Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 22

Capítulo 11: El Cuarto

 

 

Terminamos de presentarnos con todos los reyes demonio. Todos ellos prometieron aliarse conmigo. Además, les hice firmar contratos, solo por si acaso. El nombre de Atofe era realmente útil.

Ahora mismo, todo iba por buen camino. Las cosas iban bien—había tan pocos contratiempos que se sentía como si las cosas estuvieran yendo demasiado bien. El hermetismo continuo de Geese estaba comenzando a asustarme, sin mencionar la falta de interferencia de parte del Dios Humano. Yo regresaba a casa de forma regular para comprobar el bienestar de mi familia, pero tampoco había indicios de que él estuviese interfiriendo ahí.

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Repasé toda la información que el grupo de mercenarios había recolectado de todo el mundo, pero nada levantó mis sospechas. Eso tenía que significar que sea lo que sea que estuviera planeando Geese, nada de lo que yo estaba haciendo interfería con ellos. Tal vez la carta había sido un bluff, y su plan actual era diferente… Pero no tenía idea de lo que eso significaba a largo plazo. Por el momento, yo no tenía más opción que seguir el curso que había fijado.

El paradero de Geese estaba similarmente rodeado de misterio. Él estaba haciendo un buen trabajo pasando desapercibido. A decir verdad, yo tenía la sensación de que, si no le pedíamos ayuda a Kishirika, no lo encontraríamos. Pero yo había colocado carteles de se busca para ella por todo el Continente Demoniaco. Solo era cuestión de tiempo para encontrarla.

Mientras tanto, decidí comenzar los preparativos de mi siguiente objetivo. Yo me estaba dirigiendo hacia el Santuario de la Espada para ver al Dios de la Espada Gal Farion.

Orsted dijo que era un sujeto simpático cuyo pasatiempo era recolectar espadas raras. Sin embargo, Eris dijo que él no era del tipo de hombre que escuchaba a los demás.

Yo ya había conocido a la Reina de la Espada Nina Farion… pero esperaba que Gal fuera muy similar a Atofe. Dependiendo de cómo avanzaran las cosas, yo podría terminar teniendo que volver a usar la fuerza de mi Armadura Mágica para las negociaciones. Yo quería conmigo personas que pudieran luchar si las cosas llegaban a eso. Sin embargo, mi destino estaba lleno de personas con habilidades comparables a las de Eris y Ghislaine—ellos no se quedarían de brazos cruzados como la guardia personal de Atofe si veían que su jefe estaba siendo atacado. Yo tendría que luchar contra una horda de espadachines al mismo tiempo (y serían del rango Santo…). Esa idea no ayudaba a mi motivación. Sentí una punzada en el estómago de solo considerarla.

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Al menos llevaría a Eris… pero ¿a quién más? Tal vez podría persuadir a Ariel de dejarme llevar a Ghislaine.

“¡Cariño! ¡Si no te apresuras y terminas de comer, no puedo lavar los platos!”


“Sí, lo siento. Estoy comiendo. Nom nom.”

Sin embargo, ahora mismo, yo estaba en casa, cenando junto a mi esposa.

“¡Es mejor que no dejes los pimentones!”

“¿Qué, también los pimentones? Sabes que no me gustan…”

“¡Te los comerás! ¡Eres un adulto, así que tienes que ser valiente y comer las cosas que no te gustan!”

Mi estricta esposa aún tenía solo cinco años de edad. Nuestra casa no tenía un techo, y nuestros platos estaban hechos de roca. Sobre ellos habíamos colocado grumos de lodo y algo de barro líquido. ¡Si solo ganara más en el trabajo, podríamos permitirnos algo mejor! Tendría que esforzarme todavía más.

“Guu.”

“¡Ah, Norn! ¿Ya tienes hambre de nuevo? ¡Mami acaba de darte de comer! Supongo que puedes comer un poco más.”

Nuestra hija tenía quince, casi dieciséis años de edad. Ella se graduaría de la Universidad de Magia este año. Eso significaba organizar toda clase de eventos que la mantenían siempre ocupada, pero supongo que ella aun así extrañaba la leche de mami.

“¡Qué ricoooo! Gracias, Mami,” dijo Norn.

“¡No, tú eres la bebé, así que tienes que hablar como una!” “Ah… Um, guu guu.”

Nuestra hija aún no había comenzado a hablar. Supongo que era normal, dado que ella todavía estaba siendo amamantada.

“¡Guau, guau!”

