Eris No Seihai (NL)

Volumen 1

Capitulo 2: La Mujer Más Malvada Y Una Chica Corriente

Parte 1

Cuando Connie abrió los ojos, el sol ya estaba alto en el cielo. La luz era suave y el aire estaba claro. Un pajarito piaba fuera de la ventana.

Se sintió como si acabara de despertar de un sueño vívido. Sí, como si hubiera puesto de rodillas a Pamela Francis en una especie de discusión…

No, eso sería imposible.

Al fin y al cabo, se trataba de Pamela.

Connie cerró los ojos y arqueó la espalda, estirándose.

Sí, eso sería imposible. Le daba pena admitirlo, pero Constance Grail era una simple e insignificante nada.

En este estado de ánimo sombrío, Connie volvió a abrir los ojos. La cara de alguien estaba directamente frente a la suya.

“… ¿Eh?”

Los ojos de amatista de esta persona eran como piscinas tentadoras, y su cabello era un velo tan negro como la noche.

“… ¿Eh?”

Aunque la muchacha era de una belleza hechizante, Connie se sintió extremadamente incómoda.

¿No era ésta su propia habitación? Miró a su alrededor. Estaba el familiar papel pintado con motivos de hiedra y, junto a la cama, la mesita de noche con asas doradas y patas de cabriolé. Allí estaba el sillón y la mesita de café de cristal. Y en un rincón de la habitación estaba el tocador con la cómoda adjunta.

Fuera de la ventana, podía ver agujas de colores. Aunque el dominio del Grail no era más que campos y bosques verdes, aquí, en la capital, estaban rodeados de edificios. Por supuesto, cuando la temporada social terminara a principios del otoño, el dominio probablemente también sería brillantemente rojo y naranja.

De todos modos, para Connie, la capital tenía el mismo aspecto que todos los años.

“Así que finalmente te has despertado, ¿verdad, Constance Grail?

Te dormiste ayer, sabes.”

Sin embargo, en las mañanas normales, no escuchaba una voz tan clara y delicada como un carillón.

Tras una pausa, Connie gritó. “¡Aaaaaaaaaaaaah!”

La chica que tenía delante retrocedió con una expresión de sorpresa. Pero Connie seguía en pánico. Los sucesos del Gran Merillian le venían a la memoria. Era como si cada vez que parpadeaba viera una escena diferente de una obra de teatro.

E-Espera un segundo…

No eran sólo imágenes. El ambiente, la temperatura, las voces, los olores… todo era tan fresco y claro. No podía ser—

“¡Era un sueño, ¿pero no era un sueño?!” Gritó incoherentemente.

“¿De qué estás hablando? ¿Aún estás dormida?” Fue la respuesta malhumorada.

No, Connie se sentía relativamente alerta. Su memoria le decía que había conocido a esa persona en el pasillo entre el gran salón y el conservatorio y que era una noble. Pero no estaba segura. Debía estar aún medio dormida. Esto debía ser un sueño. ¿O no? Decidió, muy tímidamente, preguntar.

“¿Le importaría decirme… quién es usted?”

En cualquier caso, ella sabía una cosa. Desde los rasgos intimidantemente perfectos y el porte refinado y elegante hasta la seductora figura y el atrevido vestido, era evidente que no se trataba de una amiga de Connie.

La chica entrecerró los ojos y sus labios rojos formaron una sonrisa de media luna. “¿Yo? Soy Scarlett.” Anunció. “Scarlett Castiel.”

¿Scarlett Castiel?

Connie se quedó boquiabierta.

“Espera un momento. Scarlett Castiel fue ejecutada hace diez años.”

“¡Oh, basta! ¿Te parezco viva?”

A juzgar por su tono, la chica parecía divertida por el comentario de Connie. Connie la examinó. Es cierto que su exquisito rostro era de otro mundo, pero probablemente no era eso lo que la chica quería decir. La inclinación de su mandíbula y cuello era delicada, y su pecho era voluptuoso. Su cintura era delgada y sus pies literalmente no tocaban el suelo.

Por alguna razón, estaba flotando ligeramente en el aire. Cuando Connie vio eso, se desmayó.

“Duermes demasiado.”

Despertada por este comentario exasperado, Connie abrió los ojos para encontrar a la misma chica mirándola con la mano en la cadera.

“¡Y pensar que te has quedado dormida en medio de una conversación conmigo…! ¡Nunca me he sentido tan ofendida en mi vida!”

Pero no estás viva, pensó Connie. En lugar de decir eso, dijo rígidamente: “Me desmayé.”

