Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 8

Capítulo 1: Inicio Candente

Parte 3

◇   Uluru

Al salir de las puertas de la finca, comprobó rápidamente a derecha e izquierda. No había nadie. Era temprano, así que tal vez por eso el enemigo no había actuado todavía. Uluru se detuvo un momento y luego dio la señal a las dos chicas que estaban detrás de ella de que podían salir.

Las chicas formaron una unidad mixta con el fin de localizar a Premium Sachiko; la guardia personal de Puk Puck —Uluru y Sorami— y ahora la nueva incorporación, Snow White. Atraparían a Premium Sachiko y la llevarían a la finca antes de que se celebrara la ceremonia. Si la Facción Osk atacaba, devolverían el golpe sin falta, demostrando lo poderosa y temible que era Puk Puck. Disciplinarían a la Facción Osk para asegurarse de que no volverían a desafiarla.

Ese era el trabajo de Uluru como líder del séquito de Puk Puck.

¿Qué creía Premium Sachiko que estaba haciendo? Puk Puck la había tomado a ella, a Uluru y a Sorami bajo su ala; habían vivido con ella desde que tenían uso de razón. Uluru consideraba que obedecer a Puk Puck era tan natural como la propia gravedad. Huir de ella era imposible. Puk Puck les había enseñado la magia; Puk Puck había descubierto su potencial de chicas mágicas; Puk Puck les pagaba la vivienda, la comida y todo lo demás. Puk Puck las había cuidado en todo.

Puk Puck era amable, simpática, encantadora y dulce. Tenía las habilidades y el carácter dignos de su posición como encarnación de uno de los Tres Sabios, y también era hermosa. Además, a la hora de la verdad, era más fiable que nadie.

Y Sachiko había traicionado sus expectativas, huyendo justo antes de la ceremonia, de todas las cosas, y causando problemas a Puk Puck. Como Puk Puck era amable, tranquila y generosa, seguramente perdonaría a Sachiko. Cualquier otro amo —por ejemplo, las otras encarnaciones de los Sabios— no habría ordenado una partida de búsqueda para ella. En su lugar, probablemente habrían eliminado a Sachiko, aunque fuera necesaria para que la ceremonia tuviera lugar. Premium Sachiko tenía que estar agradecida. Habiendo estado con ella durante más de diez años, Uluru siempre había pensado que Sachiko carecía de gratitud.

Sachiko no era la única que irritaba a Uluru. Había otra más: Snow White.

Uluru había oído que la conocían como la Cazadora de Chicas Mágicas, y que era una fuerte luchadora que utilizaba una poderosa magia para leer la mente. Perseguía a sus presas hasta los confines de la tierra, y sus piernas no se detenían hasta que sus colmillos se hundían en sus gargantas. Uluru también había oído de Puk Puck que Snow White había derrotado a Grim Heart, una encarnación de uno de los Tres Sabios, Chêne Osk Baal Mel. Según Puk Puck, Snow White tenía las habilidades de combate para oponerse a cualquier interferencia de la Facción Osk junto con los conocimientos de investigación para buscar a Premium Sachiko. Como resultado, Snow White era el personal óptimo para esta misión para encontrar a Sachiko, ponerla bajo custodia y custodiarla en el camino a casa. Uluru había aceptado esto porque era una orden de Puk Puck, pero en su interior había una tormenta con vientos huracanados. ¿Por qué Puk Puck tenía que buscar expresamente la ayuda de un extraño? Uluru no podía preguntar: “¿No confía en nosotras, Lady Puk Puck?” Así que se mordió la lengua. Pero aun así, no estaba satisfecha.

Sobre todo, a Uluru le irritaba la actitud de Snow White. Existía algo así como una actitud demasiado grosera. Aunque hablaba con un nivel mínimo de cortesía, era puramente superficial, y Uluru no podía percibir ningún respeto real. Puk Puck había pensado personalmente en cómo ser hospitalaria con ella. Se había preocupado por muchas cosas, como “¿Los niños de hoy en día no comen mucho los dulces tradicionales?” “Tenemos habitaciones de estilo occidental, pero supongo que servirle un pastel y un té negro en la suite más bonita disponible no le parecería del todo bien, ¿no?” “¿Qué te parece la combinación de cola y patatas fritas? ¿Un poco demasiado americana, tal vez?” “Hmm; tengo la sensación de que alguien, en algún lugar, le sirvió a Snow White esa combinación y lo estropeó todo, pero también siento que esta vez podemos triunfar, seguro. ¿Qué te parece, Uluru?” Pero Snow White ni siquiera había tocado el menú, insistiendo en hablar sólo del trabajo.

