Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 20: Adultes – Arco De Cliff

Capítulo 3: Cliff y el Consejo de Estudiantes del Instituto de Magia

Parte 3

Resultó que el Espectro había estado escapando con la ayuda de ratones. Los estudiantes encontraron una ratonera muy abierta en la esquina que, tras una investigación más profunda, conducía directamente a la superficie. El Espectro debió filtrarse por ella para atacar a aquellos estudiantes.

En cuanto a por qué había un Espectro aquí para empezar, un diario andrajoso encontrado en otra esquina de la habitación arrojaba algo de luz. No era una historia bonita. Al parecer, esta habitación se utilizaba para guardar uno de los objetos mágicos más preciados de la Universidad de Magia. Pero en algún momento lo trasladaron a otro lugar. Con la habitación vacía, un profesor ordenó a algunos estudiantes que la limpiaran. Pero poco después de empezar, se encontraron encerrados dentro.

Desde la perspectiva de los alumnos, parecía un plan malévolo del profesor para encerrarlos. Pero tal vez el profesor se olvidó de la limpieza, cerró la puerta y simplemente… se fue. La verdad de lo que ocurrió aquí se perdió en el tiempo.

Los estudiantes intentaron escapar. Pero se trataba de alumnos de primer año que apenas se habían orientado, o tal vez este trabajo pesado correspondía a alumnos que llevaban un año retenidos. Ninguno de sus intentos tuvo éxito. Y así, el tiempo pasó… y ellos también.

Las armas que portaban los esqueletos parecían ser restos de utensilios de limpieza, y el número de cráneos que encontraron coincidía perfectamente con el número de estudiantes encerrados. Eso lo zanjaba todo: estaban tan cerca de saber lo que había ocurrido como nunca lo iban a estar. Pero al consejo estudiantil le entraron ganas de especular, y esto es lo que se les ocurrió: tal vez el profesor regresó días después de que los alumnos hubieran muerto. Este profesor abrió temeroso la puerta y descubrió los cuerpos de aquellos alumnos muertos.  Temiendo  ser  responsables  de  semejante  tragedia,  se inventaron alguna razón para justificar un sellado (o al menos, conseguir que lo hiciera otra persona).

El incidente fue enterrado y, en algún momento, los estudiantes se convirtieron en muertos vivientes. Siglos más tarde, los ratones excavaron lo suficientemente profundo como para llegar al almacén subterráneo, que es cuando comenzaron los ataques…

Eso fue lo que el consejo estudiantil supuso, al menos.

Habían pasado tantos años desde la última vez que se utilizó este almacén que era probable que el profesor responsable y los familiares de los alumnos implicados hubieran desaparecido hacía tiempo. Cliff dio a los huesos de los estudiantes un funeral y un entierro apropiado. Pensó que era lo único que podía hacer como sacerdote de Millis. Todos los miembros del consejo estudiantil asistieron; al menos querían ofrecer una oración. Cavaron tumbas para cada estudiante y recitaron las escrituras para ellos. Hicieron todo esto en un silencio pensativo.

“¿Cómo va a manejar la escuela este incidente?” Se preguntó Norn.

“Parece que lo harán público.” Dijo Cliff. “Ocurrió hace siglos, y de todas formas no pueden encontrar a sus parientes, así que suponen que no dañará mucho su reputación.”

“Ya veo… Pensé que lo encubrirían.”

“El Director Jenius presionó mucho para anunciarlo.” “Ah, sí. El Sr. Jenius es un tipo honesto.”

Cliff conocía a Jenius. Lo consideraba un hombre decente y comprensivo. De hecho, desde que Jenius se convirtió en director, había disminuido mucho la discriminación racial contra el personal. El hecho de que tuviera un gran sentido de la justicia y tratara a la gente por igual probablemente influyó.

“Ah, claro. Por cierto, Norn, ¿puedo hacerte una pregunta?” “¿Qué pasa?”

