Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 6

Capítulo 7: El Ataque De Las Brujas

Parte 4

✰    Pythie Frederica (Tiempo restante: catorce horas, veintiún minutos)

El viento llevó las sirenas de la policía hasta ellas. El edificio de apartamentos tenía que estar bastante lejos de la fábrica de la ciudad en ruinas, pero las chicas mágicas tenían sentidos mucho más agudos que los humanos.

Frederica cerró la ventana y corrió las cortinas, luego se volvió hacia la habitación.

Todo lo que había en la nevera que era comestible se depositaba ahora en los estómagos de Pukin y Sonia. Pukin estaba regando un poco de pan con una botella de té de cebada, mientras que Sonia se echaba directamente a la boca una bolsa de caramelos volcada.

Tot Pop estaba trabajando en la cocina. Frederica le había confiado toda la comida que había que cocinar. Esta situación parecía el montaje de un chiste: hacer que un británico cocine una comida. Era un poco divertido. Sin embargo, recordando que sus comensales también eran británicos, tenía sentido.

Tot Pop se había dado un golpe en el pecho al asumir la tarea, diciendo: “¡No he vivido sola tanto tiempo para nada!” Pero esto le pareció un poco triste a Frederica. Como su profesora, esperaba que Tot Pop pudiera encontrar un buen compañero.

Por el estado del apartamento, la comida y los muebles y demás, Frederica pudo determinar el estilo de vida, la posición social y la clase del residente. Era un hombre de mediana edad con unos ingresos superiores a la media que vivía solo, tenía un grado de diversión moderado y, en general, parecía vivir cómodamente. Como ahora estaba tumbado a la sombra del sofá, lo único que podía ver de él eran sus tobillos y la sangre que fluía de su cuerpo. Había sido un limpiador escrupuloso, tenía suficiente comida a mano y también estaba bien organizado. Todo un elogio para un soltero. Frederica juntó las manos en señal de agradecimiento.

Luego estaban las otras tres. Había dejado a la chica maga de escenario tirada en el suelo. La chica del vestido de novia estaba al lado de Pukin, con una mirada suave mientras miraba felizmente a Pukin comer. La otra estaba más lejos, tirada sola en un rincón de la habitación. Tot Pop la había golpeado bastante, por lo que tenía la cara hinchada y algunos huesos rotos. La luz de determinación que quedaba en sus ojos sólo la hacía parecer aún más lamentable.

Funny Trick y Hana estaban atadas con una cuerda. Esta cuerda, sacada del almacén de armas, era lo suficientemente fuerte como para que incluso una chica mágica no pudiera romperla fácilmente.

“No disfruto del dolor, así que nada de tortura, por favor. Por favor, dime si hay algo que quieras saber. Responderé a cualquier cosa. No es que el Reino Mágico o mis superiores hayan hecho lo suficiente por mí como para que me sienta en deuda con ellos. Y ni siquiera me pagan tanto, teniendo en cuenta cómo me hacen trabajar hasta los huesos.” Hana balbuceó como si estuviera dispuesta a contarles cosas que no le habían preguntado. Tenía las mejillas hinchadas y algunos dientes rotos, pero aun así hablaba con claridad y se hacía entender. Frederica tradujo cada una de las palabras, en su totalidad, para Pukin, y ésta se limpió la boca con una servilleta y se levantó de su asiento.

“Debería evitar acercarse demasiado a ella, General.” Dijo Frederica. “Su magia se activará, incluso si no la tocas.”

“Estamos al tanto… Tú, conejo.” Con su mano izquierda, Pukin sacó su daga, apuntando a Hana desde tres metros de distancia. “Tienes mucha fuerza en tus ojos para alguien que dice carecer de lealtad al Reino Mágico o incluso a sus superiores. Los tuyos no son los ojos apagados, enturbiados y enfermos de podredumbre de una burócrata apática. Son los hermosos y brillantes ojos de una chica mágica de verdad. No nos gustan.”

Frederica tradujo las palabras de Pukin a Hana, que respondió: “Quizá mis ojos se vean así por el pegamento de los párpados.”

Al escuchar la traducción de Frederica, las cejas de Pukin se juntaron en un ligero ceño.

Frederica también era consciente de que Hana nunca cooperaría. La bandeja de entrada de su teléfono mágico estaba vacía, y cuando le preguntaron si su grupo había acordado algún tipo de punto de encuentro para emergencias, ella insistió en que no tenían nada de eso.

“Si sé algo, te lo diré. Pero no puedo responder si no lo sé. ¿Verdad? Eso es obvio. Aunque puedo enseñarte a hacer un buen pegado de párpados.”

