Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 1

Capítulo 5: Adiós A Los Estorbos

Parte 1

El teléfono mágico de Swim Swim sonó. Tama se quedó en silencio, e incluso Yunael y Minael dejaron de charlar para escuchar su conversación con Fav. Tras intercambiar unas palabras, deslizó el teléfono entre sus pechos.

“¿Qué pasa? ¿Ha ocurrido algo?”

“Sister Nana envió un mensaje. Quiere reunirse.”

“¿En serio?” “Winterprison da miedo.” “¿Qué hacemos?” “¿Qué?”

“Por encima de todo, lidien con los enemigos fuertes con rapidez.”

Si no podían ganar en una lucha justa, entonces tendrían que luchar de forma sucia. Swim Swim dio a los ángeles sus instrucciones.

***

Encima del escritorio había una única bola de pelaje blanco y esponjoso. La plétora de animales de peluche que había en la habitación no era inusual para una chica, pero este objeto no era como los demás.

“¿Qué es esto?”

“La pata de conejo aparece en el juego, pon. Algo de suerte ocurrirá cuando estés en problemas, pon.”

“¿Por qué lo tengo?”

“¿Tal vez lo recogiste después de que a alguien se le cayera?” “¿Quién es ‘alguien’?”

“Lógicamente, probablemente Hardgore Alice, pon.” “¿Hardgore Alice?”

“La chica que parece una versión totalmente negra de Alice de Alice en el País de las Maravillas.”

Así que realmente había sucedido. Las visiones del cadáver sin cabeza volvieron a aparecer. La bilis le subió a la garganta, pero la reprimió. Su corazón nunca había estado en paz desde la muerte de La Pucelle. Cada vez que recordaba su muerte, la invadían las ganas de vomitar y llorar.

“Al menos no perderás la cordura, así que no te preocupes, pon. El negocio depende de que nuestras chicas mágicas se mantengan sanas en cuerpo y mente, pon.”

Como si le hubiera leído la mente, Fav le cortó toda vía de escape. La ira floreció en ella. Quiso gritar, romper el teléfono mágico y enseñarse contra los pedazos. Pero no fue lo suficientemente valiente como para dejar de relacionarse con el único ente con el que aún podía conversar.

Hardgore Alice había sido decapitada y se había marchado. Una escena que sólo se ve en las pesadillas, pero que había sido real. Su muerte no había sido reportada en el chat, así que todavía estaba viva. Si la pata de conejo le pertenecía, ¿qué pensaba ahora que la tenía Snow White? Dudaba que pudiera salirse con la suya con una explicación amistosa de que la había tomado por accidente.

“¿No puedes devolverle esto de mi parte?”

“Tendrías que hacerlo en persona, pon. Sin embargo, Fav puede contactar con ella por ti, pon.”

Ella se lo había pedido precisamente porque no quería encontrarse con ella en persona, pero él no parecía entenderlo. O tal vez sí, y lo decía a propósito. ¿Era malicia lo que percibía en la esfera blanca y negra que flotaba delicadamente en el aire? ¿O era indiferencia?

Snow White se derrumbó sobre el escritorio y lloró. Cinco minutos de sollozos después, levantó la cabeza, un poco recuperada. Pensó en lo mucho más fácil que sería dejar su mente en paz.

Desde el piso de abajo, su madre llamó: “¡Koyuki! ¡Hora de cenar!”

“¡Ya voy!” Se levantó de la silla. Extendió la mano para apagar el teléfono mágico, pero justo antes de que pudiera hacerlo, Fav sonó, media octava más alta de lo normal.

“Oh, tengo un mensaje, pon.” “¿Mensaje?”

“Sister Nana desea conocerte, pon. ¿Qué dices, pon?”

Las chicas mágicas no tenían muchas oportunidades de conocer a otras como ellas en persona. Por supuesto, si dos chicas se emparejaban, como Snow White y La Pucelle, Sister Nana y Winterprison, o Top Speed y Ripple, naturalmente se verían. Pero fuera del sistema de mentores, no había motivos para encontrarse. Desde que entraron en actividad en Ciudad N, no se habían producido accidentes o acontecimientos importantes que las obligaran a unir sus fuerzas. Además, algunas chicas eran más territoriales que otras, y eran lo suficientemente fuertes como para mantener sus propias áreas, así que no había ninguna razón real para que nadie pusiera un pie en el barrio de otra.

Sister Nana ya había visitado otros territorios —excepto el de la difunta Ruler— con intenciones amistosas, pero después de que Calamity Mary casi la matara, había adoptado una firme política de no implicación y no intervención. Es decir, hasta este juego para reducir el número de chicas mágicas a ocho.

Personalmente, Snow White sólo había visto a Sister Nana y a Winterprison en la vida real una vez, antes de que Sister Nana dejara de salir de su casa.

Snow White llegó pronto, pero Sister Nana y Winterprison ya estaban allí. Cada vez que veía a Winterprison, se maravillaba de su aspecto. Se parecía más a un príncipe que a una chica mágica. En cuanto a Sister Nana, desprendía bondad. El solemne supermercado abandonado que les servía de lugar de encuentro le recordaba a una capilla en mal estado.

“Es bueno verte de nuevo, Snow White.” “Hey.”

“¡Hola, Sister Nana! ¡Hola, Winterprison!”

“He oído lo de La Pucelle. Es… realmente lamentable…” Agarró las manos de Show White y bajó la cabeza.

