Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 21

Capítulo 1: Haciendo El Tonto

Parte 1

ATERRIZAMOS en el Distrito de los Aventureros. Deben haber pasado… ¿diez o quince minutos desde que despegamos?

“Uf”. Exhalé.

Había practicado esto un montón, así que ya rara vez estropeaba un aterrizaje al bajar de un salto mágico. Esta vez no me rompí las piernas con el impacto. Puede que sólo hubieran pasado quince minutos en el aire, pero desde la desaparición de Zenith ya habían pasado varias horas. Necesitaba encontrarla, rápido. Por muy impaciente que estuviera por ponerme en marcha, había que pensarlo bien.

Cuando volví a casa de Cliff, Zenith ya no estaba. Al parecer, Geese la había llevado a dar un paseo. Pensé que seguramente no tardaría en volver, pero aún no había rastro de ella, incluso cuando la noche se nos echaba encima. Geese podía ser un aventurero de rango S, pero no era bueno en una pelea, y además era un demonio. Todo el mundo sabía cómo se trataba a los demonios en el País Sagrado de Millis. Como podía hacerse pasar por un beastfolk, Geese evitaba algunos de los abusos, pero era posible que la guardia de la ciudad se hubiera hecho una idea equivocada y lo hubiera arrestado por secuestrar a una mujer con problemas mentales. Tampoco quería pensar en lo que haría la familia Latria si se enteraban de que Zenith se había ido con un demonio… Claire Latria, esa vieja murciélago, quería obligar a Zenith a casarse en su estado actual. ¿Quién sabía de lo que era capaz esa mujer?

Necesitaba tener a Zenith a la vista y bajo mi protección lo antes posible. “Pongámonos en marcha, Aisha”.

“E-espera un segundo, Hermano Mayor…” Contestó Aisha. Se hundió en el suelo, sus piernas temblaban tanto que sus rodillas se golpeaban entre sí. Parecía demasiado débil para mantenerse en pie.

“No hay tiempo, vamos”, le dije.

“De acuerdo, pero… ¿podemos al menos caminar por el suelo?”.

Ah, así que a Aisha no le gustaban las alturas. Ese era mi error. Parecía estar rodeado de gente a la que le sentaban mal las alturas. A Sylphie le aterrorizaban los lugares altos, y a mí tampoco me entusiasmaban. Pero seguro que a Eris le gustaban… No era el momento de pensar en eso.

“Si corremos por el suelo provocaremos un accidente de tráfico”, dije. “Venga, vamos a buscar a Zenith”.

Ahora mismo teníamos que pensar en buscar a Zenith, o a Geese, que estaba con ella. No podía dejarla sola en su estado actual.

“Bleh … No puedo caminar.” “Bien, te llevaré a caballito”. “¿No vas a volar?”

“No lo haré”, dije mientras izaba a Aisha del suelo a mi espalda.

Ahora a comenzar la investigación. El Distrito de los Aventureros era grande. ¿Por dónde empezar?

“¿Qué tal si compruebas las tabernas, Hermano Mayor? Es hora de cenar. Tal vez salieron a comer a algún lado”.

“Oh, buena idea.”

Seguí la sugerencia de Aisha y fuimos trotando, asomándonos a las tabernas que bordeaban la calle mientras buscábamos a Zenith o Geese. Todas las tabernas estaban abarrotadas de gente para cenar, pero yo no tenía por qué ir inspeccionando a cada cliente como una idiota. Limitando nuestro interrogatorio al personal podíamos acortar el tiempo empleado en cada local. Estaba seguro de que alguien los habría visto. Una mujer con la mirada perdida acompañada de un demonio con cara de mono no se olvidaría fácilmente.

Aunque hacía ya un rato que había oscurecido, el Distrito de los Aventureros seguía abarrotado de gente. Aventureros que regresaban de una misión con sus premios en las manos y los mercaderes con los que negociaban; aventureros que habían terminado un trabajo y buscaban comida, y los taberneros y posaderos que les llamaban. También oí algunas peleas. Quizá debido a la hora, no pasaban carruajes, así que era poco probable que Zenith hubiera ido deambulando y se hubiera visto arrastrado bajo las ruedas de uno. Eso, al menos, era un alivio.

“¿Cara de mono? Debes referirte a Geese. Sí, lo vi en la Taberna de la Luz Moteada”. En la tercera taberna, conseguí una pista. Geese llevaba ya bastante tiempo en este país, y conociéndole, su reputación le precedía.