Cuando Frederica tradujo la respuesta de Hana, Pukin giró su mano izquierda sin decir nada, lanzando su daga para clavarla en la pared, donde se estremeció. La oreja derecha del conejo, que había quedado entre la pared y Pukin, se redujo a la mitad de su longitud, y un grito ahogado escapó de la garganta de Hana.

Frederica hizo una mueca, diciendo: “Oh, eso parece doler.” Y la chica maga dio un pequeño aullido.

“Te lo dije… odio el dolor…”

“Hace un momento te has burlado de nosotras, ¿no es así? Nunca pasamos por alto tales afrentas.”

“Ayyyyy… Dueleeeeeee…”

Ahora Pukin desenfundó su estoque con la mano derecha y lo lanzó como había hecho con su daga. Frederica alargó la mano para agarrar el estoque por la empuñadura, deteniendo la hoja un centímetro antes del pecho de Hana.

“Su Excelencia, ¿no cree que es demasiado pronto para eliminar una fuente de información?”

“Esa es una profesional incondicional. Puede que haga un acto admirable al contárnoslo todo, pero dudo que tenga esa intención. Sería inconveniente y peligroso intentar hacerla chillar estando obligadas a mantener siempre tres metros de distancia de ella. En su lugar, habría que dar un ejemplo de ella para facilitar la obtención de información de otros. Un torturador con talento no necesita preocuparse por el número de fuentes de información que tiene.”

“Oh, ya veo. Perdone mi impertinencia. Sin embargo, aunque no pueda ser una fuente de información para nosotras, creo que puede ser una buena rehén. He oído que hay cierta camaradería entre los empleados del Departamento de Inspección.”

“Hmph. Que así sea. Entonces dejaré su tratamiento en tus manos.”

Frederica se acercó lentamente a Pukin y le entregó su estoque con reverencia, luego giró a la derecha para mirar a Hana, dirigiéndole una mirada de advertencia para que no enfadara a Pukin. Hana esbozó una sonrisa sarcástica y asintió ligeramente.

Estaba claro que, incluso sin el mal genio de Pukin, Hana sería un rehén difícil de tratar. Pukin no podía entrar en ese radio de tres metros para controlarla mentalmente, lo que significaba que la mejor opción sería noquearla como antes. Pero Hana estaba ahora gravemente herida; a estas alturas, sería difícil contenerse y limitarse a incapacitarla sin asestarle un golpe mortal. Las notas musicales de Tot Pop no eran adecuadas para la contención.

Habían intentado forzar la información de Hana utilizando la magia de Weddin, pero no había salido bien, ya que Hana sólo le había hablado de forma evasiva y vaga. Además, Hana habría visto que Weddin había sido antagonista del grupo de Frederica antes, por lo que le parecería extraño hacer que Hana hablara expresamente sólo con Weddin. Hana no habría tenido forma de conocer la magia de Weddin, pero ya se había dado cuenta de eso. Pukin no se equivocó al tomar a Hana por una profesional incondicional.

Los ojos de Frederica volvieron a dirigirse a las chicas restantes. A la maga de escenario le castañeteaban los dientes mientras temblaba violentamente. Weddin ya les había contado todo lo que necesitaban saber de su parte. Ahora que era devota de Pukin, les contó todo, incluso cosas que no habían preguntado.

Gracias a ella, habían descubierto que Toko había convertido a un grupo de estudiantes de escuela media en chicas mágicas. Weddin había anotado en su cuaderno las habilidades físicas de cada una de ellas e incluso sus nombres humanos reales, diciendo que, como líder, tenía que entender a todos sus miembros. Les había informado de que incluso su profesora y la tortuga que tenían como mascota en el aula de ciencias también se habían transformado, un hecho que a Frederica le intrigaba profundamente.

Aún más intrigante era la ninja que había atacado a Weddin. Esta chica había sido hostil, por lo que Weddin no había podido obtener su información personal. Pero sabía cómo era la chica ninja. Era manca y tuerta, con un motivo ninja, y Weddin dijo que había lanzado kunai y shuriken con suficiente control como para enhebrar el ojo de una aguja, a la velocidad de una ametralladora. Weddin les contó cómo la ninja la había clavado en el tejado del edificio de apartamentos por su traje, inmovilizándola allí.

Por lo que Frederica sabía, sólo podía haber una chica mágica que se ajustara a esa descripción. Era la amiga más cercana de la última alumna de Frederica, Snow White: la chica mágica Ripple. Descubrir que Ripple estaba dentro de esta barrera hizo que el placer recorriera la espina dorsal de Frederica. La idea de que tal vez no fuera sólo Ripple, y que tal vez Snow White estuviera con ella, la hizo derrumbarse de alegría en el acto, cayendo de rodillas.