“Aisha, ¿tú también tienes hambre? Bien, te alimentaré. Aquí está tu cena. Pero es un secreto, ¿bien?”

Nuestro perro mascota también tenía quince. Ella era una mujer empresaria que equilibraba sus deberes en el hogar con su trabajo en el grupo de mercenarios. Pero, al final, incluso ella era una esclava de su estómago. Tal como un perro.

“¡Guuuau!”

“¡Ve a jugar con Norn una vez que termines!” “¡Guau guau, guuuau!”

“Aguuu…” “¡Oye, eso pica!”

El perro, emocionándose demasiado como si estuviese en celo, envolvió sus brazos alrededor de mi esposa e hija y empezó a lamer sus rostros. Qué familia tan feliz. Yo también quería unirme.

“¡Ooooh, Papi también quiere!”

“¡No! ¡Papi no hace eso!” dijo firmemente mi esposa. Esto se sentía como un ejemplo de discriminación doméstica. Tal vez, a pesar de verse como una familia feliz en la superficie, nuestro matrimonio en realidad era uno sin amor. El amor se había acabado y las cosas ya eran más como una sociedad conyugal.

Pero más importante, ¿por qué yo no terminé siendo la mascota? Yo también quería abrazar y lamer a todos…

“Me odias…” sollocé.

“¡No, no es así! ¡Papi es una persona increíble! ¡Incluso aunque apenas viene a casa, y que ni siquiera puede sostener bien a la bebé, él todavía nos ama mucho! ¡No es su culpa!”

Increíble es muy bueno, pero yo preferiría estar aquí, cerca de todos ustedes. Ya sea mi culpa o no, yo también quiero abrazar a mis hijos. Todo ese amor genera calidez, y dentro de esa calidez, hay felicidad.

“Um, ¿Rudy…?” Se escuchó una voz desde detrás de mí. “¿Podemos hablar?” Me di la vuelta y vi a mi suegra asomándose por la ventana de la casa vecina… Ah, olvídenlo. Suficiente del juego.

“Claro,” dije. Traté de ponerme de pie, pero sentí un tirón en mi manga.

Lucie miró arriba hacia mí, con su ansiedad evidente en su rostro. “Papi, ¿ya vas a volver al trabajo?”

Todo esto había comenzado hace cerca de una hora. Yo había estado meditando sobre a quién llevar conmigo hacia el Santuario de la Espada, o si debería solo pedir que el Presidente en Jefe Orsted haga una aparición, como también cómo negociar y si debía ir preparado para una batalla… En ese momento fue cuando Lucie apareció con Norn justo detrás suyo.

Ella se había ocultado detrás de Norn mientras preguntaba vacilantemente, “Papi… um, ¿podemos jugar?”

Accedí inmediatamente. ¿Gal Farion? ¿El Santuario de la Espada? ¿A quién le importaban las pequeñeces como esas?

“No, Lucie, solo voy a hablar con Mami.” “… Quiero que te quedes.”

“Regresaré tan pronto como terminemos, cariño. Tú sigue jugando con tus hermanas mayores hasta entonces, ¿bien?”

“… Bueno,” dijo Lucie, con su pequeña boca fruncida mientras miraba abajo hacia el suelo. Tomó toda mi fuerza de voluntad apartarme de ella.

Si pudiera, jugaría a la casita contigo todo el día. Pero mi esposa real me está llamando ahora, así que debo irme.

Lavé mis manos, y luego fui hacia la sala de estar y me senté sobre el sillón junto a Sylphie.

“Bueno, ¿de qué se trata?”

“Bueno, es solo que… Estás ocupado en este momento, ¿cierto, Rudy? Así que no quiero ponerte presión, pero tengo que preguntarlo ahora…” Sylphie rascó su mejilla, mirando hacia abajo de la vergüenza.

¿Por qué tanta duda?

“Bueno, estás a punto de partir hacia el Santuario de la Espada en cualquier momento, ¿cierto?”

“Sí, tan pronto como todo esté listo, así que en otros dos o tres días…” Todo que lo quedaba hacer era escoger mi equipo. Eris y alguien más.

Yo quería a alguien que hablara el lenguaje de los estudiantes del Estilo del

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Dios de la Espada. ¡Oigan, acabo de tener una idea! Ariel también tenía a Isolde trabajando para ella. Isolde también había entrenado en el Santuario del Dios de la Espada, así que ella era una posibilidad.

“¿Por cuánto tiempo te irás?” preguntó Sylphie.