“¿Tenía una mujer con él?” Le pregunté.

“¿Una mujer…? No lo sé…”, dijo el tabernero, frunciendo el ceño.

Pensé que sería mejor ir y comprobarlo por mí mismo. Le pregunté la dirección, le di una moneda de cobre en la mano y le di las gracias antes de salir corriendo hacia la Taberna de la Luz Moteada. Tenía un mal presentimiento

***

La taberna Luz Moteada estaba en una zona mala de la ciudad. Hombres lascivos se pavoneaban mirando a las mujeres que merodeaban por la calle. Estaba seguro de que eran prostitutas. Probablemente no estábamos lejos del distrito del placer. Incluso Millishion tenía uno, por lo visto.

Los hombres nos miraban, intrigados. Supongo que Aisha y yo parecíamos demasiado vainilla para mezclarnos aquí.

“¡Ha ha! Bueno, oye, chico, ¿vienes a jugar entonces?”.

Uno de ellos se acercó y empezó a charlar conmigo. ¿Había venido a jugar? Por supuesto, siempre me esforzaba por mejorar mi juego, mi rendimiento, pero ahora no estábamos en la cama, no estábamos haciendo eso…

“Gran Hermano, bájame. Esto es vergonzoso”.

No importa. Sólo estaban intrigados por cómo Aisha se aferraba a mi espalda. La bajé y dejaron de mirarme.

El cartel decía Taberna Luz Moteada. La taberna parecía bastante normal, pero los clientes que entraban y salían eran gente de mala muerte. Hace tiempo, el ceño fruncido del hombre que salía me habría dado un susto de muerte. Sin embargo, desde que llegué a este mundo, me había hecho más fuerte. Ahora incluso podía caminar, sin miedo, en un lugar como este. Honestamente, la oficina de la Banda Mercenaria Ruquag en Sharia era más intimidante. Aún así, no me gustaba pensar en Zenith merodeando por un lugar como este. ¿En qué demonios había estado pensando Geese? El tipo me caía bien, pero si se hubiera confundido y hubiera intentado vender a Zenith a un burdel o algo así, nunca se lo perdonaría. Le quitaría ambos brazos. Sus piernas también.

“¡Bienvenidos!” El animado saludo del tabernero se hizo oír por encima del bullicio general cuando entramos. La taberna podía parecer sombría desde fuera, pero una vez dentro el ambiente era agradable. No me sentía como un extraño. Tampoco todos los clientes eran rudos. También había muchos aventureros de aspecto corriente. Rápidamente observé los rostros de la sala y me volví hacia el camarero.

“Y entonces llegó la parte realmente inteligente: Dije: “Creo que los tres círculos de teletransporte son trampas y hay otro camino”.

Reconocería esa voz en cualquier parte. Al fondo de la sala, un hombre con cara de mono bebía copas mientras se jactaba ante los jóvenes aventureros sentados a su alrededor. Sus acompañantes eran un chico con el pelo de punta, otro con el pelo largo y un piercing en la nariz, y una chica con los ojos ligeramente rasgados y el pelo teñido de un color poco natural. Parecía, ¿cómo decirlo…? Una especie de viejo pijo.

Zenith no estaba allí. Miré alrededor de la habitación, pero no pude verla por ninguna parte.

“…Entonces, tal y como sospechaba, ¡hemos encontrado uno! Un pasadizo secreto a las habitaciones del jefe…”

Me acerqué a la mesa, y Geese se fijó en mí. En una fracción de segundo, su expresión cambió a una de horror.

“Geese”, dije.

“¡H-hey, Jefe! Estaba hablando de ti. Este tipo es el Quagmire del que les hablé”.

Los otros tres me miraron boquiabiertos. La chica, con la mano pegada al pecho, inclinó la silla sobre dos patas, alejándose de mí. ¿Qué demonios había estado diciendo de mí? Me dolió un poco que una chica se apartara así de mí. Pero da igual, eso no era importante ahora. Tenía una montaña de preguntas para él. ¿Pero por dónde empezar…? En primer lugar, tal vez podría atraerlo para que me dijera si el Hombre-Dios estaba involucrado o no.

“Geese… no quería creerlo”, le dije. “Tú, mi enemigo…” “¿Eh? ¿Qué dices?”

“Te lo contó todo, ¿verdad? Te visitó en sueños. ¿Te dijo lo que haría ahora?”

