Totsuzen Papa ni Natta (NL)

Volumen 2

Capítulo 14: La Reina Oscura se Cuela

En una de las habitaciones del dormitorio de las fuentes sólo se oían los tranquilos ronquidos de dos colegialas.

De repente, el cajón de la mesa se agitó y repiqueteó, y una cabeza asomó por el misterioso portal. Una cabeza de gato negro.

Las orejas de Maredia se agitaron; como gata, podía captar hasta los más pequeños sonidos.

“Urgh… Uh, ughh…” El gemido era apenas audible.

Lentamente, la Reina de los Darkin se levantó por sus pequeñas extremidades delanteras. Sus ojos color luna miraron a su alrededor en busca del origen de aquella voz, y pronto lo localizó.

“… Es Luca.”

El gemido angustioso provenía de la pequeña muchacha que dormía sobre una de las dos camas. Con su cuerpo flexible, la gata trepó desde el cajón hasta la parte superior del escritorio.

¿La está atacando un íncubo? Espera, pero el Ejército de los Íncubos se disolvió hace unos siglos… pensó Maredia distraídamente mientras miraba a la chica.

Es tan pequeña. Olivia también es pequeña, pero Luca es una talla menos.

Los brazos que tantas veces acunaron a la gata negra eran tan débiles, tan delgados.

Seguía mostrando una fachada valiente, preparándose para la acción a pesar de su pequeño tamaño. Y actuaba con altivez para ocultar su falta de confianza en sí misma.

… Haugh. ¡Es como si estuviera viendo un reflejo de mi propio bagaje emocional! Se estaba poniendo nerviosa, ronroneando mientras se deslizaba suavemente en la cama.

La Torre Oeste del Castillo de la Reina Oscura. La cómoda cama en la acogedora habitación en la que se había refugiado durante todos esos años. Esa cama era cómoda, pero…

Esta chica que dormía sola tenía que sentirse más sola que ella. Y esta cama tenía que sentirse más fría que la suya.

“Haugh… No tengo otra opción. Niña, ¿no sabes que si gimes así, despertarás a mi preciosa hermanita?”

Nadie oyó las palabras de Maredia; susurraba para no alterar la tranquilidad de la noche. Las suaves patas de la gata negra la subieron a la cama de la niña —de Luca Ioenami— sin hacer ruido.

Maredia la miró a la cara. Luca tenía el ceño muy fruncido. “… Alguien tan joven como tú no debería poner esa cara.”

Asegurándose de no tocar las suaves mejillas de Luca con sus garras, Maredia se acercó con el hocico a su frente. Luego contra sus mejillas y su barbilla.

Luca permaneció dormida y, poco a poco, sus gemidos disminuyeron. Las arrugas de su frente fueron desapareciendo.

Maredia se arrastró bajo sus sábanas. Luego apretó su piel contra los fríos pies de Luca y compartió su calor.

Inconscientemente, ronroneó. Se sentía como si estuviera abrazando a un gatito. No podía decir por qué, pero era una sensación encantadora. A pesar de que ella era el gato.

Dentro del cuerpo de la chica había un maná variable, no muy diferente al que fluía dentro de Olivia —el maná que recuerda a un dragón anciano—, pero era muy inestable y débil.

Ella había escuchado que entre los humanos, la sangre de dragón era una sustancia importante. Le parecía recordar que uno de los miembros del grupo del Héroe que había venido a acabar con ella en el pasado lejano tenía ese tipo de sangre en su poder. En ese entonces, todos ellos vinieron a atacarla a través del castillo. Todo el mundo fuera del castillo también estaba en contra de ella. Si dijera que no se había sentido desesperada y desanimada en ese momento, estaría mintiendo. Por eso, se puso en evidencia, se animó a entrar en acción a pesar de su pequeño tamaño y actuó con altivez para ocultar su falta de confianza en sí misma.

Maredia resistió. Dio la batalla. Y los resultados fueron tal y como los recuerda la historia: una derrota aplastante. Los darkin pasaron a ser vilipendiados, e incluso ahora, el mero hecho de ser darkin podía provocar desprecio y desdén.

Pero he tenido a Clowria conmigo desde que nací… Nunca mi pequeño cuerpo se entumeció de frío en esa gran cama. Eso podría haber sido un golpe de suerte para mí…

“Haughhhh.” Bostezó.

Ahora que las manos y los pies de Luca estaban bien calientes, Maredia admiró su trabajo y movió los bigotes.

¡Muy bien, he conquistado parte de esta espaciosa cama! Seguro que ahora conoce… el poder de la gran Reina Oscura…

Los párpados de Maredia cayeron. Sus ojos color luna se cerraron y respiró suavemente.

Mañana es el viaje, pensó mientras se dormía. No puedo levantarme demasiado tarde… 

A la mañana siguiente… “¡¿Qué?!?”

“¡¿Haughh?!”

El grito de Luca marcó el comienzo de su gran día. Todo su cuerpo temblaba mientras miraba a Maredia.

“¡¿Q-Qué es este gato?!” “¡Soy, Maredia, tonta!”

“¡¿Qué estás haciendo en mi cama?!”

Tal vez debido a un rasgo innato de su forma felina, Maredia se levantó de un salto cuando se sobresaltó. Olivia, que había estado peinándose, gritó sorprendida. Olivia ya se había puesto el uniforme, mientras que Luca seguía en camisón.

“¡Aaaahhh! ¡Mira la hora! ¡Nunca antes me he quedada! ¡¿Me has hecho algún hechizo raro, malintencionado?!”

“¡¿Haugh?! ¡Qué grosera! ¡Sólo estaba ayudando con tus pesadillas!” Entonces Maredia se calló. Sabía que para esta pequeña, el hecho de que tuviera pesadillas y el hecho de que eso ya no fuera un secreto debía ser doloroso.

“¡Hmph! Tu carácter se parece al mío en muchos aspectos, así que te hice un favor y encontré algo que nos hace diferentes, ¡eso es todo!”

“¡¿Qué fue eso?!”

Luca hinchó las mejillas y lanzó una mirada de reojo a Maredia. La gata se apartó de ella con un resoplido y se acercó a Olivia a paso ligero.

“Urgh, y, de todos los días, el del viaje…” Deprimida como estaba, se apresuró a prepararse.

“Vamos, no tienes que ponerte así. No es tan tarde.” “¡Deseo conducirme con tiempo de sobra!”

“Eres tan estirada.”

“¡Desvelaré las Reliquias! Recuerda mis palabras.”

“Si sólo se necesitara espíritu de lucha para encontrarlas.”

¡Zas! Maredia volvió a su forma humana, con su uniforme modificado con volantes. “¡Eso es trampa, Marie!”

“¡Ja, ja! Temblad ante mi poderío.”

“¡Tal actitud de alguien que no paraba de temblar!” “No tengo palabras…”

Esto fue sólo un momento de una mañana divertida. Al poco tiempo, el cajón volvió a sonar.

“¡Papi!”

“¡Buenos días, cariño!”

“Te estaba buscando, Mi Reina. ¡Pensar que Su Oscuridad estaba descansando aquí!”

El pequeño Dragón Anciano había metido confecciones en cestas. Clowria, por su parte, llevaba mucho equipaje para alguna razón.

“¡Empaqué toda la ropa que Su Oscuridad dijo que quería!” “¡Haugh! ¡ambos, llegan tarde!”

Clowria no pudo evitar reírse ante el enorme entusiasmo de Maredia. Parecía divertirse de verdad.

“Ahora, pues, procedamos con rapidez.” Dijo Clowria. “¡Tenemos un viaje que disfrutar!”