“Puede que lo que quiero preguntarte te resulte bastante molesto…”

“Vaya, si estás diciendo eso, tiene que ser bastante malo… ¿Puedes darme unos segundos? Necesito algo de preparación mental.”

Norn respiró hondo, se golpeó ligeramente las mejillas y dijo “de acuerdo” para animarse. Luego se volvió hacia Cliff.

“Habla.”

“¿Por qué no consultaste a Rudeus sobre esto?” “¿Eh?” Por un momento, Norn pareció estupefacta.

“Bueno, si le hubieras preguntado a Rudeus en vez de a mí, creo que podrías haber resuelto todo este problema sin este tipo de riesgo…”

“Oh… Ah, claro, eso.”

“En ese caso, ¿tenías tus razones?”

“Quiero decir, sí, estoy tratando de evitar depender de mi hermano para cada pequeña cosa. A la hora de la verdad, creo que si hay algo que pueda hacer yo misma, debería hacerlo.” Norn se rio de sí misma. “Pero tienes razón, debería habérselo pedido a mi hermano. Me equivoqué de decisión.”

Norn dijo que había tomado la decisión equivocada, pero Cliff lo recordaba de otra manera; Norn se oponía a hacer esto en absoluto. Sabía que no podrían arreglárselas solos, así que trató de impedir que los estudiantes se precipitaran. En todo caso, fue la repentina intromisión de Cliff en sus asuntos lo que la hizo tomar la decisión equivocada.

Si yo no hubiera aparecido, pensó Cliff, es muy probable que ella le hubiera pedido ayuda a Rudeus…

“Pido disculpas por la extraña pregunta.” “Oh, no te preocupes…”

Antes de que ambos se dieran cuenta, el resto de los miembros del consejo estudiantil se había reunido a su alrededor.

“¡Cliff!” Gritó una voz gruesa. Pertenecía al hombre bestia que antes había tenido problemas con Cliff. La chica de la coleta también estaba a su lado. El hombre bestia, con su intimidante rostro contorsionado por la emoción, se inclinó brusca y repentinamente.

“¡Habríamos estado en grave peligro de no ser por su ayuda! Le pido por favor que perdone mi grosería de este mismo día.”

“¡Yo también lo siento!” Dijo la chica de la coleta mientras inclinaba la cabeza a su vez.

“Oh, no es molestia. Tampoco es que hayas sido tan grosero.”

“¡No, fui grosero! ¡Te juzgué porque eras parte del Círculo Demoníaco de los Seis! ¡No puedo disculparme lo suficiente!”

“Yo también, me imaginaba que ibas a ser como Linia o Pursena…”

“Eso… es bastante injusto, sí.” Dijo Cliff, pellizcándose las sienes al pensar en aquella gata y perra burlonas. Si eso era con lo que le estaban comparando, entonces su cautela estaba justificada.

“Aun así, me alegro de que hayamos resuelto ese problema.” Dijo Norn con un pequeño movimiento de cabeza. “Gracias, de verdad.”

“¡Ahora nadie tendrá que llamar incompetente a la Presidenta!” Bromeó la chica de la coleta.

“¡Lo juro, siempre estás con eso!”

“¿En serio? Pero la verdad es que sus notas no son tan buenas,

¿no?”

“Las notas no tienen nada que ver con el rendimiento en el trabajo.

Y nuestra presidenta es excelente en el suyo.”

“Ugh, por supuesto, ¡siempre te pones así! Siempre meneando la cola por tu querida presidenta como si fueras su mascota.”

“¡¿Mascota?! ¿De dónde demonios has sacado eso—?”

Cuando empezaron a pelearse, el resto de los miembros del consejo estudiantil se acercaron para participar en el drama. Cada uno se implicó a su manera: unos los animaron y otros hicieron de pacificadores.

Norn los vigilaba con una sonrisa. Sólo estaban jugando; aquí todos eran amigos. No había necesidad de intervenir. De repente, Cliff sintió curiosidad por saber adónde les llevaría la vida. El hombre bestia y la chica humana, ¿qué harían después de terminar la escuela?

