Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 22

Capítulo 7: Enfrentando a los Cuatro Principales de Atofe

Parte 1

 

 

Rudeus había sido secuestrado. Eris y Roxy habían observado completamente atónitas mientras Atofe lo cargaba sobre su hombro y salía disparada hacia el cielo. Ellas fueron demasiado lentas como para reaccionar, tanto porque todo ocurrió demasiado rápido, como porque fue tan… anticlimático. Atofe había levantado a Rudeus como si fuese el paso siguiente normal en el proceso y el propio Rudeus se había resignado a su destino. Tal vez él, de alguna forma, sabía que todo esto era parte de la rutina desde su perspectiva.

“¡Rudeus!” gritó Eris. Una vez que ella había procesado que Rudeus había sido secuestrado, ella actúo inmediatamente. Mientras dejaba salir un grito ensordecedor, Eris desenfundó su espada y corrió tras Atofe. La guardia personal de Atofe se interpuso en su camino, así que ella la atacó.





“¡Guh!” gruñó un guardia que desvió su ataque, siendo lanzado sobre su trasero a causa de la fuerza de su ataque.

“¡Fuera de mi camino!” demandó Eris. “¡Espera, solo escucha!”

“¡Dile eso a tu Reina Demonio!”

“Hrm…” dejó salir el sujeto, claramente sin palabras.

Si Rudeus hubiese estado ahí, él podría haber levantado una ceja al escuchar a Eris decir eso. Ella no estaba al nivel de Atofe, pero Eris tampoco era muy buena escuchando.

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“¡Por favor, escúchame!” insistió el guardia.

“¡No tengo nada que hablar contigo! ¡Devuelvan a Rudeus!”





“Bien, entiendo, aquí vamos…” Él aclaró su garganta. “¡Existen pasos que deben seguir si quieren recuperar a la princesa! ¡Muajajajaja!”

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“¿¡Están tratando de hacerme enojar!?”

“¿¡Gueh!?” El guardia apenas logró desviar el segundo ataque de Eris antes de retroceder algunos pasos.

Eris rugió, con su mirada vagando a través del cielo. Atofe seguía volando en círculos sobre ellos. Era como si estuviese tratando de provocar a Eris, lo cual solo intensificó su frustración. Pero no había nada que ella pudiese hacer contra un oponente que podía volar.

Entonces Eris vio a Atofe aterrizar sobre una esquina del fuerte. Sus ojos se iluminaron. Ella volvió a correr hacia el frente.

“Eris, detente,” se oyó una voz desde detrás suyo.

Eris se dio la vuelta. “¿¡Por qué!?” demandó ella. Roxy estaba sosteniendo el borde de la polera de Eris, tranquila y serena. “¿¡Acaso no viste eso!? ¡Ella secuestró a Rudeus! ¡Tenemos que salvarlo!”

“Los guardias dijeron que existen pasos que debemos seguir si queremos rescatarlo,” dijo pacientemente Roxy. “¿Por qué no primero escuchamos cuáles son?”

“¡Pero, Roxy!”

“Eris, por favor, tranquilízate. Mírame. Yo estoy tranquila.”

¿Y qué si lo estás? bien pudo haber pensado Eris, pero las palabras de Roxy tocaron una fibra sensible en ella. Eris reconoció que, de hecho, ella no estaba pensando con claridad, e incluso estaba considerando que debería hacerlo. Si perdías la calma en batalla, tu ira tomaría el control. Cuando eso ocurría, tu oponente podría leer los movimientos de tu espada. Y una vez que lo hiciera, la batalla ya estaba perdida. Ella aprendió eso durante su entrenamiento con Isolde. Eso explicaba cómo los guardias habían desviado sus ataques con tanta facilidad.

Eris bajó su espada desde sobre su cabeza hacia una posición neutral, y luego respiró profundamente. Su miedo por la seguridad de Rudeus le estaba haciendo imposible permanecer quieta. Ella trató de controlarlo, pero no pudo.

“Estoy preocupada por Rudeus,” dijo ella.

“Lo sé,” estuvo de acuerdo Roxy. “Pero hay una leyenda sobre la Reina Demonio Atoferatofe.”

“¿Una leyenda?”

“Sí. En la leyenda, nuestra reina demonio secuestra a la princesa como una broma.”

Eris se relajó. Ella también había escuchado esa historia.


Era una historia conocida sobre Atofe—de hecho, sobre varios reyes demonio. La clase de historia donde un rey demonio secuestra a la princesa, para que después el héroe tenga que superar sus desafíos para salvarla. Cuando Eris era pequeña, ella había escuchado historias como esta una y otra vez y soñado con estar en una historia similar algún día.