Esos ojos de amatista… ese cabello tan brillante como el ónix… Su belleza dejaba a Connie sin aliento. Todo encajaba perfectamente con las descripciones de la famosa Scarlett Castiel. Sus rasgos también parecían correctos.

Sin embargo, habían pasado diez años desde que Connie vio a la verdadera Scarlett. Y sólo había tenido una mirada. Aunque la recordaba extraordinariamente bella, su memoria de los rasgos precisos de Scarlett era vaga. Fue la propia ejecución la que le causó una mayor impresión, ya que nunca antes había visto una. Cuando terminó, se arrastró a casa y permaneció en cama durante tres días y tres noches. Para Connie, el nombre de Scarlett Castiel significaba el peor trauma que había experimentado.

“¿P-Pero por qué el Gran Merillian…? Creía que el fantasma de Scarlett Castiel rondaba la plaza de San Marcos…”

Los rumores de una joven sin cabeza que vagaba cada noche por la plaza en busca de su apéndice desaparecido eran tan famosos que se consideraban uno de los Siete Misterios de la Capital. Cuando Connie le dijo eso, Scarlett ladeó la cabeza.

“¿Plaza de San Marcos? Oh, ¿te refieres a donde fui ejecutada? No he vuelto allí ni una sola vez desde que me convertí en esto. Apenas recuerdo nada del día en que me ejecutaron.”

Interesante. Connie se sintió aliviada al escuchar esas palabras de la llamada Scarlett. Aquel día, la plaza había bullido con lo peor de la humanidad. Era mejor que no lo recordara.

“Pero el Gran Merillian, ¡ahí es donde ese idiota de Enrique y su intrigante Cecilia me humillaron! Sólo de pensarlo me hierve la sangre.”

“¡¿Cómo puedes ser tan irrespetuosa con nuestro príncipe?! ¿Y su i-intrigante? ¡¿Qué has dicho…?!”

Y qué increíble calumnia contra la célebre Cecilia, que era tan misericordiosa que la gente decía que debía ser la segunda venida de Santa Anastasia. Pero la chica que decía cosas tan terribles seguía como si no le importara.

“De todos modos, cuando volví a estar consciente, me encontré en el Gran Merillian, pero por alguna razón, no podía entrar en el gran salón. Cada vez que lo intentaba, me empujaban hacia atrás. Supongo que hay algunos límites en lo que los muertos pueden hacer.”

Scarlett inclinó la cabeza como si intentara recordar algo.

“No recuerdo exactamente cuándo termine así, pero debería agradecerte el poder haber entrado ahí. Nadie puede oírme cuando hablo. Ni siquiera puedo intercambiar miradas con la mayoría de la gente. Tú eres la primer persona que se ha dado cuenta de que estoy ahí.”

“Señorita Scarlett…”

La fugaz sonrisa en el rostro de la chica hizo que el corazón de Connie se estremeciera. No pudo pronunciar otra palabra, pero la chica asintió de todos modos, como si quisiera decir que lo entendía.

“Puede que seas sencilla y que no tengas ninguna característica destacable, pero deberías sentirte orgullosa de ti misma por haberte fijado en mí.”

“Hmm, eso no es del todo correcto.” Respondió Connie con sobriedad. No era por eso por lo que había estado callada. Pero recordó algo que la chica le había dicho justo antes de entrar en el gran salón donde se celebraba el baile.

“Tengo que darte las gracias, chica.”

Connie no lo había entendido bien, pero parecía que después de hablar con la chica, había podido entrar en la sala. Ahora tenía más sentido, pero todavía tenía otra pregunta.

“¿Por qué estás aquí en mi casa?” Debe haberla seguido hasta su casa.

Después de entrar en el gran salón, ¿creía que podía ir a donde quisiera o algo así?

La duda de Connie debió de reflejarse en su rostro, porque la chica que se hacía llamar Scarlett se puso una mano en la cadera y la miró con desprecio.

“Claramente, es porque todavía no me han pagado por mis servicios.”

“¿Pagarte por tus servicios?”

“No lo has olvidado ya, ¿verdad? ¿O de verdad creías que iba a rescatar a una completa desconocida sin recibir algo a cambio?”

La chica soltó una risita. Su rostro tenía una belleza feroz, como el de una leona que persigue a su presa. En ese momento, una cadena de palabras pasó por la memoria de Connie.

“Te ayudaré. Pero a cambio…”

Sintió como si le hubieran echado un cubo de agua fría por encima. No había oído el final de esa frase. Pero sabía que en toda la tierra, en tiempos antiguos y recientes, la gente que hacía tratos con criaturas extrañas solía pagar con su vida. Connie se abrazó a su cuerpo tembloroso y tartamudeó: “¡No te he oído…!”

