Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Estoy conmovido más allá de las palabras. Tu dedicación a la gente… No sólo la de Tearmoon, sino la de toda la gente de este continente… Es nada menos que asombroso. Espero sinceramente que este nuevo vínculo que has formado con Sunkland sea una ayuda inestimable para tus esfuerzos”, dijo Rafina tras el discurso de Ludwig con un entusiasmo que rivalizaba, si no superaba, el suyo.

¿Y quién podría culparla? Al fin y al cabo, había sido marginada durante todo este incidente. A pesar de ser su amiga — no, porque era su amiga, Mia se había abstenido de pedirle ayuda. La incapacidad de ayudar a Mia la había dejado muy decepcionada, y esta era su oportunidad de compensarla. Tenía muchas ganas de hacerlo.

“Estoy muy orgullosa de ti”, continuó Rafina, tomando las manos de Mia en el proceso. “Y tú también deberías estarlo. Este logro es para los libros de historia. Si hay algo que Belluga pueda hacer para ayudarte, sólo tienes que pedirlo.”

Ante sus desmesurados elogios, el pánico comenzó a apoderarse de los nobles de Sunkland. La Dama Santa despreciaba que los nobles la convirtieran en un instrumento para hacer alarde de su influencia. También era famosa por su aversión al favoritismo. No era alguien a quien pudieran engatusar, y mucho menos sobornar — o eso creían, pero en realidad no sólo estaba dispuesta, sino deseosa de ofrecer una ayuda muy parcial a sus amigos.

Ahora, Rafina, que era en gran medida inmune a la persuasión, estaba aplaudiendo la grandeza de las hazañas de Mia. El significado de eso no podía ser subestimado. La Dama Santa estaba, a todos los efectos, reconociendo la rectitud de la justicia de Mia.

Huh… No estoy muy segura de lo que está pasando…

Mia se encontró perdida. A juzgar por la fluida interacción entre Ludwig y Rafina, esto era probablemente parte de su plan. El problema era que Mia ya había entrado en el modo de no intervención, pensando que podría dar un paso (o tres) atrás y dejar que Esmeralda hiciera el resto del trabajo pesado. En cambio, se encontró de nuevo al frente del asunto. Sin embargo, su pánico inicial pronto fue sustituido por la perplejidad al reflexionar sobre la situación. ¿Por qué, se preguntó, se mencionaba este asunto de la organización? Comprendía la necesidad de explicar a los nobles de Sunkland por qué había ido a Perujin, pero ¿qué relación tenía eso con esta propuesta de matrimonio y sus efectos en su oposición política?

¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Qué está haciendo Ludwig? Fue entonces cuando se dio cuenta. Oooooh, ahora lo entiendo… Este es el plan B, ¿no?

Se le ocurrió que ni siquiera a Ludwig se le ocurría una forma de cancelar este compromiso. En lugar de eso, había decidido aprovechar la situación al máximo y extraer nuevos talentos para su organización en ciernes.

¡Apuesto a que está planeando hacer que Sunkland proporcione algún personal útil para la organización!

Difícilmente podría estar más equivocada.

Por eso se asoció con Rafina. Le pidió que le ayudara a presionar a Sunkland.

En ese momento estaban en presencia no sólo de los nobles de Sunkland, sino de muchos otros dignatarios extranjeros. Hacer que Rafina prometiera su apoyo delante de tanta gente fue un movimiento decisivo que obligaría a Sunkland a ofrecer también su ayuda.

Tengo que decir, sin embargo, que estoy impresionado. No tenía ni idea de que Ludwig estuviera creando una organización así entre bastidores. Frunció los labios, pensativa. Una red de ayuda alimentaria mutua que traspasa las fronteras, ¿eh? Eso nunca se me pasó por la cabeza. Pero ahora que lo pienso, una organización así sería muy útil cuando el imperio se enfrente a la hambruna. Mientras la gente tenga comida para comer, probablemente no me llevarán a la guillotina. Hm… Al principio, me asusté porque no tenía ni idea de lo que estaba hablando, pero vaya, todo esto está realmente bien pensado.