“No estoy seguro, pero probablemente será entre diez días y un mes. Supongo que iremos a ver algunas personas más mientras estemos en el área.” Supuestamente había famosos espadachines y herreros en entrenamiento alrededor del Santuario de la Espada, así que tenía la intención de crear algunas conexiones.

“Cierto… Bueno, entonces supongo que no regresarás a tiempo.” “¿A tiempo para qué?”

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“Para el bebé,” dijo ella. Mis ojos se posaron sobre su barriga. Era grande y ovalada. Sus pechos también estaban un poco más grandes.

Sylphie era tan delgada que los cambios se veían extraños en ella. “Ah… Ya estamos cerca de ese momento, ¿eh?”

Escuchen, yo no lo había olvidado. Dah. Sylphie siempre estaba en mi mente. Solo que no sabía la fecha exacta… Pero bueno. Iba a ser pronto. El tiempo de verdad vuela.

Sylphie preguntó vacilantemente, “¿Quieres tocar mi barriga?”

Estiré mi brazo y posé mi mano sobre su estómago. Incluso aunque yo solo estaba tocando la superficie, sentí el pulso de la vida en su interior. Era extraño, casi como si ella tuviese dos corazones.

Lo cual era cierto. Ahora mismo, Sylphie tenía otra vida en su interior.

Y pronto, esta se abriría paso para existir por su cuenta.

“El hermanito o hermanita de Lucie y los demás nacerá pronto,” dijo Sylphie, colocando su mano sobre la mía. “Esta vez no estarás aquí para el nacimiento, ¿o sí, Rudy?”

“Sí, estaré. Estaré en casa.” “Pero Rudy…”

“Estaré aquí,” dije firmemente. Después de escuchar que mi hijo nacería pronto, yo no podía solo decir “¡Bueno, suerte con eso!” e irme. Si hacía eso, ¿cuál sería el punto del trabajo que había estado haciendo?

“Gracias, Rudy. Te amo.” “Yo también te amo.”

Sylphie cerró sus ojos, así que moví mi mano hasta su hombro y la acerqué a mí. Era en los momentos como este en los que me sentía verdaderamente feliz.

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“Ahora que lo pienso, hay una cosa más,” dijo Sylphie. “Antes de que nazca el bebé, me preguntaba si podías pensar en un nombre. Dijiste que lo pensarías antes de irte a Millis, pero todavía no me lo has dicho.”

No lo pensé dos veces para dejar mi lugar en el sillón y sentarme en el suelo con mis piernas dobladas debajo de mí.

***

 

 

Y así terminé quedándome en casa por un tiempo más. Mi sentido de la urgencia era tan fuerte como siempre, pero ahora estaba preocupado. Me arrodillé en el suelo frente a Sylphie, bajé mi cabeza hasta que mi frente tocó el suelo, y admití que no había pensado en el nombre. Ella no estaba enojada, ni siquiera molesta. En cambio, Sylphie se quedó en silencio y se puso pálida. Podía ver la palabra traición escrita sobre su rostro.

Se desvaneció en un instante mientras ella decía, “Ah, Rudy. Entonces es mejor que empieces a pensar en uno ahora,” pero yo la había visto. Había visto su total decepción. Justo después, por mi cabeza pasó la idea de que tal vez yo ya había agotado su paciencia. Creo que probablemente lo había hecho.

Durante el último medio año, Sylphie había creído en mí, segura de que, aunque yo estaba muy lejos, no podía esperar por el nacimiento de nuestro hijo. Que yo lo celebraría felizmente con ella después del evento. Por supuesto, eso también es lo que yo había pensado que estaría haciendo. Bueno, había tenido toda la intención de hacerlo. Obviamente, nada de eso lo había demostrado con acciones.

“Papi, ¿qué pasa? ¿Te duele la pancita?”

“No, cariño. Es solo que acabo de herir un poco los sentimientos de Mami.”

“Entonces tienes que decir lo siento,” me aconsejó Lucie. Ella fue breve, pero era lo correcto en este caso. Por desgracia, yo no creía que Sylphie quisiera una disculpa. Lo que ella buscaba no era solo un lo siento superficial, sino que algo más complicado, y menos definido… Sí, ella quería paz mental.

“El asunto es, Lucie, que incluso si ahora le digo lo siento a Mamá, ella estará preocupada de que pueda volver a lastimar sus sentimientos.”

“Pero no lo harás, ¿o sí?”

“No lo haré. Me esforzaré por no hacerlo.” “¡Entonces Mamá te perdonará!”