El destino era algo misterioso. Entre chicas mágicas, sus efectos eran aún más sorprendentes. “¿No crees?” Preguntó Frederica.

“Ajá…”

¿El ruido de acuerdo de Weddin fue tan flojo porque era una novata que no sabía nada de las sutilezas de la vida de las chicas mágicas o porque estaba bajo el control de Pukin?

Weddin dijo que Sonia había matado a la capitana pirata, Grace, y que Tepsekemei, el genio de la lámpara, había perdido la mitad de su cuerpo y había huido hacia el cielo. Probablemente su supervivencia no se debió únicamente a su vitalidad. ¿Había compensado sus partes perdidas asimilándose al viento? ¿O es que estar hecha de viento significaba que perder partes no sería fatal para ella? Sea como fuere, parecía bastante más fuerte que el resto de las chicas mágicas.

¿Estaba el asesino entre las chicas de la escuela media de las que les había hablado Weddin? ¿O eran sólo víctimas?

“Sea como sea…” Pukin agitó su estoque. Puntos de sangre se esparcieron por el sofá azul. “Parece que hemos completado ampliamente nuestra misión.”

“¿Qué quieres decir?” Preguntó Frederica.

“¿No hemos asegurado ya al villano que querías capturar? En otras palabras, bueno…”

Frederica miró de reojo al mago del escenario. Todo el cuerpo de Funny Trick temblaba, y estaba acurrucada como podía, con grandes gotas de sudor cubriendo su piel. Parecía tan aterrorizada que Frederica sintió pena por ella. “¿Quieres decir que es la asesina que hemos estado buscando?”

“Nos se enorgullece en decir que ha sido inspectora durante muchos años. Nos tiene buen ojo para la gente.”

“Ya veo. Podría decir que es una base de juicio bastante sólida.” “Recuerdas que había una chica pirata.”

“Sí, lo recuerdo.” Debía de referirse a la chica que había muerto de forma tan cruel que Frederica no volvería a ver, aquella cuya mejilla había acariciado Sonia.

“Y la prestidigitadora de allí.” Pukin envainó su estoque y, con cuidado de no pisar sangre, se acercó a la pared para sacar su daga, devolviéndola también a su funda. “Sonia la capturó cuando se lanzó sobre la pirata caída.”

Sonia levantó la vista y resopló con orgullo, para volver inmediatamente a su comida.

“¿No es así?”

“Sí.”

“Vimos claramente con nuestros propios ojos cuando Sonia arrastró a esa chica hasta nosotras: cuando su propia aliada acababa de ser asesinada y ella misma estaba en una situación desesperada, la débil luz del regocijo brillaba en lo más profundo de sus ojos. La mayoría no sentiría alegría por la muerte de su aliado. Si ella es realmente la villana en cuestión, entonces es la clase de tonta que no temería ni a Dios. Puede que no vea a sus aliados como aliados y se alegre de sus muertes. No podemos comprender tales sensibilidades, pero algunos villanos son de tal naturaleza anormal. Lo sabemos por experiencia.”

“¡Okeydoke! Perdón por la espera.” El aire se hizo más denso con el tenue olor a carne cocinada, que las visitó con una oleada de vapor. Tot Pop llevaba un delantal con un dibujo de notas musicales, sus manos sostenían un gran plato cubierto de jamón, costillas deshuesadas, filetes y carnes diversas de todo tipo cocinadas en una pila. Olía bien, pero la presentación era descuidada. Frederica sintió que esta comida era un símbolo de la personalidad de Tot Pop, en cierto modo.

Tot Pop dispuso sobre la mesa salsa de soja, pasta de wasabi, mayonesa, mostaza, ketchup, shichimi, salsa Worcestershire, salsa yakiniku, aderezo para ensaladas y otras salsas diversas. “Elijan las que quieran. Muy bien, Tot va a preparar más.”

Al volver, Tot Pop se dio cuenta de que Hana tenía una oreja cortada y se sobresaltó en silencio, diciendo: “¡Vaya!” Pero no lo cuestionó y volvió a la cocina.

“Cálmate y come, Sonia. La carne muerta no huirá.” “Sí.”

Reanudaron su comida en silencio, Sonia con las manos desnudas y Pukin blandiendo el cuchillo y el tenedor con suma elegancia. Parecía que esto no era sólo un consumo de energía para ellas. También estaban disfrutando de la comida.

