Eris No Seihai (NL)

Volumen 1

Capitulo 1: El Incidente En El Gran Merillian

Parte 2

Esa historia era totalmente diferente a la de Connie. “… Estoy lista.”

Empezaría por enfrentarse a Neil. Hablarían y decidirían juntos qué hacer. Sí, eso era lo mejor.

Habiendo determinado que ése era el camino más sincero y resuelta a tomarlo, miró hacia arriba. Entonces gritó. “¡Ay!”

Una chica estaba de pie frente a ella.

Probablemente porque Connie estaba tan sumida en sus pensamientos que ni siquiera se había dado cuenta de que se acercaba. Parecía tener más o menos la misma edad que Connie. No la miraba a ella, sino en dirección a la música y las risas que venían del salón. Su expresión parecía vagamente melancólica.

“Um…”

Connie estaba a punto de preguntar si algo iba mal, pero en lugar de eso jadeó. La chica era increíblemente hermosa.

Tenía el cabello negro y brillante y la piel tan blanca y translúcida como la nieve inmaculada. El vestido que cubría la piel blanca era de un escarlata ardiente.

Y sus ojos… sus ojos de joya eran como amatistas inmaculadas. En esta tierra, los ojos morados se asociaban a la realeza, ya que muchos miembros de la familia real los tenían. Connie repasó la lista actual de la realeza, pero no pudo encontrar a nadie de la edad de esta chica. Las únicas personas con ojos purpuras, o incluso violetas, eran de familias con linaje real. Lo que significaba que esta chica era de alta cuna.

Pensando en los juerguistas del gran salón, Connie se dio cuenta de que ninguno era superior a un marqués. Los Hamsworth podían ser asquerosamente ricos, pero seguían siendo vizcondes. Aparte de los enormes bailes celebrados por la familia real, los nobles de mayor y menor rango no se mezclaban mucho entre sí. La mayoría de los invitados de esta noche eran vizcondes o barones. La excéntrica y confiada Condesa Emanuel era la única persona de su rango presente.

Pero un cierto número de nobles superiores prefería las fiestas nocturnas de los rangos inferiores. A veces, estos nobles de alto rango se colaban en esos bailes de incógnito.

Connie adivinó que la chica de los ojos amatista debía pertenecer a esa categoría.

“Um… Soy Constance Grail. No quiero ser descortés, pero ¿te sientes bien? ¿Debo llamar a alguien?” Preguntó, dando un paso adelante. De repente, sin embargo, se sonrojó y miró hacia otro lado.

El cuello del vestido escarlata de la chica estaba cortado a la baja para dejar al descubierto una gran franja de sus pechos almohadillados.

Tenía la misma edad que Connie; ¿cómo rezumaba un atractivo tan indescriptible? Los vestidos de moda de hoy en día solían tener escotes altos para resaltar la castidad de sus portadoras. En ese sentido, el diseño era un poco anticuado, pero no parecía en absoluto poco sofisticado. De hecho, le quedaba perfectamente a esta chica con su hermoso y voluntarioso rostro. A Connie no le parecía en absoluto vulgar, sino abrumadoramente bello.

Si esta chica se presentaba en el gran salón y sonreía aunque fuera una vez, Connie estaba segura de que las tendencias de la moda cambiarían al instante.

“… Parece tan divertido, ¿no?”

El sonido de su voz sacó a Connie de su trance. La chica seguía contemplando el gran salón.

“¿No vas a entrar?”

La pregunta le había parecido lógica a Connie, pero la chica parecía desconcertada y ladeó la cabeza.

“¿Estaría bien?”

Ahora era Connie la que se sentía confundida. “Por supuesto que sí.” Dijo. No había ninguna razón para que no lo fuera.

Hizo un gesto hacia el pasillo y la chica se adelantó con dificultad.

Parecía que iba a tambalearse.

Cruzó la línea que dividía el pasillo del gran salón y de repente se congeló.

“… ¡Pude entrar!”

Por supuesto que sí. Pero sonaba tan sorprendida por el hecho que Connie empezó a sospechar. Antes había pensado que la chica había bebido demasiado, pero ahora se preguntaba si había tomado algún tipo de alucinógeno ilegal.

La chica soltó una carcajada clara y tintineante. “—Y tengo que agradecerte a ti, chica.”

Cuando se volvió hacia Connie, sonreía de oreja a oreja.

Antes de que Connie pudiera recuperarse de esa brillante sonrisa, la chica había entrado a saltos en el gran salón, desapareciendo de la vista.

Una vez que se fue, Connie refunfuñó: “¿Chica…?”

La chica del vestido escarlata había sonado como una reina. Después de todo, debía ser una noble de alto rango que asistía al baile de incógnito.

Connie volvió al gran salón, tomó algunas tartas de una bandeja y se las metió en la boca. Estaba comiendo con estrés. Neil seguía sin aparecer. Tampoco veía a Pamela. Antes de que Connie se diera cuenta, la bandeja estaba vacía. Pasó sin pausa a la siguiente.

