Eris No Seihai (NL)

Volumen 2

Interludio 1: Shoshanna

Shoshanna suspiró. Por desgracia, la “mascota” que su hermano Salvador había robado no era ningún tonto. Sólo mostró un miedo evidente el día que llegó. Después de eso, estudió su nuevo entorno con una mirada reflexiva y observadora. Sí, su rostro perfecto palidecía y sus manos temblaban a veces, pero ni una sola vez arremetió contra ella, ni siquiera lloró o forcejeó.

Shoshanna dejó escapar otro suspiro teatral. Oh, qué fastidio.

“Gracias.” Dijo el chico.

No sabía quién había sido su profesor, pero debía ser bastante hábil.

Cada vez que ella le servía su sencilla comida de granos cocidos en un caldo hecho con restos de verduras y huesos de pollo, él fijaba invariablemente sus ojos violetas en los de ella y le daba las gracias cortésmente. Esos ojos no contenían ni servilismo ni rebeldía. Sí, su comportamiento era realmente ejemplar.

Lo primero que debía hacer un rehén para sobrevivir era mantener la calma. Lo siguiente era observar su entorno. La tercera era hacer que su captor se diera cuenta de que era una persona, no un objeto.

Sin embargo, el chico era joven. Por muy buen estudiante que fuera, la única manera de que pudiera permanecer tan tranquilo en su situación actual era si confiaba plenamente en su profesor.

“Mi nombre es Uly—” Empezó a decir. “Sólo eres una mascota.”

Pero Shoshanna también había sido entrenada, desde que tenía edad suficiente para recordar. Había aprendido muchos métodos para proteger su corazón del apego.

Volteó el cuchillo con el que había estado jugando y lo apuntó a la garganta del chico.

“Y las mascotas inteligentes no hablan. ¿Entendido?”

Hacía tiempo que se había dado cuenta de que su situación actual no era buena.

No tenía ni idea de por qué su hermano había secuestrado a ese chico y lo había puesto en sus manos, pero por una vez, había hecho una mala elección.

Por mucho que Shoshanna hubiera sido entrenada, no tenía el tatuaje del sol. En sentido estricto, ella misma pertenecía a Salvador y no era miembro de la organización. Aunque era capaz de clavar un cuchillo a un enemigo que intentara atacarla, nunca había hecho daño a un completo desconocido. Además, el chico era un simple niño, más joven que ella.

“… ¿Por qué estás tan tranquilo?”

Fue Shoshanna quien cedió primero, varios días después. Le colocó unos grilletes en los pies, con una cadena que los unía para que no pudiera moverse libremente. Pero esto apenas parecía afectarle. Todos los días le agradecía la comida y encontraba ocasiones para hablar con ella. Sinceramente, era difícil de entender.

Por un segundo, parpadeó confundido, pero luego asintió rápidamente, comprendiendo.

“Porque tengo fe.”

Había fuerza en sus ojos claros. Cuando Shoshanna los miró, se dio cuenta de que había olvidado lo más importante. Lo que una persona tenía que hacer sin importar qué si quería proteger su corazón.

“Tengo fe en que mi hermana vendrá a rescatarme.”

Nunca debía perder la esperanza. Este chico estaba seguro, en el nivel más fundamental, de que las cosas saldrían bien.

Shoshanna  seguía  buscando  palabras  cuando   una   voz   fría interrumpió sus pensamientos.

“Oh, ¿te refieres a la Princesa Alexandra?”

Asustada, miró a su alrededor. Un hombre mal vestido estaba apoyado en la pared, observando a los dos con aparente interés.

“Estás muy apegado a ella, teniendo en cuenta que tienen madres diferentes.”

Shoshanna  no  reconoció  la   cara   del  hombre.  Pero   conocía demasiado bien la voz. Se le puso la piel de gallina en los brazos.

Había cerrado las dos cerraduras. También había puesto otras trampas. Sin embargo, se las había arreglado para pasar por todas ellas sin hacer ruido.

“… Krishna.”

Decían que tenía cien caras, y hoy llevaba la de un vagabundo demacrado. Su único rasgo identificativo eran los dos puntos negros de su ojo, pero para verlos había que acercarse lo suficiente como para tocarlo y mirar muy de cerca. Si pudiera cambiar su voz al igual que su apariencia, pensó Shoshanna, nadie en el mundo sería capaz de ver a través de sus disfraces.

Krishna miró al niño y sonrió cruelmente.

“Vaya, vaya, Shoshanna, parece que tratas muy bien al niño. Le hablas, le das comida casera y veo que incluso le ofreces una toalla húmeda para que se limpie las manos. ¿Qué te enseñó tu entrenador? Ah, es cierto: si no recuerdo mal, Salvador no cree en pegar a los niños. Podría haber avanzado mucho más si no tuviera esa pequeña manía.”

“¿Por qué estás aquí?” Preguntó Shoshanna con voz tensa. No le gustaba ese hombre. A su hermano también le desagradaba instintivamente.

Krishna fue mucho más brutal de lo necesario. “Oh, sólo para divertirme un poco.”

Se acercó en silencio al chico encadenado.

“Tengo buenas noticias para el príncipe cautivo.”

Acercó sus labios a la oreja del chico y le susurró, como si le entregara un regalo especial.

“¿Esa hermana mayor que tanto quieres? Está encerrada en tu tierra natal.”

Los ojos del chico se abrieron de par en par.

“Está en la Torre del Dolor. Dentro de dos semanas, arderá en la hoguera por un crimen que nunca cometió. Incluso los más populares entre nosotros caen en tiempos difíciles, supongo.”

“¡Estás mintiendo!”

Por primera vez, Shoshanna escuchó emoción en la voz del muchacho. Los labios de Krishna se curvaron hacia arriba en señal de satisfacción.

“¿Una mentira? He oído que los partidarios de la tercera princesa planean rescatarla, pero nunca lo conseguirán. Nadie sale de esa torre una vez que ha entrado. Deberías saberlo, teniendo en cuenta que tienes sangre real.”

“Estás mintiendo…”

Pudo ver cómo se desvanecía la luz de sus ojos. Demasiado para su fuerza.

“Nadie vendrá a salvarte. Serás un cautivo hasta que mueras.” “… Kendall vendrá, sé que lo hará.”

“¿De verdad esperas que un plebeyo advenedizo te salve? Siento informarte, pero el viejo zorro ha decidido encubrir tu secuestro. Personalmente, desearía que no lo hubiera hecho. Hemos tenido que cambiar nuestros planes por ello. Nuestro patrón está simplemente lívido por la situación.”

La desesperación se filtró en los ojos del chico. Shoshanna se apartó, incapaz de soportar seguir mirando.

“De todos modos, no es por eso que estoy aquí. Tu grupo es el que envenenó al Quinto Príncipe, Jerome, ¿no es así? A decir verdad, eso ha hecho que mis planes se desvanezcan. Así que si quieres quedarte de una pieza, te sugiero que respondas a la pregunta que voy a hacer.”

El chico hizo una mueca, pero Krishna no aligeró la presión.

“¿Qué demonios está haciendo Kendall Levine?”