“Con permiso, pasando. Tengo algo que me gustaría preguntarles.

¿Puedo?”

“¿Eh?”

“¿Qué piensan hacer después de graduarse?” Preguntó Cliff. En respuesta…

“Quiero volver a casa y trabajar en mi pueblo. Les faltan magos.” Dijo el antaño antagonista hombre bestia. No todos los hombres bestia crecían en el Gran Bosque; éste procedía de un pequeño pueblo agrícola de los Territorios del Norte. Él y su familia eran los únicos beastfolk del pueblo, lo que… para ser francos, significaba que se habían enfrentado a muchos prejuicios. Uno de sus objetivos era demostrar que los prejuicios estaban equivocados, y decidió que la mejor manera de hacerlo era con su propio trabajo duro.

“Mi familia es de la nobleza, pero estaba pensando en hacerme caballero.” Dijo la chica humana que había estado discutiendo con el hombre bestia hacía un momento. La graduación le quedaba muy lejos, así que no había pensado mucho en su futuro. Pero, aunque sus objetivos estuvieran un poco desenfocados, intentaba encontrar una profesión que aprovechara su educación en la Universidad de Magia. No quería vivir la suave vida de una dama y casarse con algún otro noble; quería ser caballero, donde tendría muchas oportunidades de usar su magia.

“Creo que me dedicaré a los negocios. Un compañero que se graduó el año pasado me pidió que me uniera al suyo.” Dijo un chico demonio. Se graduaría el año que viene, así que estaba trabajando en una empresa comercial entre sus estudios para aprender los entresijos. Los conocimientos de magia resultaban sorprendentemente útiles en esa línea de trabajo, por lo que había bastantes graduados que aspiraban a convertirse en comerciantes.

“Yo no tengo ni idea. Supongo que me iré de aventuras.”

Por supuesto, había algunos estudiantes que estaban lejos de graduarse y pensaban así. Muchos de los alumnos mayores buscaban a tientas alguna dirección en la vida, pero la buscaban. Pero, en general, cuanto más se acercaba la graduación, más centrados y serios eran sus planes para la vida después de la escuela.

Escuchar todos sus planes le hizo pensar a Cliff.

Todos son diferentes, ¿eh?

“Pero todos respetan mucho a Norn, ¿verdad? ¿Han considerado trabajar para ella después de la graduación?”

“Bueno… Si la presidenta Norn dijera que quiere que lo haga, entonces me lo pensaría, claro, pero no nos ha dicho lo que quiere…”

Todos los ojos se volvieron hacia Norn. “¿Eh? ¿También quieren mi opinión?”

“Así es, también me gustaría escuchar tus planes de futuro.”

Norn apoyó la barbilla en la mano y se tomó un momento para pensar.

“Todavía está lejos, así que no es que lo haya pensado mucho…” “Di lo que sea que se te ocurra.”

“Bien. Bueno, quiero encontrar un trabajo que pueda manejar para cuando me gradúe. Uno que me convenga.”

“Oh, entonces lo tienes todo pensado.” Su plan era honesto, práctico y, sobre todo, un poco… simple. Al igual que Norn. “¿No tienes algo que quieras hacer?”

“¿Algo que quiera hacer?”

“Bueno, en tu caso, podrías pedírselo a Rudeus y conseguir el trabajo que quisieras.”

Norn hizo un mohín por un momento, como si la sombra de Rudeus pasara por encima de ella y no le gustara. Cliff se dio cuenta de su error, pero antes de que pudiera disculparse, Norn dio su respuesta.

“He aprendido mucho en esta escuela. Y quiero aprender lo que venir aquí me ha hecho capaz de hacer. Por eso, tome la decisión que tome, probablemente lo haré justo antes de graduarme. Por mí misma, sin depender de nadie.”

Esas palabras se clavaron en el cerebro de Cliff. Todo vino a él. Lo que realmente le preocupaba, lo que realmente quería hacer.