Al mismo tiempo, ella se dio cuenta de que este asunto de la princesa comenzó por culpa de lo que Rudeus había dicho. Su expresión cambió a una de enojo.

Aunque había una cosa que aún no tenía sentido para ella.

“¿Qué le pasa a la princesa después del secuestro?” preguntó ella.

Cuando Eris era pequeña, esa pregunta nunca apareció en su mente. “El rey demonio contacta al héroe.”

“Bueno, ¿y luego qué?”

“Creo que después ellos luchan.”

Signos de pregunta aparecieron sobre la cabeza de Eris. Eso no fue de mucha ayuda.

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¿Acaso no habían estado a punto de luchar contra Atofe? Pareció de esa forma. Una batalla debió haber sido el siguiente paso lógico.

¿Entonces por qué?

“No lo entiendo,” dijo Eris.

“¿Qué tal si les preguntamos al respecto?” sugirió Roxy.

Eris vaciló, pero luego asintió y dijo, “Bien.” Ella no comprendía muy bien cómo habían terminado en esta situación, pero sabía a partir de su vida diaria que ella podía confiar en Roxy.

La otra mujer puede parecer un poco distraída, pero ella poseía conocimientos de sobra y cuidaba de todos. Roxy además escuchaba pacientemente las preocupaciones de Eris cada vez que hablaban y le explicaba todo lo que no entendía.

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Una vez, durante una caminata en Sharia, ellas fueron rodeadas por un grupo de aventureros realmente raros. Fue una situación peligrosa. Si Eris hubiese estado sola con Leo, ella podría haber terminado luchando, pero Lara escogió ese día para aferrarse desesperadamente a la espalda de Leo. Eris no podía permitir que las cosas se pusieran violentas. Al mismo tiempo, no parecía que los aventureros fueran a retroceder. ¿Cómo podía luchar y mantener a salvo a Lara? Roxy se hizo cargo mientras Eris estaba ahí de pie tratando de encontrar una solución a este dilema. Ella rápidamente se colocó entre Eris y los aventureros, para luego comenzar a hablarles y dejar a todos en la misma página. La situación fue resuelta en cuestión de minutos.

Roxy era confiable—especialmente en momentos como este, cuando Eris no sabía qué hacer.

“Bueno, tú encárgate de esto,” dijo Eris. Ella devolvió su espada a su vaina y se cruzó de brazos. Todos tenían su momento para brillar y si este era el momento de hablar, entonces no era el suyo.

“Muy bien,” dijo Roxy, dando algunos pasos al frente para conversar con los guardias. “Si no les molesta, tengo algunas preguntas. ¿Cuáles son estos pasos?”

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Su tono era tranquilo y sereno, pero en su interior, Roxy estaba aterrada. La guardia personal de Atofe era legendaria en el Continente Demoniaco. Ellos eran un grupo de combate de élite con equipo y habilidades sin igual. Ellos tenían la noble reputación como el grupo más poderoso de todo el Continente Demoniaco, y sus integrantes habían sido cuidadosamente seleccionados por Atofe. Si decidían atacar mientras ella estaba rodeada, Roxy dudaba poder salir de eso con vida. Incluso el hecho de tener a Eris de pie a su lado hacía poco para disipar aquellos miedos.

Pero esta era la mano con la cual tenía que jugar. Ella estaba enfrentando esto junto a Rudeus. Él siempre le decía, Cuento contigo.

Ella estaba segura de que no era la heroína de esta crisis, pero quería estar a la altura de sus expectativas. También estaba lo que él le había dicho antes de salir hacia el Continente Demoniaco.

Rudeus le había dicho que, si algo ocurría y él era separado de ellas, su trabajo era controlar a Eris. Roxy no había esperado que serían separados a través de circunstancias tan extrañas, pero ella de todas formas tenía que mantener la calma. De otra forma, no tenía ningún sentido que ella hubiese venido.

El hombre que Eris atacó gruñó, para luego retroceder. Otro guardia dio un paso adelante. Este usaba la misma armadura que el anterior. No había forma de distinguirlos.

Ahora más tranquila, Eris se dio cuenta de que los guardias tampoco estaban agitados. Sus armaduras de un negro brillante y sus grandes espadas eran intimidantes, pero ella no sentía ninguna intención asesina en ellos—a diferencia de Eris. Tomando esto en cuenta, Roxy decidió que existía la posibilidad de tener una conversación racional. Era un buen cambio después de su conversación confusa con Atofe.

