Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

“La última vez que vimos a alguien usar magia, no necesitó un bastón.”

Ya había olvidado el nombre del tipo, pero Yogiri recordó al compañero de clase que había destruido el autobús. No tenía nada parecido a un bastón.

“Soy un maestro de varitas. Puedo sacar magia de una vara pero eso es todo; no puedo usar la magia sin ella.” Riza respondió desde su lugar agachada en el suelo.

Fundamentalmente, el uso de la magia requería algún tipo de reserva de energía y una cantidad apropiada de tiempo de carga antes de su uso, dependiendo de la fuerza de la magia. La cantidad de tiempo necesaria variaba según la competencia del usuario, el tipo de magia que se utilizaba y otros factores especiales, pero nunca era cero. Sin embargo, el bastón de un Maestro de Varitas cargaba constantemente esa magia, de manera que podía desatar poderosos ataques a velocidades aterradoras. El inconveniente era que tales magos sólo podían usar los pocos hechizos que ya estaban incorporados en la propia vara.

“Hm, bueno puedo lidiar con enemigos que requieren objetos para usar sus poderes. Si tan solo las cosas fueran siempre tan convenientes.”

Sólo había ido tan bien por pura coincidencia. Yogiri no podía esperar que la mayoría de sus oponentes confiaran en tales artículos.

Esta chica puede poseer otras herramientas ocultas. Creo que la opción más segura es matarla ahora.

Mientras Mokomoko les advertía, Yogiri se volvió hacia ella. Como Riza no podía ver el espíritu, debió parecerle extraño verlo conversar con el aire, pero no le preocupaba especialmente su opinión.

“Si matara a todos los que pudieran ser peligrosos para mí, todos los que me rodean estarían muertos.” A Yogiri no le gustaba mucho matar gente. Pero su única forma de defenderse era matando a otros. No dudaba a la hora de matar, pero eso no significaba que se desviara de su camino para hacerlo. Volvió a Riza. “Parece que ya lo entiendes, pero te lo explicaré de todas formas. Puedo matar a la gente con sólo pensarlo, y puedo detectar cualquier amenaza contra mí. Si intentas algo, te mataré al instante, así que por favor tenlo en cuenta. Si lo entiendes, entonces me gustaría hacerte algunas preguntas.”

“Entendido”, respondió Riza, los nervios se despejan en su voz. Su aire previo de mirar hacia abajo a los niños se había desvanecido por completo. Si tomaba la decisión equivocada, moriría. Ese miedo debe haberse sentido como una presión física sobre ella.

“Como Maestro de Varitas, me cuesta creer que sólo lleves ese bastón contigo. ¿Tienes alguna copia de seguridad?”

Metiendo la mano entre sus amplios pechos, Riza sacó un palo del tamaño de un lápiz y lo colocó en el suelo.

“¡¿Por qué esconderías algo allí de todos los lugares?! Y Takatou, ¡deja de mirar tanto!” Incluso en esta situación, Tomochika era la misma de siempre.

“No, sólo pensé que era un escondite inteligente.”

Una pieza de ese tamaño podría estar escondida en cualquier parte de su ropa. ¿Quizás deberíamos desnudarla también?

“Nunca lo he intentado, pero probablemente podría matar sólo su ropa”.

“Espera, estás bromeando, ¿verdad?” Tomochika se puso en pie, con una clara incredulidad en su voz.

“No te has quejado de que mate a gente, ¿pero hacerlos desnudos es un problema?” No podía seguir su línea de pensamiento, pero no le gustaba que Tomochika se enfadara con él, así que la dejó en paz. “Siguiente pregunta. Se le ordenó recuperar a Dannoura, ¿verdad? Parece que te has dado por vencida en eso, pero ¿significa eso que tus órdenes no son absolutas? Por la historia que escuchamos antes, Yuuki estaba usando esclavos en ataques suicidas contra monstruos, ¿cierto?”

“Los ataques suicidas fueron para esclavos de la clase trabajadora sin ningún otro uso. Los esclavos de alto nivel somos mucho más valiosos, por lo que se nos instruye a protegernos por encima de todo.”

“¿Qué hay de tus amigos? Hay cinco miembros de la unidad de guardaespaldas, ¿verdad?” Erika estaba muerta y Riza estaba aquí, así que quedaban tres.

“Por supuesto”, dijo entre risas, “han recibido las mismas órdenes”. Mientras hablaba, algo cayó del techo. Lo que fuera había apuntado directamente a Tomochika antes de ser empujado violentamente contra el suelo. Lo atrapó en el aire y lo arrojó directamente al suelo.

Bueno, eso funcionó bastante rápido, reflexionó Mokomoko.

Lo que ahora estaba en el suelo era una joven, con el cuello doblado en un ángulo fatal. Los dedos de Tomochika estaban presionando la garganta de la chica caída, una mano lista para sacarle los ojos.

“Me he preguntado sobre esto por un tiempo, pero ¿por qué nuestra escuela de artes marciales tiene técnicas anti-aéreas de todos modos?”

El Camino de Dannoura está preparado para todas las circunstancias.

A pesar de que se le rompió el cuello, la chica comenzó a levantarse. Mirando más de cerca, se hizo evidente que no era humana, era una muñeca exquisitamente hecha.

Para cuando se dieron cuenta, Tomochika y Yogiri habían sido completamente rodeados. Peluches, marionetas de hojalata, muñecas de porcelana… aunque variaban en tamaño y construcción, todas eran muñecas de algún tipo. Se habían movido para bloquear ambos extremos del pasillo, e incluso se arrastraban por las paredes y el techo.

“Ahh. Pensé que estabas siendo demasiado cooperativo, pero sólo estabas ganando tiempo.”