Ella tenía razón. Si dejaba que Rudeus hiciera lo que le había prometido, entonces Cliff sí que ascendería en las filas de la Iglesia de Millis. Dado que también era el nieto del Papa, seguramente sería capaz de alcanzar una posición bastante alta sin sudar, si no sin mover un dedo. Y cuando llegara ese momento, Cliff pensaría para sí mismo:

¿Para qué sirvieron esos siete años?

¿Para qué estudié durante esos siete años? ¿Para qué trabajé?

¿Para qué viví esas experiencias únicas en la vida?

¿Alguna de esas experiencias únicas en la vida en esos siete años tuvo algún significado?

Sí, gané un amigo único en la vida en Rudeus. ¿No significaría eso que ni una sola cosa de mí cambió durante ese tiempo?

Eso fue todo. Quería saberlo. Quería estar seguro.

Necesitaba saber que lo que había aprendido y lo que había ganado merecían la pena esos siete años.

“Norn.”

“¿Eh? Oh, ¿qué es?”

“Gracias. Me has enseñado una valiosa lección.”

Norn parecía un poco confundida por la repentina risa suave de Cliff, pero pronto respondió con su propia risa. Cruzó las manos delante de ella, enderezó la postura, levantó la barbilla y dijo: “No, tengo que agradecerte que me hayas enseñado tanto a lo largo de los años.”

Y con eso, le hizo una pequeña inclinación de cabeza.

Norn había contado con la ayuda de Cliff muchas veces cuando Rudeus no estaba cerca. Podía parecer que se quedaba de brazos cruzados escuchando las palabras de Cliff, pero Norn se lo agradecía.

Como su superior y seguidor de Millis, Cliff la había escuchado refunfuñar, le había enseñado a ser fuerte, la había guiado en sus estudios… Cliff no era la única persona en la que Norn confiaba entonces, pero seguía considerándolo una gran influencia.

“Es un poco pronto, pero enhorabuena por tu graduación. Gracias por todo. Lo digo en serio.”

En respuesta a Norn, los miembros del consejo estudiantil inclinaron la cabeza y dijeron juntos: “Felicidades.” Puede que pensaran que seguían el ejemplo de Norn, pero en sus voces resonaba un respeto claro y verdadero.

“Bueno, um…”

Cliff estaba un poco nervioso, pero no se encogió de hombros. En lugar de eso, esbozó una sonrisa.

“Gracias.

***

Aquella noche, Cliff reflexionó sobre los acontecimientos de la tarde mientras estaba en la cama. A su lado yacía Elinalise, y junto a ella dormitaba Clive. Elinalise tenía los ojos cerrados, pero estaba despierta. Cliff se dio cuenta porque ella seguía acariciando cariñosamente su cuerpo.

“Lise.” Susurró Cliff para no despertar a Clive. Elinalise no contestó, pero detuvo la mano y apoyó la frente en su hombro. Cliff comprendió sin necesidad de que ella dijera una palabra.

Cliff giró la cabeza para ver su hermoso rostro ante sus ojos. Cliff creía que elegir pareja basándose en la apariencia no funcionaba. Pero aun así, pensó que era bella desde el momento en que la vio. A pesar de sus ideas sobre lo que era una buena compañera, seguía deseándola. No era la mujer que había imaginado para sí mismo. No, era mucho más hermosa, en cuerpo, alma y actitud.

“He decidido la respuesta que daré a Rudeus.” Dijo Cliff. Elinalise rodeó con sus dedos la mano de Cliff en respuesta, suavemente.

“Verás, estoy agradecido a Rudeus. Gracias a él, creo que realmente he crecido. Aunque no lo suficiente como para sentir que puedo llamarme hombre.”

Elinalise no dijo nada. Cuando Cliff hablaba, sobre todo de asuntos serios como éste, ella siempre se quedaba callada para prestarle oídos, igual que ahora.

