecho una “petición” con respecto a Shadow Gale. No podía añadir salvar a Snow White. No sólo la pondría en posición de ser aprovechada, sino que también la pondría demasiado en deuda con el enemigo. No era como si estuviera totalmente fuera de su alcance, y Fal se habría dado cuenta de ello. Pero Pfle no tenía motivos para comprometerse tanto por el bien de la mascota. Una cosa era Shadow Gale, que manejaba una llave inglesa en el dispositivo, pero Snow White estaba levantando armas contra la Facción Osk, y el nivel de dificultad de la petición de no matarla era completamente diferente.

“Así que sólo rezaré por su seguridad.” Dijo Pfle. “No puedo hacer más que eso.”

La estática recorrió el holograma de Fal, que se desdibujó durante un segundo. Pfle giró su silla de ruedas 180 grados, dando la espalda a Fal, Uluru y Mana. “Le pido disculpas, Srta. Mana, pero me voy a despedir. Comprenda que, a veces, entregarse puede resultar así. Estamos en guerra, después de todo, y estoy muy ocupada con las muchas tareas que hay que hacer.”

“Espera, pon.”

Pfle avanzó con su silla de ruedas. No había razón para esperar. Su lista de cosas por hacer se acumulaba.

“¡Espera, pon!”

“¡Espera! ¡Escucha lo que Fal tiene que decir!”

Fal y Uluru podrían gritarle juntos, pero no cambiaría nada. Pfle avanzó con su silla de ruedas.

“¿No podríamos los dos… hablar en privado, pon?” Pfle detuvo su silla de ruedas y se volvió.

Uluru miró a Fal. Mana también miró a Fal. Pfle, por supuesto, también miraba a Fal. Fal se removió incómodo bajo la mirada de las tres chicas.

***

◇   Uluru

“¿Quién era la de hace un momento?” Preguntó Uluru.

“La jefa del Departamento de Recursos de Chicas Mágicas.” Respondió Mana. “Ella era la que antes te hablaba a gritos a través del teléfono mágico en el vehículo.”

“Ahh, ella, ¿eh? Ahora que lo mencionas, supongo que era la misma voz.”

“Eso no es algo de lo que debas preocuparte en primer lugar.”

“Oh, ahí vas de nuevo. Pero si es alguien importante, Uluru tiene que ir a saludarla como es debido.”

“Ella no es importante en absoluto: es una jefa inútil.”

Esta maga llamada Mana parecía aún más infantil que Uluru. Uluru era plenamente consciente de que el aspecto de un mago era tan engañoso como el de una chica mágica. Había tantos magos como chicas mágicas entre los que servían a los Tres Sabios, y Uluru también había oído que algunos incluso vivían hasta edades increíbles, como cientos o miles de años, como si fuera normal.

Pero se imaginó que Mana podría no ser mucho mayor de lo que parecía. La forma en que se burlaba de las personas importantes era una prueba de que era una niña. Uluru también pensaba que Mana intentaba menospreciarla porque era una niña.

De ahí que Uluru pregunte: “¿Para qué estás aquí?”

Mana debió entender que estaba siendo atacada. Ya estaba irritada para empezar, y cuando Uluru dio en el clavo de esa manera, Mana puso esa cara como si estuviera lista para abofetearla mientras escupía: “Estoy aquí para atrapar a los malos.”

“¿No es para detener la ceremonia, como todo el mundo está diciendo?”

“Si atrapamos a los malos, eso también pondrá fin a la ceremonia.” “No estás pensando en esto para nada.”

“Lo pienso más que tú.”

Uluru se sentía a punto de romperse. Su proverbial vaso de agua estaba a menos de una gota de rebasar. A diferencia de las otras chicas mágicas, Uluru no había intentado detener la ceremonia de forma proactiva. Una vez que se había alejado de Puk Puck, había pensado: “Tal vez era una persona realmente aterradora.” Había aceptado fácilmente que Snow White estaba siendo controlada, y ese hecho la confundía. Pensó que Puk Puck era realmente capaz de eso y que tal vez la ceremonia estaba tratando de lograr algo horripilante. Ahora podía entender el deseo de Sachiko de escapar.

Pero aun así, si la pregunta era si estaba bien unirse a una fuerza opositora para intentar detener a Puk Puck, entonces ya no estaba tan segura. Todavía era un hecho que Puk Puck había hecho mucho por Uluru y sus hermanas. En este punto, Uluru se había convertido en algo que ella nunca habría considerado antes: un traidor.