Sylphie lo sabía desde el comienzo. Ella sabía que, con todo el tiempo que yo pasaba fuera de vez en cuando, terminaría olvidando algo por completo. Aunque eso no le facilitaba digerirlo.

Ella había contenido sus sentimientos por mucho tiempo. La vez que yo había ido con Paul justo después de que ella se embarazó, la vez que yo me casé con Roxy, la vez que me casé con Eris—ella nunca estalló conmigo, y siempre fue comprensiva. Ella me había dejado hacer lo que quise.

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Cuando dije que no había pensado en un nombre, ella también se contuvo. Sylphie debe haber contenido lo que realmente quería decir. Y lo seguiría haciendo. Y yo seguiría dándole razones para hacerlo.

Por ahora estábamos bien. Pero, un día, ella llegaría al límite de lo que podía soportar. Como un vaso de agua completamente lleno, un día ella ya no sería capaz de contenerse más, y cuando eso ocurriera, yo la perdería. Sería algo repentino, tal como en el diario del futuro.

Yo no quería eso. Quería estar con Sylphie por el resto de mi vida. Y había creído que ese sentimiento era mutuo.

Pero eso era lo que yo quería.

Incluso si ella al final perdía la paciencia conmigo, yo quería al menos darle algo de paz mental ahora mismo. Solo tenía que pensar en cómo hacerlo…

Yo todavía estaba dándole vueltas una y otra vez a la pregunta cuando Sylphie entró en trabajo de parto apenas una semana después. Sylphie actuó como si nada estuviese mal todo ese tiempo. Tal vez ella realmente no creía que hubiese algo mal. Sylphie no era del tipo que guardaba rencor por cosas como esta. Tal vez había estado un poco decepcionada en el momento, pero no le había dado tanta importancia.

Yo tampoco creo que hubiese estado actuando extraño. Durante la última semana, yo había estado junto a Sylphie cada momento que pude mientras trataba frenéticamente de decidir un nombre. Anoté cada uno de los que se me ocurrieron y Sylphie y yo discutimos los que nos gustaban. Tal vez para ella pareció que me estaba esforzando demasiado. Pero yo de verdad quería esforzarme al máximo.

Y entonces, comenzaron los dolores del trabajo de parto. Eris sabía qué hacer y corrió en busca de un doctor, mientras Lilia y Aisha se preparaban. Roxy estuvo lista para proporcionar magia de sanación de ser necesario, y Leo llevó a los niños a otra habitación. Yo me quedé al lado de Sylphie todo el tiempo. Poco después, Eris regresó con el doctor. Él se veía un poco mareado ahí debajo del brazo de Eris, pero rápidamente se puso a trabajar en los preparativos para el parto. Todos estábamos acostumbrados a esto. Era la segunda vez de Sylphie y mi cuarto hijo. Contando a Aisha y Norn, yo había estado presente en cinco nacimientos. Si incluíamos mi vida pasada, eran algunos más.

El doctor tenía experiencia. Nadie aquí era nuevo en esto. Teníamos una alineación estelar.

Y así, el parto comenzó.

Todos estábamos relajados, y todo iba bien, como debería…

“Uuf…” La cabeza acababa de salir cuando el doctor dejó salir un suspiro de preocupación. En un instante, todo mi relajo desapareció y el miedo me inundó. Un parto todavía era un parto, sin importar lo experimentados que fuéramos. No debí haberme confiado tanto. ¿Acaso era un parto al revés? No, yo podía ver la cabeza, así que no era eso… De seguro no podía ser que el bebé estaba muerto…

Roxy se puso de pie, con su vara en mano. “¿Magia de sanación?” preguntó ella.

“No, eso no será necesario,” dijo el doctor, y el parto continuó. Él siguió con su trabajo, hablándole a Sylphie solo cuando era absolutamente necesario. Por lo que podía ver, nada había salido mal.

“… Ah, uwaaah.” Un llanto de bebé rompió el silencio inquietante. Una vocecita llena de fuerza. El bebé no nació muerto. El doctor no dijo nada, simplemente sostuvo al bebé. Para mí se veía bien. Yo honestamente creía que no había nada malo. Pero el rostro del doctor todavía estaba tenso, y yo sabía la razón. La había sabido desde que vi al bebé. Era la misma razón por la que el doctor suspiró. Por la que él estaba tan tenso. Yo genuinamente creía que no había ningún problema, pero entendía la razón por la que él lo creía.

