Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 7

Capítulo 3: El Milagro De Conocerte

Parte 4

✰  Filru

El grupo de tres autónomos —Filru, Uttakatta y Kafuria— recorrió el pueblo al amparo de la oscuridad. Empezaron por la primera casa abandonada. Este lugar, que se encontraba solo en un campo alejado de cualquier zona residencial, podría haber sido utilizado alguna vez para almacenar equipos agrícolas. Filru abrió la cerradura con una aguja de coser y, una vez dentro, tosió bajo un terrible ataque de polvo.

“No hay ni rastro de que un alma haya entrado en esta casa en años,

¿verdad?” Se preguntó Uttakatta.

“Está podrido hasta las tablas del suelo.” Dijo Kafuria. “Es demasiado peligroso entrar. Eso se nota desde fuera.”

“Si lo sabías, deberías haberlo dicho antes de entrar…” Refunfuñó Filru.

“Me quedé tan fascinada por lo bien que quitaste el candado.”

“Estuvo muy bien, ¿verdad?” Coincidió Uttakatta. “Bien podrías ganarte la vida como ladrón, con esas habilidades.”

Sacudiéndose el polvo, Filru salió de la casa. Su traje era mayoritariamente blanco, por lo que la suciedad destacaba. Uttakatta y Kafuria vestían mayoritariamente de negro, así que ¿no deberían ser ellas las que se encargaran de los trabajos que las ensuciaran? Pero cuando ella lo había sugerido, ellas lo habían evadido como anguilas escurridizas, y al final, Filru sintió que le habían endilgado el papel más problemático.

Prometiéndose a sí misma que, al menos una vez que las cosas estuvieran hechas, insistiría en obtener el mayor crédito, se dirigieron a la segunda ubicación.

Este lugar, una fábrica abandonada, también estaba cerrado. Era más grande que el primer edificio abandonado, y también estaba sólidamente sujeto con una gruesa cadena. Así que una vez más, se le asignó a Filru la tarea de abrirlo.

Esperando que ésta tuviera menos polvo, al menos, estaba a punto de sujetar la cerradura cuando la mano de Uttakatta se deslizó ante ella para detenerla. “Espera un momento.”

“¿Qué es?”

Uttakatta se puso en cuclillas y separó algunos hierbajos altos que aún estaban ligeramente húmedos por el rocío de la tarde, dejando al descubierto el suelo. Había una clara marca de algo parecido a una huella. “Esto es una huella, ¿no?”

Kafuria se agachó, se alejó por la hierba y, al cabo de un rato, regresó. “Sólo de huellas de botas, cuento al menos tres o cuatro conjuntos diferentes. Uno de ellos podría ser un calzado más pesado. Y también hay tacones altos. Todas las huellas son de mujeres, y bastante jóvenes. ¿Crees que una mujer joven con tacones altos vendría hasta el lado de una fábrica abandonada?”

“Una señorita delincuente podría venir aquí, pero… es muy peculiar que no haya ni un solo caballero, o que se vean huellas de neumáticos de motocicletas, y que sólo haya pisadas de señoritas, ¿no es así?”

“Entonces, ¿no significa eso que hemos dado con ellas?” Dijo Kafuria.

“Debemos tener suerte, para conseguir el éxito sólo en la segunda ubicación.” Coincidió Uttakatta.

Filru se mostró agradecida en privado, quizás casi impresionada. La capacidad de observación de la pareja, y su investigación basada en esa capacidad, le parecieron muy profesionales. Parecía que por fin había sido testigo de cómo esas dos se habían ganado la vida como autónomos.

Tenía que demostrarles que también sería útil en esto.

Con dos agujas de coser y tres alfileres de marcar, introdujo, pinchó y giró hasta que el clic del candado que se deshacía recorrió su aguja. Estaba oxidado, pero se abrió perfectamente.

La puerta también estaba oxidada. Incluso un humano fuerte habría tenido dificultades para abrirla sin ayuda. No sólo era una puerta de metal grande y pesada, sino que estaba cubierta de un grueso óxido rojo. El óxido rojo la salpicó mientras abría la puerta; al final, le había tocado hacer el trabajo sucio otra vez.

“Vaya, vaya.”

“Oh.”

Allí ya había visitantes: dos chicas mágicas.

