Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Mmm… ¿Hm?” Bel se despertó silenciosamente con la suave sensación de la luz de la mañana sobre su piel. “¿Es… de día?”

Se relamió dormida varias veces y bostezó. Más bien, estaba a punto de hacerlo cuando la sensación de humedad en la comisura de los labios la hizo detenerse. Rápidamente descubrió… ¡una mancha de baba en la almohada!

“Su sangre fluye a través de ti. Ve y lleva ese orgulloso nombre cerca de tu corazón.”

Voces familiares resonaron en su mente, pertenecientes a las mujeres que la habían criado como a su hija.

“Madre Elise… Madre Anne…”

Sus palabras le recordaron algo importante. El nombre que había heredado era un orgullo, y ella tenía el deber de mantener ese honor. Con ese noble pensamiento en mente, Bel… ¡volteó rápidamente su almohada! Sin pruebas, sin vergüenza. El honor de su abuela había sido defendido.

Dejó escapar un suspiro y miró a su alrededor. Citrina estaba hecha un ovillo, evidentemente tenía frío. El proceso de ocultar pruebas parecía haber desplazado la manta que compartían. Bel se bajó suavemente de la cama y volvió a poner la manta sobre su amiga. Sólo entonces se dio cuenta de que la cuenta estaba mal hecha.

“¿Eh? La señorita Mia se ha ido…”

Se suponía que Mia estaba en el centro de las camas, pero no aparecía por ninguna parte.

“Quizá haya salido a dar un paseo matutino.”

Bel se rascó la cabeza.

“Pasear por las calles de Sunkland por la mañana… Sí, suena divertido.”

¿Pero era una actividad apropiada para una princesa como ella? Claro. Aprender sobre los paisajes urbanos de otros reinos parecía una buena forma de emplear el tiempo. Una vez justificado el valor educativo de su paseo, se cambió rápidamente y salió.

Lo que no notó… fueron los débiles gemidos que provenían de ese delgado abismo entre las camas.

“Hnnngh… Hnnnnngh…”

Habrían sido escalofriantes de escuchar, haciendo un despertar de suspenso y horror, pero por desgracia, no estaba destinado a ser. Cualquiera que fuera la pesadilla que rondaba allí abajo, hoy no encontraría audiencia.

Al salir de la posada, Bel fue recibida por una fresca brisa matutina. Entre las refrescantes ráfagas, percibió el aroma de una ciudad que acababa de despertar.

“Mmmm… Esto es tan agradable.”

Se estiró y se llenó el pecho de aire fresco. Le recordaba a cuando estaba escondida en el distrito de Luna Nueva. Por aquel entonces, esta hora del día era su favorita. La Gran Sabia del Imperio había adorado el Distrito Luna Nueva, insuflando nueva vida a sus gentes y negocios. Nunca había sido tan evidente su logro como a esta hora de la mañana, cuando los habitantes se despertaban y el distrito cobraba vida. Era emocionante, y Bel nunca se cansaba.

Se asomaba disimuladamente a la ventana y apreciaba el paisaje urbano hasta que la madre Anne la llamaba para desayunar. Se dirigía al comedor, donde la madre Elise, que se había quedado hasta tarde escribiendo, entraba somnolienta frotándose los ojos y la saludaba con un soñolienta pero tierno “Buenos días.”

Eran algunos de sus recuerdos más preciados.

“Madre Elise… Madre Anne…”

Les tenía tanto cariño. Tan terrible y dolorosamente … Se frotó los ojos.

“¿Hm? Eres…”

Al oír la voz de alguien, se giró y miró al interlocutor con los ojos borrosos. Su momento sentimental terminó inmediatamente al descubrir quién era.

“E-El Rey Libr — quiero decir, ¿el príncipe Sion? B-Buenos días.”

“Buenos días a ti también, señorita Bel. ¿Qué hace por aquí tan temprano?”

Ante ella estaban el príncipe heredero de Sunkland, Sion Sol Sunkland, y su ayudante, Keithwood. El cabello plateado del príncipe brillaba suavemente bajo el sol y, mientras Bel lo miraba, quedó hipnotizada por la profunda compasión que irradiaban sus ojos. Rápidamente se recompuso y sonrió.

“Voy a tener una aven — recorrido por la ciudad.”

Sion rió entre dientes. “Una aven — recorrido por la ciudad, ¿eh? Me parece bien. Las ciudades son el tipo de cosas que invitan a las almas aventureras a explorarlas”, dijo Sion, devolviéndole la sonrisa.

Keithwood, con la misma expresión de siempre, se inclinó y dijo: “No todos los días te encuentras con una cara conocida por aquí. ¿Qué te parece? ¿Le gustaría que milord le diera una vuelta por la ciudad?” Miró a Bel antes de volverse hacia Sion y encogerse de hombros. “Como aventurero veterano de las ciudades, me parece apropiado que le muestres el camino a tu subalterno.”

Sion frunció los labios un segundo y luego asintió. “Buena observación. Yo también quería echar un vistazo a la ciudad, así que es el momento perfecto.”

Bel abrió los ojos de emoción. ¡¿V-Voy a tener una cita matutina con el Rey Libra?! ¡Vaya! ¡Muchas gracias, Keithwood! ¡Eres el mejor!

En privado, aplaudió la consideración de Keithwood. Poco sabía ella que no actuaba por consideración, sino por precaución, pues ya había sido testigo de su intrépida impetuosidad la noche anterior, cuando se fue de aventura por el castillo.

Esta pequeña es aún más difícil de manejar que la princesa Mia. La princesa ya tiene tendencia a meterse de cabeza en los problemas, pero en su caso, es de las que se meten en el peligro sin darse cuenta… Si la dejo deambular por ahí, apuesto a que acabará paseando por zonas de riesgo como el mercado abierto sin pensárselo dos veces. Dejarla sola es imposible.

Para Keithwood, Bel era un manojo de problemas andante y parlante. Afortunadamente, no era consciente de la opinión que él tenía de ella. De haberlo sabido, su emoción seguramente habría—

Je, je, je, je No sé qué estará pensando Keithwood, pero a mí me da igual. ¡Mientras tenga una cita con el Rey Libra y Keithwood el Leal, soy feliz! Aaaah, ¡no puedo esperar! ¡Vamos ya!

O… tal vez ella estaría igual de emocionada.

Mientras tanto, Mia estaba…

“Mmm… ¿Mmm? Vaya, ¿dónde estoy? Qué raro… No puedo mover mi cuerpo… Y está tan oscuro. Oh no, no me digas… ¡¿Me han secuestrado unos bandidos mientras dormía?!”

…Despertar con una buena dosis de suspenso y horror. La realidad, por supuesto, era que había rodado por el hueco y se había quedado atrapada entre las camas, pero…

“¿Hay alguien ahí? ¿A-Anne? ¿Anne…?”

Incluso proporcionó un poco de suspenso y horror a todos los que la rodeaban, ya que su voz, aparentemente incorpórea, surgió del abismo y resonó por toda la habitación.

Por suerte, Bel había salido a dar un paseo y permanecería ajena a este embarazoso percance. El honor de su abuela había sido debidamente defendido.