Mientras masticaba un bocado de violetas confitadas, oyó una voz que la felicitaba tímidamente. Se giró para ver a la hija del barón, Brenda Harris, de pie detrás de ella. Asustada, Connie engulló las violetas.

Brenda pertenecía al grupo de Pamela Francis. Era tímida, ansiosa y evaluaba constantemente el estado de ánimo de Pamela.

Una vez terminadas las felicitaciones de rigor, Brenda se apresuró a girar sobre sus talones, evidentemente aliviada de poder marcharse. Entonces, ¿por qué había venido en primer lugar? ¿Era una persona realmente concienzuda? Mientras Connie la observaba con indiferencia alejarse, dejó escapar un suave “¡oh!”

“Brenda, tu adorno del cabello está a punto de caerse.” Brenda se puso rígida, pero Connie lo ignoró y se acercó a ella, señalando la parte posterior de su cabeza. “Tu cabello también se está soltando. No querrás que se te caiga el adorno, ¿verdad?”

“Oh, n-no.”

“¿Por qué no lo quitamos del todo?”

“Sí, supongo.” Susurró Brenda con trágica determinación. ¿De verdad tenía tanto miedo de que su cabello pareciera desordenado?

“¿Te importa si te ayudo?” Preguntó Connie.

Los hombros de Brenda temblaron. Esto era inesperado. No era como si Connie hubiera planeado robarle el adorno del cabello. Tras una pausa, Brenda asintió con miedo. Con unos pocos movimientos rápidos, Connie reacomodó el cabello castaño de Brenda.

“¿Ves? Ahora se ve bonito incluso sin el adorno.” Dijo animada. Brenda parecía que iba a llorar, mientras que Connie estaba cada vez más confundida. Mientras intentaba decidir qué hacer a continuación, Brenda abrió la boca y consiguió decir algo.

“Oh, um, y-yo dejé mi bolsa en el segundo piso. Iré a buscarla, pero

¿te importaría guardar mi adorno hasta que vuelva?”

“Sí, por supuesto. Con mucho gusto.” Aceptó, ya que de todas formas llevaba una pequeña maleta.

El delicado adorno que le entregó Brenda estaba decorado con un dibujo de flores en pan de oro e hileras de perlas blancas. Lo envolvió en un pañuelo para que no se rompiera y lo metió en su bolso. Brenda subió las escaleras sin mirar atrás. ¿De qué se trataba?

Todas esas tartas y pasteles habían dejado un sabor dulce en la boca de Connie, así que tomó una taza de té de un camarero cercano. Al sentir que alguien la miraba, levantó la vista. Era Wayne Hasting, un joven pequeño al que había visto varias veces en otros bailes. Parecía haber estado observando su intercambio con Brenda. Ella lo conocía como un noble de rango igualmente bajo, pero no eran lo suficientemente amistosos como para conversar. Ella le saludó con la cabeza y él le devolvió el saludo.

La música viva y alegre había dado paso a una canción más lenta, y hombres y mujeres bailaban en un gran círculo.

Brenda aún no había regresado. Cuando Connie miró distraídamente hacia la escalera de caracol, vio a Pamela Francis caminando alegremente por ella. Neil estaba junto a ella y detrás de ellos estaba Brenda, mirando hacia abajo.

“¡Constance Grail!” Gritó Pamela, lo suficientemente alto como para que toda la sala lo oyera. “¡Qué cosa tan escandalosa!”

Todos se volvieron hacia ella, preguntándose qué había pasado.

Pamela curvó los labios con gran satisfacción.

“Sé que tu familia ha pasado por momentos difíciles, pero ¿no crees que esto es ir un poco lejos? Honestamente, cuestiono tu carácter.”

Los ojos de la multitud se volvieron hacia Connie. “¿De qué estás hablando?”

La extraña situación hizo que su voz sonara aguda y excitada.

“Oh, ¿pretendes hacerte la tonta? Eso no funcionará. Sabes que robaste el adorno del cabello de Brenda.”

¿Robó el adorno del cabello de Brenda?

Connie no tenía ni idea de lo que hablaba Pamela, pero reconoció la cruel intención en su voz. El corazón de Connie latía con fuerza.

“Brenda me contó lo que pasó. Dijo que su adorno se estaba cayendo y se ofreció a arreglarlo por ella, pero unos minutos después, se dio cuenta de que había desaparecido. ¿Qué tienes que decir sobre eso, Constance Grail?”

“¿Qué tengo que decir?”

“Estaba hecho con oro puro y las más raras perlas de lágrima del Mar de Yera, justo el tipo de cosa por la que alguien necesitado de dinero mataría. Oh, sí, comprendo exactamente cómo debes sentirte.

Después de todo, he oído hablar de la lamentable situación en la que se ha metido tu familia.”

“Pero Brenda me pidió…”

“¿Ella te lo pidió? Oh, por supuesto, afirma que no lo ha robado.”

Connie quiso explicarse, pero Pamela habló tan rápido que apenas tuvo tiempo de responder.