“Creo que es en parte gracias a él que hemos podido tener un hijo y vivir esta bendita vida juntos. Estoy seguro de que él diría lo contrario, por supuesto. Por alguna razón piensa demasiado en mí. Diría que es sólo el resultado de mi duro trabajo.

“Esa ha sido la cuestión, Lise. Si alguna vez Rudeus tiene problemas, quiero ayudarlo. Cuando sea y cuantas veces pueda. Puede que mi fuerza no iguale la que Rudeus tiene en su meñique, pero me imagino que habrá algo que yo pueda hacer. Debe haber cosas que él no puede hacer y yo sí.

“Pero si me limito a hacer las mismas cosas que él, si me pongo bajo su protección, entonces no creo que llegue a desarrollar otra habilidad que él no pueda hacer ya. Si quiero estar a su lado como su amigo, entonces creo que necesito caminar con mis propios pies, alcanzar lo que quiero con mis propias manos, proteger lo que es mío con la fuerza de mis propios brazos.”

Las palabras que salían de la boca de Cliff no eran una gran filosofía bien formada. Eran simplemente lo que él sentía que era verdad.

“Quiero sentir algo real.”

Algo real. Sí, Cliff quería sentir algo por sí mismo.

Sentir que podía hacerlo. Sentir que era un hombre de verdad. Para sentir cuánto había crecido en estos siete años. Para sentir que podía proteger a Elinalise y Clive por sí mismo. Quería probarse a sí mismo en la desalentadora jerarquía de la Iglesia de Millis.

Por supuesto, esto era pura vanidad. Si anteponía la seguridad de Elinalise y Clive, aceptar la ayuda de Rudeus desde el principio y conseguir el respaldo de Orsted lo habría garantizado. Pero ese no sería el final de la historia. Si Cliff tomaba esa decisión, seguramente perdería su confianza en algún momento. Cuando llegara el momento de enfrentar una verdadera crisis, se paralizaría sin la ayuda de Rudeus. Esperaría la dirección de una autoridad que debería ser su amigo y compañero, y dejaría escapar un momento crucial.

Cliff no podía expresar en palabras sucintas por qué creía que esto ocurriría. Todo lo que tenía era la vaga predicción de que acabaría así, y odiaba la idea de encontrarse con ese destino.

“¿Así que eso es lo que piensas, Cliff?” Dijo Elinalise. Ella comprendió.

“¿Me equivoco?”

“No. Pero una cosa: ya me tienes al alcance de la mano. Puedo ser una espada para abatir a tus enemigos o un escudo para protegerte de cualquier daño. No tiene sentido no usar las armas que tienes.”

“Ah, tienes razón.”

Dicen que las armas y las armaduras son extensiones de tu cuerpo. Elinalise se lo tomó a pecho; quería que Cliff la tratara como si fuera parte de su propio cuerpo. No en el sentido de utilizarla como una herramienta, sino de considerar su presencia tan natural como sus propios brazos y piernas. Era la forma que tenía Elinalise de estar ahí para su marido.

“Aun así, pasaste tanto tiempo pensando en ello. ¿Qué te hizo decidirte de repente?”

“Oh, bueno, hubo una cosa que pasó hoy con los miembros del consejo estudiantil…”

Cliff habló sobre los acontecimientos del día. Explicó la preocupación de Norn, cómo exterminaron al Espectro bajo la escuela, cómo preguntó a los miembros del consejo estudiantil por su futuro… y por último, cómo Norn le dio las gracias e hizo una reverencia con una sonrisa.

“Hey, parece que has tenido un buen día.”

“Sí… Pero hay una cosa que me molesta.” “¿Oh?”

“Sí. Es sólo un pensamiento que tuve hoy…”

“¿Puedo pedirte que lo compartas conmigo?”

“Bueno, es… Sí.”

“No te preocupes, no me reiré.”