Uluru no podía entrometerse cuando Puk Puck no se quejaba. Le habían dicho que eso era “presuntuoso”. Pero incluso sabiendo eso, quería regañar a Snow White, sólo una vez. Lo único que estaba claro aquí era que esta ruda chica mágica veía a la gran Puk Puck con desprecio.

Después de ser presentadas, todas habían tenido una reunión sobre la captura de Premium Sachiko, y luego habían salido de la finca y cerrado las puertas. Ahora, finalmente, Puk Puck ya no estaba mirando. Si Puk Puck no estaba allí, entonces no sería presuntuoso que Uluru regañara a Snow White.

Uluru miró a Sorami a su lado. Estaba distraída, mirando su teléfono mágico. Eso estaba bien. Se conocían desde hacía más de una década; Uluru sabía muy bien que ella no era especialmente fiable.

Uluru había oído que Snow White era una chica mágica peligrosa. Una pequeña charla podría resultar en un derramamiento de sangre. Pero Uluru juró que aunque eso ocurriera, nunca haría nada que avergonzara a su ama. Así que poniendo su mano derecha en el arma en su espalda, ella habló desde las entrañas. “¡Formen una fila!”

Snow White lanzó a Uluru una mirada confusa, mientras que Sorami miraba a Uluru como lo harías si encontraras un montón de cucarachas en la cocina por la noche. “Hermana, ¿realmente vamos a hacer eso ahora?”

“Por supuesto que sí. Es un trabajo importante el que vamos a hacer, ¿no?”

“Sí, sí… Lo siento, Snow, ¿podrías venir aquí un minuto?”

Sorami y Snow White se colocaron juntas con las puertas de la finca a sus espaldas. La líder, Uluru, se colocó frente a las dos y pasó lista. “¡Pasen lista!”

“Uuuno.”

“… Dos.”

“Tres, pon.”

Uluru se asustó por la voz electrónica, pero luego recordó: Ah, sí, es la mascota de Snow White, el hada digital. Realmente no le gustó su pequeña rareza de final de frase, ni las respuestas apáticas de las otras chicas que carecían de cualquier tipo de uniformidad. Dicho esto, si les hacía rehacerlo, Sorami respondería con menos entusiasmo aún, así que Uluru decidió dejarlo.

“Antes de partir, hay algo que me gustaría preguntar.” Snow White levantó su mano derecha.

“¿Síííííí?” Respondió Sorami. Sus ojos seguían pegados a su teléfono mágico, sin intentar siquiera ocultar su apatía. Uluru pensó que era de mala educación contestar mientras se usaba el teléfono, por muy insultante que fuera la persona a la que te dirigías. Snow White no pareció molestarse lo más mínimo mientras continuaba.

“Mi magia me permite escuchar los pensamientos de la gente en problemas.”

“Eso parece.” Dijo Sorami.

“Y antes, dentro, escuché a los dos.” “¿De verdad? Eso es vergonzoso.” “Y también he oído que Puk Puck.”

De repente, la mente de Uluru parpadeó en rojo. “¡Eso estuvo fuera de lugar!”

Sorami levantó la cabeza y Snow White también se giró hacia Uluru.

“¡Eso está fuera de lugar y se pasa de la raya! ¡Completamente fuera! ¡No puedes leer la mente de la gente importante! Y de todas las personas importantes cuyas mentes podrías leer, leer la de Lady Puk Puck… ¡Eso está absoluta y claramente fuera de lugar!” Uluru enloqueció. Intentó agarrar a Snow White por las solapas, pero ésta la esquivó con suavidad, lo que no hizo más que avivar las llamas de la ira de Uluru. Apretó el puño para darle un puñetazo sólo para sentir un tirón en la manga. Era Sorami.

“Hermana, estás gritando demasiado fuerte.”

“¡Está fuera de lugar! ¡Fuera de lugar! ¡Fue una completa insubordinación!”

“Pero estás causando una escena. Mira.” Sorami miraba a dos niños de primaria que parecían ir a la escuela. En el momento en que los vieron, desviaron inmediatamente la mirada y empezaron a alejarse a grandes zancadas. Hicieron una conversación vacía, como si trataran de ocultar algo: “No quiero hacer el maratón escolar de pasado mañana.” “Sí, odio los eventos deportivos, pero los entrenamientos también son una mierda, ¿eh?”