No quería pensar en esas cosas, así que se centró en un objetivo en el que era más fácil pensar: recuperar a Snow White y llevarse a Pythie Frederica con ella.

Uluru no podía discutir contra Mana. Así que se enfadó. “Siempre te burlas así de Uluru.”

“No me estoy burlando de ti en absoluto. Es raro que estés aquí en primer lugar.”

Uluru empezó a decir algo, con la boca entreabierta mientras buscaba las palabras, mirando a Mana. Era consciente de que estaba colgada en el limbo. Pero aún no sabía qué debía hacer. Quería salvar a Snow White. Quería mantener su promesa. No quería que usaran el contrato que Sachiko había dejado. Pero tampoco quería ir en contra de Puk Puck. Sin embargo, incluso diciendo eso, no sentía que quisiera seguir a Puk Puck pase lo que pase. La boca de Uluru se cerró sola.

Después de vacilar y preocuparse, volvió a abrir la boca, pensando que tenía que decir algo. “Por supuesto que Uluru está aquí. Uluru se está vengando. Y Uluru necesita a Snow White para eso. Ya que Snow White se está vengando de la misma persona. Frederica es una persona muy mala, ¿verdad? Está con Inspección, ¿y no lo sabe?”

Los ojos de Mana se abrieron de par en par, y mostró a Uluru una aterradora expresión de boca abierta con los dientes al descubierto. Uluru se asustó internamente, preguntándose si había dicho algo para hacerla enfadar, así que se hinchó especialmente para no mostrar ese miedo. “¿Qué?”

“¿Dijiste Frederica?”

“Oh, ¿así que si sabes de ella? Es una persona muy mala.”

“Sí… lo es. Lo sé. Demasiado bien…” Tocándose la mandíbula con el puño, Mana bajó la mirada. Murmuraba algo en voz baja.

“Hey. ¿Qué pasa? ¿Te has vuelto loca?” “Yo también te ayudaré.”

“¿Qué?”

“Te ayudaré a derribar a Frederica.”

“¿Eh…? Bueno… ¿gracias? Um, explícalo para que Uluru pueda entenderlo. Tal vez pienses que está bien siempre que lo entiendas, pero eso no funciona en el mundo real. ¿Lo entiendes? Incluso Uluru ha metido la pata antes por razones como esa, y fue enseñada por otros, hasta que finalmente—”

“¿Puedes oírme? ¿Puedes oírme…? Habla Hamuel.”

Uluru miró automáticamente a su alrededor y vio a un montón de gente haciendo lo mismo. No vio a nadie que pudiera ser la fuente de la voz.

“Estoy enviando mi voz a todos ustedes directamente a través de la magia. Esto no es una alucinación auditiva ni una locura, así que no se preocupen. Ahora bien, finalmente nos dirigimos al barranco para lanzar nuestro ataque. Podemos anticipar que esto será mucho más peligroso de lo que ha sido hasta ahora. No pueden instalarse en asientos para observar desde la distancia. Espero que consideren cualquier lugar en el que se encuentren como parte del campo de batalla. Es inviable estar protegiéndolos a todos mientras se lucha en un entorno así, y las probabilidades de que nuestros esfuerzos no den fruto y terminen en vano no son en absoluto insignificantes. Así que aquí nos despediremos de todo el personal no combatiente…”

Había murmullos por todas partes. Aquí y allá, Uluru podía ver a algunos preparándose enérgicamente para partir. Uluru no tenía intención de volver atrás. Tal vez cualquier cosa que hiciera ahora sería sólo ir a medias, y realmente odiaba estar aquí porque no tenía otra opción, dejada sin un lugar a donde ir después de ser expulsada de la finca, pero aun así, cuando pensaba en Sachiko, cuando Sorami surgía en su mente, perdía el deseo de huir.

Mana aún parecía estar reflexionando sobre algo. Su indecisión estaba causando problemas a Uluru. Ya no había forma de huir, ni siquiera había un camino de vuelta. No tenían más remedio que seguir adelante.

Uluru estaba a punto de gritarle, pero justo antes de hacerlo, Mana levantó la vista. “Dijiste que Snow White también está tratando de acabar con Frederica, ¿verdad?”

“¿Eh? Um. Sí.”

“Entonces ella también es personal necesario. La estamos salvando.”

“Bueno, ¿entonces está bien? ¿Eh?”

Mana comenzó a caminar hacia la chica mágica en la silla de ruedas. Nerviosa, Uluru la persiguió.