Frederica se volvió hacia la chica maga. “Me gustaría preguntar una cosa.”

La maga de escenario seguía temblando. Frederica dio una fuerte palmada y los ojos de la chica se volvieron hacia ella. “¿Qué tipo de relación tenías con la pirata?” Frederica le preguntó en japonés para que lo entendiera. Examinó a Funny Trick de cerca. Sus ojos nadaban por todas partes. Ya tenía que estar asustada por la situación, ya que estaba secuestrada y al otro rehén también le habían cortado la oreja, pero Frederica sintió que esa pregunta en sí misma la había sacudido.

“Según Su Excelencia el General de allí, te alegraste de la muerte de la chica pirata.”

Los ojos de Funny Trick se abrieron tanto que parecía que se le iban a salir de la cabeza. Debió olvidar que estaba atada con una cuerda, mientras se retorcía y agitaba en el suelo. “¡No! ¡No! ¡No lo estaba!”

“Pero Su Excelencia dijo que estaba segura de ello.”

“¡No! ¡Yo…! ¡Yo…!” Los ojos de la chica apuntaban a Frederica pero no la miraban a ella. Parecía estar escudriñando en su interior, como si escudriñara en las profundidades de su ser en busca de su propio corazón. “Yo… Yo… Yo… Yo…”

Frederica la observó en silencio. Esta chica no estaba alterada porque la hubieran acusado falsamente de algo, ni porque su relación con la pirata hubiera sido mancillada. Esta era la reacción de alguien con una verdad que no quería que se le impusiera. Al reexaminarse a sí misma, especulando sobre sí misma, no le gustó la respuesta que había obtenido, y ahora estaba haciendo un berrinche por ello.

“Yo… Yo… Yo…”

“Silencio.” Pukin lanzó el gran plato a la maga de escenario. Le dio en la cara, se hizo añicos y cayó a la alfombra. La chica se desplomó sobre el plato roto.

“No nos grites en una lengua sin sentido. Ahora estamos cenando.

Cállate un momento.”

“Entonces, ¿no es ella la criminal, Su Excelencia?”

Pukin sólo le había lanzado un plato, así que no estaba muerta… Pero, bueno, aunque sólo fuera un plato, dependiendo de dónde impactara, podría haber sido peligroso. Pukin lo había lanzado con la intención de matar. Y Frederica ya le había dicho a Pukin que quería capturar al criminal, no matarlo.

“No, no lo es. Ver su reacción ha hecho cambiar de opinión a nos.

¿Conoces el dicho: ‘Un hombre sabio cambia de opinión, un tonto, nunca’? Con cada nuevo cambio, nos adapta su evaluación basada en esa nueva información. Para empezar, ella era anormal. Uno de ese pequeño grupo es un simple individuo anormal, no criminal. En fin, un hecho de lo más confuso, ¿no crees?”

No importaba que Pukin metiera la pata, siempre utilizaba excusas plausibles para hacer ver que no se equivocaba. Si Frederica la dejara salirse con la suya, mataría a todos los sospechosos que tuvieran.

Funny Trick seguía temblando, derrumbado boca abajo sobre la alfombra. Frederica no podía saber, al mirarla, lo que estaba pensando.

“¿Qué dices, Frederica?”

“La idea de que nuestro objetivo puede estar entre los que se nos escaparon es razonable.”

Hana Gekokujou era una talentosa inspectora del Departamento de Inspección del Reino Mágico y muy competente tanto en la investigación como en el combate. La única razón por la que podría haber venido a esta ciudad sería para desenmascarar al criminal. Y su objetivo debía ser el mismo que el del grupo de Frederica: el asesino. Por supuesto, ella misma no sería la asesina.

Tampoco era Funny Trick. Puede que hubiera algún distanciamiento o conflicto en su relación personal con la pirata, pero eso no era base suficiente para llamarla criminal. Y nada en su comportamiento cuando fue capturada sugería que estuviera actuando. Además, la idea de una asesina despiadada y de sangre fría capturada mientras se aferraba a un cadáver era absurda en primer lugar. Eso no ocurriría.

Frederica no podía decir nada sobre Captain Grace. Sólo había visto su cadáver después de que Sonia la matara. Parecía que había sido una buena luchadora, pero ¿realmente encajaba como asesina? Weddin les había hablado de su personalidad y les había informado de que Grace había ocupado una posición que llamaba la atención como una de las personas más famosas de la escuela, y esto no le parecía a Frederica que fuera una asesina.