“Sí, pero…”

“Entonces muéstrame tu bolso.” “¿Qué…?”

“Si no lo robaste, entonces no debería importarte mostrarme tu bolso, ¿verdad?”

Connie dio un respingo. El adorno para el cabello de Brenda estaba en su bolso. Su pánico probablemente se reflejaba en su rostro. Neil había mirado con desconfianza, pero ahora sus ojos se abrieron de par en par.

“Constance, no puedo creerlo.”

“¡No es cierto!” Gritó Connie. Pero alguien ya estaba arrancando la bolsa de sus manos. ¡No era verdad! Pamela tiró el contenido sobre una mesa. Connie oyó el ruido de algo duro en su superficie.

“¡Caramba!” Exclamó alguien.

“Mira, Constance Grail.” Dijo Pamela. “Dijiste que no lo habías robado, así que ¿qué es esto? Explícate inmediatamente.”

El adorno dorado asomaba por el pañuelo en el que lo había envuelto. Neil lo miró en silencio. La gente que les rodeaba empezó a susurrar.

¡Pero no era cierto! ¡Connie no había robado nada! Sintió que algo caliente subía a su garganta. Apretó los puños, conteniéndolo.

“… Brenda me pidió que se lo guardara.”

Esa era la verdad. Connie no tenía motivos para sentirse culpable. Pero Pamela era cruel, y presionó a Connie sin piedad.

“¿Ella te lo pidió? Por lo que veo, este adorno no es especialmente voluminoso ni frágil. ¿Pero dices que ella te pidió que lo sostuvieras?

¿Brenda lo hizo? ¿Aunque no se conocen muy bien? Es una historia muy extraña.”

Connie pudo oír las risas burlonas de la multitud; estaban de acuerdo con Pamela. Estaban sospechando. De repente, estaba ardiendo.

“¡Brenda!” Connie gritó, sin poder contenerse. Brenda se estremeció de sorpresa.

“¡Por favor, dile la verdad! Me pediste que lo guardara, ¿no? Dijiste que querías que lo guardara mientras ibas a buscar tu bolso. ¿No es cierto, Brenda?… ¿Por qué no dices nada? ¿Brenda? ¿No quieres…?”

Con cada una de las preguntas de Connie, Brenda se enroscaba más en sí misma.

“Qué patéticas excusas.”

De repente, irrumpió una voz aterradoramente afectuosa.

“Pobre Brenda. La estás asustando. Está bien, Brenda. No tienes que decir nada… Ya ves, Neil. Este es el tipo de chica que es.”

Pamela se aferró vulnerablemente a su brazo.

“Debería plantear una objeción al compromiso de inmediato. Es un crimen irrefutable. Si te casas con ella, estarás poniendo en juego la reputación de la Compañía Bronson.”

Neil miró de un lado a otro entre Connie y el adorno del cabello, claramente confundido.

“Pero no hay pruebas…”

“¿Pruebas?” Pamela se burló. “¡Cada persona en esta sala es un testigo! Y el Sacerdote Vizconde Hamsworth también está aquí. Es mejor que plantee su queja ahora mismo. ¿Le importaría a alguien llamar al vizconde?”

“No es cierto; ¡nunca he robado nada!”

Pamela se volvió hacia Connie. “¿Esto es lo que tienen que mostrar los sinceros Grail? No eres más que una ladrona de poca monta.”

“Pero…”

Connie apenas podía respirar por el shock. Miró a su alrededor, buscando a alguien que pudiera ayudarla. Pero todo lo que encontró fueron miradas frías y desdeñosas. Sus ojos se encontraron con los de Wayne Hasting, que estaba muy pálido. Estaba segura de que había visto lo que había pasado. Le miró suplicante, pero él apartó la mirada. Por su expresión, se dio cuenta de que no estaba dispuesto a involucrarse en algo tan problemático.

El mundo se balanceaba ante los ojos de Connie.

¡Alguien!

Alguien más debe haber visto lo que pasó. Vio a varias personas que reconoció. Pero todas ellas sólo miraban en silencio, abandonándola.

¡Que alguien me ayude!

Una lágrima se filtró de su ojo. La parte posterior de su garganta se sintió caliente. Era extraño. Tan extraño. Nadie la ayudaría. Nadie ayudaría a alguien tan insignificante como Connie.

“Bien.”

Connie nunca esperó escuchar esa voz en su oído. “… ¿Qué?”

Era una voz femenina, ligera y clara como una campana que tintinea. Ya la había oído antes. De hecho, la había escuchado esa misma noche.

“Te ayudaré.”

La voz era bonita pero también altiva e insolente. Por alguna razón, Connie se sintió atraída por ella.

“Pero a cambio…”

Constance Grail no pudo captar el resto de la frase, porque en ese momento algo la golpeó y perdió el conocimiento.

* * *

¿Quién es esta chica?

La columna vertebral de Pamela Francis se congeló cuando Constance Grail le dedicó una sonrisa insondable.