A Snow White se le llenaron los ojos de lágrimas. ¿Se alegraba de que los demás también echaran de menos a La Pucelle, o el recuerdo de la muerte de La Pucelle la entristecía? No podía decirlo con exactitud.

Sister Nana levantó la cabeza.

“No podemos permitir que esta tragedia continúe. Es el momento de unirnos. Podemos poner en común nuestros conocimientos y encontrar una solución.”

Las lágrimas que brotaban de sus ojos se derramaron. Las manos de Sister Nana estaban cálidas y seguras alrededor de las suyas. Todos los que había conocido desde el comienzo del juego habían sido hostiles, excepto La Pucelle. Ninguna de ellas le había dedicado una palabra amable ni la había necesitado. Para ellas, ella no era más que una presa.

Snow White asintió.

“Quiero ayudar… ¡Por favor, déjame ayudar!”

“¡Oh, gracias, Snow White! Trabajemos duro juntas.”

De los ojos de Snow White seguían brotando grandes lágrimas y, a través de su visión borrosa, pudo ver a Sister Nana sonriendo. Tal vez fueran las lágrimas, pero su sonrisa parecía torcida. Sin embargo, era tranquilizadora. Sister Nana apartó la mirada y habló con alguien detrás de Snow White.

“¿Qué dices? El otro día te fuiste antes de que pudiéramos escuchar tu respuesta.”

¿Había invitado a otra chica mágica? Snow White se giró hacia la persona con la que hablaba Sister Nana, y allí estaba Hardgore Alice, una oscura parodia de su tocaya, asomando por la entrada del supermercado. Snow White reprimió un grito y saltó para esconderse detrás de Winterprison. Sus manos seguían firmemente sujetas por las de Sister Nana, por lo que casi se cayó al intentar cambiar de sitio con la monja, pero a pesar de ello se movió con extraordinaria rapidez.

“Um… ¿Se conocen?” “Sí, nos conocemos.”

Hardgore Alice respondió antes de que Snow White pudiera hablarle del ataque. Lo único que pudo hacer la chica de blanco fue estremecerse de miedo detrás de Winterprison. La sospecha oscureció la expresión de la chica con aires de príncipe, pero Sister Nana continuó sin preocuparse por la reacción de Snow White.

“Um, entonces… ¿Nos ayudarás, Hardgore Alice?” “Sí. Lo entiendo. Ayudaré.”

Hardgore Alice hablaba sin emoción alguna, como si estuviera leyendo un guion. Su discurso poco elegante sonaba como una traducción de su respuesta de un idioma extranjero.

“¡Oh, este está siendo un día tan maravilloso! ¡Muchas gracias!”

Al parecer, Sister Nana no dudó de su sinceridad. Corrió hacia Hardgore Alice, le sujetó las manos y las estrechó vigorosamente, como había hecho con Snow White.

Lo último que quería Snow White era acabar a solas con Hardgore Alice por accidente. Pero las constantes exclamaciones de alegría de Sister Nana (“¡Las cuatro estamos unidas en un propósito!”) no le dejaron oportunidad de decirles la verdad.

“Tengo planeadas otras reuniones con chicas mágicas para hoy. Tal vez nuestras filas aumenten.” Reflexionó alegremente Sister Nana.

Incapaz de pensar en una razón para detenerla, Snow White acabó en la única situación que quería evitar: estar sola con Hardgore Alice. Trató de murmurar una despedida y salir de allí, pero cuando se volvió descubrió que Alice la seguía. Con dificultad, sonrió y se inclinó, luego se puso en marcha rápidamente, dobló una esquina y miró hacia atrás. Todavía estaba allí. Un escalofrío la recorrió.

Tal vez antes ella sólo había estado haciéndose la buena porque Sister Nana y Winterprison estaban allí. Pero cuando se fueron, probablemente se sintió libre para atacar. Snow White se puso en guardia, pero Hardgore Alice se limitó a mirar, inmóvil, como si sus ojos estuvieran fijos en ella.

Ah, sí.

Recordando, Snow White buscó en su bolsillo. Sus dedos tocaron una piel suave y sacó la pata de conejo. Se la tendió a Hardgore Alice.

“¿Esto es tuyo? No lo he robado. Estaba ahí cuando me desperté, de verdad.”

Era la verdad, pero parecía una excusa endeble. Snow White retrocedió, aun sosteniendo la pata de conejo.

“No.”

“¿Eh? ¿Me equivoco?” “Eso te pertenece.”

“N-No, nunca he tenido algo así.”

“Te lo di a ti. A Snow White. Así que es tuyo.” “¿Eh? ¿Por qué? ¿Por qué me lo has dado?”

De repente Hardgore Alice ladeó la cabeza, sobresaltando a Snow White. Casi esperaba que se le volviese a caer la cabeza. ¿Qué había pasado exactamente la noche en que Magicaloid 44 la decapitó? En una inspección más cercana, no había cicatrices ni vendas en su cuello.

Una suposición natural sería que su magia era la responsable, pero el poder de sobrevivir a la decapitación era demasiado para creerlo.

“Porque me apetecía.” “¿Eh?”

“Me apetecía, así que te la di.” “¿Pero por qué…?”

Hardgore Alice volvió a ladear la cabeza y se quedó mirando. “Porque me apetecía.”

Ayer, Hardgore Alice había sido un monstruo cubierto de sangre que podía moverse incluso después de la muerte, inspirando un miedo auto explicativo. Pero esta Hardgore Alice… esta chica mágica que ladeaba la cabeza hacia Snow White… bloqueaba el camino como un insondable objeto de terror.