Magdala de Nemure (NL)

Volumen 4

Capitulo 1: Lo Que Quería Saber

Parte 3

Fenesis parecía un poco decepcionada. Parecía que anhelaba saber sobre el futuro.

Como es lógico, Kusla la reprendió.

“Aunque no me burlaré de ti por preocuparte por el futuro, es una tontería confiar en algo como la adivinación.” Dijo, y Fenesis agachó la cabeza.

Pero, por supuesto, entendía sus preocupaciones.

Era probable que la inquietud y el afán de Irine por ayudar a cocinar nacieran del mismo malestar, y que el trato de Alzen con el señor local, especialmente prepotente, también lo fuera.

Les preocupaba que esta migración pudiera tener éxito.

Eran personas sin un objetivo cuando no se les daba ninguna directiva.

“Preocuparse definitivamente no es anormal. Pero cuando me tendiste una trampa, ¿simplemente creíste en el resultado?”

Después de dudar un poco, Fenesis dijo. “… No.” “¿Verdad?” Dijo Kusla sin divertirse.

La trampa en la que Fenesis atrapó a Kusla se basaba en la expectativa de que era una buena persona. Intentó que Kusla salvara a Weyland, que estaba sufriendo las consecuencias de una estúpida relación con una dama noble de Gulbetty, y le indujo a pasar por alto la extracción secreta de oro por parte de tribus nómadas. Ambos resultados habrían sido inconcebibles para Kusla hasta ahora.

Básicamente, Fenesis esperaba que lo hiciera porque era una buena persona. Kusla no quería realmente reconocerlo, pero tenía alguna idea de por qué tenía esa expectativa.

Por eso, Fenesis se había formado una hipótesis basada en los hechos que había observado y la había llevado a cabo con habilidad. Aunque era tonta para la mayoría de las cosas, era sorprendentemente rápida en momentos extraños.

“Ahora, la situación actual es la misma. Observa los hechos y mastícalos. Luego construye tu hipótesis. Es importante verificar, y sólo entonces debes concluir, pero aun así las predicciones siempre conllevan incertidumbre. Las suposiciones descabelladas dan miedo. Y lo más aterrador es interpretar mal los resultados.”

Cuando Kusla dijo esto, Fenesis le miró con sus claros ojos verdes. Era alguien que escuchaba atentamente lo que decía la gente.

“Lo peor de las predicciones sin fundamento, como la adivinación, es ser completamente incapaz de desprenderse de algo una vez que lo crees. Por eso, la gente pasa por alto cosas importantes y a menudo interpreta las cosas según los resultados. Cuando se trata de asuntos en los que las causas y el resultado son inciertos, te espera un laberinto, y la malicia de los demás.”

Kusla no tenía ningún deseo de burlarse y reírse de Fenesis, ni creía estar en una posición ventajosa para sermonearla.

Por fin intentaba valerse por sí misma. Simplemente quería decirle que no cometiera un error estúpido.

“Así que no vayas por ahí prediciendo irreflexivamente el futuro utilizando algo como la adivinación. Además, sólo esperas cosas buenas, ¿verdad? En este asqueroso mundo, ninguna persona cuerda creería en la adivinación.”

“Pero, ¿sólo un poco…?”

Fenesis abrió la boca como si hablara sin pensar, pero se calló en cuanto Kusla la miró.

Después de desviar la mirada, y dijo con un raro enfado. “… Creo que siempre eres demasiado pesimista.”

Ella lo miró fugazmente.

Si fuera un artesano de pueblo con una vida estable, probablemente estaría bien rezar por otro buen día para mañana. Pero, por desgracia, Kusla era un alquimista, y en el taller de un alquimista, la mala voluntad siempre perdura. Nada bueno ocurría cuando uno bajaba la guardia.

Se lo había recalcado a Fenesis en innumerables ocasiones. Además, lo que Kusla quería decir era algo diferente.

“No soy pesimista. De hecho, no estoy especialmente preocupado por el futuro.”

“…”

Fenesis parecía un poco confundida.

Frunció las cejas en una bonita forma, pensando que Kusla volvía a hablar desconcertándola.

“Pero tengo mis propias razones. Es totalmente diferente a tu confianza en la adivinación.”

“…”

Mirando de reojo a la abatida Fenesis, Kusla añadió carbón al fuego donde se estaba fundiendo el plomo.

El aroma de la deliciosa comida llegaba desde lejos.

“¿Por qué crees que he respondido tan obedientemente a la convocatoria de Alzen?”

“¿Eh?”

Kusla soltó un suspiro al ver que Fenesis volvía a preguntar eso.

“¿Eres consciente del tipo de trabajo que estoy haciendo?”

Molesta por este tono sarcástico, Fenesis se apresuró a devolver una mueca infantil y replicó. “Verificación en la aduana.”

“Así es. Y lo que evalúo son los tributos presentados por los señores locales. Sin embargo, por derecho, es donde los señores recaudan los impuestos.”

“… ¿Eh?”

“Los que se inclinan y dan reverencias respetuosas no son los caballeros. ¿Entiendes? Los señores locales están presentando sus respetos a los caballeros en sus propias tierras. Aunque ya estamos en Latria. ¿Qué significa eso?”

“… Uh… mm.”

La mirada de Fenesis se desvió con confusión. Kusla no dejó pasar la oportunidad y le sopló burlonamente en la cara.

Sorprendida, Fenesis cerró los ojos y, tras limpiarse la cara, miró con rabia a Kusla.

Fue una burla infantil de un niño.