“Esta es una misión de alto secreto, ¿verdad? Así que sería peligroso si llamamos la atención.”

“Urk…”

Snow White se puso un chaquetón marrón pálido. Sorami recogió su cabello demasiado llamativo y lo ató, metiendo los peluches y otros adornos en una mochila. Como el disfraz de Uluru era más discreto para empezar, no se le había ocurrido ningún plan especial para ocultarlo, pero al menos metió su pistola y su cola bajo el abrigo. Todas estaban siendo cautelosas con sus disfraces porque este era ese tipo de trabajo: una “misión secreta”.

“Y también.” Añadió Sorami. “Si todas estamos gritando y armando un escándalo delante de la finca, podríamos tener una reputación extraña. Y eso no sería bueno para Lady Puk, ¿verdad?”

Uluru se aclaró la garganta en silencio y bajó la voz. “Aquí no es bueno. Como líder, Uluru cree que deberíamos ir a otro lugar.”

“Entonces hagámoslo.”

Este no era el lugar para regañar a alguien. Uluru no quería considerar causar problemas, decepcionar o entristecer a Puk Puck. Ella estaría a la altura de las expectativas de Puk Puck. De hecho, se esforzaría incluso más allá de lo que se esperaba de ella. Esa era la misión que se les encomendaba a las chicas mágicas que servían a uno de los Tres Sabios. Estar en una posición elevada exigía las habilidades y los logros adecuados.

Encabezando a las otras dos, Uluru se apresuró a avanzar. Snow White y Sorami caminaban una al lado de la otra, charlando distraídamente.

“Entonces, tu magia se activa en automático, ¿no?” Preguntó Sorami.

“Así es.”

“Entonces no se trata de ser grosero en absoluto, ¿verdad? Ya que sólo escuchas cosas cuando te transformas.”

“Te lo agradezco.”

“Y sí, eso parece tan conveniente. Me gustaría poder hacer eso.

Sería genial poder escuchar los pensamientos de la gente así.” “Realmente no lo es.”

“Como cuando vas a casa de alguien, ya sabes, como si hubieras venido a nosotras, y te dicen: ‘Queremos que hagas este trabajo para nosotros’, no sabes si puedes confiar en la persona que te lo pide,

¿verdad? Así que puedes rechazar un trabajo si es alguien en quien no puedes confiar.”

“Así es.”

“Oh, así que espera, ya que aceptaste este trabajo, eso significa que crees que Lady Puk es una empleadora en la que vale la pena confiar,

¿verdad?”

“Sí. Ya que estaba sinceramente preocupada por Sachiko, así como por todos ustedes.”

Uluru olfateó. Por supuesto que sí, pensó Uluru. Puk Puck tenía un gran corazón y perdonaba cualquier maldad. Incluso era amable con una fugitiva como Sachiko.

“Escuché los pensamientos de Puk—Lady Puk Puck, y también los de Uluru desde detrás de la puerta de la pantalla.”

“Ooh, lo hiciste, ¿eh?” Dijo Sorami.

“Escuché cómo estaba sinceramente preocupada por Premium Sachiko. Así que entendí que no está tratando de engañarme.”

No pudiendo soportar más una conversación tan desagradable, Uluru se detuvo y se dio la vuelta. Señaló con el dedo a Sorami. “Orden del líder: nada de charlas sin sentido.” A continuación, se volvió hacia Snow White. “Escucha. A Uluru no le preocupa Premium Sachiko. Sólo es una ingrata que echó arena sobre la bondad de Lady Puk Puck. Debería ser hervida o aserrada hasta la muerte o ser obligada a beber cicuta envenenada, pero Lady Puk Puck la ha perdonado muy generosamente.”

Sorami cruzó las manos detrás de la cabeza y las comisuras de los labios se curvaron. “Puede oír tus pensamientos, ¿sabes? ¿Qué sentido tiene actuar así?”

“¡¿Cómo voy a actuar?!”

“Estás realmente preocupada por Sachiko, ¿verdad?”

“Si ha dicho que Uluru está preocupada, entonces tiene que ser verdad.” Respondió Uluru.

“Ves, lo sabía.”

“Porque Uluru está bajo las órdenes de Lady Puk Puck. Ella tomó la mano de Uluru y dijo: ‘Ustedes tres, hermanas, siempre deben ser cercanas’, así que Uluru está preocupada por mantener esa promesa.”

