Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 1

Prologo: El Héroe Y La Reina Demonio

En lo más recóndito del Reino Demoníaco, había un Castillo con una sala del trono en su interior—allí, la Reina Demonio reinaba sobre la tierra.

En ese lugar, dos enemigos libraban un combate.

Uno de ellos era un joven apuesto, cuyo físico esbelto ocultaba una fuerza feroz interna. Iba equipado con una armadura completa y una fina espada larga, ambas forjas en plata. Por lo general, es un ejemplo remarcable de que es un Héroe.

Su oponente, que empuñaba un estoque negro, que podría confundirse como una hechicera, excepto por los cuernos de carnero que brotaban de su cabeza y su siniestra túnica que la envolvía. Era la dueña de este Castillo—la Reina de los Demonios.

Sin intercambiar ni una sola palabra, los dos contrincantes se abalanzaban el uno hacia el otro, con sus espadas chocando entre ellos. La Reina Demonio se enfrentó al brutal tajo del Héroe, y aunque el estoque era más delgado que la espada del Héroe, su hoja bloqueó el ataque con facilidad. Una Espada inferior se habría partido por la mitad.

Se distanciaron por un momento, para volver a saltar a la lucha. Esta vez, el Héroe repelió la estocada de la Reina Demonio con la parte plana de su espada. Su espada absorbió fácilmente el impacto, desviando un golpe que habría atravesado limpiamente una espada normal.

Sus espadas se encontraron una y otra vez, ya que ambas partes blandían sus armas elegidas con perfecta confianza. La batalla se prolongó y finalmente sus expresiones adquirieron idénticos matices de desconcierto. Tanto el Héroe como la Reina Demonio se habían equipado con un arma de Nivel Divino, por lo que resultaba incomprensible que esta batalla aún no hubiera terminado. En la mente de cada uno de los combatientes rondaba el mismo pensamiento—¿El arma de mi oponente no debería haber alcanzado hace tiempo su límite bajo este asalto?

Su perplejidad compartida pronto les hizo detenerse. Ambos bajaron sus Espadas simultáneamente.

—Reina Demonio, tengo una pregunta para ti, no relacionado con nuestra lucha —el Héroe habló primero.

—Hmm, te escucho —respondió ella—. También tengo una para ti, probablemente esté en la misma dirección.

—Entonces, si me permite. ¿Qué herrero forjó su Espada?

—Tal y como lo sospechaba —comentó—, también quería saber lo mismo.

—Debe haber sido…

—Así es, un herrero testarudo y viejo hizo mi estoque —confirmó la Reina Demonio. Enfundó el arma y mostró el pomo de su espada al Héroe. En él estaba impreso un Gato Regordete Sentado.

—Lo sabía. Ese vejestorio —el Héroe giró su propio pomo para mirar a la Reina Demonio, mostrando la misma insignia.

—Debe haber forjado las armas de ambos sabiendo que esto iba a suceder. Qué conveniente —la Reina Demonio suspiró.

—No tiene sentido seguir luchando —dijo el Héroe.

—Podríamos seguir y ver quién pierde la fuerza primero.

—Está claro que somos iguales en ese sentido.

—Es verdad —admitió la Reina Demonio—. No importa cuál de los dos gane, al final el agotamiento dejará al vencedor vulnerable a que lo ataque. No tiene sentido continuar.

—Bueno, entonces, supongo que sólo hay una opción.

—Así es—acordemos una tregua, al menos durante nuestra generación.

—Se lo haré saber, ¿De acuerdo? —dijo el Héroe.

—Adelante. No tengo ninguna objeción. Si se lo hacemos saber, ninguno de los dos atraerá su ira, y nos mantendrá a ambos controlados. Después de todo, sería problemático que uno de nosotros ofendiera a ese gruñón sin sentido del humor y apoyara al otro.

—De acuerdo, procederé según lo acordado. Hasta que nos volvamos a encontrar.

—Adiós, Héroe —dijo la Reina Demonio, girando sobre sus talones—, ahora debo preparar una declaración…

Ambos salieron de la sala del Trono en direcciones opuestas. Aunque el aire había estado cargado de tensión al principio de la batalla, el Héroe y la Reina Demonio—Polos opuestos en todos los aspectos—tenían ahora la misma expresión de una sonrisa irónica mientras recordaban a un herrero cuyos rasgos comunes estaban cubiertos por la edad.