Una de ellas llevaba un traje que recordaba a la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas, mientras que el traje de la otra te hacía pensar en los soldados de cartas de ese mismo libro. La Reina de Corazones estaba recostada en su trono, mientras que la soldado de cartas se agitaba y se movía tanto que te daba pena. Incluso tenía lágrimas en los ojos.

“¿Y quiénes son ustedes?”

“No preveía que otros fueran los primeros.” Uttakatta y Kafuria se dirigieron al dúo del País de las Maravillas. Siguiéndolas, Filru observó su entorno al entrar en la fábrica.

El interior era una ruina terrible.

No era una ruina en el sentido de que se lo hubieran llevado todo para pagar una deuda, o porque llevara tanto tiempo abandonado que estuviera amontonado de polvo. Profundas hendiduras atravesaban las paredes como si algo las hubiera rebanado, había cristales esparcidos por el suelo y la grúa del techo había sido cortada en la base y colgaba hacia abajo.

Era demasiado dramático para ser las secuelas de la violencia humana. Tuvieron que ser chicas mágicas.

Siguiendo a las otras dos, Filru entró, y un poco adentro, vio una máquina. Los ojos de Uttakatta y Kafuria se concentraron en ella. Cuando Filru también miró hacia allí por casualidad, se sobresaltó. Un agujero cuadrado estaba abierto en el suelo. Algo parecido a una escalera estaba instalado en él, y el agujero parecía conducir hacia abajo.

“¿Ustedes dos buenas damas descubrieron esto? Oh-ho, es todo un logro.” Uttakatta estaba radiante, sin mostrar ninguna hostilidad. Filru no sabía qué pasaba por su mente. En la cabeza de Filru, esto no era una manera trivial. Ella había venido hasta aquí para conseguir algo de crédito, así que si alguien más ya lo había descubierto, esto ni siquiera valía la pena.

Todavía sentada en su trono, la Reina de Corazones ni siquiera las miró.

“¿Y las chicas mágicas artificiales?” Preguntó Uttakatta. “Que le corten la cabeza.”

Filru la miró con sorpresa.

¿Qué le…? ¿Eh? ¿Qué? ¿Qué le corte la cabeza?

La expresión de la reina parecía seria, más bien parecía un poco irritada y de mal humor. La carta soldado se asustó e intentó decir algo, pero Filru no pudo entender lo que salió de su boca. Lo único que pudo oír fueron gritos estridentes como los de un animalito.

Uttakatta dio medio paso atrás. Hubo un tirón en la manga de Filru, y ella miró para ver a Uttakatta tirando de ella. “Debemos ir a discutir, brevemente.” Le dijo Uttakatta a la Reina de Corazones, y luego tiró de Filru y Kafuria por las mangas para llevarlas fuera de la fábrica, retirándose a una vaga línea más allá de la cual la reina pudo o no haber captado el tono de sus voces, para susurrar: “Esto no es bueno.”

Igualando su tono, Filru preguntó: “¿Qué no es bueno?”

“Creo que puede ser alguien relacionado con la Autoridad Central del Reino Mágico, también de la Oficina de Información. Y el lenguaje que utiliza la carta soldado, lo he escuchado antes de un mago de la Oficina de Información. Y esas runas grabadas en su trono no entiendo su significado, pero se parecen mucho a las que se usan en la Oficina de Información del Reino Mágico.”

“¿Cómo sabes esas cosas?” Preguntó Kafuria.

“Se me permitió acompañarlos en una sola ocasión.”

“La Oficina de Información de la Autoridad Central…” Murmuró Filru. “¿Entonces no es alguien importante?”

“Por supuesto, es alguien muy importante.”

Filru tuvo la sensación de que, de repente, se había pasado de la raya. Pensó que sería bueno conocer a alguien importante. Y todavía lo pensaba. Pero existían los límites.

Le parecía bien algún VIP del Departamento de Diplomacia o del Departamento de Inspección. La Oficina de Información de la Autoridad Central era demasiado.

Tanto el Departamento de Diplomacia como el Departamento de Inspección no eran más que agencias a las que se les asignaba una parte del trabajo en el singular campo que eran las chicas mágicas en este mundo. Filru no sabía qué tipo de trabajo hacía la Oficina de Información, pero la Autoridad Central gobernaba sobre las chicas mágicas y todo lo demás incluido en este mundo.