“¿Qué?”

“¡Realmente no te escuché! ¡No sé qué ha pasado! ¡Por favor, perdóname la vida…!”

Pero  incluso  mientras  Connie  le  suplicaba,  la  chica  se  reía histéricamente.

“Buen intento.”

El mundo se volvió negro por la desesperación. Las lágrimas se acumularon en los ojos de Connie.

Padre, Madre, por favor, perdónenme por dejar este mundo antes que ustedes…

Su vida había sido tan poco memorable como su aspecto. Connie se desplomó abatida.

Scarlett Castiel se acercó a Connie, su presencia la abrumaba. De pie, con esa sonrisa sádica en los labios, tenía todo el aspecto de la mujer malvada que se rumoreaba que era.

“¡Te salvé, y no aceptaré un no por respuesta!”

En ese momento, la pobre Constance Grail pensó que Scarlett iba a llevarla al más allá como Atropos, la más antigua de las tres Parcas, cortando el hilo de la vida.

“Constance Grail, prepárate.”

Connie cerró los ojos y endureció su voluntad. Pero no era la muerte lo que le esperaba.

Su futuro, resultó ser un poco diferente de lo que había imaginado.

“¡De aquí en adelante, exijo que dediques tu vida a asegurarte de que obtenga mi venganza!”

Connie parpadeó ante las inesperadas palabras. “… ¿Venganza?”

Scarlett se acercó, con la rabia ardiendo en sus ojos amatistas. “Sí, venganza. Tú y yo vamos a mandar al infierno a todas y cada una de esas bestias escandalosas que me llevaron a la cuadra del verdugo.”

“Um, bueno…” Connie se tambaleó hacia atrás ante este extraordinario ser. Tragó saliva. “¿Y quiénes se suponen que son…?”

No podía decir que sí tan fácilmente. Ni siquiera sabía de quién quería vengarse Scarlett. Dependiendo de la situación, Connie podría no estar a la altura del desafío por sí misma.

“No lo sé.”

“¿Qué?”

“Me incriminaron, ya ves. Fui ejecutada por un crimen que Cecilia me endilgó. Una persona como yo nunca habría hecho algo tan patético.”

Scarlett entrecerró los ojos con disgusto.

¿Qué acababa de decir? Sin palabras, Connie miró fijamente a la fuente de esta escandalosa afirmación.

¿Ejecutada por un crimen del que era inocente?

En otras palabras, ¿había sido acusada falsamente?

“¡Y por eso, Constance, necesito que actúes en mi lugar para descubrir a los verdaderos criminales y hacerles la vida imposible!”

¿Cómo puede ser esto? El corazón de Connie latía con fuerza. Hasta ese momento, había creído que Scarlett Castiel era una persona horrible. Había confiado totalmente en un rumor que era verosímil.

¡Qué tonta había sido!

“¡¿Entonces no es cierto que obligaste a toda la familia biológica de la princesa Cecilia a arrodillarse a tus pies…?!”

No sólo era increíblemente bella. También procedía de un linaje tan noble que la familia real solía casar a sus princesas con los Duques Castiel. Si a esto le añadimos que había estado comprometida con el príncipe heredero, debía ser la envidia de muchos. Todos esos sentimientos alimentaban sin duda los rumores. Connie estaba segura de que Scarlett siempre había estado aislada. Lo menos que podía hacer era descubrir la verdad en torno del caso de Scarlett y darle la comprensión que merecía…

Connie apretó las manos en un puño y sonrió con simpatía. Scarlett la miró con desconcierto.

“Oh, no, sí hice eso.” “… ¿Lo hiciste?” “¿Qué?”

“… N-Nada. Um, ¿entonces qué tal si ejerces tu poder sobre Cecilia y la metes en la cárcel por lesa majestad?”

“Eso ocurrió. Aunque no aprendió la lección en lo más mínimo.”

“… Entonces, ¿qué hay de la historia de que le arrojaste vino tinto y le arrancaste el vestido en medio de un baile?”

“No le quité la ropa interior, así que no es tan malo, ¿verdad?” “… ¿La golpeaste en la cara con todas tus fuerzas en público?” “¿Qué hay de malo en eso?”

Connie respiró profundamente. “¡Parece que has hecho mucho!”

“Nada que suponga mucho.”

“¡Esto es mucho! Admito que la ejecución fue un castigo demasiado duro para esos crímenes, ¡pero al menos deberías haber esperado que te encerraran!”

“¡¿Qué has dicho?! ¡¿Quién te crees que soy?!” Scarlett ladró, frunciendo el ceño.

“Me disculpo: ¡usted es la señorita Scarlett Castiel!”