Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 7

Interludio 5: Blasfemia

“Dios mío. Esto es un desastre.”

“Mis disculpas. Han pasado muchas cosas.”

Había dos futones colocados. Ripple estaba tumbada en uno de ellos y el otro estaba desocupado. Había varias vendas y medicinas esparcidas, y la mesa estaba cubierta de papeles. No era de extrañar que la anciana lo llamara desordenado. Dicho esto, no era mentira que habían pasado muchas cosas.

“Todavía está profundamente dormida, ¿eh?”

“Sí, hizo un gran trabajo para mí.”

“¿Qué pasó con la chica que estaba durmiendo allí?” “Parece ser que ella también tiene un trabajo que hacer.” “Vaya, es muy trabajadora.”

“En efecto.”

Sonriendo sin dientes, la anciana tomó la tetera y bajó las escaleras. Frederica dio un sorbo a su té frío. Aunque estuviera frío, cuando era bueno, era bueno. Pero el sabor no calmaba su soledad. El único sabor que lo hacía era el del calor. El té frío enfriaba aún más su solitario corazón, no sólo de forma física.

Frederica no había podido detenerla. Su cabello había sido exactamente lo que Frederica amaba, y su pérdida habría sido tan frustrante, que Frederica había interferido irreflexivamente. No se arrepentía de haberlo hecho. Habría sido una gran pérdida que se perdiera. No para la propia Frederica, habría sido una pérdida para el mundo que ese cabello desapareciera. Ese brillo, ese lustre, ese aroma, esa chispa desapareciendo del mundo habría sido una blasfemia. Ella no podía permitirlo.

Pero Frederica había decidido devolverla al lugar al que había suplicado volver, donde seguramente moriría. Estaba gravemente herida, y la ayuda de Frederica la había librado por poco de la muerte, pero se había negado a ser la única que se salvara.

Frederica dudaba que pudiera volver con vida. En otras palabras, en esencia había perdido ese cabello. Como agradecimiento por haberla salvado, la chica había dejado algunos de esos mechones para Frederica, pero eso no hacía que estuviera bien.

Pero Frederica no había podido negarse.

Tanto como Frederica amaba el cabello de chica mágica, amaba a las propias chicas mágicas. Amaba lo que nunca dejó de desear, una chica mágica justa.

En ese momento, cuando, temblorosa, había pedido volver a ese peligroso lugar para salvar a sus amigos, había sido exactamente eso: la chica mágica ideal. Frederica no tenía derecho a detener a una de ellas, ni Frederica ni nadie.

Sería una grosería interferir ahora. Si ella era una chica mágica justa, entonces ella traería los resultados que tales chicas mágicas hacían. Tanto si vivía como si moría, o incluso si no lograba salvar a sus amigos, esto no era algo en lo que Frederica pudiera interferir. Eso no sería hermoso.

Frederica dio un sorbo a su té frío. Junto con la soledad de haber sido arrancada de esa hermosa cabellera, también sintió la satisfacción de haber despedido a una chica mágica justa. Ripple respiró suavemente mientras dormía.