Una vez había oído a un viejo mago que trabajaba como jefe de cierto departamento refunfuñar: “¿Por qué me han echado aquí?” Para un mago que había trabajado en la Autoridad Central, aunque fuera el jefe de un departamento, ser puesto a cargo de las chicas mágicas debía de ser toda una degradación.

Y ésta era la Autoridad Central. Esta gente era VIP, gente tan alta que, incluso si estirabas el cuello para mirar al cielo, no verías ni la planta de sus pies. Era como pensar que te gustaría trabajar en un ayuntamiento rural, y entonces aparece la gran guardia imperial galáctica.

“¿Y qué hacemos? ¿Irnos?” Preguntó Kafuria.

“De ninguna manera.” Dijo Filru. “No después de haber venido hasta aquí.”

“Me sentiría bastante molesta si todos nuestros esfuerzos hasta ahora se quedaran en nada.” Dijo Uttakatta.

“Yo tampoco quiero irme.” Coincidió Kafuria. “Pero ¿no sería difícil superarles?”

“En lugar de superarles.” Sugirió Filru. “¿No podríamos hacerlo ofreciéndonos a cooperar?”

“Sí, efectivamente.” Uttakatta miró hacia la fábrica y continuó. “Esas dos no parecen muy aptas para el trabajo duro.”

“Es cierto.” Dijo Kafuria. “No percibo ninguna fuerza de ninguna de ellas.”

A pesar de la repentina aparición de tres extrañas chicas mágicas, la carta soldado y la Reina de Corazones se habían mostrado completamente abiertas. No habían mostrado a través de su lenguaje corporal que estuvieran preparadas para luchar. Filru no había tenido la sensación de que estuvieran entrenadas o tuvieran experiencia en la batalla.

“Sin embargo.” Dijo Uttakatta. “Si van a capturar a estas chicas mágicas artificiales, ¿no necesitarán una fuerza de combate?”

“Veo lo que pretendes.” Dijo Filru. “Dices que debemos vendernos como personal de combate para capturar al enemigo.”

“No parece un plan tan pobre, pero… no estoy segura.” Dijo Kafuria. “Si es una figura tan importante, si nos robara el crédito, no tendríamos más remedio que llorar hasta quedarnos dormidas, ¿no?”

“Déjame a mí las negociaciones con esa clase de persona.” Dijo Uttakatta.

“¿Realmente funcionará?” Dijo Kafuria. “Por favor, no te preocupes.”

Filru consideró.

¿Qué sería más eficaz: montar este logro por su cuenta y venderlo, o ganarse un favor ayudando a alguien importante a conseguir el crédito? Si las cosas fueran bien, esto último podría ser preferible. Si una persona importante de la Autoridad Central presionaba para salirse con la suya, entonces Recursos de Chicas Mágicas no podría quejarse, y Filru podría ser contratada como empleada a tiempo completo, exactamente como había planeado.

No, tal vez ella podría conseguir algo aún mejor.

Al ver que Filru demostraba su utilidad, la Reina de Corazones la contrataría en la Autoridad Central. Luego pasaría por encima de todas esas chicas mágicas que se inclinaban congraciadamente para convertirse ella misma en una VIP. Sería como un sueño.

“¿Puedes negociar con ella?” Preguntó Filru.

“Vaya que puedo. Ya verás como.” Respondió Uttakatta.

“Sin embargo, no parecían muy dispuestas a discutir.” Señaló Kafuria.

“Hay un truco que se puede usar con esa clase de gente.”

Juntas, las tres volvieron a entrar en la fábrica. La reina seguía reclinada en su trono, como antes, y la carta soldado estaba asustada de una forma lamentable. Uttakatta contuvo un poco su habitual sonrisa, y manteniéndola en lo posible, se acercó a las dos.

“Es un placer conocerte. Me llamo Uttakatta, y allí están Kafuria y Filru. Todas nosotras trabajamos para el Reino Mágico de forma independiente.”

“Que le corten la cabeza.”