Al darse cuenta de que no podía ganar por sí misma, Riza simplemente había estado esperando refuerzos. No se había dado por vencida con sus órdenes en absoluto.

“Había pensado que yo sola sería suficiente, sin embargo,” dijo con una sonrisa relajada antes de desmoronarse de repente. El poder de Yogiri se había desatado de nuevo. Ahora, enfrentándose a múltiples oponentes, dejarla con vida era sólo una desventaja en este momento.

Hmm… Supongo que a esto lo llamarías “Titiritero”. Mokomoko continuó su comentario. Cada muñeca individual no parecía ser tan fuerte, pero juntas sus números eran suficientes para abrumarlas potencialmente.

◇ ◇ ◇

Una joven con un vestido negro con volantes se sentó en el rellano de la escalera de emergencia. Tal vez como reflejo de sus intereses, estaba rodeada de numerosas muñecas y animales de peluche.

Era Chelsey, una de las guardaespaldas de Yuuki. En realidad, no debería haber habido ninguna razón para que ella participara – llevar cautiva a una chica soltera sin poderes debería haber sido bastante fácil para Riza. Chelsey se había contentado con dejar que el Capitán de la Unidad de Guardaespaldas se llevara el crédito por el trabajo, viniendo por si acaso, pero las cosas habían ido en una dirección completamente inesperada.

La magia de Riza había sido totalmente ineficaz. Tan sorprendida como había estado, Chelsey se había puesto en acción inmediatamente. Sabía que sus muñecas serían más que suficientes para hacer el trabajo. Si algunas de las muñecas eran destruidas, no había ningún problema.

El método de Chelsey para operar las muñecas era similar a la posesión. Algo como un alma habitaba en los juguetes, permitiéndole controlarlos directamente. Si un cuerpo era destruido, todo lo que tenía que hacer era mover esa “alma” a otro.

“Es mejor de lo que pensaba”, se dijo Chelsey a sí misma. Había pensado que podía agarrar a Tomochika en un abrir y cerrar de ojos, pero parecía que las cosas no iban a ir tan bien.

“¡Owwww! ¡¿Qué pasa con esta chica?!” La voz provenía de una muñeca de tamaño real, del mismo tipo que la que acababa de atacar a Tomochika.

“¡Empieza matando a Yogiri!” El oso de peluche en los brazos de Chelsey hablaba de una manera que contrastaba con su adorable apariencia.

“Heheheh, podemos quitarle uno o dos de sus brazos, ¿verdad? ¡Mientras siga viva!” Esta vez era un muñeco con la forma de un joven que hablaba, con una sonrisa diabólica y sosteniendo un gran cuchillo.

Las muñecas reunidas alrededor de Chelsey eran las líderes de su colección. Cada una de ellas podía controlar otras muñecas del mismo tipo que ellas.

“Así es. Sólo dijo que se la llevara”, dijo Chelsey, a pesar de haber entendido completamente sus instrucciones. Ella miró hacia abajo a su propio cuerpo. Aunque tenía una apariencia de hada, sabía que no había mucho atractivo sexual. Con un cuerpo como este, nunca podría ganarse el afecto de Yuuki. No había manera de que no estuviera celosa de Tomochika. “¡De acuerdo, todo el mundo! ¡Hazles el suficiente daño para que la chica no muera!”

“¡Aquí vamos!” respondió el oso en sus brazos.

Mirando a través de los ojos de su pequeño ejército, vio cómo se desarrollaba la escena en el pasillo. Peluches, muñecos y robots se lanzaron todos al frente a la vez. Mientras lo hacían, se encerraron de repente en el aire, pasando por delante de sus objetivos y cayendo torpemente al suelo. Esto fue lo que se esperaba.

“Siguiente… ¿eh?” De repente, golpeada por una sensación de inquietud, miró al osito de peluche que tenía en sus brazos. Era un oso de peluche normal. “¡¿Morurun?!” Chelsey comenzó a sacudir la muñeca en pánico, pero el osito de peluche no habló ni se movió. “¡Jennifer! ¡Jackie!” La muñeca con forma de niña había caído de rodillas, y poco después empezó a rodar por las escaleras. El chico que había estado blandiendo su cuchillo estaba completamente quieto, tirado en el suelo.

“¡No… no, no, no! ¡Morurun! ¡Jennifer! ¡Jackie! ¡Muévete! ¡Venga! ¡Vamos! Cada una de sus personalidades especiales de la muñeca era irremplazable, como una parte de su propio ser. Esos compañeros irremplazables ahora se detenían para siempre, uno tras otro.

Superada por el miedo, Chelsey miró a través de los ojos de los que aún podían moverse. Yogiri caminaba por el pasillo como si nada hubiera pasado. Como se ordenó, los muñecos que quedaban lo atacaron. Y una vez que se acercaron a él, dejaron de moverse.

Chelsey escuchó el sonido de la puerta de la escalera de emergencia abriéndose. Mirando hacia arriba, aterrorizada, vio a Yogiri y a Tomochika entrar en la escalera. Los muñecos que aún podían moverse inmediatamente hicieron que los interceptaran y protegieran a Chelsey.

“¡Alto! Por favor, ¡deténgase! ¡No los lastimen! ¡Lo siento! ¡Lo siento!”

Finalmente ordenó a las muñecas que detuvieran su ataque. Continuar el asalto sólo aumentaría el número de víctimas, aunque incluso ese pensamiento estaba fuera de su alcance en su desesperación.

“Takatou, de repente empiezas a parecerte al malo…”

“Dices eso, pero todo lo que hago es protegerme a mí mismo”, escuchó una respuesta de voz exasperada.

Cuando ambos salieron, sólo quedaban algunas de sus muñecas.