“Ahh, uh-huh. Así que así es como estás jugando.”

“¿Qué quieres decir con ‘jugando’? De todos modos, basta de charlas inútiles.” Dijo Uluru, y luego se volvió a mirar al frente y reanudó las zancadas rápidas.

Snow White y Sorami permanecieron en silencio durante un rato, pero finalmente empezaron a susurrar entre ellas. Uluru nunca les había dicho que podían hablar mientras ella no lo oyera, pero aun así, si se detenía por cualquier cosa, ¿quién sabía cuántos años las llevaría encontrar a Sachiko? Con la irritación en aumento, Uluru siguió adelante.

***

◇   Sorami Nakano

Si alguno de los residentes permanentes de la finca de Puk Puck salía de la ciudad sin permiso, se activaba una alerta en la finca. A Sorami no le gustaba esto, ya que le hacía sentir que la estaban vigilando, pero parecía que esto formaba parte del paquete cuando servías a una encarnación de uno de los Tres Sabios. La alerta no había sonado, así que eso significaba que Sachiko seguía en Ciudad W.

Ciudad W tenía fama de ser un barrio residencial tranquilo, y la renta media de sus ciudadanos era bastante superior a la de las ciudades y pueblos vecinos. Mientras otras ciudades de aquí y de allá hacían fusiones, el alcalde y los residentes de aquí se habían negado obstinadamente a todo eso, diciendo que no tenía ningún mérito para ellos, que la seguridad pública era buena y que obtenían suficientes ingresos fiscales. Eso significaba que la ciudad no abarcaba mucho terreno. No suponía una gran diferencia, pero facilitaba algo la búsqueda de personas.

Cuando Sorami pensó en Sachiko, lo primero que le vino a la mente fue su tendencia a llorar.

Era muy propio de Sachiko derrumbarse ante la presión y huir de casa, pero nadie había pensado que lo haría justo antes de la ceremonia. Sólo Sorami había tenido la vaga sensación de que tal vez Sachiko huiría, aunque no lo había dicho en voz alta. Había sentido pena por Sachiko, al estar sometida a una presión tan fuerte y al habérsele confiado esta ceremonia. Sachiko se había quedado blanca como una sábana y parecía temblorosa.

¿Quién fue el que puso esos papeles por toda la finca? TRABAJEMOS TODOS JUNTOS Y HAGAMOS LO MEJOR EN LA CEREMONIA, VAMOS A HACER QUE ESTO SEA UN ÉXITO, ¡ESTO ES UNA MOVILIZACIÓN DEL PODER DE LA

FACCIÓN PUK! Era natural que colgar cosas así por todas partes hiciera que Sachiko se sintiera presionada.

Hiciera lo que hiciera Sachiko, siempre daba pena. No podías evitar simpatizar con ella.

Básicamente, siempre había superado las cosas escondiéndose en las sombras de los demás. Cuando entrenaba, siempre era la primera en rendirse. Entonces Uluru se enfadaba con ella, y Puk Puck mediaba, y Sorami la apoyaba. Cuando pasaban películas juntas y el DVD cambiaba a una película de terror, Sachiko se ponía nerviosa y corría a su habitación. Aunque los demás trataran de convencerla de que saliera, no respondía.

Podría decirse que este es el primer gran momento en la vida de Sachiko, su primera vez como estrella del espectáculo. No había forma de que pudiera superar ese tipo de presión. Sorami veía inevitable que huyera de todo aquello. Uluru y Puck eran un poco ignorantes. O mejor dicho, podían ser ignorantes de las delicadezas del corazón, ajenas a modales mundanos como estos. No debían ni siquiera considerar que la figura clave a la que se le había confiado un papel tan importante huyera.

Sinceramente, Sorami quería dejarla escapar por un tiempo, hasta que las cosas se enfriaran. El problema era que Sachiko estaba en el punto de mira de una multitud violenta que quería anular, por la fuerza, lo que se había decidido en la conferencia. Probablemente, Sachiko había huido porque estaba asustada, y ni siquiera había considerado que alguien la perseguía. Sorami se sintió realmente mal.

Sachiko no era la única por la que sentirse mal, también estaba Uluru.

Si la vieras pavonearse con brío, parecería segura de sí misma. Tenía que pensar en sí misma de esa manera. Sin embargo, Sorami sabía que, de hecho, no era nada segura de sí misma.