“Recientemente, a través de nuestras redes de información independientes, cada una de nosotras ha adquirido información sobre un laboratorio que produce chicas mágicas artificiales. Así que hemos estado investigando el asunto, con la idea de que si tal cosa existe, entonces debemos informar absolutamente al Reino Mágico.”

“Que le corten la cabeza.”

“Y a decir verdad, ayer mismo tuvimos la oportunidad de entablar una batalla con dos de esas chicas mágicas artificiales. Aunque frustrantemente, las dejamos escapar en ese momento, hemos venido aquí listas y alertas para aprehenderlas.”

“Que le corten la cabeza.”

“Bueno, son bastante fuertes y tenaces, aunque no tanto como nosotras. Así que, aunque su señoría y su acompañante no perderían, podrían resultar ligeramente heridas.”

“Que le corten la cabeza.”

“Si nos permitieran ayudarlas humildemente, no habría necesidad de que sufrieran nada de eso. Podrían dejarnos simple y cómodamente llevar a cabo su captura.”

La Reina de Corazones asintió. “Que le corten la cabeza.”

“Estamos muy agradecidas por sus amables palabras. Aunque nuestras capacidades son limitadas, les ofreceremos nuestra ayuda.” Uttakatta hizo una profunda reverencia, y luego volvió con las demás. “Hemos llegado a un acuerdo.”

“¿Lo has hecho?” Preguntó Filru.

“En este tipo de cosas hay que dejarse llevar por la corriente.”

Mientras Uttakatta había estado hablando con la reina, Kafuria había tenido un intercambio con aquella carta soldado. Asintió a la chica, que hablaba con chillidos, la consoló, le dio unas palmaditas en el hombro, le ofreció un pañuelo y le secó las lágrimas, y después de dejarla hablar un rato, volvió. “Dice que la Reina de Corazones es Grim Heart, mientras que ella es Shufflin.”

“¿Eh? ¿Te dijo sus nombres?” Dijo Filru. “¿Cómo hablaste con ella?”

“Con este tipo de cosas, se trata de seguir la corriente. Seguir la corriente.”

¿Podrías comunicarte con alguien que no entiende lo que dices, alguien que ni siquiera tiene la misma cultura que tú, simplemente dejándote llevar por la corriente? Tal vez hubiera intervenido alguna técnica aparte de la “fluidez”, pero ninguna de las dos quería contárselo a Filru, así que la llamaban fluidez. Al haberse ganado la vida como autónomos, tenían que guardar con celo esas técnicas. “Entonces es suficiente para mí.”

“Qué descuido.” Dijo Kafuria.

“Estoy diciendo que es suficiente, así que es suficiente.”

Grim Heart levantó su trono y Shufflin lo introdujo en la bolsa de tela sucia que colgaba de su cintura. Aunque en volumen no cabía, entró con total naturalidad, y tampoco había indicios de que la bolsa se hubiera hinchado o aumentado de peso. Tenía que ser así como funcionaba su magia.

Uttakatta sopló una burbuja de jabón del tamaño de su puño, mientras Filru se la quitaba y pasaba un hilo por ella con su aguja para hacer un nudo francés. Como la aguja y el hilo de Filru no hacían ningún daño a sus objetivos, la pompa no estalló, ni siquiera cuando ella la perforó y pasó un hilo a través de ella.

La burbuja flotó hacia abajo, absorbida por el agujero. La cuerda atada a la burbuja se deslizó lejos de las manos de Filru.

Esta era una de las técnicas que podían hacer juntas y que habían elaborado en el hotel. Combinando las burbujas de Uttakatta y el hilo de Filru podrían crear algo que funcionara como un dispositivo de reconocimiento. Si la burbuja detectaba alguna vibración en el aire, ésta se transmitiría a través del hilo para llegar a Filru.

Dejaron caer la burbuja en el agujero primero y la hicieron avanzar mientras Filru, Kafuria y Uttakatta la seguían. Shufflin y Grim Heart se quedaron atrás.

Kafuria acercó su boca al oído de Filru. “Desde que nos encontramos con Shufflin y Grim Heart hace un momento, el orden cambió.”

“¿El orden? ¿Qué orden?”

“El orden de despedida. Ellas serán las primeras en despedirse.”

Eso le recordó a Filru que Kafuria les había dicho que esa era su magia. Una vez obtenida esta información tan desagradable, Filru bajó la escalera.