“Compartimos su opinión. La villana está entre las que escaparon. Y para capturarla, necesitamos información. Por lo tanto, debemos buscar herramientas con las que sacar información de ella.”

“Toko, ¿eh?” “En efecto.”

“Si usted blandiera su espada para nosotros, Su Excelencia, no sólo podríamos hacerla hablar sino también ganar otro aliado.” Los cortados por la espada de Pukin se verían obligados a malinterpretar. Si se les hace entender que ella es su aliada, podrían obtener información sobre su objetivo de ella.

Sonia y Pukin alargaron la mano para tomar el último trozo de carne al mismo tiempo antes de detenerse. Cuando Sonia retiró tímidamente la mano, Pukin cortó el trozo de carne en dos y colocó una mitad en el plato de Sonia.

“A nos le pagaban por torturar a los humanos, al igual que por interrogar a las chicas mágicas. El Reino Mágico compensaba por las habilidades de nos en monedas. Sin embargo. Este no era el caso de los familiares. Cada vez que oíamos hablar de un familiar hada que necesitaba ser interrogado, nos se apresuraba a ir allí inmediatamente, diciendo: ¡nos no necesita monedas! ¡Nos le arrancará información gratis! ¡Así que concédale a nos el honor!” Pukin colocó el medio trozo de carne sobre su lengua y lo masticó lentamente, luego tragó, los jugos de la carne goteando de las comisuras de la boca mientras sonreía.

Como chica mágica, Frederica había visto muchas sonrisas similares; era la sonrisa sádica de una chica borracha de violencia.

“Nada es más divertido que la tortura de un hada. Gritan con unas voces tan bonitas… por no hablar de que también hay diversión después. Nos no permitirá que ni siquiera el benefactor que nos salvó de la cárcel nos robe ese placer.”

“¿Por qué iba a robar algo así a Su Excelencia?”

“Crees que nos puede hacerlo con la mayor rapidez usando su magia, ¿no?”

“Oh, no, en absoluto.”

“Incluso la magia de nos no es todopoderosa. Sólo se puede usar en una persona a la vez. Si nos usa su espada en un nuevo objetivo, el hechizo anterior se deshará.” Mientras Pukin hablaba, acarició la mandíbula de la chica vestida de novia que servía a su lado. La chica tarareó encantada y se apoyó en Pukin. Había sido una enemiga hace sólo treinta minutos, pero ahora se la hacía servir como miembro del harén de Pukin. Ella y Sonia se miraban cada vez que sus ojos se encontraban.

Parecía que priorizar el placer de Pukin iba a llevar mucho tiempo.

¿Sería más rápido matar a todos los sospechosos en Ciudad B? Pero lo que las facciones antiestablishment querían era la captura de la asesina, no su muerte. Aunque Frederica no tenía el noble deseo de servir a las facciones antiestablishment hasta el final, si empezaba por masacrar a todos los presentes, asumirían que no tenía intención de cumplir su petición. Necesitaba cierto grado de libertad para controlar a Pukin, pero llevar esa libertad demasiado lejos se convertiría en un desenfreno. Todo dependía de cómo Frederica dirigiera esto.

Si todo pareciera ser un problema demasiado grande, lo mejor sería ignorar los intereses de las facciones contrarias al establishment y hacer que Pukin se enloqueciera, para luego escapar en el caos. En ese caso, también sería mejor organizar la aparición de su propia muerte.

“¡Okaaaay! ¡Perdón por la espera!” Tot Pop trajo más comida: Esta vez, era pescado frito y ensalada. La ensalada era primitiva, sólo verduras picadas sin cuidado y servidas. Sonia la tomó con las manos, mientras Pukin ponía en su plato dos lucios secos de caballa.

El escaso ahorro de combustible de este par era una de sus idiosincrasias. Para aprovechar esa idiosincrasia, era necesaria una cierta cantidad de trabajo. Frederica fue a la cocina y le dijo a Tot Pop: “Vamos a hacer unos almuerzos en caja. No sería nada gracioso que las dos se quedaran inmóviles por el hambre justo cuando el enemigo estuviera frente a nosotras.”

“¿Funcionarán los sándwiches?” “Estaba pensando en bolas de arroz.”

“Oh, aquí hay mucho arroz, así que también estaría bien. Quizá de las que no usan algas, ya que la gente las ama o las odia. Ah, y que tampoco lleven ciruelas en escabeche… Eso también es específico de ciertas preferencias y no es tan sencillo de hacer.”

En lo que respecta a los almuerzos en caja, la gente tenía sus propios gustos, como en casi todo. Conseguir lo que uno quería nunca era fácil.