Mientras miraba a Ludwig con renovado aprecio, éste declaró con la más orgullosa de las voces: “Por conveniencia, hemos decidido nombrar esta organización en honor a su proponente original. Por la presente, anuncio formalmente la creación de la Mianet.”

Yo… tampoco tenía ni idea de que a Ludwig se le ocurrieran nombres tan terribles entre bastidores.

¿“Mianet”? ¿En serio? Podía sentir el comienzo de un dolor de cabeza.

De acuerdo, suponiendo que le haga cambiar el nombre después… Esto sigue siendo bastante bueno. Definitivamente merece algo de crédito por sacar el máximo provecho de una batalla perdida.

Puede que no ganaran la batalla, pero no perderían la guerra. Aunque sus enemigos se saldrían con la suya esta vez, Mia todavía tenía a Esmeralda, cuyas acciones futuras podrían cambiar las tornas a su favor.

Por eso, en un principio quería dejarlo en manos de Esmeralda, pero Ludwig se las arregló para aprovecharse de la situación y ganar algunos puntos para nosotros. Oho ho, bien por ti, no tan estúpido cuatro ojos. No me extraña que hayas conseguido mantener en pie un imperio en decadencia durante tanto tiempo.

Recordaba — casi con cariño — los últimos días de un imperio desesperado. Bajo las instrucciones de Ludwig, había pasado la mayor parte del tiempo en la carretera, yendo desesperadamente de un lugar a otro para evitar que el imperio se derrumbara. Él había estado con ella en cada paso del camino. Él y sus estúpidas gafas. Todo el camino hasta la guillotina.

Muy bien. Volveré a ser su marioneta. Un peón en su plan. En términos de pelear batallas perdidas, esto no es nada. Especialmente comparado con lo de entonces.

Disfrutando de la breve ola de nostalgia, Mia dio un paso adelante con renovado vigor. “Muchas gracias, Ludwig. Ha sido una explicación maravillosamente articulada. Estoy segura de que ha aclarado mucho la situación para todos.”

Luego, sonrió a Rafina. Era en parte una actuación — reforzando la imagen de su intimidad — y en parte gratitud. Fueran cuales fueran las circunstancias, el gesto de apoyo de Rafina merecía ser agradecido.

“Siempre quise hablar con usted sobre el esfuerzo en algún momento y pedirle su ayuda, señorita Rafina”, dijo, enfatizando el nombre por si acaso. “Pero… no creí que aceptara tan fácilmente. Sin embargo, me alegro mucho de que lo haya hecho. Gracias.”

Por último, se dirigió a los invitados en la sala.

“Como han oído de mi vasallo, creo que es de interés para el continente establecer un sistema para combatir la hambruna, y tengo la intención de pedir la cooperación de todas las naciones. Eso, por supuesto, incluye su gran reino de Sunkland…”

Ahora que entendía lo esencial del plan de Ludwig, Mia hizo lo posible por ayudarle con sus preocupaciones de personal. Es cierto que, aunque estaban solicitando personal útil para la definitivamente aún no nombrada Mianet, la aceptación indiscriminada de ayuda de todas las fuentes corría el riesgo de provocar el caos dentro de la organización. Afortunadamente, no tuvo que preocuparse por eso en el caso de esta fuente en particular… y todo gracias a Rafina. Su influencia se extendía por todo el continente, pero podría decirse que era más fuerte aquí en Sunkland, cuya soberanía basaba sus principios rectores en el Libro Sagrado de la Iglesia Ortodoxa Central. Si el personal proporcionado por un noble de Sunkland resultara problemático, ¿qué pasaría?

¡Bueno, Mia los delataría! Iría directamente a Rafina y haría que les echara una buena bronca. Eso probablemente arruinaría la reputación del noble. La amenaza de tener a la Dama Santa sobre sus traseros debería evitar que se les ocurrieran ideas dudosas.

¡No es de extrañar que pidiera ayuda a Rafina! ¡Buena decisión, Ludwig!

Y así, princesa y súbdito trabajaron en tándem, los vectores de sus esfuerzos alineados en todos los ejes excepto en los que importaban. Su actuación divergentemente unida fue interrumpida, sin embargo, por alguien a quien le resultaba difícil de digerir.

“¡Con el debido respeto, princesa Mia, debo protestar!”