El representante de los guardias aclaró su garganta, luego proclamó, “¡Heroínas! ¡Las felicito por haber llegado al corazón del Fuerte Necross!”

“¡Ustedes ciertamente deben ser fuertes como para haber derrotado a la guardia personal de la Reina Demonio Atofe!”

“¡Las elogiamos! ¡Nadie puede negar su valor!”

“¡Aun así, nosotros somos la guardia personal de Atofe! ¡Debemos defender nuestro honor y nuestro orgullo!”

“Si quieren probar su fuerza contra la Reina Demonio Inmortal Atoferatofe y recuperar a su hermosa princesa…”

“¡Primero deben derrotar al pináculo de los guardias personales de Atofe: ¡los Cuatro Principales!”

Cuatro figuras dieron un paso al frente para separarse de los demás guardias. Ellos desenfundaron sus espadas, golpearon el pomo de sus hojas contra sus armaduras, dejando salir un fuerte sonido metálico, y luego las levantaron en lo alto. Roxy no recordaba haber derrotado a ninguno de ellos en ningún momento, pero basándose en lo que estaban diciendo…

“Entonces, si lo estoy entendiendo bien,” dijo ella, “¿todo lo que tenemos que hacer es derrotarlos, y con eso recuperaremos a Rudeus?”

“¡Jejeje, no estoy tan seguro de eso!” se rio el guardia. “Los deseos de la princesa podrán hacer milagros, pero yo no esperaría tanto de ser ustedes.”

“Escucha,” dijo Roxy, “sé que él se hizo llamar una princesa, pero dentro de todos nosotros, Rudeus es el verdadero paladín. O, al menos, él es el luchador más fuerte… ¿Eso no es un problema para Atofe-sama?”

“¿Eh? Ah, um…” Dejando salir un pequeño suspiro, el guardia hablando por el grupo se arrodilló ante Roxy, para luego inclinarse hacia ella y susurrar, “Sabes que en la historia del Rey Demonio Keserapasera y el heroico Señor del Acero Atmos, la princesa se tropieza sobre la Llama Eterna y quema el pelaje más resistente que el hierro del rey demonio junto con él, concediéndole la victoria al héroe, ¿no?”


“¿Um?” El repentino cambio de tema dejó a Roxy confundida.

El interlocutor volvió a suspirar, y después susurró, “Escucha, no se supone que diga esto, pero el punto es que la línea sobre los deseos de la princesa creando milagros significa que Atofe-sama permitirá que la princesa se una a la batalla contra ella. Así que, sí, no hay ningún problema en que la princesa también luche contra el rey demonio.”

“Ah, entiendo,” respondió Roxy. “Lo siento, es que no conozco muy bien esta clase de historias.”

“Sí, eso es normal. ¡Especialmente estos días! No hemos recibido a ningún paladín ya por varios cientos de años. Casi nadie conoce la historia.”

“Santo cielo, ¿de verdad?”

“Sí. De hecho, esta es mi primera vez realizando todo esto de confrontar al paladín.”

La Reina Demonio Inmortal Atoferatofe era famosa. Durante los últimos cientos de años, su notoriedad se mantuvo firme incluso aunque ella no había levantado ni un solo dedo para mantenerla. La Guerra de Laplace terminó, luego el Dios del Norte Kalman se casó con ella, y desde entonces Atofe no había salido del Continente Demoniaco para incitar alguna guerra. Ella apenas había luchado contra alguien. Como mucho, Atofe había estado molestando a otros demonios con su rango.

Como resultado, su guardia personal actual nunca antes había lidiado con retadores. Sin embargo, hubo varios caballeros errantes que terminaron visitando el castillo, así que ellos sabían cómo tratar a los visitantes.

“¿Se supone que luchemos contra ellos?” preguntó Roxy. “Solo somos dos, ¿así que sería dos contra cuatro?”

“Ah, no. Ellos pelearán uno a la vez. Así que será dos contra uno cuatro veces.”

“Entiendo.” Con los detalles administrativos listos, Roxy se dio la vuelta hacia Eris. “Llegamos a un acuerdo.”

“Bien, ¿entonces qué pasará?”

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“Él dice que recuperaremos a Rudeus si los vencemos, y que después de eso podremos luchar contra Atofe.”

“Hah, eso es bastante simple.”

“Pero si perdemos, nosotras podríamos terminar—”

“No perderemos.”

“Tienes razón,” estuvo de acuerdo Roxy. Ella pudo notar que Eris había recuperado la compostura. Roxy apretó el agarre de su vara.

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