“¿Sueños? ¿De qué estás hablando?” preguntó Geese con una risa nerviosa. Se estaba desviando.

Le señalé con el dedo y concentré mi magia. Una vez formado el Canon de Piedra, empezó a girar rápidamente, como un taladro cuyo zumbido reverberaba por toda la habitación. Los jóvenes aventureros, con los ojos muy abiertos, hicieron ademán de levantarse.

“Quédense donde están”, dije bruscamente, y se detuvieron. Miré a Geese a los ojos y volví a preguntar,

“¿Con qué palabras te llenó la cabeza? Cuéntamelo todo y te dejaré vivir”.

“¡Woah, woah! ¡H-hey, c-c-corta eso…! ¡Lo siento! ¡No sé lo que hice, pero no fue culpa mía!

Ahora, aparta esa cosa de mí”, tartamudeó.

Retiré un poco el dedo. Geese saltó de la silla y se tiró al suelo a mis pies. Sin un ápice de dignidad, se arrastró y pidió disculpas.

“¡Parece que he metido la pata! Siento haberte hecho enfadar, bo-uh, quiero decir, ¡Rudeus! Mira, ¿ves cuánto lo siento? ¡No sé lo que hice! ¿Puedes decírmelo para que pueda disculparme apropiadamente? ¡Tienes que perdonarme!”

Todo esto me pilló desprevenido. No era para nada la reacción que esperaba. ¿Quizás no estaba sirviendo al Hombre-Dios? Pero no, era demasiado pronto para saberlo. Sin embargo, incluso con esa pequeña duda, me sentí mal al ver a mi compañero de toda la vida inclinándose y rascándose delante de mí.

Finalmente, hablé. “¿Dónde está mi madre?”

“¿Eh?”, dijo Geese, mirando hacia arriba con la cabeza inclinada hacia un lado. La expresión de su cara, roja por la bebida, era de desconcierto. Si estaba actuando, era una gran actuación.

“Mi madre. Zenith Greyrat”.

“…¿Zenith? Sólo le mostré un poco los alrededores, luego la llevé a casa…” “Ella no está en la casa. Por eso estoy aquí”, dije, cruzándome de brazos.

En ese momento, uno de los chicos soltó una risita. Miré a mi alrededor y vi que Aisha estaba a mi lado, imitando mi pose y asintiendo. Era sólo parecido familiar, ninguno de los dos estaba de humor para bromas. Miré fijamente al chico y se quedó inmóvil con un pequeño chillido. Cielos, ¿qué le había estado contando Geese a esta gente sobre mí?

“Eh… Pero, aquí ahora… Definitivamente me la llevé a casa, ¿sabes?”. “¿Dónde la dejaste?”

“¿Dónde? Bueno, ya sabes, en la entrada del Distrito de los Aventureros. Un sirviente de la casa vino a buscarla, así que la dejé con ellos”.

¿Un sirviente? ¿Nuestro sirviente? Cliff y yo habíamos estado en la sede de la iglesia. Aisha había estado de compras, y Wendy había estado en la casa… No, espera. No estaba hablando de mi casa.

“¿Alguien de la familia Latria…?”

“Sí, sí. Comprobé bien su escudo de armas y todo. Era un sirviente de los Latria, sin duda”, dijo.

Se me aceleró el pulso. Se habían llevado a Zenith, se lo había llevado un sirviente de los Latria. Cálmate, me dije. Ordena tus pensamientos. Lo primero es lo primero: Geese se había llevado a Zenith. ¿Por qué?

“¿Qué hacías sacando a mi madre de casa en primer lugar?”

“No pretendía nada con ello, jefe. Hacía tiempo que no la veía ni a usted ni a ella, así que quería ponerme al día, eso es todo”.

Así que había sido un capricho. De acuerdo, supongo que tenía sentido… Pero espera, algo no cuadraba.

“¿Cómo supiste dónde vive Cliff?”

“Porque primero fui a ver a los Latria. No me gusta mucho ir allí, pero pensé que si estabas allí para recibirme… Pero luego dijeron que había surgido algo y que tú y Zenith estaban alojados en otro lugar, así que era allí donde debía ir. Así que vine hasta aquí”.

“Pensé que odiabas ir al Distrito Divino”.

“Eso es sólo porque como demonio… nunca sabes cuándo alguien va a asaltarte sin razón cuando andas por ahí. No es que prefiera morir o algo así”, protestó.

