Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 7

Epilogo: 7753

Parte 2

Durante la última semana, Mamori Totoyama había estado leyendo el periódico de principio a fin. Nunca había hecho algo así. Mamori sólo había echado un vistazo a las columnas de deportes o de televisión o a las tiras cómicas cuando le apetecía, y ni una sola vez se le había ocurrido echar un vistazo a los demás artículos o noticias.

Todos los días se entregaban siete periódicos en la casa de Kanoe, incluidos los deportivos y los locales. Hasta ahora, Mamori sólo se había burlado de Kanoe por esta costumbre: ¿Qué sentido tenía suscribirse a tantos? Kanoe no podía ser la única obligada a suscribirse a todos ellos. Esto no era más que una pérdida de dinero. Y así sucesivamente.

Pero ahora era Mamori quien leía todos los periódicos que llegaban a su puerta.

Se sorprendió al ver que en uno de ellos se publicaba incluso una novela de un autor famoso. Se reía con las sorprendentes noticias extranjeras, asentía con la cabeza mientras sus ojos se deslizaban por la columna de salud, y echaba un vistazo alrededor antes de leer a hurtadillas los artículos rosas de las revistas deportivas. Era todo muy fascinante.

Mamori dobló el periódico que había terminado de leer y lo volvió a meter en el estante. Al mismo tiempo, se inclinó hacia la ventana para mirar al exterior y se fijó en una chica de pie en el jardín: otra chica mágica. Mamori no sabía su nombre. Llevaba las manos atadas a la espalda y tenía el pecho hinchado, con una expresión nítida. Se mantenía erguida como una tabla, sin una pizca de encorvamiento, seguramente el tipo de persona que se tomaba su trabajo en serio. Francamente, parecía el tipo de persona con la que Mamori podría llevarse bien.

La chica estaba vestida con un traje y parecía estar en la adolescencia.

Parecía una estudiante de escuela secundaria a punto de graduarse y de encontrar un empleo. La chica tenía un rostro increíblemente hermoso, y sobre su cabeza había un adorno metálico.

Lo que era una chica mágica no podía ser otra cosa que una chica mágica, aunque se vistiera como el resto de la sociedad.

Mamori soltó un suspiro y se sentó de nuevo en el sofá, luego se dio la vuelta para tumbarse.

Esa no era la única chica mágica que había en la mansión: tenían tres turnos de cuatro chicas mágicas apiñadas allí. En otras palabras, un total de doce chicas mágicas estaban permanentemente estacionadas en la mansión.

Se suponía que todas estaban allí como seguridad en caso de que Pfle volviera a ser atacada. Al principio, Mamori lo había aceptado amablemente, como algo que debía agradecer, pero ahora le parecía poco natural, y comprendía bien por qué lo hacía.

Kanoe y Mamori ni siquiera podían ir a la escuela, y les habían “pedido” que vivieran su vida en la casa secundaria. Mamori lo había considerado como un pequeño descanso, jugando y trasteando con las máquinas para pasar el tiempo a gusto, pero la “petición” nunca había indicado un límite de tiempo; de hecho, cada vez era más larga. La orden de permanecer en casa “por su seguridad” se había ampliado, y el sótano de la casa secundaria estaba sellado y no se les permitía entrar.

Todos sus dispositivos de comunicación, incluidos los teléfonos mágicos, habían sido confiscados bajo el pretexto de una investigación pendiente. Como resultado, no podían conectarse a Internet, lo que significaba que Mamori no podía enviar correos electrónicos a sus amigos ni jugar. La tableta que utilizaba como diccionario electrónico también había sido confiscada, y como tenía una función de comunicación, ni siquiera se les permitía cantar en el karaoke. Al haber perdido el 90% de sus aficiones, Mamori se aburría tanto que había adquirido el hábito de leer el periódico.

Levantó las piernas y las bajó, aprovechando el retroceso para saltar. Se volvió a acercar a la ventana y cerró las cortinas, y por la esquina, miró a la chica mágica que custodiaba la entrada.

Se puso de pie con las piernas separadas a la anchura de los hombros, con los pies firmemente apoyados en el suelo mientras miraba hacia la mansión secundaria.

Así es, ella estaba mirando la mansión. No estaba de espaldas a la casa. Obviamente, cualquier ladrón potencial entraría desde el exterior. Por lo tanto, como su guardia de la puerta, ella tendría que estar de cara a esa dirección.

En otras palabras, Mamori, y probablemente también Kanoe, estaban siendo vigiladas.

Cerró bien las cortinas. La luz del sol, que se había filtrado por los huecos, se bloqueó por completo, cortando los haces de luz. La habitación se volvió aún más oscura, pero no tanto como su corazón.

Sabía que Kanoe era una mala persona, y sabía que la ley tomaba medidas contra la gente mala. Se estaba llevando a cabo otra investigación, con el pretexto de investigar al agresor.

Mamori lanzó un suspiro aún más profundo que el anterior. Estaba a punto de tumbarse en el sofá una vez más cuando llamaron a la puerta.