El maullido de un gato que caminaba por encima de un muro de bloques de cemento hacía que Uluru se asustara y le apuntara con su pistola, lo que sobresaltaba al gato y lo hacía saltar, y el ruido que hacía el gato también sobresaltaba a Uluru, haciéndola saltar. Al apretar el gatillo de la pistola de Uluru, salía una bandera y un tapón de corcho en una cuerda: era un juguete. La utilizaba principalmente como arma contundente. Pero aun así, siempre la llevaba con cuidado, sin soltarla nunca.

Con sus posiciones como protegidas de una encarnación de Sabio, no había realmente ninguna oportunidad para el combate real en primer lugar. Aunque entrenaban todos los días, en caso de que ocurriera algo, Sorami no quería golpear a nadie con puñetazos, y aún menos quería ser ella la que recibiera los golpes.

Eso significaría que Snow White, la Cazadora de Chicas Mágicas que tenía mucha experiencia en el combate real, actuaría como líder, pero esta selección de personal era incompatible con el orgullo de Uluru. Uluru creía que, como alguien que servía a una encarnación de Sabio, tenía que ser mejor que Snow White, la forastera. Aunque un gato fuera suficiente para asustarla, no iba a dejar su posición de líder y dadora de órdenes.

Si Sorami le aconsejara: Creo que las cosas irían mejor si estuvieras más relajada, Uluru respondería: Sólo intentas justificar tu propia holgazanería.

Bajando la voz lo suficiente como para que Uluru, que caminaba delante de ellas, no pudiera oírla, Sorami le dio un golpe a Snow White en el brazo y dijo: “¿Qué crees que deberíamos hacer? Uluru y yo no tenemos, literalmente, ninguna experiencia real de combate. Sería muy malo si entramos en pánico y sucede algo que no podamos solventar,

¿sabes?”

“¿Deberíamos Fal y yo pensar en algo? Entonces podemos hacer que parezca que fue una sugerencia tuya.”

“Me gusta cómo suena eso. Sí, hagámoslo.”

“Entonces necesitamos una situación en la que podamos hablar de ello con naturalidad, ¿pon?”

“Sí.” Dijo Sorami. “Creo que tal vez sería mejor si también estuviera un poco más relajada.”

Fal había añadido deliberadamente la palabra “naturalidad”, por lo que Sorami debía suponer que se trataba de una afirmación abreviada que dejaba fuera “ya que si habláramos con ella normalmente, sería totalmente inaccesible”. En su corazón, Sorami se disculpó por que su hermana mayor fuera así. Dado que se trataba de Snow White, debería ser capaz de escuchar incluso sus disculpas mentales.

“Entonces, ¿qué tal algo así?” Dijo Sorami. “Primero, Snow White, tú…” Primero, Snow White captaría los pensamientos de los transeúntes y le diría a Sorami si alguno de ellos estaba en problemas. Sorami se lo transmitiría a Uluru, y las tres ayudarían a esa persona.

Snow White tiró ligeramente de su manga. Cuando Sorami miró hacia donde ella señalaba, vio a un hombre que parecía un estudiante universitario parado frente a una bicicleta al lado de la carretera.

“Hermana.” Dijo Sorami. “Parece que ese tipo está en problemas.

Ha olvidado la contraseña del candado de su smartphone.”

“¿Y qué?” Dijo Uluru.

“¿No vamos a ayudar? Con mi magia, puedo averiguar el número.” “No tenemos tiempo para eso.”

“Vamos, no tienes que ser tan gruñona. No es que no tengamos unos minutos libres. Además, recuerda lo que dijo Lady Puk: ‘Ser amable con la gente en problemas es lo que hacen las chicas mágicas’.” Traer a colación algo que Puk Puck había dicho haría que Uluru estuviera de acuerdo con esto, pasara lo que pasara.

Después de decirle al tipo su contraseña, las tres ayudaron a la gente aquí y allá mientras avanzaban. Llevaron las cosas de una anciana mientras ella cruzaba la calle, enderezaron un cubo de basura caído y recogieron toda la basura. Distraer así a Uluru la tranquilizaba un poco, y la sensación de que las tres trabajaban en cooperación hacía que se relajara junto a Snow White.

A escondidas, para que Uluru no lo viera, Sorami le hizo un gesto de aprobación a Snow White, y ésta le respondió con lo mismo. Era sorprendentemente buena siguiendo el juego.