Su excusa sonaba… débil. Demasiado vaga. En parte era probablemente el alcohol, pero tal vez algo lo estaba carcomiendo. Hubo una pausa. Pero espera, ya lo tengo. Sabía lo que había pasado. Había sido así, más o menos:

Ayer, dejé que mi temperamento sacara lo mejor de mí en la mansión Latria y salí furioso. Debieron de seguirnos mientras volvíamos a casa. Me descuidé y descubrieron dónde nos alojábamos. No me había dado cuenta.

Si los Latrias hubieran venido y exigido que los Grimors entregaran a Zenith, sabían que se negarían. Eran facciones enemigas, y el clima político actual hacía insostenible lanzar un ataque directo contra los Grimors. Aunque los expulsores de demonios eran ascendentes en la actualidad, un paso en falso podría significar su caída. Así que los Latria utilizaron a Geese, un demonio totalmente ignorante que había caído en sus manos.

Cualquier otro día, habrían ahuyentado a una criatura como él. Pero hoy, adquirieron un peón que nadie esperaría que los expulsores de demonios usaran. Lo manipularon para sacar a Zenith a la luz. Probablemente no la agarraron inmediatamente porque estaban preocupados por un guardaespaldas. Pero no había guardaespaldas. Estaba fuera, y por horrible coincidencia, también Aisha. Al final, la suerte estuvo de su lado. Se llevaron a Zenith sin resistencia. Y esperaba que no tuvieran reparos en fingir ignorancia más tarde: ¿Geese? No, no puedo decir que conozca a nadie con ese nombre. ¿Por qué imaginarías que conoceríamos a un asqueroso demonio? O algo parecido. Ahora que habían secuestrado a Zenith, sólo tenían que esconderla. Sería sencillo asignarle un cuidador que la vigilara.

“¿H-hey, Jefe? ¿Qué está pasando?”

“…Cuando los Latrias te dijeron dónde estábamos, ¿dijeron algo más?”

“¿Eh? Um, sí, dijeron que Zenith debía echar de menos estar en casa, así que debería llevarla a la ciudad…”

No era justo culpar a Geese. Él no sabía nada mejor. Fui yo quien le dijo que íbamos a Latrias y que nos quedaríamos allí. Si pensaba que yo estaba allí, era poco probable que sospechara nada, incluso cuando los Latrias le recibieron sin su habitual dureza. Luego le llenaron la cabeza con sus historias… y claro, acabó siendo su marioneta. Había sido descuidado. Debería haber llevado a Zenith a casa hoy. Después de ver quiénes eran los Latrias no deberíamos haber permanecido en Millishion ni un momento más. Me habría llevado algún tiempo, pero debería haberla llevado de vuelta a nuestra casa, y luego volver para prestar toda mi atención al capítulo de Millishion de la banda mercenaria. No es que tuviera poco tiempo. Había mantenido una debilidad potencial cerca de mí. Eso fue un error. Debería haber traído a Zenith de vuelta para hacer un poco de turismo tranquilo después de que todo terminara.

Sin embargo, arrepentirse no iba a ayudarme a estas alturas del juego. Necesitaba recuperar a Zenith.

“Geese, la cosa es…”

Habiéndome ablandado un poco con él, puse a Geese al corriente de todo lo que había pasado, y luego le pedí ayuda. Sí, había sido manipulado, pero tampoco estaba totalmente libre de culpa. Estaba bastante seguro de que no estaba sirviendo al Hombre-Dios después de su última reacción, y necesitábamos cualquier aliado medianamente competente que pudiéramos conseguir en estas circunstancias.

“…¿Hablas en serio?”, dijo Geese cuando terminé, con cara de dolor. “Ahora que lo pienso, fue raro que los Latrias me dijeran la dirección sin hacer nada, incluso sin que tú estuvieras allí para intermediar… Supuse que lo habías aclarado con ellos, jefe. Así que por eso me dijeron que la llevara fuera…”

Había sido imprudente y había mostrado a mi enemigo mi punto débil. Pero todo el mundo comete errores. Recuperaría a Zenith de inmediato.

“De acuerdo, me apunto. Te ayudaré”, dijo Geese. “Gracias”, respondí.

Con Geese a bordo, decidimos dirigirnos directamente a la mansión Latria… aunque yo estaba medio desesperado. Así no era como la recuperaríamos.