“… Entra.”

“Hey.” Kanoe entró en la habitación llevando una gran bandeja de plata que se utilizaba para fiestas y festivales. Mamori vio que estaba pulcramente apilada con shogi, ajedrez, cartas, hanafuda, una consola de juegos de unas cuantas generaciones atrás, varios juegos de mesa, junto con algunos mangas y otras lecturas casuales.

“Creo que uno debe sumergirse en sus estudios en momentos como éste, pero dado que eres una contraria, Mamori, me imaginé que estarías tirada en el sofá. Te aburres, ¿verdad? He traído esto de la mansión principal.” Kanoe colocó alegremente los juegos sobre la mesa.

“Usted apenas ha estudiado, señorita.” “El esfuerzo es mejor no verlo.”

“Quizás el tipo de estudio que estoy haciendo no se ve.” “¿Hay alguna parte de tu vida que esté fuera de mi vista?” “¿Qué es eso? ¿Una declaración de que me estás acosando?”

“Simplemente me responsabilizo de ti, como es mi obligación como ama.”

“Tienes una explicación para todo…”

“Entonces, ¿qué va a ser? ¿Qué tal si jugamos a las cartas?” “No me gustan las cartas.”

“Entonces, ¿jugamos al shogi?”

“No puedo ser un gran rival para ti, incluso si te quitamos la mitad de tus piezas como desventaja.”

“¿Reversi?”

“Si puedo tener el primer turno.”

“No es el tipo de juego en el que el primer turno tiene ventaja.”

“¿No tiene ventaja el primer jugador?”

“Si te parece bien.” “Entonces vamos con eso.”

Kanoe dejó las piedras en el suelo con suaves chasquidos, y luego les dio la vuelta. Francamente, aunque Mamori hiciera el primer movimiento, iba a perder. En cualquier caso, jugar una partida de Reversi era más competitivo que el shogi.

“Bueno, esto ha sido un desastre.” Comentó Kanoe. “Así es.” Coincidió Mamori.

“Me pregunto en qué estaban pensando los ladrones, atacando la mansión secundaria.”

“La gente mala pensará cosas escandalosas.”

“Y gracias a ellos, hemos sido confinadas aquí. Tendremos problemas si al menos no nos dejan ir a la escuela.”

“Es sólo para estar seguros, ¿no? Ya que por aquí, que los Hitokoujis sean atacados es algo tan grande, es como si todo se pusiera al revés.”

Kanoe colocó una piedra y se encogió de hombros. “Es una forma dramática de decirlo.”

“Así de grande es el asunto. Tiene prohibido salir, señorita, e incluso nos han asignado guardias. Y también tenemos prohibido usar el sótano. Por supuesto que es dramático.”

“Qué horror.”

“El mundo está lleno de cosas espantosas.” “¿Es así?”

“En efecto, lo es.” Mamori miró por casualidad al exterior. La guardia seguía en su puesto. Mamori no le quitó los ojos de encima mientras bajaba la voz. “Esa cosa en su cabeza.”

“¿Hmm?”

“¿No crees que es demasiado?” “Oh, puede que sí.”

Su decoración metálica tenía una gran gema. Como el resto de su atuendo parecía el de una persona normal y corriente, esa parte destacaba mucho.

“¿Qué te parece?” Preguntó Mamori.

“Todas las chicas mágicas son así.” Hubo un clic cuando Kanoe tocó una piedra. Hizo girar un montón de piedras negras a la vez. “Aunque no aparecerá nada, por mucho que busquen. Qué problemas han tenido.”

“¿Realmente no aparecerá nada?”

“Sin embargo estoy segura de que sería interesante si algo lo hiciera. Lo más importante es que ahora no tienes ninguna posibilidad de ganar, ¿verdad?”

“Todavía no lo sabes. Si me subestimas, recibirás un duro golpe. Al menos puedo golpearte en el hocico con mi llave inglesa.”

“Qué miedo.”

“Y no sólo una vez, tampoco. Iré por dos golpes.”

“Asusta de verdad… Pero el juego realmente ha terminado, ¿no?”

***

La lluvia caía incesantemente y no daba señales de parar. No le preocupaba que el agua de la lluvia entrara en este túnel excavado en la ladera, pero nada impedía el aire pegajoso y húmedo, y la tierra, mojada por la lluvia, que se había vuelto débil y blanda. Incluso sentada, se hundía lentamente. La ropa interior y también la ropa mojada se le pegaban a la piel, lo que la hacía sentirse más incómoda de lo que cabía esperar.

Inclinando a Ruler a su lado, Snow White se sentó.

Un trueno sonó en algún lugar, enviando vibraciones hasta el agujero. Ruler cayó en el barro, pero la dejó allí. Esta áspera arma, algo así como una naginata cruzada con un cuchillo de cocina, no se iba a embotar por un poco de barro.

Esta vez el trabajo era el mismo de siempre. La muerte estaba cerca como un amante y no la dejaría. Aunque intentara ahuyentarla con patadas y puñetazos, todo volvería a su sitio.