Era por el cabello del bebé. Cuando Lucie nació, sus mechones de cabello habían sido castaño claro. Cuando Lara nació, ella había sido calva. Yo no estaba presente cuando Ars nació, pero cuando lo vi, su cabello era rojo.

Todos nos quedamos mirando en silencio. Era el segundo hijo de Sylphie, y había nacido con el cabello verde. Sip, tal como lo había tenido Sylphie de niña.

“No puede ser…” Sylphie se había puesto pálida. “Ah… oh, no… no puede ser cierto…”

Tanto Roxy como Eris, Aisha y Lilia estaban totalmente impasibles. Ellas no conocían la razón detrás de la reacción de Sylphie. A nosotros no nos faltaban niños con colores de cabello exóticos en la casa. Además, Ruijerd y muchos otros más por aquí tenían el cabello verde. Nadie se preocuparía por el cabello verde.

Pero Sylphie. Sylphie… era una historia diferente.

“… Felicidades, es un niño,” dijo el doctor mientras Sylphie miraba con desesperación hacia el bebé. Él lo sostuvo hacia ella y Sylphie lo aceptó, pero ella siguió mirando a su alrededor, sin saber qué hacer.


“Sylphie,” dije.

Yo tenía que celebrarlo. No tenía razón para no hacerlo. Necesitaba expresar mi alegría y felicitar a Sylphie. Luego, yo tenía que asegurarle que todo iba a estar bien. Sonreí para darle algo de paz mental—al menos tanto como pude en ese momento.

“Estás bien, todo está bien. Muchas gracias por el bebé,” comencé a decir, pero antes de poder seguir, Sylphie respondió.

“Rudy… Lo siento mucho…”

“No hay nada por lo que debas disculparte, escucha—¡qué!” Mientras yo estaba hablando, sus baterías parecían haberse descargado y ella se desplomó. Al ver que el bebé estaba a punto de caerse de la cama, yo me lancé de cabeza para atraparlo.

“¿Eh?” dije estúpidamente mientras Roxy y el doctor corrían hacia el frente, empujándome a un lado.

“¡Rudy! ¡Sal del camino!” gritó Roxy.

Sylphie había perdido el conocimiento. Yo me quedé mirando en blanco mientras ambos comprobaban sus signos vitales.

“Ella solo se desmayó,” dijo el doctor, y toda la habitación se relajó.

Yo me quedé ahí, confundido, con el bebé desnudo en mis brazos. Aisha se acercó a mí con una manta.

“Toma, Onii-sama, envuélvelo en esto.”

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“A-ah, sí.” Recibí la manta tal como me ordenaron.

Sylphie había estado preocupada. Ella había estado envuelta por una clara nube de ansiedad. Y ahora, como para probar que sus preocupaciones eran acertadas, su bebé tenía el cabello verde. Yo no estaba seguro de si ella se había desmayado del alivio, o de todo el estrés que había llegado a su límite.

Si yo hubiese hecho más para tranquilizarla, tal vez podríamos haber evitado esto. Tal vez ella no se habría preocupado sobre que el bebé tenga cabello verde.

Me sentía culpable. Pero al mismo tiempo feliz. Seguro, el bebé tenía cabello verde. Pero eso no era un gran problema. Nada había cambiado.

Este era mi cuarto hijo. Y yo me aseguraría de pensar en un buen nombre.

Repentinamente, oí la voz de Eris desde una esquina de la habitación. “¿Qué mierda haces aquí?”

Ella me estaba hablando a mí—me estaba insultando por ser tan inútil. Me di la vuelta sintiendo que me habían dado un golpe en la boca del estómago.

Al menos, eso fue lo que creí que estaba pasando. Pero estaba equivocado.

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“¿Eh?”

Ella no me estaba hablando a mí. Había otra presencia inesperada en la habitación. Él tenía el cabello rubio y usaba una chaqueta ajustada blanca, abotonada completamente al frente como un uniforme escolar, y pantalones que hacían juego con ella. Su rostro estaba oculto detrás de una máscara diseñada a partir de la cara de un zorro.

“¿Arumanfi…?”

Detrás de mí estaba de pie uno de los doce familiares del Rey Dragón Acorazado Perugius, Arumanfi la Luz. Sus ojos estaban fijos en mí. No— estaban fijos en el bebé. El bebé que tenía cabello verde.

Justo después, él habló. “Rudeus Greyrat,” anunció Arumanfi, “Perugius-sama solicita tu presencia en la Fortaleza Flotante

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