La voz de Elinalise era suave mientras Cliff tanteaba sus palabras. Sin embargo, los extremos de su boca se curvaron en una leve sonrisa. Cuando Cliff empezaba a tantear las palabras de ese modo, normalmente era porque quería decir algo agradable sobre una mujer. No quería parecer infiel. Elinalise adoraba esa parte de Cliff. Tropezaba porque no podía soportar la idea de que ella llegara a odiarle.

“Bueno, no estoy seguro de que sea algo que deba decirte, pero… creo que, tal vez, potencialmente, podría gustarle a Norn.”

“¡Oh, cielos! Cliff, no me estarás engañando, ¿verdad? ¡Perro!

¡Canalla!”

“N-No, yo no…”

“Shh. Cliff.”

Hasta ahora, las cosas solían ir así. Cliff entraba en pánico para negarlo, entonces Elinalise se burlaba un poco más de él y, al final, decía que sólo estaba bromeando mientras se abrazaban y hacían las paces. Pero esta noche, Elinalise decidió ser un poco más seria.

“Hay muchos hombres que me coquetearían, pero no hay muchos que pensarían siquiera en formar una familia conmigo después de saber la clase de mujer que soy. Francamente, yo tampoco lo haría.

“Pero miraste a través de eso. Viste a esta mujer de la que no sabías nada y le tomaste la palabra. Abordaste el reto de levantar mi maldición de frente. Esas no son cosas que cualquiera haría. Por eso me enamoré de ti. Mi corazón es tuyo, Cliff. Si tuviera que salir de nuestro matrimonio y acostarme con alguien más para seguir viva, entonces aceptaría con gusto la muerte a manos de mi maldición. Así de buen partido eres. No hay nadie con quien preferiría estar.”

“Oh, er… quiero decir, no creo que sea tan genial…”

Sin saber cómo tomarse un cumplido tan duro, Cliff se puso rojo como la remolacha mientras sus ojos se arremolinaban en sus órbitas.

“Ahora que me he explicado, eres libre de creer o no las palabras que voy a decirte.”

“S-Seguro.”

Cliff tragó saliva ruidosamente, pero Elinalise interrumpió sin darle un momento de pausa: “No le gustas.”

“…”

“Mi maldición me ha hecho bastante perceptiva a cada sutil inclinación del corazón de una mujer. Así que, estoy bastante segura.”

Estas despiadadas palabras dejaron a Cliff sin habla. Pero Elinalise no tardó en burlarse de su marido y prosiguió en tono burlón.

“Pero tal vez, y quiero decir tal vez, estoy hablando por celos… Tal vez estoy mintiendo para separarlos porque no quiero que Norn te lleve…”

“No… sé que no es verdad. Cierto. Lo sabía. Es por eso que antepuse mi pensamiento con un ‘tal vez’. Es sólo que, si ella realmente alberga algunos sentimientos por mí, entonces eso sería, ya sabes, un problema…”

“Claro, querido.”

Cliff buscó excusas a pesar de su cara roja. Elinalise lo miraba con afecto. No quería poner a prueba su lealtad, pero el hecho de que Cliff se pusiera así de nervioso demostraba su lealtad. Era tan dulce.

“Wuh… Waaaaagh… Aaaaaawgh…”

Y justo entonces, Clive empezó a llorar. Quizá Cliff estaba haciendo demasiado ruido, o quizá Clive estaba harto de que sus padres coquetearan, pero estaba malhumorado.

“Oh querido, parece que nos pusimos un poco ruidosos.” “Guh, lo siento…”

Elinalise se incorporó, se inclinó sobre la cuna a su lado y se ocupó de acomodar a Clive. Cliff también se incorporó, con las manos manoteando inútilmente el aire con la esperanza de poder hacer algo para ayudar, pero Elinalise había hecho callar a Clive antes de que encontrara la forma de ser útil.

“Ya está, ya está.” Dijo Elinalise mientras mecía suavemente su cuerpo para calmar al bebé. Cliff vio cómo una alegría indescriptible brotaba de su interior… y una sensación aún mayor de compromiso con el camino que había elegido.