“Esos hombres que se resignan a bajar la cabeza ante los mensajeros seguramente ya han oído hablar de la conversión de la reina de Latria. Pero aun así, creen que es prudente arrodillarse. El poder de los Caballeros sigue siendo abrumador, y piensan que es mejor inclinarse ante ellos. En consecuencia, si lo piensas normalmente, no hay manera de que los Caballeros acepten la conversión de la reina. Los Caballeros tratarán de usar su poder político libremente y obstruir esto con todas sus fuerzas.”

“….”

“Con esta comprensión básica, no creo que haya que preocuparse demasiado. Creer sin fundamento, de forma irresponsable e irreflexiva, que es fácil conocer el futuro a través de la adivinación, como hiciste tú, es un error desde el principio.”

Con cada palabra, la cabeza de Fenesis se inclinaba más, y al final, se acurrucó, al borde de las lágrimas.

“No soy pesimista. Simplemente soy precavido. Y más que optimista, eres descuidada al incurrir en la adivinación. Aquella vez en Gulbetty, y la oveja de oro… bueno, no fue tan malo, pero esto ya es ir muy lejos. ¿Entendido?”

Al ser amonestada con la lógica, Fenesis se sintió naturalmente abatida.

Sin embargo, se sintió así al comprender que él tenía razón.

Kusla pensó que su inteligencia y obediencia no eran malos rasgos. Eso pensó, pero Fenesis habló de repente sin mirarle.

“Lo que has dicho es correcto… creo.”

“Nada de crees. Ese definitivamente es el caso.”

Ante su corrección, Fenesis se calló descontenta, curvando los labios.

Pero no permaneció así por mucho.

“Pero, pero hay algunas cosas que no pueden ser verificadas… así que, yo creo…”

Kusla miró a Fenesis. Evitando su mirada, se quedó mirando el fuego.

Se quedó pensando unos instantes y luego preguntó: “¿Qué querías que se predijera?”

Al oír eso, Fenesis le dirigió una mirada malhumorada.

Estaba un poco enfadada, como siempre que se burlaban de ella. “No quiero decirlo.”

De repente se dio la vuelta.

Sin mostrar ninguna expresión, Kusla se pellizcó la oreja a través del velo.

“¡Dime!”

“¡!”

Fenesis gritó en silencio y se retorció.

No había querido agarrar con fuerza, pero era una parte sensible.

Kusla la soltó y la miró con lágrimas en los ojos, sujetándose la cabeza.

“Dime. ¿Qué querías predecir?”

Todavía había plomo en la olla, y se estaba cociendo a fuego lento, burbujeando.

Fenesis miraba de un lado a otro entre el plomo y lo que hacían sus manos, sus ojos vacilaban.

Pero Kusla permaneció inmóvil, así que finalmente se rindió. No miró a Kusla, quizás como un gesto de protesta.

“El futuro, y…” Dijo, frunciendo los labios. “Si todos pueden seguir juntos o no… Eso es lo que quería saber.”

Finalmente, levantó los ojos y miró a Kusla.

Sorprendido, no pudo enmascarar inmediatamente su expresión. Se quedó sin palabras, pues no se le ocurrió que decir.

Pero esto se parecía mucho a Fenesis. Inocente, sin malicia alguna, sólo deseaba tranquilamente un poco de felicidad. Y sin embargo, no se incluyó. Como la suya era una existencia maldita, dijo “si todos pueden”, asumiendo inconscientemente que finalmente sería separada de ellos.

Kusla se sintió avergonzado por presentar su fría lógica a esta Fenesis.

“Y además.”

Fenesis habló de repente, y Kusla vaciló por un momento.

Pero era claramente mejor que Fenesis para no revelar sus sentimientos abiertamente.

“¿Qué?” Dijo escuetamente.

Fenesis apartó lentamente la mirada y dijo: “Además, aunque creo que su metodología es correcta, no puedo creer que eso sea todo lo que hay.”

“¿Qué?”

“Porque ves el mundo… con demasiada dureza.” Los ojos de Fenesis estaban llenos de una extraña confianza, que a Kusla le pareció extraña. Después: “Una hipótesis basada en la observación de la realidad… ¿es así?”

Kusla no podía apartar la mirada de sus ojos verdes. “Esta adivinación… no, la apuesta…”

Kusla miró seriamente a Fenesis durante un momento, y al momento siguiente escrutó sus ojos.

“¿Qué quieres decir?”

Animada por la respuesta de Kusla, Fenesis enderezó su espalda habitualmente encorvada y dijo: “Sospechó que el Sr. Weyland era un fraude, pero no creo que debiera haberlo hecho.”

“¿Huh?”

“La apuesta era sobre la formación de palabras en el plomo, creo que es simple. Si se trataba de la adivinación que suelen hacer las mujeres del pueblo, ¿no estaría el Sr. Weyland acostumbrado a hacerlo a menudo con esas mujeres?”

“Ah.”

Para algo como lanzar y adivinar la cara de la moneda, la gente acostumbrada a ello podía manipular fácilmente el lanzamiento y acertar siempre. Él había asumido que no se podía manipular. Pero fue un error de cálculo por su parte.

Gimiendo, de repente Kusla notó la mirada de Fenesis. “… ¿De qué hablas?”

Fenesis no sonrió.

“Observar los hechos y verificar la hipótesis. Pero incluso cuando los hechos son los mismos, creo que diferentes personas ven las cosas de manera diferente. Usted sospechaba que el Sr. Weyland hacía trampa, pero yo no creo que sea ese tipo de persona.”

“¡Uf!”

Ella había utilizado su propio razonamiento contra él. Se sintió más que tonto.

“Así que en ese caso, viendo un futuro positivo en la forma del plomo… Es decir, quiero que me alivie.”

Esa fue la escasa protesta de Fenesis.