Snow White sacó su teléfono mágico y encendió la recepción. Normalmente, lo tenía apagado. Si recibía un mensaje en el momento equivocado, la muerte intentaría abrazarla con una intimidad aún más fuerte. Si iba a utilizarlo, era mejor hacerlo en un lugar seguro.

Cuando Snow White fue a poner en marcha la aplicación, se dio cuenta de que había recibido un correo electrónico fuera de cobertura. Los demás debían saber que Snow White estaba en pleno trabajo, así que esto tenía que ser urgente. Snow White tragó saliva al comprobar el correo electrónico.

Como agradecimiento por este asunto pasado, te diré algo.

Pfle, de Recursos de Chicas Mágicas, participó en este incidente, así como en el de Ciudad B.

Los detalles están en el archivo adjunto.

El repiqueteo de la lluvia continuaba, atascando su mente con su interminable y repetitivo repiqueteo. Inhaló profundamente y luego exhaló en una serie de pequeñas respiraciones. Sabía cómo aliviar su mente. El correo electrónico había sido enviado por el teléfono mágico de Ripple.

El incidente en Ciudad B. Ripple.

“¿Qué crees que está pasando?” Preguntó Snow White a Fal.

“La forma de hablar del remitente se ha vuelto bastante franca desde el último correo, pon.”

“Eso no es lo que estaba preguntando.” “Es sospechoso, pon.”

Era dudoso. ¿Y qué es lo que era dudoso? ¿Siquiera Ripple estaba viva? ¿O no lo estaba? Snow White inhaló profundamente y luego exhaló una serie de pequeñas bocanadas. El aire húmedo circuló desde sus pulmones por todo su cuerpo.

Las imágenes surgieron en su mente como un flashback: el chico amante del fútbol, asesinado como una especie de basura sin valor, que había jurado proteger a Snow White; la chica que se había preocupado por Snow White hasta justo antes de morir, asesinada de camino a la escuela por un tajo en la espalda.

No. No fue así con Ripple.

Sólo que aún no había encontrado a Ripple. Eso fue lo que se dijo a sí misma.

Los truenos volvieron a retumbar, esta vez más cerca que antes.

No había forma de que Ripple muriera. Ella era una chica mágica fuerte. No la matarían sólo por verse envuelta en algún incidente. Snow White aspiró un profundo aliento y exhaló una serie de pequeños suspiros.

“… ¿Estás bien con lo que pasó esta vez, pon?” “¿Te refieres a lo que pasó en el laboratorio?” “No, pon.”

El remitente del correo electrónico acusaba a Pfle, la jefa del Departamento de Recursos de Chicas Mágicas. Si había hecho algo durante ese incidente en Ciudad B, entonces Pfle podría ser alguien a quien Snow White debería dar caza. Pero, ¿ahora Snow White en serio era la Cazadora de Chicas Mágicas? Estos eran los pensamientos que cruzaban su mente.

Snow White había sabido que los rehenes estaban siendo sacrificados para reponer a Shufflin, pero no se lo había dicho a nadie, no hasta el final. Lo había hecho para evitar que Deluge e Inferno hicieran algo suicida. Rezando por la seguridad de Tempest, Inferno había muerto. Y quien se lo había ocultado todo había sido nada menos que Snow White. Conociendo los sentimientos de Akari, conociendo su deseo, la había tomado de la mano y la había visto partir sin decirle la verdad.

¿Estaba en absoluto capacitada para juzgar a los villanos? “¿Qué pasa, pon?”

“No es nada.”

“Siempre eres así, pon.”

“… Realmente no es nada.”

“Entonces lo dejaré así, pon.”

Fal intentaba actuar con especial alegría. Snow White pudo oír que no era verdaderamente alegre de corazón. Fal había dicho que los corazones de las hadas digitales no eran más que el resultado de su programación, pero Snow White no pensaba así. Y en el fondo de su corazón, Fal también debía desear no ser sólo un programa.

Ah…

Oyó una voz. No eran sus oídos los que le jugaban una mala pasada.

Alguien estaba en problemas.

Arma en mano, Snow White se puso en pie. “Fal, ejecuta una búsqueda de enemigos.”

“Reacciones de chicas mágicas en un radio de doscientos metros: una. Eres la única en esta zona, Snow White.”

Ripple no estaba muerta. No había forma de que muriera. Pero si Ripple había sido capturada por alguien, entonces Snow White, la Cazadora de Chicas Mágicas, perseguiría a ese enemigo hasta el fin del mundo y le haría pagar el precio.

Si Pfle estaba involucrada, entonces tan pronto como este trabajo estuviera hecho, Snow White se dirigiría hacia allí.

“¿Es seguro que abra este archivo?” “Lo comprobaré, pon.”

Snow White inhaló profundamente y exhaló varios suspiros. Miró alrededor de la zona con cautela, y finalmente encontró al dueño de los pensamientos que había estado escuchando. La chica mágica de blanco levantó al lagarto que se debatía en el barro por la cola y lo dejó salir.